jueves, 16 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Comprensión "vital"

En educación se insiste, y ya no podemos decir que "sin cansancio", en la falta de comprensión lectora. Gente y gente (ya no niños, ni jóvenes) que leen, porque leer leen, pero no comprenden lo que leen, ni cuando lo leen en alto y para otros. Y bastan dos o tres preguntas para hacerlo notar. Pues eso mismo ocurre con la vida no pocas veces. Pasan cosas, nos traspasan, pero salen igual que entran, en ocasiones sin dejar poso. Aunque no seamos pesimistas tampoco, que el mundo tiende a ello. La sabiduría dice que "algo queda" y, con idéntica compasión por la humanidad, se reserva la posibilidad de dar fruto al treinta por ciento, que para cierto "humus" resulta más que loable. Será cuestión de sembrar más. Pero, en ocasiones, se confunde el periodo de siembra con el duro trabajo previo, de preparación. Mi padre un día me dejó el arado tirado por la yegua de casa, se puso detrás y yo tuve que levantar los brazos para llegar a los mandos. El día que supe sostenerla por mí mismo, aunque el surco no fuera recto en absoluto, supe que era mayor. Ritos iniciales de vida labriega. Platonismo exigente. A san Agustín se le murió su mejor amigo, se prometió mil verdades pero pudo "sujetar" más bien pocas. Le quedaba trecho por recorrer. Barth, como teólogo, me llamó tempranamente la atención. Después supe de otras conexiones. Escribía: La fe "es que la palabra de Dios ha liberado a una persona entre muchos para decir "sí" precisamente a dicha palabra como consoladora y útil en sí misma, pero también en cuanto vinculante para el mundo, para la comunidad y para esa persona como tal." (Instantes, 81). No alcanzo a vislumbrar, ni mínimamente, las conversaciones que pudieron tener él y Balthasar. Pienso en aquello de "la verdad os hará libres" y me gustaría traducirlo como "a través de la verdad os soltaré", "con la verdad os libertaré". Aunque se ha recortado la frase de tal modo que se ha olvidado el discipulado, la proximidad al Maestro y Señor. Es puro mesianismo, que como tantas otras cosas se ha reducido a sapiencialismo cutre, sin raíz, que termina acusando a otros y machacando vidas propias y ajenas. Los días pasan, la vida puede entregarse.   



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