viernes, 31 de diciembre de 2021

NAVIDAD. Nada termina

Último día del año y se suceden los balances, revisiones y, junto a ellos, vienen siempre los propósitos, los buenos propósitos. También se acumulan cansancios y la memoria se retoca en algo para que se purifique por el agradecimiento. A pesar de todos los peligros que tiene, hay que valorar esta tradición, esta pseudo-obligación. Muestra en primer lugar que no existe un "hacia atrás" en el tiempo propiamente hablando. Ese esfuerzo humano está motivado por lo que pudo haber y no hubo, y que hay un compromiso esperanzado con aquello que está en nuestra mano. En el recuerdo de lo que no pasó y fue posible se dice todo lo que, en verdad, sabemos que depende radicalmente de nosotros y que por cobardía y miedo no se hizo. No es tan posible, en la memoria clara y luminosa, achacar nada a la falta de fuerzas o a la pereza, y, dado que ya pasó, tampoco fue falta de tiempo. Si acaso, ganas de vivir y vivir bien es lo que faltó por encontrar. Es decir, falta de esperanza. Alguien sin esperanza no tiene ganas de vivir, no confía en el bien, sufre antes de tiempo y teme lo que pueda venir (de otros) y se paró a sí mismo y su vida antes de tiempo, quedando presa y esclavizado, paralizado. Si se leen los primeros capítulos de Lucas, incluso si se leen rápidamente, María no para. Aparece el temor y todo lo demás, pero no para. Aparece también la gracia, lo gratuito, lo inaudito. María teme, como los pastores. María se encuentra desconcertada, quizá como los sabios de Oriente. María y José comparten esa unidad de carne. Y, con su colaboración, Jesús es nacido. Jesús no viene al mundo, sino que es nacido, es traído, es aceptado y querido, por tanto protegido y velado. Con todo, nada termina tan pronto. La historia empieza en cada momento. Compartimos desde 2020 la imposición del mal y hablamos de ello como si fuera lo más compartido, al igual que la vulnerabilidad, la debilidad y la fragilidad. Y me pregunto, desde hace ya más de un año, ¿y no hemos recibido un don que nos sitúa, más bien, de cara al bien, al amor, a la verdad, a la belleza? ¿No es esta la condición humana fundamental, donde realmente está más anclado, más vivo?

PD. Toca decirlo y lo diré. Feliz hoy. 



jueves, 30 de diciembre de 2021

NAVIDAD. Y primeros pasos

Aprender de todos. Los primeros pasos se producen porque se aprende de todos. La comunidad reunida en torno al Pequeño es variada y diversa. Desde la reconciliación de todos los animales en torno al Príncipe de la Paz a sabios y pastores. Esta tensión, que engloba tanto a José y María, tal y como se quiere representar en la mejor tradición belenista, que no teme otras referencias y actualizaciones, precisamente por mayor fidelidad al acontecimiento, deja al Pequeño a un lado, siempre a la vista para quien va oteando, siguiendo la historia, aclarándose en sus imágenes y discerniendo. Son los primeros pasos que provoca el Pequeño. Primeros, no últimos. Enseña un modo nuevo de caminar. Rompe la genealogía propia de los hombres y sus costumbres, también la lógica de esta esperanza que dimana del mundo y su progreso en mundanidad, para centrarlo en la vida precisamente con su propio descentramiento, que abre hueco a quien busca a Dios para que no se olvide, bajo ningún concepto y ni por asomo, del prójimo más cercano, de lo que le asalta y de quien le reclama. Privar el descentramiento al Pequeño y hacer de Él lo único es contrariar la Encarnación. Aunque comprendo las razones por las que se hacen, lo que se pretende transmitir, su Novedad viene a destartalar esquemas y quebrar esa sistemática de la totalidad en la que lo irreductible se disuelve en una totalidad no querida por Dios, imposible en cuanto hay Vida. 

PD. Gracias a todos los magníficos belenistas por compartir pasión y mimo en tantos detalles. Y a quienes en casa siguen y siguen poniendo su Misterio a la vista. 



miércoles, 29 de diciembre de 2021

NAVIDAD. Notificaciones y noticias

Se comenta la actualidad y se deja al margen la vida. Se habla de lo que ocurre, con información diligentemente empobrecida. Tanto en lo cercano, como en lo general. En la era de los datos, cuentan las reacciones y las interacciones. Así se expande todo, no solo el virus. Mayor interacción es mayor relación, más proximidad. Y actúa como envolvente para otros, que se introducen en el diálogo. Conversaciones pausadas suele haber pocas. Todo tiene su hora de cierre. Es lamentable. Se deja para nunca lo que no puede acabar y solo se debería iniciar. En las informaciones que llegan se hacen comparaciones que no son tales, porque los datos tampoco son del todo fiables, ni asumibles. El corte es brutalmente exagerado y, aun así, parece no llamar la atención de nadie. Me gustaría saber, aunque es realmente imposible, cómo sería el mundo si la tecnología y la comunicación la hubiéramos usado para la proximidad entre personas y para arreglar lo arreglable y admirar lo insoluble de la existencia. Me gustaría, sin más. Como elucubración de estas en las que mejor no poderse. Lo posible inmediato tampoco es donde se ejerce la responsabilidad más directa con la vida, sino en el choque con lo imposible realizable. Eso es una buena confrontación. Pero tiene que ser siempre para uno mismo, no de cara a la galería. En lo secreto. Como en Belén. Es tremendo, pero es en Belén donde se marca el rumbo definitivo de la historia y donde se muestra a la persona su humanidad en estado puro y absoluto, por descubrir. Pero la Revelación está en Belén. Una madre con su hijo envuelto en vendas, en brazos o en un pesebre. Revelación de Vida. Ni teoría, ni sistema, ni logos, ni proyecto. Vida. Algo en nosotros es capaz de recibir esta notificación, es decir, noticia en acto, noticia actuante, noticia que cumple su propósito y reclama atención. Se esté haciendo lo que se esté haciendo, conviene dejarlo a un lado y atender el imprevisto. Es importante. 



martes, 28 de diciembre de 2021

NAVIDAD. Proximidad

Como he tenido buenos maestros, he perdido el miedo a los grandes libros. Cierto es que mucho más allá del "ensayo" (qué nombre tan bonito para este tipo de literatura) no me muevo. Es un déficit, pero no tengo mucho más tiempo. Como le digo a un amigo por Instagram, son muchas relecturas las que se acumulan porque nos las entiendo del todo. Tampoco me amedrento. Es lo que me ha ocurrido repetidas veces con Estrella de la Redención, "la" Estrella. Este año 2021 es su centenario y yo, cada vez, más ignorante, aunque más reconciliado con el mundo. Hay textos hermosísimos y otros muy duros de masticar. Más allá de lo pequeño del texto o las partes que se me hacen oscuras, es una obra que recorre todo, paso a paso. No lo hace a las bravas y me temo que ni siquiera quiere hacerlo. Obra con paciencia. En este momento, casi lo eterno. Por cierto, que la vida de Rosenzweig es tremenda. No da igual leer este libro sabiendo cómo vivió. Provoca más admiración. En concreto, esta vez, se subraya excesivamente la proximidad, el prójimo. Llevo tiempo que me martillea. Prójimo, prójimo, prójimo. Igual que mi carne y huesos, su carne y sus huesos. No se puede leer "la" Estrella sin prójimo y sin amor. A los regalos de ayer se suma seguir leyendo con tiempo y haber doblado por fin la ropa y un breve tiempo compartido con los pequeños escuchando música y el rato de la noche de cuchicheo y haber escrito por fin, de nuevo, en Vida Nueva, y saber que sufro con quienes están pasándolo mal estos días. El covid no es lo único, aunque azota con fuerza. Las noticias sigo sin escucharlas. No hay tiempo. Me informo por ahí, un poco de pasada. Lo gordo realmente no se cuenta en las noticias. Se vislumbra con cierta distancia. La historia se está escribiendo para que el mundo quede trastocado. Me temo que no va camino de enfatizar la vida, sino lo contrario. El rumbo que llevábamos, con sus cosas, sigue exigiéndose. Falta entender que ni lo uno, ni lo otro, sino la Vida. Al debate sobre la objetividad de las humanidades en el que interviene un filósofo renombrado le hace falta abrir el imprescindible hueco de la subjetividad personal humana. Contra eso es contra lo que está el mundo y aplasta y guerrea con dureza, silenciando. Sufrimos más de lo que decimos. Y hacemos dolerse a otros mucho más de lo que vemos. En lo invisible hay una alianza establecida entre Dios y la persona, no a la inversa. En 2022 comenzaré el comentario libre del Lisis y, me parece, llega el tiempo de atreverme a balbucear algo sobre el evangelio de Lucas. Qué respeto me da meterme en esas cosas. No por mi ignorancia precisamente, sino por la ignorancia de quien lo pueda leer y crea que yo pienso que sé algo, en lugar de tomarlo como el trabajo de cada día para ir haciendo brecha en mí. No rendijas por las que se cuele la Vida y se exprese la vida. Necesito buenas brechas. Son las durezas de los años. Tengo, al menos, que intentarlo. El otro texto que quiero para 2022 sería Fedro. Por qué. No lo tengo claro. Suenan campanas, lo mismo que con Máximo el Confesor. Iremos viendo. De momento eso, Estrella y Levinas por aquí, Michael, Maurice y Adolph por allá, pizcas de unos y otros, como Bergon, Husserl, don Miguel, Balthasar, Rahner, Gilson, Hölderlin, Stein, Florenski, Kierkegaard, Teresa. ¡Hasta don Quijote! Y un libro de música recién llegado. Si saliera del ensayo sería por el interés que algunas biografías me despiertan. Pero sé lo que va a pasar con muchas de ellas. Serán exageraciones o discursos a medias. Quiero una biografía porque me interesaría la persona, pero una biografía sería quedarme con lo que otra persona ha dicho de esa persona. Así que casi mejor escuchar directamente lo que cree que ha tenido que decir. Este año ha sido muy fecundo y generoso. Sobre todo en personas cercanas. Estoy en deuda eterna y agradecido. Evidentemente, tanto don empieza por lo más próximo. No lo niego. Rezo dando gracias por ello. 



lunes, 27 de diciembre de 2021

NAVIDAD. Quien es nacido está en deuda

Un pensamiento un poco radical, pero allá voy. Quien es nacido se sitúa en deuda para siempre, eternamente. De algún modo es impagable o equiparable. Recibe sin que pueda devolver lo recibido. No se da a elegir y se descubre con el tiempo, con la historia y haciendo memoria. Vuelve sobre uno cuando se recibe la narración de lo ocurrido o simplemente cuando se toma conciencia de ello. En ocasiones, motivo de alegría. En otros casos, lo contrario. No todo el que nace desearía haber nacido, ni asume como un don la vida. Está claro. Estos días, además, hay fuertes campañas en los medios para recordarlo. No tanto respecto de la vida, porque no se pone ahí el foco, como en las relaciones. No es la vida lo indeseable, sino las relaciones que se dan en ella, que, a buen seguro, podrían ser de otro modo bien distinto, es decir, con más vida y no restando sentido a la vida. Pero no me despisto y vuelvo. ¿La encarnación, de la que luego se habla respecto de la salvación, en algunos casos como "pago de una deuda", no implicaría también, si no estoy muy equivocado, que Dios ha querido asumir una deuda con la humanidad, impagable? Esto, considerado en lo especulativo, es poco más que una locura siquiera plantearlo. Puedo que alguno me llame hereje o idólatra. Pero en el terreno de la existencia, en el de la vida misma, ¿no es ya un acto de fe y confianza, de amor libre e incondicional por la humanidad, al asumir la humanidad también en esta condición deudora? ¿No es el signo al que se refieren tanto los ángeles como las estrellas el que se ve y se nota en una madre con su hijo recién nacido, envuelto en vendas, colocado en un pesebre? La imagen no es un error. 



domingo, 26 de diciembre de 2021

NAVIDAD. ¿Vacaciones o fiesta que celebrar?

Aunque muchos dirán que "mejor todo" y que "no hay necesidad de oponer", lo cierto es que hay que elegir. Al menos como modelo de comprensión, como horizonte de comprensión. El abandono de estas cuestiones tiene consecuencias, siempre. Por un lado, "vacación" es de "vacío", de "vagar", de ir de un lado a otro sin tener mucho más que hacer. Es así como se ha quedado en "nada" este tiempo y dejado a la entera libertad de la persona, para que haga con él lo que quiera, que será siempre lo que pueda y poco más. Por otro lado, "celebración" que, por si alguien no lo sabe, tienen como enemigo el desierto y explica que sea un espacio de reunión abundante. Creo que la categoría de la que más sed tiene nuestro tiempo es "encuentro". No como teoría, sino como vida. Vida debe ser encuentro. Ahora bien, todo el que tenga responsabilidad en este mundo sabe que una celebración conlleva trabajo y sacrificios, preparación y tareas. No salimos del marco de lo creado hasta que la fiesta se inicia. Además, con-voca y re-úne. Todo esto pueden ser palabras, sin más. O pueden ser realidades. Para que haya una celebración y la celebración transforme la historia, cambie su curso o anticipe lo que realmente queremos, hace falta un motivo. El motivo está dado, pero oculto a la mirada general por mucho que se ponga delante de cualquiera una figura, un anuncio o una imagen. Está oculto hasta que se vive. Porque se trata de vida, no de palabras. Pero cuando se vive, se vive. Y lo vivido no se puede rechazar. El anuncio sí, lo vivido no. El mensaje sí, lo celebrado no. Muchas gracias a todos los que "trabajan la Navidad" para que sea fiesta para otros. Muchas gracias, empezando por los más cercanos, a quienes se entregan para que la Navidad diga, hable, exprese, muestre y revele lo que lleva dentro. Muchas gracias a quienes "nos ponen delante" de lo que hay que celebrar y nos invitan a la fiesta. En estas cosas, para las que además soy absolutamente torpe, me doy cuenta de mucha riqueza en otras personas. Detalles, cuidados, regalos, atención, mimos, ternura, memoria, esperanza, acogida. ¡Nada de vacaciones, porque esto es una gran fiesta!


 

sábado, 25 de diciembre de 2021

NAVIDAD. ¿Feliz?

Como la costumbre nos puede, resumimos todo en Feliz Navidad. No es para menos. Le pasa a ambas palabras lo mismo, que se esconden. Una oculta en Belén, en un pesebre. Otra, en el corazón humano. Conectan así la Encarnación y la sed de los hombres y mujeres, el Dios que se acerca y la humanidad que quiere salir de sí. Un pesebre y una carne. Está bien que sea así, todo más sencillo. Está bien que, para al ser constante repetición, algún día adoremos aquello que decimos. Sin prisa, con paciencia. Cada persona tiene su tiempo. A saber qué viven aquellos a quienes se lo decimos. A saber qué viven los que nos lo dicen. A saber. Entretanto, a vivir. Con cuidado, acogiendo. Primero es el don. Luego, si acaso, la abundancia. Pero el don ya ha sido dado. Con la firme convicción de que la Navidad siempre nos quedará grande y que es, sobre todo, para hacernos nacer de nuevo como pequeños, siempre pequeños. 





 

viernes, 24 de diciembre de 2021

ADVIENTO. El costoso reconocimiento del don en la fragilidad

Vivimos como vivimos y somos quienes somos, pero ha brillado una estrella. Enfatizamos la debilidad, la vulnerabilidad, la tiniebla, la fragilidad. Es "el pero" que suele ponerse a todo, porque el punto de partida desde el que se piensa suele ser "la grandeza". Lo cual es, pese a lo que cuesta reconocer, un error garrafal, casi un pecado original. Hemos tratado de vivir al revés de lo que corresponde estrictamente a la condición de criaturas, a nuestra condición de seres que recibimos y no nos damos la vida. Dios ha nacido para, desde el primer momento, revelar a la humanidad qué es vivir como persona, para que volvamos a fijarnos y atender, para que aprendamos nuevamente. Lo primero, lo primordial es el don. Y ese don, que es primero vida y luego Vida, se da para ser acogido, se entrega para generar vida en cada persona. Lo primero es poner mucho cuidado, mucha ternura, mucha misericordia, mucha protección y protegerlo con vida, dejando actuar en nosotros la misma entrega. Lo primero es eso. Luego, todo lo demás. Luego vendrá, efectivamente, la salvación. El "don sobreabundante" es lo que llega después, lo que es posible esperar, lo que revela que no estamos solos, ni lo estaremos, lo que no nos deja en la indigencia, en la incertidumbre, en la indiferencia. El "don sobreabundante" nos conoce por el nombre y nos da misión y hacemos historia. Insisto, el pero a todo esto que vivimos, si es que lo hay, es sobreabundancia y responsabilidad, sobrecogimiento y gratitud. No estamos solos, ni estamos arrojados aquí de cualquier modo. Hemos sido queridos y somos queridos eternamente. Lo representamos y celebramos con belleza, y no crudamente como algunos quieren, para que brille ante nosotros la Luz que vence a las tinieblas, para que Dios se muestre tan cercano, para que su proximidad se revele con tanta fuerza, para que miremos juntos en la misma dirección. Feliz Navidad. Insisto en esto mucho, y continuaré haciéndolo: llamados a ser hijos en el Hijo, a existir filial y fraternalmente, a saber que tenemos Padre. 


 

jueves, 23 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Un proyecto muy pequeño

Primer día de descanso, de recuerdo y agradecimiento de lo vivido, de paz. A principio de curso, presenté un proyecto y me dieron por respuesta que era un proyecto muy pequeño, que buscaban algo más grande. Entonces pensé que había comenzado la Navidad. Llega mañana. Nuestro mundo está así mezclado y batido. Tengo algo grande que celebrar aunque lo vivamos siempre en lo finito y sensible. Y el motivo de la fiesta no es propio, sino que me incorporo a él con lo que puedo. Me alegró la respuesta, educada y correcta. Me ayudó a ver dos cosas. A los grandes de este mundo y a los que dan pequeños pasos en el día a día. Sin rencor. En Jerusalén no amanece el Salvador del mundo. Dispuesto a encarnarse, la elección es suya. La palabra está dada. Ando enredado desde hace tiempo con Schelling y Fichte, también con Cassirer y Cohen. Ayer volví a Fichte -aunque me regalaron dos libros tomistas modernos- a ese deber más que categórico, a esa voz de la conciencia que sitúa y traslada. "Ningún paso dado en este mundo se pierde." Eso es esperanza. Poca broma. Comencé ya con Gesché, para no ir apurado. Hice la lista de cosas con las que tengo que cumplir en enero. Por ordenar un poco lo que, sin duda, no terminaré de hacer estos días. Me está encantado Joel B. Green. Al menos a mí estas lecturas me ayudan a entrar en el Misterio. Despejan menos dudas de las que invitan a responder. Compré un librito de Buber el sábado sobre "Bien y mal" en el que se comentan cinco salmos. El 73 me ha resultado muy provocador. No lo había leído en esta clave. Era más de las aportaciones de Schökel. Continúo con Balthasar. La lectura de Rodrigo Polanco estructura, pero la obra directamente considerada es más bella. He oído que Miguel García-Baró no ha pasado por Teodramática y se quedó al inicio de Estética. No culpo a nadie de eso. Es demasiado extensa. Son muchas horas de estudio. Espero recibir Rahner en algún momento. Tengo la oportunidad de conseguir sus Escritos. Y veo lejana la posibilidad de investigar en Pannenberg y su sistemática por el precio de los tres volúmenes. No termino de enganchar con Ciorán, como si me pasó fácilmente con Shestov. Oliver Clement se convirtió leyendo a Berdiaiev. Recomiendo, del último, "Contra la indignidad de los cristianos." Cuánto bien ha provocado Florenski. Se ha publicado un libro de patrística que me interesaría mucho, pero estoy a la espera de la valoración de los que saben. Hay que ser cauteloso. No encuentro por ningún sitio el Sócrates de Hadot. Sigo comentando Lisis, aunque guardo estas entradas para 2021. Realmente asombroso. El evangelio de Lucas es de otro mundo, sin duda. Disfruto mucho de los artículos sueltos de Julián Marías, como si fuera un bloguero culto de un tiempo que creyó que podía realmente mejorar el corazón del hombre. Chretién leyó a Kierkegaard con mucho provecho: "En otro de sus discursos, Kierkegaard describe esa transformación respecto a la pecadora del evangelio de Lucas: "Mientras lloraba, olvidaba la causa primera de su llanto; las lágrimas de arrepentimiento se convirtieron en lágrimas de adoración." La oración de petición deja de pedir lo que pedía, pues al pedir ha recibido, ha recibido el olvidarse, ha recibido el deseo más elevado." Este adviento no me quito de la cabeza a Olegario y su raíz. 


 

miércoles, 22 de diciembre de 2021

ADVIENTO. El que ha decidido nacer

Los cristianos no celebramos el cumpleaños de Jesús, sino un nacimiento; no se trata de hacer memoria, sino de festejar el acontecimiento y participar de él. El cristianismo dice algo rarísimo: es Jesús quien, a partir de la Resurrección, se hace contemporáneo de todo aquel que quiera seguirlo. Y lo hace desde el inicio. Y comparte con quien quiera su propio nacimiento. La diferencia fundamental entre su nacimiento y el nuestro es que Él decidió nacer, fue un acto de libertad. Escogió madre, tiempo y lugar. Lo cual no deja de sorprender a la fe y que así lo sigamos repitiendo. Es un escándalo para el corazón cansado de la vida que considera que, en el fondo, esto no es más que un pasar en el que no hay que detenerse tanto y mejor distraerse y vivir dispersos hasta la última gota de tiempo que excederse en atención y concentración. Tenemos a nuestra disposición, para estos días, dos grandes relatos. Pastores y sabios. Ambos ven lo mismo. Pero su corazón ya está preparado y sus ojos desescamados. Hace falta demasiada vida para descubrir que Dios se da en debilidad y precariedad, en necesidad y para el amor desde el principio. Todo lo demás, a mi entender, cae dentro de la literatura, buena y mala. Este es el núcleo de estos días. Ver a Dios en una madre un hijo envuelto en vendas, puesto en un pesebre. No me gustan demasiado las representaciones que cierran las contemplaciones y que no amplían el entendimiento, porque se hace ideología con ellas. Pero en estas palabras no hay engaño. Se trata de una mujer con un hijo en brazos. No lo hemos debido explicar bien, porque hay quien no lo ha comprendido todavía: se trata de que Dios se hace hombre para mostrar que el auténtico camino para llegar a Dios es ser hijos, para incorporarnos por el seguimiento a su Filiación, a su relación particular con Dios Padre y con el resto de la humanidad, compartiendo con ella sufrimientos desde el servicio. No se trata de otra cosa. Esto va de celebrar que somos hijos siempre frágiles y queridos. Por cierto, preparar una fiesta requiere no poco esfuerzo. Las madres siempre están ahí. 


 

martes, 21 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Recuperar la verticalidad

El título completo de un artículo que iba a publicar por ahí, y que me quedo para aquí, era: "Recuperar la verticalidad, frente a la horizontalidad idolátrica." Esto a propósito de la vida y no solo de sus expresiones cristianas o eclesiales. Lo tengo clavado en el interior desde que leí a Levinas por primera vez, allá por los 17 años cuando comencé y a los 19 dedicándole tantas horas a "Totalidad e infinito" y hacer tantas anotaciones que ya no se puede leer aquel volumen y tuve que comprar otro. Fácilmente serán cientos de horas. En ese librito, algo que me sorprendía, era el énfasis en la "dimensión de altura". Se puede encontrar fácilmente. Yo lo tomaba como respeto, como actitud de la persona que pone un desnivel con el otro para impedir la asimilación, el hacerlo propio, el igualarlo a "sí mismo" y, por lo mismo, destruirlo y minimizarlo. Lo tomaba como algo subjetivo, casi espiritual, en forma de temor o temblor. Al terminar el libro comprendí algo mucho mayor, que es siempre así. La verticalidad se vive desde uno mismo, la desmesura de la presencia del otro y la imposibilidad de equipararlo con quien está haciendo esa experiencia, porque el otro en tanto que otro supera ampliamente siempre y provoca, precisamente, esa amplitud en la razón. Razón, que no entendimiento y mucho menos sensibilidad. No es sensible, tampoco es comprensible. Pero se puede recibir y, de hecho, se recibe. Algo que vale tanto para el encuentro con el maestro, que será un encontronazo desbordante, como con el niño en tanto que niño, sumido esencialmente en sus posibilidades sin que él pueda expresarlas. A propósito de tanta "horizontalidad", procuraría recuperar el aviso sobre la idolatría, que no solo afecta a Dios en tanto que Dios, sino a Dios en tanto que ha cedido su Espíritu al otro ante mí. A propósito de esta "verticalidad", lo que no se entiende es que es para todos, no solo para una parte de la comunidad humana. Esta verticalidad del misterio, de la Presencia y de la entrega es para todos y vivida por todos al mismo tiempo. Insisto en que la "dimensión de altura" no es cualquier asunto. Afecta ontológicamente, gnoseológicamente en cuanto a la situación en la que cualquiera cree que puede ponerse en la vida y, por supuestísimo, éticamente y espiritualmente. Sin esta verticalidad exigida y recibida, que sobrecoge y maravilla, o bien mataremos al otro, de las múltiples formas que tristemente el género humano ha aprendido a hacer y ha desarrollado, o bien nos trataremos a nosotros mismos como muertos, de espaldas a la vida. Lázaro, sal. 



lunes, 20 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Política

El desprecio de la política termina siendo malévolo. Pienso que es eso lo que se pretende además. Se remarca el desapego, como criticándolo, pero intuyo que es lo que desea ese mundo de la política, separarse al máximo de la masa crítica para gobernar a sus antojos. Por otro lado, no descubro nada si digo que habrá personas con las mejores intenciones y obligadas a tomar decisiones incomprensibles para otros viendo un conjunto que se escapa fácilmente al cualquiera de turno que camina por la calle, como es mi caso. Lo que mantengo es una cercanía, por tanto, que no quiere ser ni sospechosa, ni interesada. Me pregunto si es posible participar directamente y realmente con miras al bien común. Y mi duda más razonable es cómo se articularía la persona en su imperfección y la responsabilidad desmedida que siempre se debe exigir. Esa tensión desmiembra a cualquiera. El poder que se recibe en mucho mayor que el que es capaz de gestionar un humano razonable y no lo querrá una persona dialogante. Sin embargo, van del mano. Tienen poder y solo pasa a ser servicio como oblación y sacrificio de muchas cosas. Supongo que lo único que puede hacer un gobernante es dolerse continuamente por sus resoluciones y definiciones en permanente falta de plenitud, llamadas a ser reformadas y transformadas desde el día después de su puesta en ejercicio. El texto de Stefan Schereiber que pone en conexión el inicio del evangelio de Lucas y la literatura romana de Horacio, Virgilio, Séneca o Suetonio tiene, como fuerte, que destaca sobremanera dónde está puesta la esperanza y cómo se entiende el "señorío" y el "reinado". La teología debería reblandecer la política, no radicalizarla. Cuando digo que es imprescindible una vuelta a la persona en su prioridad y al rostro en el encuentro, no creo estar diciendo cualquier cosa. Solo en la proximidad que permite la comunidad y en cómo ese amor que se da en el tacto hay auténtico vínculo y hermanamiento. Sin roce, difícilmente. Para quienes sean curiosos de estas cosas, lo recomiendo encarecidamente. Ya lo dije en su momento. Para quienes quieran profundizar, aquí tienen una buena lectura. Para quienes estén dispuestos a servir, aquí habrá muchas preguntas que deban hacerse y un contraste imprescindible. Gracias. Este año, por cierto, estoy descubriendo muchos paralelos entre sabios de Oriente en Mateo y pastores en Lucas. Lo de "los ricos" y "los pobres" es una vulgaridad, como tantas otras. Lo interesante es el camino que hacen, desde la llamada, y cómo se da un encuentro culmen en su vida, un encuentro salvífico para ellos, un encuentro transformador. Y, aunque desaparezcan como tales, permanecen después en todo el evangelio, aunque de otro modo. ¿O nadie se da cuenta de ello, de que siguen junto al Pequeño y nunca dejará de ser para ellos algo Pequeño que se va dando a la humanidad?



domingo, 19 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Signos

Recuperar la simbólica, que contraría la planicie. Como los niños que juegan más con lo posible que con lo inmediato. Como quien se comunica con palabras cuando las palabras desajustan la realidad y la transforman. Volver al símbolo, que carga, que sufre, que lleva encima, que soporta un misterio. Volver a leer signos que indican movimiento y vida, que generan esperanza, que alertan y sitúan en el cuidado. "¡Cuidado!" que no sea peligro, sino ternura, sensibilidad, soltura. Libertad es "soltura", "desencadenarse". Recuperar la simbólica, no para introducir e introducir significados, sino para percibirlos. Una simbólica que se ejercite, que se palpe, que trasluzca, que brille. Una simbólica que arraigue, enraíce, lleve a lo profundo. Una simbólica real, real como la vida misma. Una simbólica que nos esponje y nutra de posibilidades, abunde en las posibilidades. Una simbólica que nos supere y sorprenda, que recibamos. Una simbólica no construida por manos humanas, sino por esa distante humanidad latiente, muchas veces latente y poco oída. Una simbólica que requiera manos, atención y escucha. Una simbólica que mute la persona, cuando se percate de todo eso, en sal y luz. En otro orden, le dije hace poco a un amigo, buen amigo, que hay dos tipos de cristianos. Los primeros, quieren ser cristianos. Y esto se dividen en dos, a su vez: unos que quieren ser luz del mundo, o entran por esta puerta; mientras que los otros se ven más como sal de la realidad, o va más acorde con su vida. Los segundos, ese segundo tipo de cristianos, raros y escasos, diferentes y paradójicos, se dejan hacer como tales y puede que ni lo deseen, si hablamos con propiedad. Pero para ellos estaría reservada la parábola en su conjunto, no separadamente: "ser la sal de la tierra y la luz del mundo". Ambas tienen conexiones, está claro. Ambas aportan algo significativo y transformador de la realidad. Ambas han sido entregadas a la tierra y al mundo. Ambas no son para sí. Ambas tienen mucho de Navidad.  


  

sábado, 18 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Purificación del deseo

Quienes mejor parecen haber comprendido que las personas somos seres deseosos, aunque no siempre deseables, son esa segunda clase de personas que introduce Platón en su descripción de República, dispuestos a manejar a otros para sus propios deseos, agotando sin descanso su capacidad para recibir propuestas y su agitación interior. Es verdad que el propio Platón cuando realmente piensa la comunidad perfecta la piensa sin dinero. La locura del filósofo y su desmesura, su idealismo brutal y provocador. El mundo pudo ser sin dinero tal y como lo conocemos, pero no sin deseos. El mundo pudo ser sin el dinero por el dinero, sin el "dinero en sí", que arroba y esclaviza. Urge, con todo, una purificación del deseo que, como siempre, tendrá dos grandes caminos. El primero, su ampliación. El segundo, su reducción. Porque el deseo sin purificar es aquel que no sabe qué desea realmente y, a la vez, el que se conforma con cualquier cosa que atisbe una mera complacencia. El ser humano convivirá perpetuamente con su deseo, sin que se pueda frenar, ni mermar, ni controlar. Está ahí, en su bondad, para lanzar permanentemente más allá. En la escucha atenta, la moderación contra la agitación y las prisas, y en la decisión libre hay gran sabiduría. Como es normal y habitual, todo comienza por un cierto conocimiento de sí, que no logra dar su primer paso auténtico y libre sin conocimiento del otro. El relato de Lucas sobre el nacimiento de Jesús, en esa grandísima construcción teológica y literaria, en diálogo profundo con su tiempo y el nuestro, aporta y revela claves muy interesantes. Lo mismo que Mateo con los sabios de Oriente. Para quien quiera acercarse a ellos ahora, antes de que sobrevengan los días de la celebración, tres apuntes: pastores y sabios reciben un anuncio; pastores y sabios encuentran al Hijo bajo el signo del amor de una madre; y pastores y sabios son transformados y regresan diferentes. No sobran luces en el mundo, ni llamadas de atención, como tampoco músicas alegres y fiestas para encontrarse con otros. Nada de eso. Nada. De eso, ojalá tuviéramos más. Lo que sí tuvieron y destaco de pastores y sabios es capacidad para hacer camino, dejando lo que tuvieran entre manos, por importante que fuera. Y el detalle tierno del beso, que llamamos ad-orar. ¡El Dios ante el que solo cabe la bella ternura del corazón humano, sin miedo y con libertad para mostrarse y darse, acoger y entregar! Lo digo muchas veces, pero ante la muerte de un inocente nos sale dar la vida. Y eso es amor.  



viernes, 17 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Fortalecer la esperanza

Mi abuela, que en muchas de sus expresiones era como el Barón del Münchhausen, decía que conoció gente que se ahogaba en un vaso de agua. Y es prodigiosa la fuerza que tiene el apelativo con el que se nombra a Job, que esperó contra toda esperanza. Es como una especie de caballero de la fe, sin caballo. Algo extrañísimo. Porque la mayoría de nosotros pensamos que -y así vivimos- hay que agarrarse a algo. La esperanza tiene que ver más con lo de acá que ya se posee, en la vida corriente y moliente, que con lo de allá inabarcable e indescifrable completamente. Gesché presenta su libro del destino como una inversión sobre la que llamaría la atención, por si no se percibe la fuerza. El autor belga refleja el movimiento y vínculo partiendo de Dios: "Transcendencia significa aquí algo que nos arrastra desde lejos y a lo lejos, pero para reconducirnos a nosotros mismos, el corazón de nuestra indudable inmanencia." [Nos juntaremos el lunes 20, Santi, Jorge y yo a dialogar sobre el libro.] Es importante. No encontrar algo aquí que nos ensimisme, sino dejarse alcanzar por la Palabra que nos supera. A buen lector, pocas palabras bastan, pero la inmanencia y la vuelta sobre sí, viniendo desde donde viene y siendo Amor, que nadie piense que será para cultivar ningún tipo de egoísmo sin prójimo. Es más, me atrevería a decir lo siguiente: "No hay esperanza sin prójimo y amor al prójimo." Todo lo demás se podrá llamar de otras formas, sin rozar siquiera lo que la esperanza es. Aunque la palabra que mejor la aclare, intuye y vislumbra sea, en nuestra lengua, algo así como resistencia. La esperanza otorga resistencia. O sea, se las ve con lo imposible sin perder lo imposible que llevamos dentro, el misterio de ser personas y reconocerlos en el otro, ocupándose de posibles en los que abandonamos la raíz y perdemos la vida. Joel B. Green, en su comentario al Evangelio de Lucas recientemente traducido por Sígueme, comenta lo siguiente en su prefacio: "Cualquiera que lea la introducción descubrirá la forma en la que he surcado las aguas, a veces difíciles y siempre estimulantes, del método interpretativo. Quedará igualmente claro que, pese al tamaño de este libro, no he tratado de ocuparme de todo el abanico de preguntas que pueden hacerse al evangelio de Lucas. De hecho, eso no ha sido nunca posible, y todavía lo es menos hoy en día. No lo considero motivo de desesperación, sino una razón para la alegría y para la reflexión sobre la polivalencia del Evangelio, que puede responder de tantas maneras a las distintas necesidades de la Iglesia histórica y global." Después escribe una página entera de agradecimientos cercanos y cuarenta páginas de bibliografía.


jueves, 16 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Comprensión "vital"

En educación se insiste, y ya no podemos decir que "sin cansancio", en la falta de comprensión lectora. Gente y gente (ya no niños, ni jóvenes) que leen, porque leer leen, pero no comprenden lo que leen, ni cuando lo leen en alto y para otros. Y bastan dos o tres preguntas para hacerlo notar. Pues eso mismo ocurre con la vida no pocas veces. Pasan cosas, nos traspasan, pero salen igual que entran, en ocasiones sin dejar poso. Aunque no seamos pesimistas tampoco, que el mundo tiende a ello. La sabiduría dice que "algo queda" y, con idéntica compasión por la humanidad, se reserva la posibilidad de dar fruto al treinta por ciento, que para cierto "humus" resulta más que loable. Será cuestión de sembrar más. Pero, en ocasiones, se confunde el periodo de siembra con el duro trabajo previo, de preparación. Mi padre un día me dejó el arado tirado por la yegua de casa, se puso detrás y yo tuve que levantar los brazos para llegar a los mandos. El día que supe sostenerla por mí mismo, aunque el surco no fuera recto en absoluto, supe que era mayor. Ritos iniciales de vida labriega. Platonismo exigente. A san Agustín se le murió su mejor amigo, se prometió mil verdades pero pudo "sujetar" más bien pocas. Le quedaba trecho por recorrer. Barth, como teólogo, me llamó tempranamente la atención. Después supe de otras conexiones. Escribía: La fe "es que la palabra de Dios ha liberado a una persona entre muchos para decir "sí" precisamente a dicha palabra como consoladora y útil en sí misma, pero también en cuanto vinculante para el mundo, para la comunidad y para esa persona como tal." (Instantes, 81). No alcanzo a vislumbrar, ni mínimamente, las conversaciones que pudieron tener él y Balthasar. Pienso en aquello de "la verdad os hará libres" y me gustaría traducirlo como "a través de la verdad os soltaré", "con la verdad os libertaré". Aunque se ha recortado la frase de tal modo que se ha olvidado el discipulado, la proximidad al Maestro y Señor. Es puro mesianismo, que como tantas otras cosas se ha reducido a sapiencialismo cutre, sin raíz, que termina acusando a otros y machacando vidas propias y ajenas. Los días pasan, la vida puede entregarse.   



miércoles, 15 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Raíz de la esperanza

Olegario está vivo y es admirado por todos. Convendría decirle ya mismo lo mucho que nos ha legado y darle las gracias. No nos pase como con Juan de Dios, con quien lo emparento y a quien lo asemejo mucho, como también lo tengo cerca de Dolores. Alguno me vendrá con diferencias y destacará matices de la línea de uno y del hacer del otro. Pero ambos han ido hacia el centro y el corazón era lo que más importaba. En 1995 se publicaba "Raíz de la esperanza" en la Salamanca de Olegario. Entonces yo estaría descubriendo a Mounier poco a poco. Y de este gran teólogo no tendría noticia hasta bastante después. Y no le daría el valor que se merece de primeras. Como todos los novatos ignorantes, coloqué a los más destacados como los más grandes y primeros, y no quedaba tiempo para más por entonces. Hasta que descubrí "La entraña del cristianismo", de casualidad y por curiosidad enteramente personal, sin guía alguna de nadie. Nadie me dijo que por aquí podría comenzar una teología mucho más comprensible e igualmente densa. El libro RAÍZ DE LA ESPERANZA (repito y en mayúsculas) para quien no lo sepa, es un tesoro. En mi caso, un regalo. No lo he subrayado, porque ha embebido. "Tensión entre adhesión y amor a todas las realidades, ideales y esperanzas que afectan a la entera humanidad, de la que somos solidarios, por un lado, y, por otro, la capacidad de concentrarse en un rincón, asumir una tarea encomendada, sabiendo que para mí la totalidad se hace real y responsable en este trozo de tierra y de misión que me ha sido encargada." (p. 393). Si alguien tiene por ahí el libro, que aproveche este Adviento al máximo con él, que el orvallo empape bien la tierra, que la luz divina penetre hasta lo más hondo del alma. Escribo el día de san Juan de la Cruz y tengo a mi lado un libro de Secundino Castro, de cuando era yo su alumno en la universidad. A todas estas raíces que han vivido y transmitido esperanza, muchas gracias. Enormemente y fraternalmente agradecido. 


 

martes, 14 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Flexibilidad mental

Lo llaman "plasticidad" cuando se refieren al "cerebro" y destacan que los niños vienen con tal apertura y sed que no tiene freno. Sin embargo, a medida que va creciendo, se va cerrado y petrificando. De ahí que, de vez en cuando, convenga volver a ser como niños. No niños, claro. No se puede. Pero sí "ser como", "parecerse", "ser semejante a". Lo fundamental es esa relación para la apertura, para la frescura, para la flexibilidad. Con los años me doy cuenta de que, para escuchar de verdad, cuanto más sé y cuanto más quiero decir con las mismas palabras y en poco tiempo, más esfuerzo necesito. Tanto para recibir, como para dar. Es impresionante y puede parecer mentira. Pero sí, requiere esfuerzo. Tanto para comprender a quien no puede escoger demasiado las palabras que utiliza y en las que vive, porque son los límites de su mundo, como para hablar siendo capaz de escoger bien las mejores palabras que otros pueden comprender para que su realidad siga siendo densa y dinámica. No solo es cosa de esfuerzo, dicho sea de paso; es verdad que no depende de mí exclusivamente, porque no me salvo a mí mismo, porque mi razón está emparentada a la Palabra, pertenece a su mundo y se enraíza en él. Sino que, para ser como niño, hay que volver en cierta espontaneidad y libertad, en cierta apertura y confianza. Estas dos cuestiones abiertas, para el adulto, se emparentan y se viven con grandeza y desbordamiento en la fe y en el amor. Palabras, las dos, que nuestro mundo se ha esforzado en dinamitar. Y, con ello, se han reventado para muchos los puentes para volver a ser como niños. 



lunes, 13 de diciembre de 2021

ADVIENTO. No es perspectivismo

Pregunta un amigo que por qué hay diferentes grupos cristianos y no solo diferentes cristianos. Lo pregunta en serio. Llama la atención que no todos sean iguales. Pero creo que lo que más provoca es que estén enfrentados. Se puede comprender fácilmente que los miembros de una familia sean diferentes o incluso contrarios en su vida, que uno vaya para un lado y otro por otro, que a uno quiera vivir su vida más en casa y a otro le guste no pisarla, o que uno tenga un compromiso fuerte con una causa y otro con otra. El problema no es la diferencia, sino la pertenencia. Y que la pertenencia a algunos grupos signifique toda pertenencia y no vaya más allá, rompa la familia o corrompa el vínculo que toda persona debería tener, por el mero hecho de serlo, con la humanidad. No es el perspectivismo, incluso en su exageración, la pregunta principal, sino el grupismo que termina siendo un pertenenciarismo, con más sabor a cárcel y esclavitud que a pertenencia y enraizamiento. Supongo que todos tenemos cosas que purificar para que otra pertenencia sea posible. Empezando yo por las mías, por supuestísimo e indudablemente. Pero bueno, que nadie se ponga estupendo creyendo que esto es algo de ahora y que jamás de los jamases ha pasado. Porque uno se pone a estudiar la historia hacia atrás y llega rápidamente a ver un hilo común en la recepción del Concilio Vaticano II como en sus impulsos motivadores, pasando por toda la edad media y la competición entre órdenes, hasta san Benito y san Agustín fácilmente, y topándose con la carta a los corintios de Pablo y los relatos del evangelio en los que un par de apóstoles anda buscando sillas. ¿O ya hemos olvidado lo de Caín y Abel, que eran hermanos? Pues eso. Una historia de pecado larga larguísima que tiene demasiado "mal común": egoísmos. Tanto la Encarnación como la Pascua son superaciones contundentes, son la victoria. 



domingo, 12 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Juan, el que sumerge

El papel de Juan es más que relevante. Aunque luego lo estudiemos e intentemos colocarlo en un sitio concreto, que es una especie de no lugar entre un testamento y otro. La obra de Francisco Javier resulta apasionante. Ha estudiado y no se ha querido quedar en datos. Intenta con ellos hacer una propuesta de sentido y búsqueda, que él mismo sabe que es insuficiente y tiene que alcanzar, como rozando y sin atrapar del todo, a Jesús. Juan es para Jesús. Como también lo es María. Una dinámica en la humanidad que señala la perfección de la humanidad. Y lo que hace Juan es sumergir en el agua, buscar un antes y un después, propiciarlo en otros. Ciertamente, con una forma de vida extraña, que no quería para todos. Tendríamos que repetir hasta la saciedad que basta de imitadores, de copias de otros. Si acaso, al inicio y como referente. Pero luego, a caminar y crecer en libertad. Que no significa solos, ni mucho menos. Pero cada uno a lo suyo, a la propia vida y al cuidado de esa propia vida. Que no significa descuido de los otros, ni falta de amor. Qué tontos son los que reducen el amor a sí mismos a auténtico amor, porque no lo es. Qué torpes y qué caminos más pobres. Juan es para Jesús con toda la intensidad y originalidad de su vida. Habrá otros más o menos, pero no como Juan. Habrá otros familiares de Jesús, pero no como Juan. Y rozar el límite de uno mismo es, en cierto modo, empezar. Juan quería abrir camino, deseaba el paso de la muerte a la vida. Que no es matar, sino alumbrar algo nuevo. Ojalá lo entendiéramos. Para los que estamos de este lado, saber que matan a Juan debería ser algo más que un aviso para protegerse y sucumbir al miedo. 


 

sábado, 11 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Quién quiere compañía

Demasiados acompañantes para tan pocas compañías. Eso dice alguien de Iglesia, con la larga experiencia que da la historia reciente. Que es lo mismo que notan muchos profesores, por lo que han dejado de aprender. Para qué tanto si luego hay que dar más bien poco y cada vez menos. En ese caso, el profesor, en lugar de seguir aprendiendo y ser de esta manera testigo de lo bueno que es saber y lo que ayuda el saber, confirma con su pliegue hacia "la ignorancia del suficiente  y del cinquillo" que con el mínimo basta para ir tirando en la vida. Es pernicioso. Casi diabólico. Pero habitualmente la crítica es hacia otros. La Enciclopedia, con la que hoy termina esta aventura pública de recuperar la pregunta por Jesús, ha sido un buen viaje. La leí hace un año aproximadamente. Se lee fácil, pese a que sean muchas páginas. El formato no es el mejor para moverse por ahí o para el sofá, eso es verdad. Pero merece la pena tener una edición cuidada. He destacado la composición coral y las muchas voces. Aunque lo cierto es que algunas son incómodas. Sirve de radiografía de la iglesia y de la sociedad. No todos son teólogos, ni cristianos, ni creyentes siquiera. El conjunto, por otro lado, es el de la imposible indiferencia ante él. Se puede decir de muchas maneras, pero reconocer la relevancia de Jesús para la historia de la humanidad y para la fe y la espiritualidad y el compromiso es indiscutible. A mí no deja de asombrarme, ni me permite costumbre. Se cumple que mayor conocimiento, mayor desconocimiento como apertura y pregunta; es una ignorancia diferente de la ignorancia que se ignora. Además, ¡en qué poco tiempo! El contemporáneo Jesús Resucitado sale al encuentro y hoy, aunque suene extraño, como acompañante que se deja acompañar. Es el Siervo, más que el Maestro. Aunque a mí me pueda esa proximidad con Él en la que todo se revuelve y queda trastocado. 




viernes, 10 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Los de última hora

Será un defecto. No digo que no. Hoy hemos hablado de ello. Que dejar todo para el final y acostumbrarse a "hacer cosas" bajo presión, quizá no sea lo mejor. Sobre todo cuando afecta a los demás. Sobre todo por eso. Si no, daría lo mismo. Es más, mucha gente ni se enteraría. Es lo que tiene la cercanía de los otros. El caso es que termina saliendo "decentemente". Siempre se puede mejorar. Todos. La endiablada perfección exigida a otros actúa como verdadera viga. Es impresionante. Y mientras, cuánta gente ocupada en cosas preciosas que embellecen la realidad. Que eso es lo que falta. Algunos dicen palabras bonitas y otros se pelean por actos con sentido. Entre ellos se olvidan de lo bello que es, sin más, respirar a fondo, quedarse sin aliento ante algo. Yo no soy muy de campo ni de naturaleza. Al menos de momento. Que la vida cambia. Lo que sí tengo para mí ya ganado es capacidad para asomarse al abismo inmenso de algunos textos comprendiendo parte de su hondura. Alguien, que lo vivió, lo dejó por escrito para que otros lleguemos detrás a mapear así la humanidad. Cuando llegan pronto, no se valoran igual. Tienen su momento. Pero la vida no va de leer, sino de vivir. Los libros, en ocasiones, ni siquiera ayudan. Sin embargo, la vida siempre ayuda a vivir, venga como venga, la escriba quien la escriba. Es que no te puedes negar a ella. Si es vida. Y a última hora, tal vez, se desescamen los ojos. Tal vez, solo tal vez. El simple hecho de imaginarlo o desearlo provoca ya mismo una fuerte conmoción y esperanza. Quién dijo que la esperanza fuera fácil y no tenaz, paso a paso, poco a poco. 



jueves, 9 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Recibir según recipiente.

Todo se recibe según recipiente. La disposición es fundamental. La apertura, cómo se haga eso, es el condicionante más importante. Lo repetimos y lo usamos, lo decimos de múltiples maneras. Sin embargo, no hay nada a la altura del mismo acontecimiento con capacidad para abrir lo que estaba aparente o discretamente cerrado. Una pareja en la calle principal de la ciudad tenía una tienda maravillosa, a la que todos se acostumbraron. Durante décadas compraron en ella. No querían nada más que su propia rutina. Hace poco abrió otra tienda al lado, junto a la de toda la vida. Visiblemente diferente. Más llamativa y provocativa. Había que elegir entre una y otra. Se repartieron la clientela. En breve, otra nueva al otro lado que quedaba y quedó encerrada entre ambas, con lo de siempre en sus manos, pero menos gente. Ahora había que repartir un poco más y hacer esfuerzos por captar a los habituales. Las gentes de la ciudad se iban dividiendo y fueron cambiando de una a otra según el momento. Donde antes solo había una opción de repente surgieron más y más ofertas que lo llenaron todo. Cambió la calle, que ya no parecía la misma. De las personas, ni hablamos. Todos usaban su libertad para elegir en qué tienda gastar la jornada que ya volverá mañana. Y fue así como muchos creyeron encontrar el infinito mismo en las baldosas que pisaban. 


 

miércoles, 8 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Penumbras

Las sombras, en general, veo que han dado mucho juego en la historia. Platón por un lado, la Escritura por otro. Es un mundo curioso, reflejo, con forma pero sin contenido. Si se recibe, enfría. Lo cual en ocasiones será protección y en otras desamparo. La vida misma con sus ambigüedades. Qué pocos negros y blancos hay y cuánto empeño por emponzoñar todo con dogmatismos, totalitarismos y desprecios. Una auténtica locura, de la que luego nos quejamos. Ni blancos, ni negros. Con esta libertad vivimos, con tan excesiva confianza se nos ha entregado todo lo que creemos que es todo aunque sea bien poquita cosa en ocasiones. Salvo la vida de otros. Esto es lo único realmente grave y serio. Todo lo demás, vanidad. El Eclesiastés no sé si es de Adviento, pero a realismo abofeteador le ganan pocos. Quien se crea mucho, que lo visite. Qohelet fue un sabio, como aguijón. Me recuerda a algún otro. No solo a Sócrates, ni a Agustín, ni a Kierkegaard, ni a tantos de esos que están muertos. Me recuerda a alguien. No diré su nombre. Estar a su lado es realmente vivir en la sombra. Que cada cual lo interprete como quiera. Aunque, en Adviento, convendría recordar a María y quejarse menos de ciertos dones excesivos que la vida regala. Luego los echaremos de menos. 





martes, 7 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Qué más hay que hacer.

Quedan pocos días de curso. Muy pocos. A la vuelta de estos días de vacaciones anticipadas, que han sido nada más y nada menos que cinco, tendremos un par de semanas recortadas aquí o allá, con la sensación burguesa de que todo está hecho. No caben muchos esfuerzos en estas circunstancias, mientras el Adviento progresa en nuestras vidas. El Adviento dilata la responsabilidad, porque en parte la anticipa. Sabemos que la Navidad dependerá en gran medida del tono con el que nos hayamos ido preparando para ella. No dependerá absolutamente de nosotros, pero igual que los chavales con los exámenes, también tendremos la sensación entonces de estar recogiendo en cierto modo los frutos de un camino previo. Semana a semana, durante cuatro, se ha ido recordando que llega, que viene, que ya está cerca, que hay que ir encendiendo las esperanzas. No es poco, tampoco mucho. En el fondo, el Adviento es para enterarse de lo mucho y de lo poco que depende todo de nosotros. Y, efectivamente, la segunda parábola del Reino es la que cuenta que se parece a una semilla de mostaza. Lo de los pájaros que anidan en ella no lo perdamos de vista. Tampoco su relación con el profeta Daniel. Sigo trabajando en ocasiones con los libros de los sabios: "No vayas detrás de tus deseos, frena tus apetencias. Si te permites complacer a tu deseo, te convertirá en escarnio de tus enemigos." Como siempre, un tanto belicoso. De más.  




lunes, 6 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Parábolas

Me coge este Adviento trabajando las parábolas del reino del evangelio de Mateo, con sus paralelos. Son pocos los paralelos, la verdad. Es sorprendente. Pero cada evangelio tiene su propio lenguaje. Lo mismo que ocurre hoy en la Iglesia, con su enorme diversidad. No sé por qué no lo comprendemos. Es un principio básico y fundamental, de enorme riqueza. Pero en lugar de ordenarnos a nosotros mismos para mostrar más belleza con criterio y amplitud, lo que se suceden son los debates y las discusiones, el reino de los matices imprecisos por incomprensibilidad del otro, que es comúnmente afirmación de sí mismo. Y en estos reinos de taifas se cuela ya todo. Como con la parábola del trigo y la cizaña, que es la primera de todas. No nos hace falta enemigo ajeno extraño que nos visite en la noche. Nos bastamos a nosotros mismos. Y, cuando se intenta poner algo de claridad, en seguida se confunde a quien habla con alguien que viene a imponer lo suyo, como tantos otros. Porque piensa el ladrón que todos son de su condición. 

He descubierto que hay una Revista Digital de Iconografía Medieval vinculada a la Universidad Complutense. Este mundo es maravilloso. A ver quién adivina de qué trata la imagen. 



domingo, 5 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Libertad, para qué te quiero.

El azote del pesimismo por el pesimismo, sin experiencia alguna de vida y como análisis de los otros recorre las páginas que se consideran más humanas en nuestros tiempos, sin dejar títere con cabeza. No es la desesperación por la que creo que debe pasar toda persona madura, sino la desesperación alienante de nuestra cultura, que desea esclavos para satisfacerse a sí misma y seguir paseando entre las ruinas de las posibilidades que occidente ha ido desechando. Mi desesperación, la desesperación que considero necesaria, es esperanza, es una paradoja. Es el aviso de que por el camino de uno mismo no se llega a ningún sitio. Es la súplica que nace, por fin, el alma rejuvenecida por la gracia. Es la desesperación de quien ha querido vivir con sus fuerzas, sin esconderse. O incluso que ha puesto de sí todo lo que tenía para cambiar el mundo, de quien lo ha intentado y se ha dado. Y ve el resultado pobre y escaso, disociado y distanciado, roto en cierto modo, caído como nunca antes y se destapa la herida que llevaba sin recordar desde cuándo. La desesperación que, si no se olvida, invita, importa, trae sobre sí y reclama la esperanza como creatura traída a la vida por otro. En esta esperanza, sí creo. Ya no será la nuestra exactamente. Ya no será idolátrica. Por eso puede ser convertir en auténticos testigos, porque ya no se trata de sí mismos, y por eso mismo puede sonreír, llena de gracia y alegría. Libertad, para qué te quiero, con lo que hay que andar. 

La escultura es de Esperanza d'Ors. 





sábado, 4 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Coincidentes.

Si cooperar es operar dos personas juntas, entonces coincidir significa incidir de un lado y recibir incidencias de otro. Las incidencias me suenan a demandas, a cosas que hay que resolver, a lo que queda abierto, a imprevistos. Coincidir sería convertirse en imprevisto mutuamente, en algo que rompe los planes de uno y de otro. Como líneas que van a parar al mismo sitio ingenuamente y sin saberlo. Me sigue resultando llamativo que, para saber qué sea el amor, haya que pasar igualmente por la insuficiencia del mismo. El amor no es todopoderoso, el amor se expone en exceso, el amor sufre, el amor lucha contra la muerte. La esperanza lo mismo. Luchar no es un verbo que me guste especialmente. Porque tampoco se trata de eso. El amor es como si pasara de la muerte, como si quisiera vivir sin muerte, como si ningún muro existiera en el camino que imagina. Una persona con amor es así de apasionada. Alguien que ama algo, es así. Me preocupa que el amor se pegue, como se pega, a algunas realidades. Se aman cosas elevadas, como también se ama lo detestable en ocasiones. No lo comprendo bien. Se exalta el amor sin caer en la cuenta muchas veces de eso. Y de lo peligroso que es dejar de amar a alguien con capacidad para hablar por sí mismo. El adviento también descubre y desvela coincidencias. Nos provoca. Mientras tanto, pasa el tiempo. En compañía siempre. 






viernes, 3 de diciembre de 2021

ADVIENTO. De pocas palabras.

Colocar esta imagen en una puerta tiene su gracia. Es todo un detalle. Supongo que avisa más a los que llegan que a los que salen. Pasar una puerta siempre es un riesgo, como dar un paso más. Algunos andan por ahí haciendo locuras. Pero quisieran hacer más y hacerlas mayores. Esta es una locura más. Porque una vez que la pones ya no se puede quitar, salvo que cambies la puerta. Pero la puerta es muy importante. Un libro de este año hacen un recorrido por los umbrales de la cultura occidental, que es una delicia. Ha tenido poco impacto. Pese a ser un ensayo cuidado. Si fuera sobre los muros le habría regalado más ingresos al generoso autor. Pero estas puertas se lo seguirán agradeciendo eternamente. Ojalá haya por ahí quienes, más que interesante, se dediquen a promover las puertas que todavía no han sido imaginadas. Falta nos hace. Una puerta que se abra hacia un hogar lleno de vida, que invite a formar parte de una comunidad nutrida, que integre a próximos y visitantes, que haga de este mundo un lugar más humano. No se puede vivir en el mundo, en el amplio mundo. Hace falta en él un lugar, un foco, un espacio reducido.  



jueves, 2 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Que quede claro.

Si no comprendemos la promesa, tampoco servirá hablar de alianzas, de milagros y de cumplimientos. Si no hay promesa, no hay adviento, nada llega siendo deseado y esperado. Estoy leyendo estos días, entre otras cosas, sobre teología de la salvación a partir de tres autores: Gesché, Cordovilla y Olegario. Efectivamente, para las "Noches en diálogo" con Santi y Jorge. Son tres libros magníficos que recomendaría a todos los que puedan. Hay que estudiar más, hay que profundizar más. Pero más allá de estos tres libros, no sé cómo hemos dejado de hablar de salvación o por qué da miedo recuperar esta palabra, cuando es más necesaria que nunca. Qué ha ocurrido, si no esto, con la covid y con todo lo que ahora no queremos nombrar. Qué ocurre con los grandes dramas del mundo, materiales e inmateriales. Qué les ocurre a los jóvenes, a tantas parejas y sus familias, y a tantas comunidades religiosas o asociaciones de vecinos. El drama del ser humano es que quiere vivir y tiene miedo a desvivirse. Se golpea a sí mismo con raudales de egoísmo que lo corroen todo, donde el otro pasa a ser un interés, donde la gratuidad es verdaderamente un milagro. O yo me he vuelto loco, o el mundo moderno necesita que le hablen de salvación, que escuchen su grito por ser salvado de sí mismo. Pero puede ser que me esté haciendo una especie de niño -no al modo de Nietzsche, por favor, sino del Evangelio- o de Quijote. Me duele enormemente ver el mundo en esta situación. A tanta gente vagando, distrayéndose y poco más, adormecidos con ocio. El ángel de la imagen parece que, más que hablar, lo que quiere es que todo el mundo se entere: ¡Llena de gracia! ¡Qué bello y perfecto quiso Tiziano que apareciera en esta tabla sobre la Resurrección! A un lado el ángel, al otro María y, en medio, el Hijo Resucitado que, como de costumbre, parece que está bailando y desbordando de alegría. 


  

miércoles, 1 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Lo de siempre.

Pues eso, lo de siempre. Un adviento más, como he escrito en un artículo reciente. Se vive la novedad de estos días con el peso de quien ya sabe de qué habla. De hecho, esta es la ironía. Que el adviento no deja de visitar a quien ya cree saberlo todo y no es capaz de esperar nada. Pero su esperanza no violenta, no fuerza, no puede imponerse. Si no, no sería esperanza. Por eso me resulta curiosa esta imagen, este detalle de Goya. El cuadro es más oscuro que este fragmento lleno de la luz del ángel. La sensibilidad, que nos daña tanto cuando es sensibilidad más allá de la estética y la apariencia y llega al corazón, toca despertarla. Abrir los ojos, los oídos, volcarse sobre la realidad, dejarse traspasar por ella. Si hay que celebrar lo de siempre, lo de siempre trae consigo una promesa, ya cumplida en otros: Dios habla, Dios se manifiesta, Dios se encarna, Dios se acerca. Y, para quienes no lo tengan tan claro, lo hace a través de muchas mediaciones, de forma muy diversa, casi fecundando toda la realidad con su presencia. Es más, para quien lo haya olvidado, ni el dolor, ni la muerte, ni el sufrimiento sirve de distancia suficiente. El amor lucha contra la muerte decididamente. Solo el amor es tan fuerte como la muerte.