martes, 7 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Qué más hay que hacer.

Quedan pocos días de curso. Muy pocos. A la vuelta de estos días de vacaciones anticipadas, que han sido nada más y nada menos que cinco, tendremos un par de semanas recortadas aquí o allá, con la sensación burguesa de que todo está hecho. No caben muchos esfuerzos en estas circunstancias, mientras el Adviento progresa en nuestras vidas. El Adviento dilata la responsabilidad, porque en parte la anticipa. Sabemos que la Navidad dependerá en gran medida del tono con el que nos hayamos ido preparando para ella. No dependerá absolutamente de nosotros, pero igual que los chavales con los exámenes, también tendremos la sensación entonces de estar recogiendo en cierto modo los frutos de un camino previo. Semana a semana, durante cuatro, se ha ido recordando que llega, que viene, que ya está cerca, que hay que ir encendiendo las esperanzas. No es poco, tampoco mucho. En el fondo, el Adviento es para enterarse de lo mucho y de lo poco que depende todo de nosotros. Y, efectivamente, la segunda parábola del Reino es la que cuenta que se parece a una semilla de mostaza. Lo de los pájaros que anidan en ella no lo perdamos de vista. Tampoco su relación con el profeta Daniel. Sigo trabajando en ocasiones con los libros de los sabios: "No vayas detrás de tus deseos, frena tus apetencias. Si te permites complacer a tu deseo, te convertirá en escarnio de tus enemigos." Como siempre, un tanto belicoso. De más.  




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