lunes, 21 de marzo de 2022

LISIS. Día 48 (Platón, 214c - 214d)

Lo semejante no es lo matemático. Para empezar. Se parece a la "igualdad" pero no es igualdad. Tampoco es "lo mismo". Es más "lo parecido" y "lo común" que "lo idéntico". Y su recorrido en todas las obras socráticas y platónicas es importantísimo, porque ayuda en la comparación y en la diferenciación al mismo tiempo. La "homología" será otra cosa, no necesariamente "homoion" a secas, sino "homoion" con "logos". Es más bien lo no dado que lo dado, lo posible que lo hecho. Y en este sentido no va de la mano de la brutalidad de la comparación fija, sino de la dinámica propia del acercamiento, que es de suyo divina, hasta hacerse conocimiento muto, es decir, reconocimiento. 

Si en este tema, como en otros, nos relajáramos un poco, serían más asequibles. Qué pesado es Sócrates, si lo que están viviendo es funcional, para qué ir más allá. Al final, dando vueltas tantas veces sobre el mismo asunto no consigue más que confusión y desasosiego. Supongo que muchos coincidirían en que es mejor no pensar y vivir sin más, a la intemperie y a lo que venga, siendo flexibles con lo que ocurra y saliendo adelante. ¿Para qué dedicar tanto tiempo al amor, siendo todos tan ignorantes y pequeños a su lado?

Seguimos. 

Lo primero, que Lisis y Sócrates están de acuerdo. Al menos por ahora. Los que ofenden no encuentran paz, ni tienen propiamente amigos. 

Así pues, la mitad de lo dicho no sería verdad, si es que los malvados son semejantes entre sí. 

Tienes razón. 

Pero a mí me parece que quieren decir que los buenos son semejantes entre sí y amigos, y que los malos, cosa que se dice de ellos, nunca son semejantes ni siquiera con ellos mismos, sino imprevisibles e inestables. Y lo que es desemejante y diferente consigo mismo difícilmente llegaría a ser semejante a otro y amigo suyo. ¿O no te parece así?

Me lo parece, dijo. 

Esto, en efecto, insinúan, como creo, oh compañero, los que dicen que lo semejante es amigo de lo semejante, igual que el bueno sólo es amigo del bueno, y que el malo, ni con el bueno ni con otro malo, puede jamás llegar a una verdadera amistad. 

¿Estás de acuerdo?

Dio muestras de asentimiento. 

ταύτῃ μὲν ἂν τοίνυν τοῦ λεγομένου τὸ ἥμισυ οὐκ ἀληθὲς εἴη, εἴπερ οἱ πονηροὶ ἀλλήλοις ὅμοιοι.

ἀληθῆ λέγεις. 

ἀλλά μοι δοκοῦσιν λέγειν τοὺς ἀγαθοὺς ὁμοίους εἶναι ἀλλήλοις καὶ φίλουςτοὺς δὲ κακούςὅπερ καὶ λέγεται περὶ αὐτῶνμηδέποτε ὁμοίους μηδ᾽ αὐτοὺς αὑτοῖς εἶναιἀλλ᾽ ἐμπλήκτους τε καὶ ἀσταθμήτους δὲ αὐτὸ αὑτῷ ἀνόμοιον εἴη καὶ διάφορονσχολῇ γέ τῳ ἄλλῳ ὅμοιον  φίλον γένοιτ᾽ ἄν οὐ καὶ σοὶ δοκεῖ οὕτως;

ἔμοιγ᾽, ἔφη.

τοῦτο τοίνυν αἰνίττονται, ὡς ἐμοὶ δοκοῦσιν, ὦ ἑταῖρε, οἱ τὸ ὅμοιον τῷ ὁμοίῳ φίλον λέγοντες, ὡς ὁ ἀγαθὸς τῷ ἀγαθῷ μόνος μόνῳ φίλος, ὁ δὲ κακὸς οὔτε ἀγαθῷ οὔτε κακῷ οὐδέποτε εἰς ἀληθῆ φιλίαν ἔρχεται. συνδοκεῖ σοι;

κατένευσεν.

Se entrelaza la verdad con el bien y con la amistad, lo mismo que la mentira (o media verdad, si se prefiere, pero tomada como verdad completa) con el mal y con la enemistad. Resulta fascinante, en un texto en el que se habla de lo semejante. Dejando de lado las personas concretas que pueden vivirlo, en las que puede reparar o imaginarse dilucidando las preguntas cualquier lector, una mirada superior al asunto nos revela algo más significativo. Y es que sí se parecen entre sí los amigos y no se parecen entre sí los enemigos. Aunque los primeros no sean iguales, sino semejantes, y los segundos no parezcan siquiera semejantes, aunque sean casi lo idéntico. En los primeros hay un camino por recorrer de cercanía y completo, pero en los segundos se da un punto de partida ya común y compartido. Algo que sucedido que no se ha podido ver con claridad. 

Dos son las cuestiones de este momento. Por un lado, la afirmación de la mitad. Si algo puede ser mitad verdadero, es decir, en parte verdadero es relevante por sí mismo. Más que el acento contrario o la cantidad. Una afirmación lleva consigo siempre algo de realidad en la buena intención de quien parece decirla, aunque se exceda habitualmente y quiera llegar más lejos de lo que le corresponde. Poner coto y término resulta prudente, adecuado, ajustado. Cuál es el criterio que lo ajusta queda por verse del todo. 

Del otro, diría que es fundamental el diálogo sobre lo semejante. La bondad asemeja y la maldad impide la semejanza. No la igualdad de lo mismo, sino la semejanza como parecido. La semejanza que es unidad en la concordia, en la "homología", en ese logos común. Es una palabra francamente maravillosa. Por qué la bondad acerca y no es bondad sin más, sino cercanía en su acción y encarnación, es un asunto de primer orden, para revisar con calma. Pero es cierto. Por duro que sea, que se debe sufrir. No se da la homología cuando cuando el bien aparece, sin más, de un lado. Sino que se da cuando el bien de uno llama al bien, quizá inesperado, del otro. O lo exige. Entre las inversiones más memorables de la historia en la comprensión de esto está toda la tradición bíblica, que aquí se distancia con matices fuertes, a mi entender, de la platónica. No es el ejercicio del bien el que provoca la homología sino la respuesta al bien exigido por el bien mismo. Es del lado del otro de donde viene la alianza realmente, en la respuesta, quizá incluso más en la obediencia que en el convencimiento. Pero me estoy escapando del asunto por la tangente. 




domingo, 20 de marzo de 2022

LISIS. Día 47 (Platón, 214a - 214c)

En lo semejante, ¿es ahí donde hay amor? ¿No debería ser en la diferencia? ¿Qué sentido tiene hacer que lo semejante se encuentre y qué hay de maravilloso en ello sin alteridad, sin diferencia, sin el otro? ¿A dónde conduce lo meramente semejante sino a la repetición de uno mismo y, por tanto, a un supuesto amor al otro que no es más que amor a uno mismo, complacencia en la autocomplacencia? ¿Eso es amor realmente? ¿A eso puede aspirar la persona? ¿En serio? 

Por supuesto, lo más llamativo de todo, después de considerarlo mínimamente, es que una persona considere que otra no es semejante o que se considere, mejor dicho, a sí misma como no semejante a la humanidad del otro, a la personeidad -o como se quiera decir, que las palabras ayudan o no- del otro, al ser personal del otro negando de este modo su propio ser personal. Espero haberme explicado aunque sea mínimamente. 

Seguimos con el diálogo. 

¿No han llegado, en efecto, a tus manos escritos de gente muy sabia que dicen estas mismas cosas, a saber, que lo semejante siempre tiene que ser amigo de lo semejante? Me refiero a esos que han hablado y escrito sobre la naturaleza y sobre el todo. 

Tienes razón, dijo. 

¿Entonces es que proponen cosas sensatas?, dije yo. 

Tal vez, dijo. 

Tal vez, dije, lo hacen a medias, tal vez de una manera incompleta, pero nosotros no somos capaces de captarlo. Pues nos parece que el malvado, cuanto más cerca esté del malvado y más lo frecuente, tanto más enemigo llegará a ser, porque ofende. Pero los que ofenden y los ofendidos de ninguna manera pueden ser amigos. ¿No es así?

Sí, dijo. 

οὐκοῦν καὶ τοῖς τῶν σοφωτάτων συγγράμμασιν ἐντετύχηκας ταῦτα αὐτὰ λέγουσιν, ὅτι τὸ ὅμοιον τῷ ὁμοίῳ ἀνάγκη ἀεὶ φίλον εἶναι; εἰσὶν δέ που οὗτοι οἱ περὶ φύσεώς τε καὶ τοῦ ὅλου διαλεγόμενοι καὶ γράφοντες.

ἀληθῆ, ἔφη, λέγεις.

ἆρ᾽ οὖν, ἦν δ᾽ ἐγώ, εὖ λέγουσιν;

ἴσως, ἔφη.

ἴσως, ἦν δ᾽ ἐγώ, τὸ ἥμισυ αὐτοῦ, ἴσως δὲ καὶ πᾶν, ἀλλ᾽ ἡμεῖς οὐ συνίεμεν. δοκεῖ γὰρ ἡμῖν ὅ γε πονηρὸς τῷ πονηρῷ, ὅσῳ ἂν ἐγγυτέρω προσίῃ καὶ μᾶλλον ὁμιλῇ, τοσούτῳ ἐχθίων γίγνεσθαι. ἀδικεῖ γάρ: ἀδικοῦντας δὲ καὶ ἀδικουμένους ἀδύνατόν που φίλους εἶναι. οὐχ οὕτως;

ναί, ἦ δ᾽ ὅς.

Largo texto para lo acostumbrado. Pero importante. Primero, porque ya se ve la ironía. Aunque lo doloroso es que están muy presentes afirmaciones así. Son "sabios" y no cualquiera el que va escribiendo por ahí la cercanía de los semejantes. Entonces se da la amistad entre amigos, sin más. En lugar de ser el amor el que aproxima y asemeja, el que hace la tarea de unir desvelando la común humanidad. Dicho de otro modo, el amor provoca que la persona sea humana y de ahí la sorpresa por la amistad. Pero lo que más abunda, con diferencia, es la común opinión sobre la cercanía de lo común. Incluso haciendo que la persona se rebaje a sí misma hasta tener que considerarse como una pieza más de la gran naturaleza, de la gran mundanización del mundo. No ama al mundo entonces, sino que solo se ve como una pieza en él semejante a muchas otras. 

No hay sorpresa por el semejante, sino que se afirma un ser semejante previo a la cercanía. Lo cual es como si nadie hubiera tenido que hacer nada por ser él mismo y solo con estar fuera suficiente. Lo terrible es que estamos a merced de las interpretaciones de unos y otros, en lugar de pensar, de reflexionar, de examinar y de buscar. Lisis reconoce que es verdad, pero no lo que dicen sino que han llegado a él dichos o escritos, de una u otra manera. Pululan por doquier estas afirmaciones hasta convertirlas en comunes, en opinión general. Pero la opinión general no tiene que ser considerada, por ser de muchos, como verdad. Debe ser examinada. Además, al ser tan común y tan difícil de no toparse con ella, lo normal sería tener que empezar por ahí. Y una vez que se quiere examinar, por el mero hecho de examinarla, salirse de ella y perderse en otro mundo. Y dado que el examen socrático es siempre un diálogo, es decir, un encuentro, en el encuentro mismo se da la proximidad prometida por el dios. Pero no exactamente la concordancia, la "homología" y el "conocimiento mutuo". La filosofía solo separa de lo común para examinarlo. Ni lo afirma, ni lo niega. Pero separarse es todo lo contrario de lo que decimos comúnmente que hace la razón. Porque no se separa realmente sino que lo ahonda, lo profundiza, se acerca más y más para ver si hay algo que deba ser considerado. Aunque sea la mitad, es decir, una parte. 

Los sabios dicen muchas cosas. Es curioso. Muchos sabios que creen ser originales dicen muchas cosas que son iguales. Y se citan unos a otros queriendo serlo. Y distanciarse además de los demás para ser reconocidos como diferentes y luego seguidos, escuchados y atendidos. Esto es lo que Sócrates considera sabios aquí, que no son precisamente tales. 

La cuestión del "a medias" (heminus, que suena mucho y muy cercano al homoios) es mucho más importante de lo que parece. No se trata de una "cantidad", más bien trata con "ser parte", o con cómo siendo "parte" se comporta como tal sin ser capaz de ser "todo". Por eso hay una disciplina maravillosa, encargada de todos y partes, que se llama "mereología". Palabra que me encanta, dicho sea de paso, a la que tengo un aprecio enorme aunque no sea común escucharla. Ser parte implica no ser todo, relacionarse con otras partes. Ser parte, además, obliga a alguien a vivir un todo de modo diferenciado, captando su propiedad singular, su individualidad. Al otro no se le puede amar como se ama a uno mismo, ni por amor a uno mismo, precisamente porque entonces no hay otro. Quizá se le puede amar con el amor de otro, pero no por amor a uno mismo. De hecho, empiezo a pensar que detrás de todo este diálogo socrático lo que el amor refiere es precisamente la singularización e individualización de toda persona, su separación, su distinción como amante como primera verdad posible frente a cualquier otra verdad posible. Esta posibilidad es la que abre un resquicio en su individualidad que le obliga a considerar otro como principal, como genuino, como digno de sí mismo, que es lo más grande que alguien puede conocer inmediatamente en el mundo, y por eso mismo rompe su inmediatez en la relación con el mundo. 

En cualquier caso, es una locura pensar que se trata de una matematización de la realidad y de la humanidad, considerando que se pueda ver como "una parte" de algo. Se trata de "ser parte" no de "una parte" de un todo. El "ser parte" se dice a sí mismo de forma relativa a algo mayor, y se ve separado y distante del mismo. El amor que busca unir tendrá que vivir muchas separaciones para seguir dando pasos sin ser capaz jamás de llegar por sí mismo a la unidad pretendida. Es un progreso en la locura de la voz que reclama, más que en la cordura del mundanal ruido. Se da una auténtica fractura en la vivencia misma del tiempo al ser parte de algo que somos incapaces de considerar, al mismo tiempo que hay una inmersión honda en la profundidad de la vida, donde no se hace pie de ningún modo. 

La maldad se hace presente. Quizá para volver ridícula cuanto antes la afirmación de los sabios. Los malos juntos se odian, no se apoyan. El malvado siempre ofenderá, luego el ofendido, siendo malvado también, se enemistará más y más. Lo que hay es, por tanto, más que una foto estática el reconocimiento de un dinamismo en el que se pierde cercanía en la cercanía precisamente del malvado con el malvado, aunque no siempre con el bueno. Del bien no se dice nada todavía. Pero los ofendidos no podrán estar juntos, según parece. El mal repele al otro, no lo reconoce, se aprovecha para seguir su estela de maldad, que será la de estar solo en el mundo y ser él todo lo semejante. Se vuelve semejante la realidad en su trato a la maldad. O no. Cabe decir que no. 

Ridiculizar a los poetas tan rápido, en una sola página... Tiene su aquel... Porque hay también una alabanza de lo dicho al considerar que el poeta siempre es parcial relatando con sus palabras la esencia de lo verdadero y de la vida. Habría llegado el poeta más lejos de lo que cree, salvo por saberse o creerse sabio con sus palabras. El poeta solo debería señalar que algo puede considerarse de otro modo y despertar. Pero no tiende a ello, ni quiere acercarse demasiado. Lo cual, dicho sea de paso, al admirar aquí Sócrates los versos de Homero, y tantos otros, no deja de poner sobre la mesa que todo es una continua lucha y guerra, que inicia, perpetúa y termina en muerte. 



domingo, 6 de marzo de 2022

LISIS. Día 46 (Platón, 213d - 214a)

Sócrates vuelve a cambiar de interlocutor. Qué dinamismo más grande en el diálogo. Primero en la calle, luego sentados. Después uno que se va, luego vuelve. Y ahora se dirige otra vez a Lisis, con quien ya había tratado el tema y que había cedido su sitio a Menéxeno cuando se incorporó. Entre Lisis y Menéxeno hay grandes diferencias, desde el inicio mismo. Probablemente, que sea desde el inicio mismo ha hecho que todo lo demás se conduzca en una u otra dirección. Lo reviso. Creo que es así. 

Comienza una parte nueva en la conversación, por breve que sea. No se vuelve a Lisis donde Lisis lo había dejado, sino que Lisis no ha dejado de estar en la conversación de alguna manera. Así que ahora salta para seguir, pero contra su voluntad, por lo que parece. Si hubiera pensado, a lo mejor se hubiera callado. 

Al texto. 

Queriendo yo que Menéxeno descansara y gozando con la curiosidad de Lisis, me dirigí a él para que prosiguiéramos la conversación y le dije: 

Me parece, Lisis, que hablas con verdad y que, si hubiésemos seguido el buen camino, no nos habríamos extraviado de esta manera. Pero no sigamos ya por aquí -porque difícil me parece a mí también, como camino, esta indagación, y creo que es más fecundo volver allí donde nos desviamos- y preguntemos a los poetas, pues éstos son para nosotros como padres y guías del saber. Ellos, naturalmente, no se manifiestan desinteresados de los amigos cuando los tienen; pero dicen que es un dios el que los hace amigos, haciendo que coincidan entre sí. Si no me equivoco dicen cosas como "Siempre hay un dios que lleva al semejante junto al semejante" y les hace conocerse. ¿Es que nunca te has tropezado con estos versos? 

Claro que sí. 

ἐγὼ οὖν βουλόμενος τόν τε Μενέξενον ἀναπαῦσαι καὶ ἐκείνου ἡσθεὶς τῇ φιλοσοφίᾳοὕτω μεταβαλὼν πρὸς τὸν λύσιν ἐποιούμην τοὺς λόγουςκαὶ εἶπον Λύσιἀληθῆ μοι δοκεῖς λέγειν ὅτι εἰ ὀρθῶς ἡμεῖς ἐσκοποῦμενοὐκ ἄν ποτε οὕτως ἐπλανώμεθαἀλλὰ ταύτῃ μὲν μηκέτι ἴωμεν— καὶ γὰρ χαλεπή τίς μοι φαίνεται ὥσπερ ὁδὸς  σκέψις δὲ ἐτράπημενδοκεῖ μοι χρῆναι ἰέναισκοποῦντα τὰ κατὰ τοὺς ποιητάςοὗτοι γὰρ ἡμῖν ὥσπερ πατέρες τῆς σοφίας εἰσὶν καὶ ἡγεμόνεςλέγουσι δὲ δήπου οὐ φαύλως ἀποφαινόμενοι περὶ τῶν φίλωνοἳ τυγχάνουσιν ὄντεςἀλλὰ τὸν θεὸν αὐτόν φασιν ποιεῖν φίλους αὐτούςἄγοντα παρ᾽ ἀλλήλουςλέγουσι δέ πως ταῦταὡς ἐγᾦμαιὡδί—“αἰεί τοι τὸν ὁμοῖον ἄγει θεὸς ὡς τὸν ὁμοῖον καὶ ποιεῖ γνώριμον οὐκ ἐντετύχηκας τούτοις τοῖς ἔπεσιν;

ἔγωγ᾽, ἔφη.

Cuando dice "curiosidad" realmente el texto griego dice "filosofía". Y aparece la palabra más repetida, o de las más repetidas de este discurso: querer (boulomai) que se traduce de tantas maneras que da vértigo (deseo, querer, voluntad, incluso amor y amistad en ocasiones). Pues Sócrates siente un querer y un placer (edomai), como si fueran un dolor y un gozo, por no poner ambos en la misma línea de significado. Con Menéxeno se corta y se le permite descansar. Y con Lisis se retoma el amor, se vuelve al amor. Y no a cualquier amor, sino a la filosofía. 

Es Sócrates quien decide quedarse y dirige. Escoge tanto el destino de Menéxeno como el de Lisis. A uno le da descanso, al otro le hace intervenir, contra su voluntad según parece. Y con Lisis se "prosigue". Es más, en la narración posterior de la intención de la conversación aparece un camino errado allí donde se desvió, donde hubo un cambio en la dirección. No sé a qué punto se refiere, pero la referencia al "buen método" y al "mal método" es elocuente. Pensaba yo también, a propósito de esto, que no se trata de la mejora de un mal método, porque un mal método no conduce en ningún caso donde se quiere. 

No quiero perder de vista que estamos en un diálogo y que todo diálogo está movido por este amor o esta especie de amor. Pero que luego, como dicen los que saben de la vida y son expertos en el paso del tiempo, llega la realidad y se pierden todas estas palabras. El poeta, la apelación a la poética, entiendo que es algo más que una cita elocuente de Homero. Se trata de no ver solo más acá de la existencia o de convertirse en un existente en medio de un mundo de personas que vagan de un lado a otras. Las personas aprenden más rápido a dejar de ser personas en el uso interesado de unos y otros de lo que se resiste en el terreno de la poética, que requiere una comprensión profunda de la vida. Lo común es encontrarse con el usador, el desgastador de la dignidad. O convertirse en alguien como él aprovechando cualquier oportunidad del tiempo. Es difícil resistir en esto y no considerar que es solo un juego que no va más allá, que se trata de un idealismo ingenuo que lucha contra lo inapelable de la maldad del otro. Solo el dios puede unir significa confesar que la tarea es más que ardua y compleja, y que empeñarse en ello es insoportable en la soledad. 

No se me escapa que siempre que Sócrates cita a un poeta se vuelve doblemente irónico y un crítico de todo tiempo, especialmente de quienes se enganchan a un tiempo del que no pueden salir. Además, tiene forma de brutal afirmación, de tensión, de esperanza que no proviene del mundo que suele pisar. 

La cuestión es la semejanza. El poeta llega a la divinidad que llega poner juntos a dos, pero todavía les falta conocerse es uno al otro. Ese conocerse, esa "gnosis", que hoy tiene tan mala prensa en ocasiones, es un acceso al otro igualmente o más divino que el dios. La razón ha sido contemplada y admirada como lo más divino en la persona, precisamente aquello que no es capaz de permitir que la persona se suma en su propia animalidad y le ofrece altura y diferencia. Ese conocimiento que no es teórico, sino del otro, en la cercanía al otro. Y que cualquiera que pueda ser sincero consigo mismo sabrá que es una especie de milagro frente a toda la actitud rutinaria, en la que solo alguien se trata a sí mismo como persona y todo lo demás se convierte en una cosa más entre otras muchas cosas como hay en el mundo. La nota realmente distintiva está en llegar al otro no solo por la cercanía física, o ese destino, sino ponerse uno mismo en tal disposición y tensión humana que permita conocer al "semejante". 

El reto de todo diálogo es este. No solo en el tema, sino en la humanidad misma del diálogo. Como digo en clase a mis alumnos, es el único método capaz de poner a la persona como lo primero, desde la racionalidad, el sentido y la palabra, que nunca es nuestra del todo. 

(Realmente es del 20 de marzo de 2022.)


 

sábado, 5 de marzo de 2022

LISIS. Día 45 (Platón, 213d)

Leyendo en otros sitios, que no citaré según la costumbre, se cuestiona que realmente haya dos caminos en la vida, como parece que también aquí se propone. Como se cita a Platón, es casi obligado pensar que están tratando el mismo asunto. Por un lado, lo general y acostumbrado es pensar que se dan la verdad y la mentira, el amor y el odio. Por otro, en cuanto pensamos seriamente nos entran dudas de si no será más bien un único camino y su negación, su destrucción, su muerte. Será el bien contra el mal, o será el bien y la destrucción del bien. Yo mismo, como el autor que he leído, incluso al plantearme la cuestión de los dos caminos me estoy preguntando por dos opciones y nada más. Efectivamente, es como si existieran dos miradas, dos principios en la misma persona. Partiendo de uno, la conclusión viene a ser gradación, hasta la degradación. Por otro, se viene a ver algo y algo más que eso. De algún modo pienso que esta forma de vivir la realidad está presente en toda la gran literatura, como partiéndola, vertiéndola. Y, sin embargo, sigo pensando en la verdad una. 

Por otro lado, el mundo, el abrir los ojos de la vida al mundo y querer conocer lo que ocurre, casi desbarata todo sentido posible. 

Volviendo. 

El mero hecho de buscar no lleva a nada. De esto hay que darse cuenta cuanto antes. Aunque buscar es un movimiento que ya nos dice algo, normalmente no nos dice qué buscamos. O sí. Mejor dicho, sí. El buscar nos pone a buscar algo de un modo concreto. Ejemplos físicos hay muchos. También, aunque no en paralelo, deberíamos pensar lo mismo respecto de otras búsquedas más amplias, diferentes y propiamente genuinas. No comparten lo mismo, pero quizá sí una común estructura muy general que, a medida que se aproxima en análisis, deja percibir su raíz común y su desenlace propio. 

Como se ha quedado sin palabras, retoman por ahí. 

¿No será, dije, oh Menéxeno, que no hemos buscado bien?

Eso es lo que creo, Sócrates -dijo Lisis, y al punto que hablaba se puso colorado. Y me pareció como si se le hubiera escapado de mal grado lo que había dicho, debido a lo muy concentrado que estaba en el diálogo. Es claro que cuando atendía siempre lo hacía así. 

ἆρα μή, ἦν δ᾽ ἐγώ, ὦ Μενέξενε, τὸ παράπαν οὐκ ὀρθῶς ἐζητοῦμεν;

οὐκ ἔμοιγε δοκεῖ, ὦ Σώκρατες, ἔφη, ὁ Λύσις, καὶ ἅμα εἰπὼν ἠρυθρίασεν: ἐδόκει γάρ μοι ἄκοντ᾽ αὐτὸν ἐκφεύγειν τὸ λεχθὲν διὰ τὸ σφόδρα προσέχειν τὸν νοῦν τοῖς λεγομένοις, δῆλος δ᾽ ἦν καὶ ὅτε ἠκροᾶτο οὕτως ἔχων.

Este "buscar" deberíamos estar atentos a que sea correcto o incorrecto, recto o torcido. Porque si no, el mismo movimiento del "buscar" por el buscar, el buscar "sin sentido", "sin orientación" conduce a un lugar equivocado, a no alcanzar el objetivo. Está claro, al menos para mí de algún modo, que el movimiento del buscar motiva y plantea un reto, aunque el medio, el camino y el instrumento utilizado para ello no sea siempre el adecuado. El buscar requiere de un camino, de una forma. Debe ser conformado con algo, o sea, no dejar de ser lo que es pero sí un cierto esconderse en otra realidad. Al amor le ocurre tanto, y es tan evidente aunque no lo hayamos visto bien, que es palmario. El amor no se encuentra como tal en ningún lugar, sino otras cosas donde se esconde que, en ocasiones, no tiene en apariencia incluso nada que ver. Como el sacrificio. Si en el sacrificio alguien ve amor y no otras cosas, que lo cuente. En el sacrificio y la entrega no se ve el amor. Si se viera, callaríamos. Y cuando alguien se entrega por nosotros no lo vemos, ni de lejos, salvo que atendamos bien a lo que ocurre. Se esconde ahí el amor y permanece en movimiento para llegar a algún lugar distinto de sí precisamente. El amor es solo el motor, esa fuente. 

Dicho de otro modo. La búsqueda es salida, se descubre que al mismo tiempo es de alguna manera meta. Y requiere un medio, un camino en el que desarrollarse a sí misma para llegar a sí misma. Y ese camino no es el origen mismo, ni la fuente, pero debe recorrerse. En términos religiosos, el amor a Dios y el amor al prójimo. Y no hay otra forma. Perdón por sentenciar, o dar esa impresión al menos. 

Lisis interviene ruborizándose. Otra vez. Está metido en la conversación y habla. Está en diálogo. Lisis está, como pocos, metido dentro del diálogo hablando. No es que Sócrates y Menéxeno estén hablando y él escucha. Sino que escucha participando y hablando para sí. Ahora, esa procesión del alma profunda, se muestra sorprendiendo y de forma inesperada. Altera el rumbo porque afirma. Está claro que Lisis sabe lo que está pasando y que se han torcido en algún momento en el que deberían haber seguido rectamente. Es curiosísimo. Lo único que dice es que es "evidente", que está "claro". 

Una diferencia radical. Entre el plural de la pregunta de Sócrates y el singular de Lisis. 

(Realmente fue el 19 de marzo de 2022)

 



viernes, 4 de marzo de 2022

LISIS. Día 44 (Platón, 213c - 213d)

La conclusión se presenta como absurda, incomprensible e ilógica. No tiene sentido entonces que el amigo surja de su propia acción y se haga a sí mismo, igual que el enemigo. Sería alguien que obra sin motivo alguno, por sí mismo. No hay nada más que sí mismo, no se contempla nada más. Entonces no tiene sentido. Sería amigo por el hecho de ser quien es y enemigo por el hecho de ser quien es. No hay nada más. Esto que, dicho así, resulta muy directo y bruto, en el fondo es la verdad misma de la conclusión de una acción que se contemple superficialmente carente de motivación más allá del sujeto que la realice. Es decir, que incluso en el caso de que la motivación y el querer, voluntad, deseo (palabras confusas todas ellas en el diálogo, al menos para mí) implican por ellas mismas alteridad, exterioridad, al otro, un otro, algo otro. Como se quiera decir. Pero no es el sujeto mismo quien se muestra simplemente en la acción, sino quien se hace respecto de su no soledad. De hecho, la acción implica por sí misma la necesidad en el tiempo de ese movimiento y devenir. Pero esto esto es otro cantar. Contemplarlo despacio es verlo en mayor profundidad. Incluso lo que sale de la persona misma no es solo la persona misma, y la persona que se ve no es una persona cerrada y completa de la que se pueda decir sin más una u otra cuestión. Nuestro intento de poner palabras al dinamismo corre el riesgo de romper el dinamismo mismo de la vida. Nuestro intento de decir las cosas en sí mismas no puede romper los puentes con todo lo demás y su complejidad, salvo que se asuma el riesgo de la destrucción de sí mismo. La apertura lo complica todo. Eso es verdad. Al menos para quien responde racionalmente. 

Así pues, ¿no nos acaecerá que por necesidad también tengamos que conceder lo de antes, a saber, que muchas veces se es amigo de quien no lo es, y otras muchas veces hasta del enemigo, cuando alguien ama al que no le ama, o incluso ama al que le odia?

-Es muy probable, dijo.

-¿Qué debemos hacer, dije yo, si ni los que se aman son amigos, ni los amados, ni los que, al mismo tiempo, aman y son amados, sino que entre otros que no sean éstos tenemos que buscar a los que llegan a ser amigos entre sí?

-Por Zeus, Sócrates -dijo él-, que no sé seguir.


οὐκοῦν ταὐτὰ ἡμῖν συμβήσεται ἀναγκαῖον εἶναι ὁμολογεῖν, ἅπερ ἐπὶ τῶν πρότερον, πολλάκις φίλον εἶναι μὴ φίλου, πολλάκις δὲ καὶ ἐχθροῦ, ὅταν ἢ μὴ φιλοῦν τις φιλῇ ἢ καὶ μισοῦν φιλῇ: πολλάκις δ᾽ ἐχθρὸν εἶναι μὴ ἐχθροῦ ἢ καὶ φίλου, ὅταν ἢ μὴ μισοῦν τις μισῇ ἢ καὶ φιλοῦν μισῇ.

κινδυνεύει, ἔφη.

τί οὖν δὴ χρησώμεθα, ἦν δ᾽ ἐγώ, εἰ μήτε οἱ φιλοῦντες φίλοι ἔσονται μήτε οἱ φιλούμενοι μήτε οἱ φιλοῦντές τε καὶ φιλούμενοι; ἀλλὰ καὶ παρὰ ταῦτα ἄλλους τινὰς ἔτι φήσομεν εἶναι φίλους ἀλλήλοις γιγνομένους;

οὐ μὰ τὸν Δία, ἔφη,  Σώκρατες, οὐ πάνυ εὐπορῶ ἔγωγε.

Qué ocurre aquí, si hemos llegado al aparente absurdo de afirmar que se es con frecuencia amigo de enemigos y enemigo de amigos. Qué está ocurriendo y en qué momento de la argumentación, si no al principio mismo, hemos tenido que cometer algún tipo de error. Porque parece absurdo. De primeras, al menos. Parece absurdo. Pero lo que está encima de la mesa es que no toda relación de proximidad es auténtica relación de proximidad y comunión en lo humano. No toda cercanía es, pese a lo que pueda parecer, verdadera amistad. Porque se puede vivir como si se fuera amigo de quien nos hace mal y a la inversa. Esta forma de inversión, que no está presente en la afirmación que viaja en paralelo arriba, sino que ahora va y viene, como si fuera de ida y de vuelta, es distinta. Sin embargo, viene de la anterior. Viene por deducción de la anterior. Si lo de antes es verdad, esto tiene que serlo igualmente. Aunque parezca locura. 

Pero no lo es tanto. A mí al menos no me salta a la vista el escándalo que está diciendo. Tratan algunos desde la amistad a sus enemigos. Es más, debería hacerse así siempre. Al menos en una ética determinada que me parece que es también en ciertos puntos la misma vida de Sócrates. Pero lo que no encaja es que la persona que ama a otra no se dé cuenta de que la otra le odia, es decir, se puede amar al enemigo, pero no con amor de amistad. Porque si quien ama no se da cuenta de que está amando a un enemigo, es porque no ama a su enemigo. Por lo tanto, no alcanza lo más elevado. El problema es, por repetirme, no en que se pueda amar a quien no nos ama, sino en la ignorancia de que no nos ama. Que creemos que somos "amigos", es decir, que vivimos unidos en un mismo destino humano. A la inversa, igualmente improbable. Pero no tanto como este. Cómo es posible que se odie a quien realmente nos ama. ¿Es posible? Absolutamente. Pero, ¿cómo es posible que alguien lleno de rechazo se dé cuenta de lo que significa el amor? En este caso, la ignorancia es más que probable. Muy, muy probable. 

La segunda pregunta, llena de confusión, tiene como parte principal el inicio de la cuestión, que no es el lío en el que se ha metido al observar la filia o el odio, sino qué hacer entonces ahora. ¿Cómo proceder viviendo una vez que hemos visto y entendido lo anterior? Y Menéxeno, con una honestidad digna de enmarcarse, llega a la gran conclusión: "No sé seguir." Repito: "No sé." Vivo, diría Menéxeno, pero ahora no sé cómo vivir, cómo dirigir mi vida, cómo proceder, qué hacer, cuál puede ser la acción que desempañe la nebulosa que se ha puesto delante de mí. Insisto, ¿qué es lo que no sabe? Lo que no sabe es qué se debe hacer al contemplar la verdad en la que vive, que es puramente confusión. Y esto lo dice delante de todos los demás, que son sus amigos aparentes y quizá haya por ahí algún enemigo igualmente aparente, o con sus amigos y enemigos verdaderos. Pero cómo seguir. No sabe. 





jueves, 3 de marzo de 2022

LISIS. Día 43. (Platón, 213b - 213c)

Encontrarse con Sócrates es, a la vez, introducirse en la vida y planteársela en extremo. Qué preguntas tan raras hace y, simultáneamente, qué difícil escapar de ellas sin dárselas de frente con algo mucho más grande, de dimensiones improbables pero deseadas. En realidad, esta es la verdad. Quien se atreve a hablar así se descubre, como mínimo, viviendo en dos mentiras. La primera es la de lo que se da por supuesto y no se ha hecho realmente propio, que afectaría al ámbito de lo que se cree ampliamente. La segunda es la de la posibilidad por encima de todo lo ya realizado, es decir, la de la apertura en la que estamos más que instalados pese a los cercados que pensamos que nos dan seguridad y protección. Así de sorprendente es una conversación en la que se parte de una amistad vivida y, a base de cuestionarla, se recupera más fuerte habiendo pasado por su extraordinaria fragilidad y vulnerabilidad. 

Pero sigamos. 

Por tanto, si esto es imposible, el amante es el que es amigo del amado. 

Así lo veo yo. 

El que odia es, pues, el enemigo del odiado. 

Necesariamente. 

οὐκοῦν εἰ τοῦτ᾽ ἀδύνατον , τὸ φιλοῦν ἂν εἴη φίλον τοῦ φιλουμένου .

φαίνεται .

τὸ μισοῦν ἄρα πάλιν ἐχθρὸν τοῦ μισουμένου _

ἀνάγκη .

Hay dos afirmaciones que son suscritas. Sócrates enuncia y Menéxeno asiente. Están, como en otras veces, en sintonía, en acuerdo, en homología. No respecto a algo fácil, sino en la definición de términos. Han llegado a la conclusión de que ese que decimos que es "algo" lo es porque se sitúa en una relación respecto de otro "alguien". La relación le define. La acción a través de la cual se relaciona le define o, mejor dicho, nos permite hablar de él de un modo. O, mejor dicho aún, por si nadie se ha dado cuenta, le permite a uno mismo decirse lo que es, esto es, permite conocerse. Es en la acción donde la persona se conoce a sí misma, sabe qué es, quién es, en qué se está convirtiendo o qué viene a ser. En la acción se expone, se libera, se dice. 

No se cuestiona la teoría, aunque estemos hablando, sino la vida misma. Conviene recordarlo, porque no se trata de un hablar por hablar, ni cabe decir cualquier cosa. Además, la presión de Menéxeno, lo mismo que en el auditorio, porque de lo que están hablando será probablemente aquello que creen que viven. Se está "juzgando" y "criticando" la vida misma. Es además quien obra quien carga con la responsabilidad, pero no solo. Porque en tanto que relación devine respuesta, exigencia de respuesta. 

Las frases son aparentemente sencillas y, a la vez, no dejan escapatoria. Parecen dibujar el mapa de las acciones y relaciones humanas en dos grandes campos y modos. El del amor y el del odio. No están, al mismo tiempo, y esto es interesante en la misma escala. Uno no es del todo degradación del otro. Hace falta hablar del odio, no solo del amor. Hace falta hablar del amor, no solo del odio. 

Estrictamente presentados, diríamos que uno obliga a hablar del otro, pero en paralelo más que en escala. Y se pudiera incluso decir que la reducción a una sola cuestión a la hora de presentarlo, aunque del resto tuviéramos que hablar matizando con mucho tiento, ayuda a la compresión. Esta reducción es una radicalización de las cuestiones y los temas. Lo interesante igualmente es que responden a una misma lógica, si se acepta y ve, que comparten. Y es la lógica de la acción. De tal manera que el ser se expresa y se hace siendo, pero con la prioridad del ser que aparece más que lo que deja. Lo que deja siempre será imperfección respecto a su forma de aparecer. 

Se ve en paralelo el "amigo" y el "odiado". Aunque respecto del amigo la unidad de la "filia" permite comprenderlo igualmente mejor, como más unido. En el caso del odio (miseo), la apelación a algo diferente que es el "enemigo" (echthros) obliga igualmente a pensar de otro modo. El odio es exclusión, separación, rechazo. Ha quedado así en nuestra lengua, más por lo negativo que en lo positivo. Pero esa negatividad provoca una aparición positiva de algo que se puede denominar, que se puede comprender oscuramente como algo vacío. Y vuelvo otra vez a pensar que aquello que se esconde tras "fileo" es realmente la unidad de la humanidad consigo misma en el otro, mientras que el "miseo" su oposición o grieta.


 

 

miércoles, 2 de marzo de 2022

LISIS. Día 42 (Platón, 213a - 213b)

Qué poco tiempo queda, después de las tareas, para este tipo de momentos. O bien no son necesarios, o bien se pide un algo más y está escrito en él que es imprescindible, cueste lo que cueste. Como hoy me han regalado varios libros, que pueden sacarme de aquí, precisamente por eso vuelvo aquí. Seguimos con la situación, en la que el amor que ama mucho y solo quiere amar al final termina por hacer daño. Porque el amor de verdad hace muchas cosas distintas a lo que se dice por ahí que es amor. Quizá por eso la lección que da Sócrates a Lisis, que amándole le humilla y le muestra su verdad, y viendo su verdad y precariedad permanece a su lado. Quizá por eso hay que seguir con Menéxeno aunque ya sepamos que está hablando sin saber bien qué dice, habiendo cambiado de versión dos o tres veces. Y esto respecto de la amistad, que ha dicho al principio que vive, porque tiene un amigo muy cercano que asiente su amistad. Pero ahora ya no sabe lo que vive. Ni siquiera si es amistad o no. 

Insistiría en que, a medida que se pasan las páginas del diálogo, para no estar aquí aprendiendo palabras, sin más, nos obliguemos a llamarlas de otro modo. Por qué las personas valoran tanto la amistad, incluso en nuestro tiempo de individualismo salvaje y atroz. Por qué se puede presentar a alguien con éxito y en la cumbre, sin nadie que le haga sombra, y ese mismo diga de sí mismo que nada tiene sentido y que no sabe de quiénes está rodeado y que no encuentre en nada alivio o descanso a pesar de tenerlo todo a su disposición y termine suicidándose. De qué salva, dicho de otro modo, el encuentro auténtico y pobre con el otro, sin necesidad de nada más que del otro. De qué salva, si no es de sí mismo. Qué ama el amor en el amante cuando ama, que es salvador. Cuando es amor por otro y no amor por sí mismo. Y para que sea amor en este grado y se aprenda bien la lección, no sería el amor una responsabilidad y carga, una obligación, una exigencia, algo no tan satisfactorio como se dice habitualmente y, sin embargo, solo ahora sabemos qué es el amor capaz de darlo todo, hasta a uno mismo. No pasa uno mismo a segundo plano cuando ama. No se deja un sitio tal al amor que hay un hueco terrible en la propia vida. Es decir, no es en el amor como la persona ve su propio hueco, casi su nada, si no fuera porque no es nada, sino que ha quedado llena de más que de sí mismo. Y eso que llaman autenticidad es poco menos que una expresión infantil, porque quien ama sabe que el amor no nace de sí. Sino que viene del otro. No lo canta, sin más, sino que lo vive. 

Seguimos, que me pierdo. Pero antes, comentar que Menéxeno responde en ocasiones como quien ama y en otras como quien vive el amor de otros. Unas veces se ciñe a su experiencia de cercanía y compañerismo con otros, de trato afable y apoyo mutuo, pero cuando te toca pensar cómo recibe el amor de otros es cuando ya no ve claro qué es el amor. En lo bueno, por así decir, todo le parece sencillo. Pero si le presentan un caso complejo, que es lo más normal de lo normal, lo más verdadero de lo verdadero, la prueba en todo esto, entonces ya deja de hacer pie y responde a la ligera. Pienso que no se fía, porque si no hablaría de otro modo del amor que vive. Sabe que el amor que vive no es amor en sentido pleno. 

Pero sigo con el diálogo. 

Según este ejemplo, no es el amado el que es amigo, sino el amante. 

Eso es claro. 

Y, en consecuencia, el que odia es el que es enemigo, no el odiado. Muchos, pues, aman a los que les son enemigos y odian, por el contrario, a los que les son amigos, y son, así, amigos de sus enemigos y enemigos de sus amigos, si es que el amado es amigo, y no sólo el que ama. En verdad que es una gran sinrazón, compañero mío, o mejor, pienso yo, es totalmente imposible ser amigo del enemigo, y enemigo del amigo. 

Parece que dices verdad, Sócrates, dijo. 

οὐκ ἄρα ὁ φιλῶν φίλος ἐκ τούτου τοῦ λόγου, ἀλλ᾽ ὁ φιλούμενος.

ἔοικεν.

καὶ ὁ μισούμενος ἐχθρὸς ἄρα, ἀλλ᾽ οὐχ ὁ μισῶν.

φαίνεται.

πολλοὶ ἄρα ὑπὸ τῶν ἐχθρῶν φιλοῦνται, ὑπὸ δὲ τῶν φίλων μισοῦνται, καὶ τοῖς μὲν ἐχθροῖς φίλοι εἰσίν, τοῖς δὲ φίλοις ἐχθροί, εἰ τὸ φιλούμενον φίλον ἐστὶν ἀλλὰ μὴ τὸ φιλοῦν. καίτοι πολλὴ ἀλογία, ὦ φίλε ἑταῖρε, μᾶλλον δὲ οἶμαι καὶ ἀδύνατον, τῷ τε φίλῳ ἐχθρὸν καὶ τῷ ἐχθρῷ φίλον εἶναι.

ἀληθῆ, ἔφη, ἔοικας λέγειν, ὦ Σώκρατες.

En la traducción, hay una intervención menos de Menéxeno. En el griego quedan las dos frases principales, de las que se saca conclusión, como enunciados más claros. Y luego viene la sinrazón de aquello a lo que derivan. Que no es, por mucho que se diga aquí, ninguna tontería. Más bien habría que tomarlo más en serio, precisamente porque la razón parece que va llevando por este camino a quienes aceptan determinadas premisas claras y rotundas. Cuáles son esas premisas. El que ama es el amante, no el amado. El que odia es el odiante, no el odiado. Si esto es así, "muchos", que no "todos", terminan amando a enemigos y enemistándose con amantes. Conclusión que, lejos de ser una tontería, parece que es una verdad tan enorme que escandaliza. Pero en la vida concreta se da. Parece una locura, pero se da. Y se da porque se reduce a la pasividad sin más, en una mala premisa, al amado y al enemistado. Lo cual ya voy pensando que no es tanta, tanta pasividad. Sino que en ellos hay actividad. 

Por lo demás, es evidente que quien hace es quien se convierte en aquello que hace. Por tanto, el amigante se hace amigo, el enemistante se vuelve enemigo. Y una cosa es lo que hace y otra diferente lo que el otro reciba. Pero, como siempre, con matices. Porque el amor del amante puede transformar a quien es amado en amante igualmente. De la misma manera que el enemistante puede hacer que su enemistado se pase también de su lado y se haga enemistante. No sé cómo decirlo más claramente. Siento mis torpezas. Queda, por decir, por qué el amante ama y por qué el enemigo enemista. Solo se reconoce que hay personas antitéticas en su acción. 

Seguimos. Es claro que el amor que tratan aquí es un amor que espera algo. Igual que el rechazo pretende también algo. Y lo hacen no solo de sí y de su propia experiencia, sino del otro a quien se dirigen. Se entiende que pueda darse algo más que sí mismo en su acción. Y lo esperan. Salvo que el amor sea amor, en los términos que se han dicho antes, y solo busque amar y mostrarse y vivir casi fuera de sí desde la carne al cuerpo del otro. Y pretenda un viaje que es, a todas luces, imposible. Porque en cuanto roza el aire, en cuanto toca el tiempo y se encarna es de un modo distinto a lo que el amante vive amando, lo cual puede confundir perfectamente a quien es amado recibiendo amor. Pero de esto no sé qué decir de modo que sea más comprensible. 

Qué tristeza que se diga, en medio de este diálogo, que hay personas que rechazan a otras personas. No puedo dejarlo a un lado. Junto a la "filia" está la "misantropía". Junto, al menos, en esta parte del diálogo. Algo acostumbrado que nos ha acostumbrado a verlo así. Pero, ¿es así? ¿Es amor y odio dos formas de lo mismo, de modo que el amor puede convertirse en odio y el odio en amor? ¿O son, aunque se canten así, algo más que lo positivo y su desvanecimiento? Es decir, ¿son simétricos y del mismo campo, o asimétricos y tienen su propio orden de realidad? ¿Solo dos polos o más de dos regiones, territorios, experiencias? Lo dejo aquí. 

El caso Sócrates está reflejado. Como lo está el Padre y probablemente el Hijo. No es solo cuestión de un amor torpe que no sabe mostrarse, que carece de la belleza suficiente para dejarse ver, sino del prejuicio de quien lo recibe y que le impide considerarlo y contemplarlo como merece. Se puede hacer reducción por tanto del amor. Se puede destilar. Quizá en el odio convenga no detenerse o verse mucho. El amor sí. El amor se puede destilar.  

Con todo, lo mejor del diálogo es ver esto, que no se dice. Ir por el mundo y hablando de todo como si fuera todo evidente por igual y claro meridiano. Y no al revés, con precaución. Y no creo que se quiera decir que haya que ser precavido y cuidadoso respecto del otro, sino de uno mismo y su capacidad de pensar bien las cosas que se deben pensar bien. Por ejemplo, respecto de la situación en la que vivimos siendo jóvenes, y sus derivadas. Que hoy se extienden largamente por falta de responsabilidades serias con otros en la vida. Una sociedad de derechos que priva del desarrollo de las buenas obligaciones a sus ciudadanos, atrapándolos en una infancia larga y sometiéndolos a una ignorancia profunda. Mejor dicho, algo que no es que la sociedad haga con nosotros, sino en la que nosotros nos vamos dejando anestesiar.