lunes, 9 de mayo de 2022

LISIS. Día 61. (Platón, 218a - 218b)

Un poco más. La reducción de todo a lo bueno y lo malo se opone a algo irreductible a lo bueno y lo malo, es decir, a lo que no es ni bueno, ni malo. Es una doble negación que lo deja prácticamente en la nada. Aunque no es neutro en el diálogo, porque se orienta al bien, quisiera resistir al mal que sobreviene, aunque no está en su mano, y puede pegarse, aparentar tanto uno como otro. De modo que quizá sea, en el juego del mundo, una simple oleada de apariencias las que salen de ello, que no es ni bueno, ni malo, pero parece que puede dispensar bienes y males para otros. 

De lo que no cabe dudar es de la injusticia del mundo. Es decir, que ni siquiera se ajusta a la ley. Y que la justicia tiene mucho trabajo por delante. No es exactamente legalidad, sino directamente bondad o maldad. Es tristísimo, penoso y desalentador. La maldad es maldad. Se ve no solo en uno mismo. También en el sufrimiento del otro, inocente o culpable. El culpable también sufre, no solo inocente. El sufrimiento del inocente es puro escándalo. No me extraña que alguien que se haya dado cuenta de él de verdad pueda incluso luchar contra Dios o negar nada absoluto. Aunque, por otro lado, solo la compasión puede hablar de Dios en serio. Al menos del Dios cristiano, el Padre. En parte, solo en parte, es este el motivo de la fe que tengo. El cristianismo resistirá como tal, sin ser un cristianismo poscristiano, no por las formas, sino a través del perdón; no subiendo el escalón nuevo que está intentando ascender nuestro tiempo, sino por el descenso el Dios que se da en la misericordia, en el mucho amor de quien sabe en sí mismo lo que significa arrepentirse y ser perdonado. 

Sigo. 

La ruta que ha llevado el diálogo hasta aquí es de lo más anárquico y paradójico, de un sitio a otro, dando vueltas sobre lo mismo, acompañándolo por retos distintos que tensan y tensan hasta probar si sí o si no, si dice algo o si calla. El problema es que siempre habla porque parece un pozo sin fondo que se traga todo lo que se va diciendo de él. En algo tan sencillo como la amistad nos jugamos la vida, en algo tan sencillo como la "filia", por la que pertenecemos a otro. Es como la pregunta, dicho de algún modo, por el origen mismo de nosotros mismos, por nuestra pertenencia. O a la vida, o al mundo. O hay algo superior a la naturaleza que decimos mundo, o somos nada más que una parte en un todo luchando por no ser lo que es, sin mayor motivo. Si hay motivo, debe estar escrito en algún sitio y debe darse a conocer, ser recibido a su altura. Rebajarse no hará sino complicar las cosas. Pero resistir la dolorosa salida, si es que se puede salir por alguna oquedad, no traerá, como dicen, nada inmediatamente bueno. Se trata, en cierto modo, de dejar la inmediatez. Duele. 

¿Se puede vivir sin desear la amistad del bien? ¿Qué puede ser eso? ¿Es, sin más, el mal por el mal, la presencia misma del mal, el odio y la guerra? ¿Se puede, en serio, vivir sin desear el bien? Estoy consternado. Aunque algunos lo nieguen en debates de salón y en compañía de la diversión, ¿no tener, ni querer, nada con el bien? ¿Con qué motivo? ¿Nada bueno? Una cosa es negar que algo sea, contra la consideración general, bueno; otra sería negar el bien mismo. Porque desaparecería igualmente, como sabe alguno, que a menudo desfiladero ha empujado a la humanidad más infantil y juguetona, el mal mismo. Uno puede negar en su buena vida corriente que no exista el bien, ni el deseo de bien. Pero solo ahí, cuando le va bien. En caso de que vaya mal, está claro que se enterará de lo que vale un peine. Si le sobreviene, casi mejor. Porque si es su culpa, quizá ni se entere de lo que dice o hace. 

Sigo. 

Cambiando de "metodología", Sócrates no toma ahora el rumbo habitual de los ejemplos de zapateros o domadores de caballos, sino que hace un paralelo entre el amor y la sabiduría. En principio, en ambas se busca algo. En una el amor, o más amor. El otra el saber, o más saber. El problema, que identifica muy bien, es que nadie puede buscar, como tender, hacia aquello que de algún modo no posee si no tiene un órgano específico para ello que note la carencia, la oquedad, el vacío. Por un lado, de la ignorancia se espera poco ansia por saber, del otro del odio no cabe aguardar que se encamine al amor. ¿No es una locura? Pero el ejemplo que toma es el inverso, para empezar. El que sabe, no busca saber. El que ama ya no busca el amor. ¿Esto es así?

Según esto, podemos, en consecuencia, decir que los que ya saben no quieren saber, bien sean dioses, bien sean hombres; y que tampoco lo quieren los que están tan llenos de ignorancia que son malos, porque ningún malo o necio busca el saber. Quedan, pues, aquellos que tienen este mal, la ignorancia; pero, no por ello, son insensatos ni necios, sino que se dan cuenta de que no saben lo que no saben. Por consiguiente, sólo buscan el saber los que no son ni buenos ni malos; pues todos los que son malos no buscan el saber, ni tampoco los buenos. Porque, como hemos comentado en lo que antecede, ni lo opuesto es amigo de lo opuesto, ni lo semejante de lo semejante. ¿O no os acordáis?

Claro que sí, dijeron. 

διὰ ταῦτα δὴ φαῖμεν ἂν καὶ τοὺς ἤδη σοφοὺς μηκέτι φιλοσοφεῖνεἴτε θεοὶ εἴτε ἄνθρωποί εἰσιν οὗτοιοὐδ᾽ αὖ ἐκείνους φιλοσοφεῖν τοὺς οὕτως ἄγνοιαν ἔχοντας ὥστε κακοὺς εἶναικακὸν γὰρ καὶ ἀμαθῆ οὐδένα φιλοσοφεῖνλείπονται δὴ οἱ ἔχοντες μὲν τὸ κακὸν τοῦτοτὴν ἄγνοιανμήπω δὲ ὑπ᾽ αὐτοῦ ὄντες ἀγνώμονες μηδὲ ἀμαθεῖςἀλλ᾽ ἔτι ἡγούμενοι μὴ εἰδέναι  μὴ ἴσασιν. διὸ δὴ καὶ φιλοσοφοῦσιν οἱ οὔτε ἀγαθοὶ οὔτε κακοί πω ὄντεςὅσοι δὲ κακοὶ οὐ φιλοσοφοῦσινοὐδὲ οἱ ἀγαθοίοὔτε γὰρ τὸ ἐναντίον τοῦ ἐναντίου οὔτε τὸ ὅμοιον τοῦ ὁμοίου φίλον ἡμῖν ἐφάνη ἐν τοῖς ἔμπροσθεν λόγοις οὐ μέμνησθε;

πάνυ γε, ἐφάτην.

Como de costumbre, en la exposición un tanto enrevesada -aunque no tanto cuando se escucha, es verdad- queda demostrado algo importante. En primer lugar, que el que ya lo tiene todo, de lo que sea, no necesita nada más. Aunque, paradójicamente, reproduce aquella plenitud de la que está colmado. Lo cual, dicho sea de paso, es importante para el desbordamiento del bien respecto de sí mismo y del mal, en cierta manera. Porque parece que lo perfecto se da, sin que haya más posibilidad que darse. Lo segundo, que al trazar el paralelo entre saber y amor descubrimos que, en la ignorancia, cabe un saber de la ignorancia de sí mismo, como cabe entonces en el mal el arrepentimiento, que es un bien y un ser conscientes. En tanto que posibilidad de ser consciente de sí mismo, hay una órgano capaz de "leer" y atisbar algo, que sería como una especie de juicio sobre sí. Este hacerse cargo uno de sí mismo es no solo juicio, sino búsqueda. Se dice tomar conciencia como búsqueda de algo que parece que intuitivamente debería haber y hay o no. Solo así un saber puede reconocer una ignorancia y un bien puede reconocer un mal. No tanto por lo que hay como por el hueco que queda. 



domingo, 8 de mayo de 2022

LISIS. Día 60. (Platón, 217d - 218a)

Para llegar a este diálogo socrático no ha hecho falta saber de muchos libros. Solo estar atento a la vida. El tema no puede ser más común, ni más consabido. Todos saben de qué se habla cuando se habla del amor y de la amistad. Está tan claro que no hace falta nada más. No es un tema tan complejo como otros. Lo cual es de agradecer. Si fuera algo tan complejo como la descripción del universo por sus principios fundamentales, entenderíamos que nadie dijera nada, salvo quien sabe. Pero sobre la amistad y el amor, todos saben. 

Es muy ilustrativo lo anterior, porque las preguntas, como todos saben, no son más que un juego para pasar el rato. Se diga lo que se diga, se pondrá fin en algún momento a la conversación y se retomará con absoluta tranquilidad la costumbre y lo cotidiano. No pasa nada, salvo el juego. 

Y de la misma manera, cuando se diga una cosa u otra, se puede ir de un lugar común a otro sin pestañear, porque no pasa nada. Tampoco es para tanto. Se puede decir lo que se quiera, con tal de que suene bien. No sea que el diálogo se encienda y se convierta en una discusión en la que alguien crea tener más razón que otros. Nada de eso, por favor. Con paz y adelante. Sin nervios, sin preocupaciones. Aquí todo vale. Todo será reconocido si se dice con respeto y elocuencia. 

Sigamos. 

Sócrates se lleva la contraria a sí mismo, aunque todos los demás le aplaudan y comiencen ya a estar en la conversación con excesiva admiración por lo que va tratando. Me parece que es algo común y frecuente, que hace que los interlocutores viajen de un sitio a otro, alocados. Primero dice que las cosas se pegan, luego que no se pegan todas, luego que tampoco se pegan tanto sino que solo se aproximan. Creo que el discurso de pertenencia sobre la amistad al final termina aquí, en la no pertenencia que implica la máxima cercanía posible. No en la comunión total, sino en la máxima proximidad posible. Pero tanto hay, tanto, que dispersa a unos y otros. No solo "malo", como habitualmente se dice, sino extraordinariamente "bueno" al separar a unos y otros dándoles existencia propia que es difícil concluir en alguna dirección. 

Sigo. 

Una cosa es "pintar" y otra "el tiempo". Ambos pueden producir cabellos blancos. Unos como apariencia, otros realmente. La filosofía, que busca ese "realmente" está hoy atrapada por el juego de apariencias de nuestro tiempo. Descubierta la diferencia se insiste, sin tapujos siquiera, en un juego de mentiras continuas, en la importancia del aparentar ser lo que no se es, del marketing, del vender bien, del convencer y del argumentar. Y tanto es así que, llegado un momento, importa poco la verdad, la idea. Incluso la que puso en marcha todo lo demás, con buena intención. Pero este juicio general sobre la historia no puedo aplicarlo a todos. Por supuesto. Es solo una sensación mía. Por la que es más necesaria que nunca la filosofía, aunque no por el camino que está cogiendo. No quisiera "filosofía en la esfera pública" si al tocar la esfera pública comienza a mundanizarse como todo lo demás. Algo que, me temo, ocurre. Y así pierde su senda de la verdad, que se da más en el diálogo entre amigos que en ningún otro lugar. Incluso entre amigos que discuten, diría yo. 

Un poco más. 

Hay "cosas" que "sobrevienen" y cambian la realidad. Sobre esto convendría pensar. No solo sea que aquello que "sobreviene" solo sirva para quitar, no para poner nada. El tiempo no pone, sino que, en cierto modo, va quitando y despojando. No añade tanta experiencia como se dice, como que va eliminando de la primera imagen de todo lo que no era sino superficial. Se podría ver también así. El caso es que, efectivamente, en el lenguaje común sobrevienen cosas, llegan acontecimientos, suceden experiencias, nos damos de bruces con lo que estaba sin ser visto, sin ser consciente. En política, en ética, incluso en la buena ciencia. No se inventa, sino que se desvela algo, se descubre lo que estaba ahí. 

Depende, claro que sí, de "cómo sobrevengan" las "cosas que sobrevienen". Hay modos en el llegar, que son modos en el recibirlas. Algunas se "pegan" a la experiencia de la vida, al saber, a la persona. Dicho lo cual, fundamental será tener presente lo siguiente. 

Y lo que no es ni bueno ni malo, aunque a veces le sobrevenga lo malo, no es por ello malo, pero en algún caso puede hacerse tal. 

Por supuesto. 

Así pues, cuando todavía no es malo, a pesar del mal que le sobreviene, esta misma presencia le hace desear bien. Pero, si lo hace malo, le quita al mismo tiempo el deseo de la amistad del bien. En este caso, ya no es algo que no es ni bueno ni malo, sino malo; y lo malo no es amigo de lo bueno.

Seguro que no. 

Merece la pena leerlo en griego.  

καὶ τὸ μήτε κακὸν ἄρα μήτ᾽ ἀγαθὸν ἐνίοτε κακοῦ παρόντος οὔπω κακόν ἐστιν, ἔστιν δ᾽ ὅτε ἤδη τὸ τοιοῦτον γέγονεν.

πάνυ γε.

οὐκοῦν ὅταν μήπω κακὸν ᾖ κακοῦ παρόντος, αὕτη μὲν ἡ παρουσία ἀγαθοῦ αὐτὸ ποιεῖ ἐπιθυμεῖν: ἡ δὲ κακὸν ποιοῦσα ἀποστερεῖ αὐτὸ τῆς τε ἐπιθυμίας ἅμα καὶ τῆς φιλίας τοῦ ἀγαθοῦ. οὐ γὰρ ἔτι ἐστὶν οὔτε κακὸν οὔτε ἀγαθόν, ἀλλὰ κακόν: φίλον δὲ ἀγαθῷ κακὸν οὐκ ἦν.

οὐ γὰρ οὖν.

Lo dicho. Creo que hay aquí un punto fundamental. Si alguien duda de que le pueden sobrevenir "cosas malas", que abra los ojos. Si alguien no duda de que le puedan sobrevenir "cosas malas", que se arme de paciencia. Si alguien duda de que puedan sobrevenir "cosas buenas", ya ha perdido toda batalla. Si alguien no duda de que puedan sobrevenir "cosas buenas", a eso le llamamos esperanza. 



sábado, 7 de mayo de 2022

LISIS. Día 59. (Platón, 217c - 217d)

Las cosas que se pegan. Es claro, dice Sócrates, que algunas cosas se vuelven como aquello que se les pega. Añade luego que unas, efectivamente, solo por apariencia. Como juego mimético. Pero otras, realmente, se vuelven como aquello que contemplan, que tienen cerca, que usan. Aunque no todas, porque otras parece que resisten interiormente ese contagio y proximidad. Y utiliza, para introducir el tema, un asunto estético: lo que se pinta está en lo pintado. 

σκέψασθε δὴ ὃ λέγω. λέγω γὰρ ὅτι ἔνια μέν, οἷον ἂν ᾖ τὸ παρόν, τοιαῦτά ἐστι καὶ αὐτά, ἔνια δὲ οὔ. ὥσπερ εἰ ἐθέλοι τις χρώματί τῳ ὁτιοῦν τι ἀλεῖψαι, πάρεστίν που τῷ ἀλειφθέντι τὸ ἐπαλειφθέν.

Una cercanía que es tan fuerte como un casi sí mismo. Por eso lo de "pegarse". Ya sabemos que Sócrates decía que era pegajoso, pero no tanto o no lo suficiente. 

Está claro que se nos "pegan" cosas en la vida. Idílicamente le llaman hábitos o vicios, cuando se reconocen como formas consolidadas de nuestra expresión propia, de lo que somos. No son lo que somos, pero la cercanía es tanta que confunde hasta a quien se vive a sí mismo. Conocerse, esa tarea délfica y bíblica y sapiencial. Qué reto. Pueden llegar a confundir y casi no hay otra forma de acceder a lo que somos que por las formas, pero sabiendo que no son las mismas. Una vez que llegamos al fondo, a través de las formas, cuestionamos las formas que no somos.

Vale tanto para la amistad, como para el bien y el mal. No digamos para la metafísica. No encuentra otro camino que no sea lo que se manifiesta, lo que se da a conocer, lo que indica algo más de lo que hay, cuando no hay tanta saturación que hace opaca la presencia. El sum del praesum. Es lo que distingue lo esencial de lo adecuado, siendo todo lo esencialmente considerado algo adecuado, pero no todo lo adecuado algo esencial. En realidad, visto desde lo esencial, lo adecuado no siempre es éticamente bueno, aunque esté pegado. Se puede despegar, cambiar y variar. 

Hay cosas que están encima de otras. Unas veces muestra, otras ocultan. Lo estético y la lógica. 

Siendo lo estético puerta para considerar este asunto ético, entiendo que hay en él a la vez una cierta semejanza y desemejanza. Algo puede revelar de una forma concreta de amistad y algo oculta porque no cumple su objetivo hasta el final. La aproximación a la cuestión de la amistad desde lo estético es sugerente, pero no llega al fondo. Es como describir una ciudad por una fotografía aérea, sin saber a qué huele o qué vida hay en sus calles. 

El problema del ser y del aparecer y del aparentar, del manifestar y del mostrar. El "se" lo complica todo aún más. El "auto". Y los automatismos de la supervivencia, que se ponen por encima de la vida y no siempre en su defensa, y de eso que llamamos cultura, sin discernimiento, que en ocasiones es la forma más precisa de impedir el acceso a la esencia y reprimir su expresión. 

Lo que es, que llegamos a considerar, lo consideramos por lo que muestra pero independientemente de lo que muestra. 





viernes, 6 de mayo de 2022

LISIS. Día 58. (Platón, 217c)

Este primer párrafo lo voy a dedicar a un comentario indirecto del texto. Es sabio quien sabe leer lo que hay y lo que falta. Poner por escrito algo es focalizar, hacer tema y dejar huecos. Lo más interesante suele ser la conjunción de ambos. La relación de lo focalizado con lo difuso. Pero al sacar a la luz se hace visible lo que estaba sin ser reconocido. En este caso, la tensión de la amistad hacia el bien, que no necesariamente parte del mal, sino de la vida misma en movimiento. No es carencia, es tensión y pertenencia. 

Seguimos. 

Una vez que algo se vuelve "malo" no desea "el bien" y, por tanto, no puede ser "amigo del bien". Esta amistad es un querer. Y lo malo es dar la espalda al bien. Es muy simple, escandalosamente simple. Pero hay que examinar si esto es así. Porque antes se ha rechazado que se desee el bien por el mal. Lo cual, creo yo, tiene en el mal una oportunidad del bien que resiste en la persona como esperanza. Sin embargo, querer el bien por el bien, es mejor todavía. Dudo mucho que haya personas que quieran el mal por el mal, si supieran lo que es el mal. Y sí pienso que hay una terrible confusión en la vida, de la que parece que quisiéramos salir por cualquier camino o simplemente vivirla cómodamente por aquí o por allá. En República está muy bien contado, lamentablemente. 

El siguiente paso es si el mal puede vencer a la persona de tal modo que no quede nada más que mal en ella, o hueco de bien, sin ninguna aspiración posible al bien. Porque quien ya es "malo" no aspira al bien. Y la resolución en la que se sitúa es que no hay victoria definitiva. 

Pero es claro que esto ocurrirá antes de que llegue a ser malo por el mal que se le ha pegado; pues una vez que se volviese malo, no podría desear lo bueno y serle amigo, ya que es imposible, según hemos dicho, que lo malo sea amigo de lo bueno.

Más allá de todo esto, -de la radicalidad y del juicio estancado, en el supuesto de que alguien sea "malo" o "bueno" definitivamente, que es imposible- se estudia el bien y el mal afectando a lo que no es ni mal, ni bien. Es complejo determinar esto, porque hablamos de que el bien y el mal actúan, de alguna manera, sobre la persona. Y no es exactamente y solo la persona la que actúa bien o mal según dónde apunte y en qué dirección camine. Se ve ya la importancia de este ser intermedio, de esta situación a merced de uno y otro que, por simple que parezca, explica enormemente la realidad, al menos en un primer momento. Otro problema es que se supone que hay algo que sea bien y mal, casi como dos polos, no en igualdad de condición y fuerza, pero como dos realidades. El realismo y la objetividad de los clásicos, por mucho que escandalice a los modernos, nos ilumina. 






lunes, 2 de mayo de 2022

LISIS. Día 57. (Platón, 216e - 217c)

Como estoy dilatando mucho los comentarios, me está dando tiempo a leer varias veces completo este diálogo. Es interesante y fecundo.

En este momento, Sócrates inaugura una nueva vía. Y es tan importante que la abra como que cierre las anteriores. En no quedarse atrapado en lo que no tiene visos de permitir seguir adelante o llega a contradicción. Si no se soluciona la contradicción, mejor abandonar esa vía. Y peor aún sería resolverla imaginariamente. Como ocurre en otros lugares, recurrir al mito para pegar elementos o saltar allí donde no se ve con la luz fuerte de la razón. 

En este momento, el camino que se emprende parte del descubrimiento de algo que solo a un juicio templado se le ocurre, el camino que ve caer en el tiempo un elemento que todavía no pertenece a él, porque en cuanto lo toque quedará inclinado. Aquí se ve ese momento con una sana distancia, como todavía no dentro de la historia propia de la humanidad, que se puede resumir brutalmente en lo bueno y lo malo. Ese hueco por el que se quiere pasar y hacer avanzar el discurso es aquello que no es "ni bueno, ni malo", pero que, en su descenso, manifiesta ya una inclinación por sí misma, en cuanto se da, hacia lo bueno. Porque lo que es, es en relación con el bien. 

Y ni lo bueno es amigo de lo bueno; ni lo malo, de lo malo; ni lo bueno, de lo malo, si somos consecuentes con lo dicho anteriormente. Nos resta, pues -si es que algo es amigo de algo-, que lo que no es ni bueno ni malo sea amigo de lo bueno o de otra cosa parecida a él mismo. Porque lo que no puede ser es que algo sea amigo de lo malo. 

Es decir, la amistad sería, por sí misma y en esta formulación que hay que examinar, una tensión, una inclinación, una participación prematura de lo que es con el bien. Olvidando palabras complicadas, que a la razón se le hace presente algo que no es ni bueno, ni malo. Y que, no siendo ni uno ni otro, es amigo de lo bueno por sí misma. Esta situación de intemperie, no cerrada, sino abierta, es una relación que debe ser atendida curiosamente con una inocencia que no se puede ver cuando se juzga una vez tomada como pasado. Porque el juicio sentencia y cierra. La acogida de lo que no es ni bueno, ni malo abre a la consideración de su amistad. Si es amigo de algo, debe ser por tanto tendente al bien. Si no, a todas luces, sería lo enemigo de algo. Y Sócrates aquí, con un optimismo que no creo que sea histórico, de su tiempo, se vuelve hacia el bien. 

Todos los que están en el discurso, que son jóvenes, están escuchando. No sé si somos capaces de entender algo así de complejo. Pero todo lo que está abierto y queda por cumplir, lo que no ha quedado cerrado en la historia y envuelto en la historia humana, se da en relación al bien. El amor, por eso, busca el bien. 

Seguimos. Tampoco lo semejante. 

Y concluye, aunque ahora sentará y examinará la hipótesis y sus consecuencias. 

Por tanto, sólo lo que no es ni bueno ni malo puede ser amigo de lo bueno. 

Incluye algo que, alejado de lo moral, permite la amistad. Dos órdenes de realidad descritos que, al mismo tiempo, tienen conexión. Lo que no es ni bueno, ni malo no puede permanecer así. Será en la medida de su inclinación. Y su inclinación es hacia el bien. La amistad es esta inclinación, esta tensión, esta distancia y cercanía a un tiempo, esta aproximación. 

Sócrates se felicita. 

Entonces, muchachos, dije yo, ¿no iremos por buen camino con lo que acabo de decir? Si, según esto, quisiéramos fijarnos en el cuerpo sano, veríamos que no necesita de medicina ni de ayuda alguna, porque se basta a sí mismo, de forma que ningún sano será amigo de un médico por causa de la salud, ¿no es así? 

ἆρ᾽ οὖν καὶ καλῶς, ἦν δ᾽ ἐγώ, ὦ παῖδες, ὑφηγεῖται ἡμῖν τὸ νῦν λεγόμενον; εἰ γοῦν θέλοιμεν ἐννοῆσαι τὸ ὑγιαῖνον σῶμα, οὐδὲν ἰατρικῆς δεῖται οὐδὲ ὠφελίας: ἱκανῶς γὰρ ἔχει, ὥστε ὑγιαίνων οὐδεὶς ἰατρῷ φίλος διὰ τὴν ὑγίειαν. ἦ γάρ;

Inmediatamente, dando por bueno el camino, procede al examen. Un cuerpo bueno no necesita de médico. Los sanos no necesitan de médico. Si aparece el médico es porque hay cuerpos enfermos, que no se bastan a sí mismos. La definición de salud como cuerpo que se basta a sí mismo es curiosa. Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que no hay cuerpo que se baste a sí mismo. Pero por aquí no entraremos, que se trata de un ejemplo que señala en una dirección. Retomo. El cuerpo sano es el cuerpo bueno. Quien tiene el bien no necesita nada más. El médico es quien puede otorgar algún bien, sanando el cuerpo malo. Luego, solo el enfermo será tendente al médico. La amistad, como intento de participación y pertenencia y recepción de algún don, parte según esto del enfermo hacia el bien. Dando por supuesto que hay algún bien que se da a quien está bajo el mal. Las connotaciones evangélicas, a mí, me saltan continuamente. 

Pero el enfermo, creo, lo será por su enfermedad.

¿Cómo no?

La enfermedad es, a buen seguro, un mal; sin embargo, la medicina es algo útil y bueno. 

Sí. 

Pero el cuerpo, en cuanto que es cuerpo, no es ni bueno ni malo. 

Así es. 

Forzosamente ocurrirá que el cuerpo, por la enfermedad, dependerá de la medicina y la amará en cierto sentido. 

Me parece que sí. 

Así pues, lo que no es ni bueno ni malo será amigo de lo bueno por la presencia de lo malo. 

Parece que sí. 

ἀλλ᾽ ὁ κάμνων οἶμαι διὰ τὴν νόσον.

πῶς γὰρ οὔ;

νόσος μὲν δὴ κακόν, ἰατρικὴ δὲ ὠφέλιμον καὶ ἀγαθόν.

ναί.

σῶμα δέ γέ που κατὰ τὸ σῶμα εἶναι οὔτε ἀγαθὸν οὔτε κακόν.

οὕτως.

ἀναγκάζεται δέ γε σῶμα διὰ νόσον ἰατρικὴν ἀσπάζεσθαι καὶ φιλεῖν.

δοκεῖ μοι.

τὸ μήτε κακὸν ἄρα μήτ᾽ ἀγαθὸν φίλον γίγνεται τοῦ ἀγαθοῦ διὰ κακοῦ παρουσίαν.

ἔοικεν.

Examinemos esto, con calma. Primero, la presencia de lo bueno y lo malo como evidente. Lo bueno se basta a sí mismo, no necesita de nada y con nada tiene relación. Lo malo perjudica, empeora y destruye. Ante la falta de sí mismo busca algo útil en cuanto bueno, porque podría ser útil para algo que fuera malo. Lo últil, como lo bello, tiene siempre relación en lo clásico con el bien, no con el mal. Lo inútil sería algo que, aunque nos cueste entender, empeoraría la situación. No es útil porque haga cosas, sino que es útil porque hace bien, en su conexión con el bien, en su participación con el bien. Dando por supuesto que hay algo que no es ni bueno, ni malo, en tanto que lo que no es ni bueno, ni malo sufre y padece, mientras esté cerca de lo bueno no necesitará del bien, pero en cuanto aparezca el mal, querrá lo útil bueno. Según esta lógica, imperfecta a todas luces, hay una búsqueda del bien por el mal, no por el bien mismo. Quizá esta sea la condición humana caída, poco más. No se describe la realidad propiamente dada, sino ya en situación de cercanía y temor al mal. Por ello nos interesa mucho tener a mano siempre algo que restituya, en cierto modo, el bien en el que dice Sócrates que ni estamos, ni estaremos, aunque tampoco podamos caer definitivamente en el mal como tal y siempre haya algún tipo y tiempo propicio para el auxilio. 

Por eso, por este camino que parecía tan bueno, acaba de llegar a una contradicción. ¿Se quiere el bien por el mal? ¡No puede ser!