martes, 21 de diciembre de 2021

ADVIENTO. Recuperar la verticalidad

El título completo de un artículo que iba a publicar por ahí, y que me quedo para aquí, era: "Recuperar la verticalidad, frente a la horizontalidad idolátrica." Esto a propósito de la vida y no solo de sus expresiones cristianas o eclesiales. Lo tengo clavado en el interior desde que leí a Levinas por primera vez, allá por los 17 años cuando comencé y a los 19 dedicándole tantas horas a "Totalidad e infinito" y hacer tantas anotaciones que ya no se puede leer aquel volumen y tuve que comprar otro. Fácilmente serán cientos de horas. En ese librito, algo que me sorprendía, era el énfasis en la "dimensión de altura". Se puede encontrar fácilmente. Yo lo tomaba como respeto, como actitud de la persona que pone un desnivel con el otro para impedir la asimilación, el hacerlo propio, el igualarlo a "sí mismo" y, por lo mismo, destruirlo y minimizarlo. Lo tomaba como algo subjetivo, casi espiritual, en forma de temor o temblor. Al terminar el libro comprendí algo mucho mayor, que es siempre así. La verticalidad se vive desde uno mismo, la desmesura de la presencia del otro y la imposibilidad de equipararlo con quien está haciendo esa experiencia, porque el otro en tanto que otro supera ampliamente siempre y provoca, precisamente, esa amplitud en la razón. Razón, que no entendimiento y mucho menos sensibilidad. No es sensible, tampoco es comprensible. Pero se puede recibir y, de hecho, se recibe. Algo que vale tanto para el encuentro con el maestro, que será un encontronazo desbordante, como con el niño en tanto que niño, sumido esencialmente en sus posibilidades sin que él pueda expresarlas. A propósito de tanta "horizontalidad", procuraría recuperar el aviso sobre la idolatría, que no solo afecta a Dios en tanto que Dios, sino a Dios en tanto que ha cedido su Espíritu al otro ante mí. A propósito de esta "verticalidad", lo que no se entiende es que es para todos, no solo para una parte de la comunidad humana. Esta verticalidad del misterio, de la Presencia y de la entrega es para todos y vivida por todos al mismo tiempo. Insisto en que la "dimensión de altura" no es cualquier asunto. Afecta ontológicamente, gnoseológicamente en cuanto a la situación en la que cualquiera cree que puede ponerse en la vida y, por supuestísimo, éticamente y espiritualmente. Sin esta verticalidad exigida y recibida, que sobrecoge y maravilla, o bien mataremos al otro, de las múltiples formas que tristemente el género humano ha aprendido a hacer y ha desarrollado, o bien nos trataremos a nosotros mismos como muertos, de espaldas a la vida. Lázaro, sal. 



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