sábado, 4 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Coincidentes.

Si cooperar es operar dos personas juntas, entonces coincidir significa incidir de un lado y recibir incidencias de otro. Las incidencias me suenan a demandas, a cosas que hay que resolver, a lo que queda abierto, a imprevistos. Coincidir sería convertirse en imprevisto mutuamente, en algo que rompe los planes de uno y de otro. Como líneas que van a parar al mismo sitio ingenuamente y sin saberlo. Me sigue resultando llamativo que, para saber qué sea el amor, haya que pasar igualmente por la insuficiencia del mismo. El amor no es todopoderoso, el amor se expone en exceso, el amor sufre, el amor lucha contra la muerte. La esperanza lo mismo. Luchar no es un verbo que me guste especialmente. Porque tampoco se trata de eso. El amor es como si pasara de la muerte, como si quisiera vivir sin muerte, como si ningún muro existiera en el camino que imagina. Una persona con amor es así de apasionada. Alguien que ama algo, es así. Me preocupa que el amor se pegue, como se pega, a algunas realidades. Se aman cosas elevadas, como también se ama lo detestable en ocasiones. No lo comprendo bien. Se exalta el amor sin caer en la cuenta muchas veces de eso. Y de lo peligroso que es dejar de amar a alguien con capacidad para hablar por sí mismo. El adviento también descubre y desvela coincidencias. Nos provoca. Mientras tanto, pasa el tiempo. En compañía siempre. 






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