lunes, 20 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Política

El desprecio de la política termina siendo malévolo. Pienso que es eso lo que se pretende además. Se remarca el desapego, como criticándolo, pero intuyo que es lo que desea ese mundo de la política, separarse al máximo de la masa crítica para gobernar a sus antojos. Por otro lado, no descubro nada si digo que habrá personas con las mejores intenciones y obligadas a tomar decisiones incomprensibles para otros viendo un conjunto que se escapa fácilmente al cualquiera de turno que camina por la calle, como es mi caso. Lo que mantengo es una cercanía, por tanto, que no quiere ser ni sospechosa, ni interesada. Me pregunto si es posible participar directamente y realmente con miras al bien común. Y mi duda más razonable es cómo se articularía la persona en su imperfección y la responsabilidad desmedida que siempre se debe exigir. Esa tensión desmiembra a cualquiera. El poder que se recibe en mucho mayor que el que es capaz de gestionar un humano razonable y no lo querrá una persona dialogante. Sin embargo, van del mano. Tienen poder y solo pasa a ser servicio como oblación y sacrificio de muchas cosas. Supongo que lo único que puede hacer un gobernante es dolerse continuamente por sus resoluciones y definiciones en permanente falta de plenitud, llamadas a ser reformadas y transformadas desde el día después de su puesta en ejercicio. El texto de Stefan Schereiber que pone en conexión el inicio del evangelio de Lucas y la literatura romana de Horacio, Virgilio, Séneca o Suetonio tiene, como fuerte, que destaca sobremanera dónde está puesta la esperanza y cómo se entiende el "señorío" y el "reinado". La teología debería reblandecer la política, no radicalizarla. Cuando digo que es imprescindible una vuelta a la persona en su prioridad y al rostro en el encuentro, no creo estar diciendo cualquier cosa. Solo en la proximidad que permite la comunidad y en cómo ese amor que se da en el tacto hay auténtico vínculo y hermanamiento. Sin roce, difícilmente. Para quienes sean curiosos de estas cosas, lo recomiendo encarecidamente. Ya lo dije en su momento. Para quienes quieran profundizar, aquí tienen una buena lectura. Para quienes estén dispuestos a servir, aquí habrá muchas preguntas que deban hacerse y un contraste imprescindible. Gracias. Este año, por cierto, estoy descubriendo muchos paralelos entre sabios de Oriente en Mateo y pastores en Lucas. Lo de "los ricos" y "los pobres" es una vulgaridad, como tantas otras. Lo interesante es el camino que hacen, desde la llamada, y cómo se da un encuentro culmen en su vida, un encuentro salvífico para ellos, un encuentro transformador. Y, aunque desaparezcan como tales, permanecen después en todo el evangelio, aunque de otro modo. ¿O nadie se da cuenta de ello, de que siguen junto al Pequeño y nunca dejará de ser para ellos algo Pequeño que se va dando a la humanidad?



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