domingo, 12 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Juan, el que sumerge

El papel de Juan es más que relevante. Aunque luego lo estudiemos e intentemos colocarlo en un sitio concreto, que es una especie de no lugar entre un testamento y otro. La obra de Francisco Javier resulta apasionante. Ha estudiado y no se ha querido quedar en datos. Intenta con ellos hacer una propuesta de sentido y búsqueda, que él mismo sabe que es insuficiente y tiene que alcanzar, como rozando y sin atrapar del todo, a Jesús. Juan es para Jesús. Como también lo es María. Una dinámica en la humanidad que señala la perfección de la humanidad. Y lo que hace Juan es sumergir en el agua, buscar un antes y un después, propiciarlo en otros. Ciertamente, con una forma de vida extraña, que no quería para todos. Tendríamos que repetir hasta la saciedad que basta de imitadores, de copias de otros. Si acaso, al inicio y como referente. Pero luego, a caminar y crecer en libertad. Que no significa solos, ni mucho menos. Pero cada uno a lo suyo, a la propia vida y al cuidado de esa propia vida. Que no significa descuido de los otros, ni falta de amor. Qué tontos son los que reducen el amor a sí mismos a auténtico amor, porque no lo es. Qué torpes y qué caminos más pobres. Juan es para Jesús con toda la intensidad y originalidad de su vida. Habrá otros más o menos, pero no como Juan. Habrá otros familiares de Jesús, pero no como Juan. Y rozar el límite de uno mismo es, en cierto modo, empezar. Juan quería abrir camino, deseaba el paso de la muerte a la vida. Que no es matar, sino alumbrar algo nuevo. Ojalá lo entendiéramos. Para los que estamos de este lado, saber que matan a Juan debería ser algo más que un aviso para protegerse y sucumbir al miedo. 


 

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