viernes, 17 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Fortalecer la esperanza

Mi abuela, que en muchas de sus expresiones era como el Barón del Münchhausen, decía que conoció gente que se ahogaba en un vaso de agua. Y es prodigiosa la fuerza que tiene el apelativo con el que se nombra a Job, que esperó contra toda esperanza. Es como una especie de caballero de la fe, sin caballo. Algo extrañísimo. Porque la mayoría de nosotros pensamos que -y así vivimos- hay que agarrarse a algo. La esperanza tiene que ver más con lo de acá que ya se posee, en la vida corriente y moliente, que con lo de allá inabarcable e indescifrable completamente. Gesché presenta su libro del destino como una inversión sobre la que llamaría la atención, por si no se percibe la fuerza. El autor belga refleja el movimiento y vínculo partiendo de Dios: "Transcendencia significa aquí algo que nos arrastra desde lejos y a lo lejos, pero para reconducirnos a nosotros mismos, el corazón de nuestra indudable inmanencia." [Nos juntaremos el lunes 20, Santi, Jorge y yo a dialogar sobre el libro.] Es importante. No encontrar algo aquí que nos ensimisme, sino dejarse alcanzar por la Palabra que nos supera. A buen lector, pocas palabras bastan, pero la inmanencia y la vuelta sobre sí, viniendo desde donde viene y siendo Amor, que nadie piense que será para cultivar ningún tipo de egoísmo sin prójimo. Es más, me atrevería a decir lo siguiente: "No hay esperanza sin prójimo y amor al prójimo." Todo lo demás se podrá llamar de otras formas, sin rozar siquiera lo que la esperanza es. Aunque la palabra que mejor la aclare, intuye y vislumbra sea, en nuestra lengua, algo así como resistencia. La esperanza otorga resistencia. O sea, se las ve con lo imposible sin perder lo imposible que llevamos dentro, el misterio de ser personas y reconocerlos en el otro, ocupándose de posibles en los que abandonamos la raíz y perdemos la vida. Joel B. Green, en su comentario al Evangelio de Lucas recientemente traducido por Sígueme, comenta lo siguiente en su prefacio: "Cualquiera que lea la introducción descubrirá la forma en la que he surcado las aguas, a veces difíciles y siempre estimulantes, del método interpretativo. Quedará igualmente claro que, pese al tamaño de este libro, no he tratado de ocuparme de todo el abanico de preguntas que pueden hacerse al evangelio de Lucas. De hecho, eso no ha sido nunca posible, y todavía lo es menos hoy en día. No lo considero motivo de desesperación, sino una razón para la alegría y para la reflexión sobre la polivalencia del Evangelio, que puede responder de tantas maneras a las distintas necesidades de la Iglesia histórica y global." Después escribe una página entera de agradecimientos cercanos y cuarenta páginas de bibliografía.


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