lunes, 18 de abril de 2022

LISIS. Día 56. (Platón, 216d - 216e)

Siempre queda un paso por dar en estos temas y deberíamos preguntarnos por qué. Se me ocurren dos soluciones. La primera, que nuestra aproximación sea tan fragmentaria que fragmente el resto que queda para la total proximidad y posesión, en caso de que se pudiera poseer, que lo dudo mucho. La cosa en sí ("cosa" es un lenguaje muy seco para ciertas realidades, pero quizá sea lo mejor) siempre queda ahí, no siempre se da desgaste en ella. La segunda, que los pasos dados modifiquen la situación, no sea una escala lineal de posesión, sino como un momento en circular, en el que se va rotando y se pierde, por lo tanto, algo de lo que se tenía por seguro y firme. De modo que, al avanzar, se aleje lo que estaba dado y no se pueda hacer igualmente presente. 

El momento de la conversación es diferente. Como la situación se ha vuelto, por sí misma, compleja, aparece en el diálogo, y para sorpresa de Sócrates, una diferenciación interesantísima en planos de realidad, en dimensiones distintas, en regiones. No son equiparables, no se puede tratar todo por igual. El diálogo resuelve, entre comillas, de este modo la diferencia y la unidad. No como síntesis de contrarios, sino respetando para cada uno su realidad. No se niegan partes, sino que se mantiene el misterio del bien del lado de una "totalidad" difícilmente puesta como término de comparación en el mismo plano de todo lo demás. No son partes de un todo, como quien describe una baldosa de un suelo, sino regiones particularmente distintas. 

El caso Sócrates, como inicio de la filosofía, no se asienta tanto en la diferencia entre lo aparente y lo real, como se suele explicar en clase. Más bien está del lado de estas regiones conocidas. A la preocupación por la excelencia del anciano, en la ingente tarea que le ocupó toda la vida, hasta el extremo, se van descubriendo otras perfecciones en regiones diferentes que no pueden ser tratadas de la misma manera. Mejor dicho, en el mismo plano. Según se va buscando la perfección del bien, es decir, el bien en su perfección, el bien supremo, aparecen igualmente distintas realizaciones y órdenes, de modo que no se pueden equiparar e igualar o asemejar, sino que se ven participando unas en otras, en realizaciones diferentes, en conexiones y relación, pero variable. No son conjuntos de partes en todos, sino órdenes distintos cuyos análisis no dan piezas de un todo, sino relaciones de pertenencia o relación desigual, que comprenden unas a otras, que profundizan unas en otras. No se ve en la parte el todo, sino que en la parte se vislumbra algo más requerido, por donde suele comenzar la conversación. Y el análisis no da a conocer ese todo, que ha quedado perdido de vista, sino solo su requerimiento. 

Frente a, ahora sí "frente a", la consideración general de la reducción de todo a uno a las bravas, siendo este uno no algo superior sino una parte, que deriva en totalitarismo por tanto, se hace notar que todo esto que nos encontramos está en relación con algo superior y que no nos las vemos normalmente sino con fragmentos, o algo así como fragmentos. Mejor dicho, con señales, símbolos, signos -no discutiré aquí qué palabra es mejor- que van en algún sentido, que están puestas ahí por algo diferente de sí mismas. No es contingencia, sin más. También hay una nota de finalidad importante, que es por donde suele empezar la reflexión. Ni siquiera una causa, sino más bien una finalidad, una orientación, un horizonte que descubre e interroga. 

Seguimos. 

Estaban ya en conexión la amistad con lo bueno, que en algún momento de la conversación se han ligado, y ahora con lo bello, que también apareció antes, pero de otro modo. La primera conexión parece tan fuerte que tiende a tomarse casi como lo mismo, como semejante. Está ahí indicada, en esa relación fuerte, como para indicar que una pertenece a la otra. Aunque, dada la consideración de su diferencia, tienden a tomarse en el mismo plano como enemigos. Es más, es casi considerarse algunas veces como enemigo del amigo para poder hacerle bien, realmente bien. No sé si me explico. No darse por complacido y sumido de tal manera dentro uno de otro que se equipare y, llegando a la amistad, alguien piense que ha llegado al bien. Por eso la confusión, la terrible confusión. Y no es eso. El amigo es una indicación para el bien, una exigencia para el bien. No al revés. ¡Qué dolor escribir estas cosas!

Del otro lado, ahora aparece con fuerza el bien, como intuición, como un no saber, como un "ni yo me lo explico". Y se dice, como viajando muy rápido a la raíz el asunto, que en una conversación daría para mucho más que aquí, tomado como algo escrito y para la reflexión y meditación, que lo bello es lo amado. Y después se insiste en un giro de identificación, es decir, que lo bueno es lo bello. De modo que se ha problematizado la relación. Es como sacar una nueva palabra para la definición y conexión, que hace que se obliguen a replantear los temas dichos. 

La belleza es, como se sabe, no algo meramente estético y bonito. Sino la fuerza del aparecer de una realidad en sí misma. Una fuerza que, como bien sabemos, no siempre tiene la realidad mentada. Sin embargo, aparece. Porque se habla de ella, se puede ver su aparecer. Difícil tarea, porque se escabulle, no permanece como otras cosas permanecen y se dejan ver. En la belleza, lo cambiante. No lo fijo, sino lo cambiante. Y el requerimiento para su percepción, su captación, su recepción, su acogida. No siempre atentos a lo esencial, sino a partes insignificantes o no relevantes para la realidad. Siempre pongo el mismo ejemplo en clase, pero tomar la persona por el color de la piel, y tomando eso como algo esencial, siendo del todo inesencial, deriva en la barbarie misma. Y alguno dirá que lo que está haciendo es del todo sensato, real e incuestionable. ¡Es un hecho!, gritará. 

Creo que Menéxeno está como muchos de los que leen, sin saber, pero con ganas de que siga adelante Sócrates. Así que decimos "sí lo creo", "sí lo opino", "sí me parece", aunque no entendamos del todo, o casi nada. O nos parezca incluso ridículo y contrario a la sensibilidad y la razón. Mejor dicho, quedándonos en la sensibilidad, sin que comprendamos bien cómo ésta funciona y se hace presente captando algo de lo mucho que hay, solo en parte. Y que dicha sensibilidad esté presente y capte algo, en gran medida significa que hay algo que se está realizando y por tanto algo que, en su momento, nos dice algo de algún bien. Por eso lo bello, digo yo, estará en conexión con lo bueno. A Menéxeno se le aparece más de lo que a mí se me aparece, todo sea dicho. Lo que aparece y el aparecer no son lo mismo. 

Decía Sócrates que "lo amigo de lo bello y lo bueno" no es "bueno", no es "malo". Y acto seguido indica que hay tres "géneros" (familias, campos, espacios, relaciones, grupos...). Que serían los tres que he entrecomillado arriba. Poniendo lo bueno lo primero es evidente para cualquier persona que no todo lo que hay es bueno. Por tanto, la diferencia entre "lo bueno" y "lo malo" es tan evidente que no necesitamos explicarla en absoluto. Si acaso, el intento de que uno y otro estén en relación y cómo, y, en su caso, que algo recibido como "malo" pueda ser "bueno" y a la inversa, es decir, el problema de la recepción de uno y otro, de su acogida. Otro tema, pero es el que está relacionado directamente con "lo bello". Lo que no está tan claro, ni mucho menos, es que todo lo que hay no se pueda diferenciar solo entre "lo bueno" y "lo malo", sino "entre", considerado como algo que no es ni lo primero, ni lo segundo. 

λέγω τοίνυν ἀπομαντευόμενοςτοῦ καλοῦ τε καὶ ἀγαθοῦ φίλον εἶναι τὸ μήτε ἀγαθὸν μήτε κακόν: πρὸς  δὲ λέγων μαντεύομαιἄκουσονδοκεῖ μοι ὡσπερεὶ τρία ἄττα εἶναι γένητὸ μὲν ἀγαθόντὸ δὲ κακόντὸ δ᾽ οὔτ᾽ ἀγαθὸν οὔτε κακόντί δὲ σοί;

Menéxeno está de acuerdo. ¡Cómo no!

Esta distinción, lejos de oscurecer el tema, lo vuelve mucho más claro. Pero parece que vamos definiendo en negativo y por contraste. De tal modo que: 

1. "Lo bueno" no es "lo amigo de lo bueno". 

2. "Lo malo" no es "lo amigo de lo malo". 

3. "Lo bueno" no es "lo malo". 

4. Nos falta, "si algo es amigo de algo" (afirmación que se pone en duda en este momento): "lo que no es ni bueno, ni malo" sea "amigo" de "lo bueno". 

5. Lo que no puede ser: "lo que no es ni bueno, ni malo" sea "amigo" de "lo malo". 

Espero que punto a punto haya quedado más claro. Es decir, que el "entre" es lo que es amigo de lo bueno, pero no puede serlo de lo malo. La amistad, si es algo, tiende a lo bueno, nunca a lo malo. No tendría sentido. La posición "entre" nos conduce hacia "lo bueno". ¿Por qué? No puede ser porque miremos a "lo malo" y queramos huir de ello, sino porque hayamos descubierto algo que es "lo bueno" que nos atraiga. Incluso sin ver "lo malo", lo cual es imposible, "lo entre" iría hacia "lo bueno". ¿Por qué? ¿No parece más bien lo contrario, que en la duda y el "entre" se inclinan más las personas hacia "lo malo"?

Queda por hablar con más profundidad de eso que se llama aquí "lo bueno", que aparece en "lo bello", aunque no se vea con los ojos estéticamente, sino en el diálogo que pone en marcha la razón, es decir, la vida. Y sobre "lo malo" también deberíamos hablar. Basta con meditar, por ahora, en que "son". Y nadie cuestionará, en su propia vida claro, porque en la de otros ya sabemos qué pasa, que existan. La amistad quizá sea la profunda consideración de que existe precisamente "lo bueno" como algo que no es "de mí", sino "en sí". 








sábado, 16 de abril de 2022

LISIS. Día 55. (Platón, 216c - 216d)

Antes de continuar, un pequeño alto en el camino. Aunque da la sensación de que todo son saltos en el camino y que ha desaparecido el principio, sin que se vea ningún final. Estamos en el medio continuamente, sin saber bien por qué hemos llegado aquí, sin ser capaz de dar cuenta de todo, absolutamente todo lo que ha pasado. Y mucho menos sabiendo dónde iremos a parar. Se quiere algo, pero vaya usted a saber, a estas alturas y tan metidos en harina, qué pan posible puede quedarnos. Estrictamente, en el medio. Y, en este medio, una consideración más. Como fraccionando y fraccionando el discurso para verlo con mayor atención, con mayor objetividad, con mayor luz. Los decimales, que se diría. Los nano-decimales en ocasiones. 

Sócrates vuelve a frenar la conversación y pide considerar algo que a lo mejor se ha dejado pasar rápidamente. Qué es lo que ahora pide que se examine. Pues algo que, de primeras, ni Menéxeno entiende qué quiere decir. Pero más sorpresa cabe notar cuando el mismo Sócrates dice que él tampoco lo entiende, que es como si hubiera llegado aquí movido por algo diferente de sí y que ahora, según va preguntando, parece que hay que hacer ver o notar. A lo mejor no vale para nada, pero reclama su atención. Y, como reclama la suya, también tiene que ir Menéxeno con él a verlo, lo mismo que nosotros. 

ἔτι δὲ καὶ τόδε σκεψώμεθα, μὴ ἔτι μᾶλλον ἡμᾶς λανθάνει τὸ φίλον ὡς ἀληθῶς οὐδὲν τούτων ὄν, ἀλλὰ τὸ μήτε ἀγαθὸν μήτε κακὸν φίλον οὕτω ποτὲ γιγνόμενον τοῦ ἀγαθοῦ.

πῶς, ἦ δ᾽ ὅς, λέγεις;

ἀλλὰ μὰ Δία, ἦν δ᾽ ἐγώ, οὐκ οἶδα, ἀλλὰ τῷ ὄντι αὐτὸς εἰλιγγιῶ ὑπὸ τῆς τοῦ λόγου ἀπορίας, καὶ κινδυνεύει κατὰ τὴν ἀρχαίαν παροιμίαν τὸ καλὸν φίλον εἶναι. ἔοικε γοῦν μαλακῷ τινι καὶ λείῳ καὶ λιπαρῷ: διὸ καὶ ἴσως ῥᾳδίως διολισθαίνει καὶ διαδύεται ἡμᾶς, ἅτε τοιοῦτον ὄν. λέγω γὰρ τἀγαθὸν καλὸν εἶναι: σὺ δ᾽ οὐκ οἴει;

ἔγωγε.

Esto es. Lo que Sócrates quiere considerar, que la amistad se haya ocultado aún más, en lugar de ganar claridad con ella. Y que no tenga, por tanto, nada que ver con lo que están hablando. Y que se hayan confundido por tanto de "lugar" que están estudiando o "herramientas" con las que están examinando el tema. Es decir, que no pertenezca al campo de "lo bueno" y "lo malo" como tal, sino a otra cosa. Si es que esto puede suceder. Mejor dicho, como se verá, que no sea una cuestión de personas cerradas en el bien y el mal, si es que esto existe, que no existe ni en la razón menos sincera que se pueda conocer, sino que pertenezca al terreno nuevo que están pisando ahora, al entre. Es decir, no a lo bueno propiamente o lo malo propiamente, sino a lo que propiamente se sabe entre el mismo bien y el mismo mal, viajando de un lado a otro. De ahí que, para mí al menos, el "horizonte" en el que se mire toda realidad haga que esta realidad cambie radicalmente. Porque esto que se acaba de hacer termina por dar una forma nueva a lo que se considera. Mejor dicho, acaba de dar forma gracias a que se ha hecho luz sobre el fondo. Se ha tomado como forma muy rápidamente algo que solo se puede considerar en verdad como fondo de algo, no como forma. Ni siquiera como forma, no digamos como materia. 

Poco a poco. 

Primero. No es ninguna de las cosas que han considerado. Porque han dado por bueno que lo que ha llegado a ser amigo de lo bueno es o bueno o malo. Lo expone en negativo, como lo que no es. Lo que ha llegado a ser amigo de lo bueno no es ni bueno, ni malo. Mejor repetirlo otra vez, para que se comprenda que está "en medio", que es "entre", que "ha llegado a ser" lo que no ha terminado de llegar a ser del todo "bueno" o "malo", que el movimiento hacia la proximidad no ha finalizado, no se ha definido, permanece abierto. Que la amistad, dicho así, en su llegar a ser, sigue siendo. 

Segundo. Menéxeno no entiende. "¿Qué quieres decir?" Como una protesta. Es la desventaja de quien está atento y, pese a estar en la conversación, necesita más explicación. Esta duda, dicho sea de paso, muestra lo centrado que está. Porque no es fácil de entender. Y la duda de Menéxeno es didáctica para nosotros. ¡Hasta para Sócrates!

Tercero. El "no lo sé", que sabemos que es irónico, de Sócrates. "Me encuentro como aturdido, mareado, confundido, perdido." Dice de sí. O sea, que está igual que está Menéxeno en la conversación queriendo oír el discurso. 

Cuarto. Una intuición. Esa captación amplia de la verdad, ese trato con la realidad que se da, sin que se sea consciente todavía de ello. Ese impacto, golpe, choque, vuelta, donación, fogonazo o claridad. Ese movimiento, ese aparecer. Y que no es feliz intuición, sino desconcertante momento propiamente hablando. Se da, se viene una objetividad entera de un modo inasequible inmediatamente. Parece que el ojo, o lo que sea, no está preparado para ver todo lo que tiene que ver y está sin embargo viendo. No me detengo. 

Quinto. Las palabras importan. Es un "logos" "aporía" (ἀλλὰ τῷ ὄντι αὐτὸς εἰλιγγιῶ ὑπὸ τῆς τοῦ λόγου ἀπορίας,), que conduce a un callejón sin salida, pero del que parece que se ha salido aunque no se recuerde bien por dónde, o se ha visto más allá de él aunque ahora no se encuentre el agujero por el que mirar. Aunque devuelve la sensación de estar encerrado en algo, esta sensación la da el haber quedado algo abierto. 

Sexto. Que lo bello sea lo amado. Esta es la tesis. τὸ καλὸν φίλον εἶναι. Así de sencillo. Y convendría pararse aquí un rato largo. Porque esto que no se deja captar sencillamente, por mucho que se haya puesto de modo ordenado en una frase, significa tantas cosas y tan amplias, que abarcarlo resulta complejísimo. Se tendría que estar examinando una y otra vez algo así. Y que, siendo así, lo bueno es lo bello. λέγω γὰρ τἀγαθὸν καλὸν εἶναι: Entonces, lo que atrae, la atracción es lo que mueve en una dirección y otra y, cuando aparece y se da a conocer, lo hace como fuerza en movimiento, pero no como cosa en sí objetiva al modo como otras cosas son objetivas. O, dicho de otro modo, que quien ama hace muchas cosas muy diferentes de "amar" y "amar" no aparece sino siempre en camino, como realizándose a sí misma en la medida en que está fuera de sí hacia el bien, agradándose en el bien, atrayendo la belleza del bien, que no va habitualmente de la mano en el aparecer a la primera de cambio. Y que el bien no se ve, por tanto, sino a través de la belleza, que a su vez requiere de ese movimiento de búsqueda hacia el bien que es salida de sí y abandono de sí, por tanto también de una cierta conciencia vuelta sobre sí exclusivamente sin más realidad que uno mismo, y que eso es amistad. 





viernes, 15 de abril de 2022

LISIS. Día 54. (Platón, 216b)

Para dialogar con una persona es imprescindible estar asentado sobre unas condiciones que no siempre percibimos. Debe ser interesante la otra persona. Se debe haber descubierto algo de belleza, verdad y bondad en ella. Igualmente se hace imprescindible la comunicación entre ambos, la capacidad de intercambio sobre un asunto que sea común. Y más. Si no, se abandona. Esta confianza fundamental es la base de la humanidad que no lucha, que no se enfrenta. No es la paz, sino su antesala ya pacífica. El medio y método de una paz siempre por alcanzar y proteger en la cercanía al otro. 

Sigo con el diálogo. 

Menéxeno se extraña de los derroteros por los que ha caído la conversación con Sócrates y que no ha sido capaz de frenar. Simplemente, dejándose llevar, ha terminado en lo absurdo de lo absurdo. Algo así como que el bien quiere el mal y el mal quiere el bien y ambos, por tanto, se necesitan mutuamente como para explicarse a sí mismos, en paralelo, en simetría, en su adecuada posición. Y que esta forma, tan absurda, es un modo habitual en el que muchas personas viven y según el cual proceden con su pensamiento porque no han llegado donde él ahora mismo se ve situado en el trato con Sócrates, en la cercanía con ese nuevo maestro de esta nueva palestra infantil en fiesta. Está aquí. No en otro lugar. 

Sigue Sócrates, por tanto, ampliando el espectro de la conclusión para que se vea todo lo posible. 

ἆρ᾽ οὖν, φήσουσιν, τὸ ἐχθρὸν τῷ φίλῳ φίλον ἢ τὸ φίλον τῷ ἐχθρῷ;

οὐδέτερα, ἔφη.

ἀλλὰ τὸ δίκαιον τῷ ἀδίκῳ, ἢ τὸ σῶφρον τῷ ἀκολάστῳ, ἢ τὸ ἀγαθὸν τῷ κακῷ;

οὐκ ἄν μοι δοκεῖ οὕτως ἔχειν.

Llegado este punto caben dos opciones fundamentalmente. La primera sería tirar a Sócrates fuera de los muros del lugar, que coinciden con los muros de la ciudad. Y que siga vagando por las afueras, por donde iba y a donde fuera. La segunda sería rechazarse a uno mismo. O bien extrañarse de Sócrates, o bien extrañarse a uno mismo. Y así descubrir que, de alguna manera, se ha abrazado a la razón misma y que ha tomado a la razón misma por buena compañera, de la que fiarse. Pero una razón que irá o vendrá según se le de algún sentido para avanzar, cargándola de contenidos y materias con los que funcionar, con los que mostrarse. En la argumentación estúpida que han hecho hasta ahora ha aparecido, como poco, una ignorancia enorme y una razón fiable en su sencillez y simpleza. Más que contestar Menéxeno o preguntar Sócrates, la conversación la lleva la razón misma esclareciéndose ante ellos, apareciendo entre ellos. Por eso aquello, quizá, de una presencia que es compartida cuando dos o más se reúnen en su nombre. Pero no seguiré por aquí. 

Decía que Sócrates avanzaba ligando la amistad con lo justo, con lo moderado y con lo bueno, así como dejando enfrente lo enemigo, lo injusto, lo intemperante y lo malo. Ninguna palabra está de más en esta tríada de semejanzas que se han colado aceptándolas como tal por su cercanía, y que ya quisiéramos ver con mayor claridad de lo que habitualmente podemos percibir, notar, sentir, notar, ver venir. Quizá por ello reaccionamos con cierta enemistad a la amistad que se presta a nuestra humana condición y vida, o con amistad a lo que no es más que enemigo tapado de nuestra existencia. Quizá. 

En esto cabe añadir y subrayar, una vez más, que aunque se hagan descripciones más o menos vitales y existenciales de las llamadas "ideas socráticas", en verdad no hay un reduccionismo a lo propio en el diálogo general, puesto que son tomadas siempre como realidades accesibles fuera de la persona como tal y de su psicología o historia en particular. En todo el diálogo se verá que, a poco que se repase y sepa leer normalmente, que se afirma, y no se contesta o duda, de la amistad, la justicia, la prudencia o la bondad. Y que, al no cuestionarlos siquiera, se afirma esperanzadamente que la persona sabe de ellos hasta el punto de vivir por ellos y, casi, para ellos, aún sin saberlo del todo, sin ser conscientes del todo de ello, pero habiéndose ya dado. Hasta estos niños lo saben. Y nadie se lo ha explicado, ni son capaces de definirlo o repetirlo con palabras que vengan de otros. Simplemente lo viven. De ahí que el examen sea de la vida y las respuestas se deban dar desde la vida, esto es, desde la razón misma. Que va brillando poco a poco. No mecánicamente, sin nombrarla. 

Ahora Sócrates no deja ni responder a Menéxeno. Él se responde. No parece tal cosa. No hay que seguir avanzando por esta barbaridad de la cercanía de todo con todo, de la negación de toda distancia o claridad. Así que solo queda un paso, que ahora rompe el plano simple en el que han jugado hasta el momento dando lugar a un "entre", otro escalón o peldaño, que no permite ir rápidamente y saltando de uno en otro. 

ἀλλὰ μέντοι, ἦν δ᾽ ἐγώ, εἴπερ γε κατὰ τὴν ἐναντιότητά τί τῳ φίλῳ φίλον ἐστίν, ἀνάγκη καὶ ταῦτα φίλα εἶναι.

ἀνάγκη.

οὔτε ἄρα τὸ ὅμοιον τῷ ὁμοίῳ οὔτε τὸ ἐναντίον τῷ ἐναντίῳ φίλον.

οὐκ ἔοικεν. 

Una vez más, Menéxeno está de acuerdo, muy de acuerdo. ¿En qué está de acuerdo? En dos asuntos, por los que irá ahora avanzando la conversación. Por un lado, que hay un "vínculo" que une y que este vínculo es ahora la definición que van a explorar como amistad. Y por otro lado, que la amistad no es sobre lo semejante, ni sobre lo opuesto; es decir, que tales conceptos no clarifican la amistad y que su aplicación aquí se ha vuelto desagradable, horrenda e inhumana, porque ha dejado de ser racional. Dos asuntos que, mezclados, ya van indicando con qué tendrán que bregar próximamente. Aunque Menéxeno ni lo vea. Todo le parece bien, como a tantos, como a muchos. Yo le imagino una y otra vez con la cara iluminada como viendo cosas que jamás se había planteado. Como yo, dicho sea de paso, cuando creo que he comprendido por fin algo importante, aunque todos sabemos a cierta edad que no se trata de ningún paso definitivo como final, sino como medio en el camino. 



domingo, 10 de abril de 2022

LISIS. Día 53. (Platón, 216a - 216b)

Lo inmediatamente anterior solo es Hesíodo, no Sócrates, no Platón. Sin más, pregunta a su auditorio qué les parece eso, que solo los distantes y desemejantes pueden amarse. ¿Qué tal suena, de primeras? ¿Qué tal suena, de segundas? ¿Qué pasa cuando lo pensamos? ¿Qué estamos obligados a aceptar y qué estamos obligados a rechazar? ¿Todo o nada? ¿Algo?

En los dos argumentos simples, sobre la relación entre semejantes o desemejantes, con su amor y odio, se produce un mismo y único error: la planifice, la falta de amplitud, el mero entendimiento de la cuestión, la competición por un espacio que se dice único sin ser ontológicamente considerado como el medio que es proximidad y distancia, porque no hay nada más que dos en el análisis, y el amor o el odio están en uno y otro identificándose con ellos. 

Sigo. Sin transcribir, porque cansa.

Sócrates toma la palabra para dirigirse a todos, no a Menéxeno. Usa el plural frente a su singular, trayendo al diálogo la distancia entre uno y todos, entre el yo y el vosotros. Pero Menéxeno toma la palabra y dice otra tontería más. Le suena bien. Porque parece que todo le suena bien a este joven que antes creía saber algo y ahora no se da cuenta, todavía, que no sabe nada. No sabe de su nada. Así que responde inmediatamente. 

Por cierto, Sócrates se ha separado de Hesíodo y lo ha dejado claro. Pese a que sea su recuerdo, es la palabra de otro, que lleva dentro, en una cierta distancia. 

Así que Sócrates, después del parecer de Menéxeno, insiste preguntando. ¿Esta sería la tesis: lo opuesto es lo más amigo de aquello que se le opone?

φῶμεν ἄρα τὸ ἐναντίον τῷ ἐναντίῳ μάλιστα φίλον εἶναι;

Sin palabra, solo haciendo sonidos: "enantíon". Un neutro, de los muchos, para referirse a esto que despersonaliza y aleja, que extraña y no corresponde. Lo que no encaja con uno, que es lo que permitiría, en verdad, la distancia en uno mismo de lo que no es uno mismo, de lo no identificable. Creo que, si se da la amistad, tiene que empezar por aquí realmente. Por esta mezcla extraña de una subjetividad que enfrenta una objetividad con atractivo, atraído por ella. No respecto del conocimiento, sin más. Aunque, evidentemente, participa e interviene. 

Menéxeno sigue diciendo que sí. No le queda otra a quien no entiende lo que se está diciendo. 

Esto de la "semejanza" es lo que en otros lugares se pretende rozar con el discurso, pero se trata de algo que describe al ser y no a la razón, a lo cual la razón se enfrenta. Lo mismo que en la amistad hay componentes epistemológicos y éticos unidos, así en todo lo demás se debería considerar la relación sin que una y otra viajen por mundos paralelos. Que muchos problemas hoy provienen de esa división en lo humano. 

Sócrates le pregunta entonces si no lo ve muy extraño (allókotos), es decir, lo que no cuadra, lo que no encaja. Que es igualmente un juego de formas y modos. En esta pregunta, tan cercana a la tesis, se inicia la problematización de la cuestión de Hesíodo en sentido pleno, porque da la pista para situarse en un plano diverso: el que opone términos, el que define en oposición, el que señala la diferencia. 

Ahora sí, amistad se vuelve contrario a enemistad y tenemos una fórmula capaz de definir los polos del tema del diálogo. Quizá examinando las diferencias entre ellos se percibe mejor qué pueda significar la amistad, cercana pero no idéntica al eros atractivo. Otra cosa es cómo se llega hasta aquí, es decir, cómo es posible ir por la vida identificando amigos y enemigos. No resulta tan fácil. Ni lo primero, ni lo segundo. Lo cual, dicho sea de paso, obliga casi a posicionarse de partida en una de las dos. Por ejemplo, nuestro tiempo -quizá todo tiempo, incluido el de Sócrates y no digamos el de Jesús de Nazaret, o, sin ir tan lejos, la Ilustración tan querida por muchos- se pone claramente del lado de los enemigos. Solo algunas personas pobres pueden decir lo contrario. Pobres, en el mejor sentido posible. Pobres de condición casi natural. Pobres en la inteligencia de su tiempo. Pobres en la comprensión general. Casi niños. Los niños quizá son los únicos que pueden estar del otro lado, hasta que aprenden porque les hemos enseñado bien la lección de los amigos y los enemigos, de lo blanco y lo negro. Para que no sean ingenuos, claro. Para que, y aquí hay un problema, o bien abandonen la ingenuidad, o bien adquieran la ignorancia suficiente para olvidarse de los demás y de sí mismos. Qué sé yo. Pero el caso es que o aprenden o les enseñamos esto. 

Todo está claro cuando vivimos así, con dos planos. Todo está tan claro que asusta. Cómo no tener miedo si cualquiera puede convertirse (o incluso ser) un enemigo, un guerrero contra mi propia vida, un existente enfrentado a mí. ¿Y yo? ¿Cómo no volverme enemigo para así defenderme mejor y llevar ventaja a los demás? 



viernes, 8 de abril de 2022

LISIS. Día 52. (Platón, 215c - 216a)

Ahora Sócrates tira de "lectura" y "memoria". Cada vez que ocurre esto se usa, no propiamente como argumento, sino para revisar los "espacios comunes" de la tradición que comparte Atenas. Por eso a nosotros nos suena como "sabiduría" lo que para entonces es una especie de "idea general" que pulula entre todos. Hoy, aunque hayamos perdido esas referencias comunes que dan fundamento a lo común siguen existiendo afirmaciones compartidas que convendría examinar y según las que vive la gran masa social. Es lo que, a mi modo de ver, ocurre en Platón cuando se recurre a citas. No es tanto una autoridad como una confrontación con la realidad. De hecho, las citas están más que escogidas. 

Sigo. Esta vez no copio el texto. 

El siguiente paso, después de constatar el extravío de la argumentación, debido a un error en la consideración de las premisas, de las que se va siguiendo uno y otro de los pasos hasta el final, pregunta Menéxeno cómo ha sido esto (posible). Es decir, pregunta por el extravío, más que por el tema. Con la confianza que da la lógica en sí misma, la razón en sí misma, el diálogo en sí mismo. 

Toma la palabra Sócrates largamente. Primero para hablar de algo que "ha oído a alguien que hablaba". Cita, por tanto un recuerdo, una memoria, algo presente. Sobre eso de lo que ha oído es que "lo semejante es lo más enemigo de lo semejante". No lo igual, sino lo semejante. Ha venido un recuerdo, que ya posee. Un desvelamiento por tanto de su recuerdo, de su alma. Este principio es más extenso: "lo semejante de lo semejante, lo mismo que lo bueno con lo bueno, luchan entre sí". 

ὅτι τὸ μὲν ὅμοιον τῷ ὁμοίῳ καὶ οἱ ἀγαθοὶ τοῖς ἀγαθοῖς πολεμιώτατοι εἶεν:

O sea, la guerra entre los semejantes. Y, como argumento conocido, cita a Hesíodo, que no habla exactamente de guerra, sino de molestia, de irritación. Y no me extraña porque pone ejemplos de rivalidad en los que dos realidades quieren poseer la totalidad de un mismo plano compitiendo entre sí. Recuerdo, a tenor de esto, que Hesíodo habla de dos "envidias" realmente y no solo de una. Luego Hesíodo reconoce que hay diversidad en los modos de enfrentar una única realidad, aunque aquí Sócrates -Platón- se quede con una única. En la planicie en la que todo se pone en el mismo plano, efectivamente: o lo uno, o lo otro. No es ironía, es violencia. 

Según parece, los que más se asemejan compiten entre sí. Efectivamente, pone una ristra de realidades de las que se ven pletóricos: envidia, rivalidad, odio. Los que más se asemejan entre sí, se repelen. No se complementan, sino que se repelen. 

καὶ τἆλλα δὴ πάντα οὕτως ἔφη ἀναγκαῖον εἶναι μάλιστα τὰ ὁμοιότατα πρὸς ἄλληλα φθόνου τε καὶ φιλονικίας καὶ ἔχθρας ἐμπίμπλασθαι,

Personalmente, considero que estas apreciaciones no son sino una broma para poner de relieve la necesidad de un segundo plano en la consideración del amor, que es de lo que se está tratando. Y no de comercio, ni de necesidad. 

Y acto seguido afirma que los diferentes posibilitan la amistad. 

τὰ δ᾽ ἀνομοιότατα φιλίας:

Que, dicho así simplemente, es necesariamente cierto, tanto como que lo semejante también es imprescindible para la amistad. O sea, ni lo uno, ni lo otro radicalmente considerado, sino la paradoja armonizada de ambos. Pero bueno. 

Sigue poniendo ejemplos de "diferencia" en los que se daría amistad, que no termino de ver completamente. Se daría amistad entre rico y pobre, entre débil y fuerte, entre enfermo y médico, en tres cuestiones por tanto: la obligación con el pobre, la ayuda mutua y reparto de fuerzas, y la sabiduría. Esto, evidentemente, en un mundo idílico y maravilloso en el que cada uno esté dispuesto a ser ayudado según su necesidad y el otro a dar según su capacidad. Lo cual, pese a la insistencia en esta visión de lo diferente, no se da en la realidad que yo tengo inmediatamente a mano. Sí en la alteridad, no en la diferencia en la que no se reconocen el uno y el otro en igualdad. Es más, estas diferencias se acusan más porque no derivan, creo yo, en amistad real, sino en una condición deudora del ser humano respecto de otro tomado como salvador. Pero bueno. 

Esto sería para Hesíodo, según Sócrates, muestra de que la amistad entre lo semejante no tiene lugar. Pero insisto en que hay que revisarlo bien. A mí me parece una locura, sin más. Los opuestos y alejados que, ni se conocen, no se pueden amar. Pero para amar, en verdad, hay que obtener una cierta distancia comunicable, una distancia ciertamente infinita que se dé en una presencia capaz de provocar cercanía o de exigirla. Los contrarios se atraen en lo natural, pero es lo mismo en lo humano. 

Se confunde "semejante" con "idéntico", y Menéxeno no para el diálogo. Y "diferente" por "opuesto o enemigo". Una y otra vez. De ahí que no haya camino posible. Lo cual, como la buena filosofía que es, requiere una vuelta a los principios, al origen, a los fundamentos. Citar a Hesíodo, haciendo memoria, es una invitación a ir más allá de la inmediata memoria de la cultura tradicional y la opinión general, para dar el siguiente paso. Espectacular, sin más. O consideramos esto bien o estaremos repitiendo más que adelantando. 





jueves, 7 de abril de 2022

LISIS. Día 51 (Platón, 215b - 215c)

En todo intercambio cotidiano, especialmente en el amor y el odio, quien se mueve por uno y otro, en el fondo, busca un eco similar en el otro. Quien ama espera amor y el odio llama al odio. De ahí que quien es amado quede desconcertado, tanto más provocado cuanto más gratuito e inesperado, como desequilibrado hacia el lugar de la vida en el que se mueve el amor de uno mismo hacia otro. Pero también que quien padezca el odio esté herido y tentado a responder con la misma moneda. Y pese a que esto esté más o menos claro en la teoría, la respuesta humana dispone de algo que impide el automatismo poroso de las células y quede encerrado bajo el signo de un tiempo que haga suya, y no de otro, la respuesta -responsabilidad- y la culpa. No soy capaz de comprenderlo de otro modo en estos momentos. Aunque queda siempre abierta la pregunta por el origen de uno y otro movimiento. 

Sigo. 

Pero no serán amigos, si no llegan a valorarse mucho mutuamente. 

Es verdad. 

¡Mira entonces, Lisis, adónde hemos ido a parar! ¿Es que nos hemos extraviado totalmente?

φίλοι δέ γε οὐκ ἂν εἶεν μὴ περὶ πολλοῦ ποιούμενοι ἑαυτούς.

ἀληθῆ.

ἄθρει δή, ὦ Λύσι, πῇ παρακρουόμεθα. ἆρά γε ὅλῳ τινὶ ἐξαπατώμεθα;

Esta es la conclusión sobre la utilidad de la amistad, más o menos dicho así rápidamente, que viene tratando Sócrates como inquietud personal a propósito del requerimiento de la alteridad y la diversidad. Es, por decirlo bruscamente, una cuestión matemática planteada a propósito de la vida en torno a la igualdad y la diferencia. Donde el error fundamental de base pueda ser, entre otros y con sus derivadas, la posible consideración de que hay dos personas iguales por algún lugar del mundo cuya semejanza pueda ser tan grande que se confundan, mientras que, a mi entender, más bien habría que considerarlo en virtud de su dinamismo personal y apertura hacia el bien, que es donde el amor se la juega definitivamente. El que ama lo hace porque hay un bien, no dentro de la persona quizá, sino en la persona misma como realidad. Y cuando dos que están de camino al bien se cruzan, y todos de alguna manera lo estamos, y siendo capaz de reconocer esta orientación, entonces se aprecian, se valoran y se encuentran. 

Por supuesto, el amigo es útil, pero no tanto en la dirección que se piensa y expone aquí, sino en la otra. El amigo es realmente útil porque despierta en la persona la capacidad de amar perteneciéndose a otro y no solo a sí mismo. Es decir, por la liberación que supone, por lo que desata. Y me gusta aquí recordar que esto es verdad en sí misma al modo griego. Es decir, que provoca el otro todavía no amigo la exigencia de responder con amor de amistad, amor de pertenencia, amor de entrega a la espera confiada de lo que pueda pasar. 

La valoración mutua, que se está dando de hecho en el diálogo mismo a pesar de que no estén de acuerdo y anden pasando de puntillas por los temas o extraviándose, es el dinamismo propio del amor, que aquí se sitúa en el plano de la verdad y de su búsqueda. Tanto para Sócrates como para Menéxeno vérselas en esta situación es crucial. Quizá se podrían reconocer a sí mismos y parar de hablar de lo de fuera para comprobar lo que está sucediendo en el diálogo mismo. Pero esto no lo harán. 

Sócrates plantea la necesidad en el amor de la "valoración", no como intelectualismo barato, sino como acción mutua. Ambos están en común dinámica. Y de aquí la necesidad de pensar realmente que hay dos planos de la realidad y traer a este punto el análisis de "todos y partes" que en ocasiones he planteado para no superficializar destructivamente su consideración. Mis jóvenes alumnos sí que plantean la amistad sin carne en dos o tres puntos dentro de un plano, que suele ser el de la confianza, pero no lo traducen en la compleja realidad de su persona y la del otro entablando un diálogo infinito por sí mismo, y muy ignorante de lo que hay y lo que puede haber en el futuro. 

Del punto de partida sobre la igualdad, y la argumentación hecha poco a poco, se deduce una contradicción que hace revisar el inicio. El término "extraviarse" o confundirse, quedar a un lado o salir del camino trazado, es lo que se utiliza en los diálogos frecuentemente para señalar el desatino. No insisto más, porque el texto es elocuente. Iban derechos y rápidamente ha la "conclusión" y, de repente, el camino emprendido se abre otra vez más. No parece un sendero, sino campo abierto. Lo trágico y exagerado del "totalmente" muestra la confianza en la razón por la que se dejan guiar. ¡Todo lo dicho debe estar mal, si es que hemos terminado aquí! Lo que no dice que esté mal es el palo trabajado y lo que se va dibujando de este lado de la idea bella de amistad, que ahora ya sabemos que incorpora la cuestión de la alteridad y la semejanza de modo ambiguo, ambivalente y abierto. Y quizá sea esa la verdad descubierta con intensidad. 



lunes, 4 de abril de 2022

LISIS. Día 50 (Platón, 215a - 215b)

La verdad nunca va sola. La verdad misma incorpora alteridad. No habla de sí misma sino que está esparcida en todo. Se trata de algo más que un tema común o vulgar, sino de lo común en sí mismo, la capacidad de reunir la realidad luminosamente, no quebradamente, no separadamente. La alteridad de la verdad no es el peligro de la destrucción de lo uno, sino la reunión de lo múltiple. Coincidencia. Habitualmente, planos diversos. Por sí mismo, diversos. La verdad no es descripción, sino captación de la esencia por medio de la intuición. 

Seguimos con el diálogo. 

No lo sé. 

¿Y cómo querrá el que no sea querido?

De ninguna manera. 

Pero, entonces, el semejante no es amigo del semejante, aunque bien pudiera serlo el bueno del bueno, no por ser semejante, sino por ser bueno. 

Bien pudiera. 

Pero, ¿cómo? El bueno, en cuanto que bueno, ¿no se bastaría a sí mismo?

Pero el que se basta a sí mismo no necesita de nadie en su suficiencia. 

¿Por qué no?

El que no necesita a nadie tampoco se vincularía con nadie. 

En modo alguno. 

El que no se vincula a nadie tampoco ama. 

Verdaderamente no. 

El que no ama, no es amigo. 

No parece. 

¿Cómo, entonces, pueden los buenos, sin más, ser amigos de los buenos, si vemos que, estando ausentes, no se echan de menos -ya que son autosuficientes, estando separados- y, si están juntos, no sacan provecho de ello? ¿Qué remedio poner para tales personas lleguen a tenerse mucha estima?

Ninguno, dijo. 

Para seguirlo en griego. El diálogo es riguroso. No sale de sus términos, aunque sí los varía en ocasiones. Conviene fijarse bien. Porque parece que está de broma. Suena a tal tal repetición. En la bondad de la bondad y en el amor de la amistad. Ahí se reitera. Pero nada es por sí. Ni siquiera lo uno que se pueda reconocer personalmente en la propia singularidad. Individualidad y singularidad marcan la diferencia. De igual modo la génesis del amor que no se da a sí mismo. La amistad es imposible en el uno, como el amor. Si hay amor, no hay uno solo. 

οὐκ ἔστιν.

ὃ δὲ μὴ ἀγαπῷτο, πῶς φίλον;

οὐδαμῶς.

ἀλλὰ δὴ ὁ μὲν ὅμοιος τῷ ὁμοίῳ οὐ φίλος: ὁ δὲ ἀγαθὸς τῷ ἀγαθῷ καθ᾽ ὅσον ἀγαθός, οὐ καθ᾽ ὅσον ὅμοιος, φίλος ἂν εἴη;

ἴσως.

τί δέ; οὐχ ὁ ἀγαθός, καθ᾽ ὅσον ἀγαθός, κατὰ τοσοῦτον ἱκανὸς ἂν εἴη αὑτῷ;

ναί.

ὁ δέ γε ἱκανὸς οὐδενὸς δεόμενος κατὰ τὴν ἱκανότητα.

πῶς γὰρ οὔ;

ὁ δὲ μή του δεόμενος οὐδέ τι ἀγαπῴη ἄν.

οὐ γὰρ οὖν.

ὃ δὲ μὴ ἀγαπῴη, οὐδ᾽ ἂν φιλοῖ.

οὐ δῆτα.

ὁ δὲ μὴ φιλῶν γε οὐ φίλος.

οὐ φαίνεται.

πῶς οὖν οἱ ἀγαθοὶ τοῖς ἀγαθοῖς ἡμῖν φίλοι ἔσονται τὴν ἀρχήν, οἳ μήτε ἀπόντες ποθεινοὶ ἀλλήλοις—ἱκανοὶ γὰρ ἑαυτοῖς καὶ χωρὶς ὄντες—μήτε παρόντες χρείαν αὑτῶν ἔχουσιν; τοὺς δὴ τοιούτους τίς μηχανὴ περὶ πολλοῦ ποιεῖσθαι ἀλλήλους;

οὐδεμία, ἔφη.

Comienza aquí una parte preciosa cargada de densas afirmaciones dialogadas. Sorprende, y por eso lo he copiado, que se inicie en el "no saber" del interlocutor, del sabio Menéxeno. Sin que su no saber le detenga, se limita a escuchar, desde ese momento, la argumentación rigurosa de un Sócrates encendido y a la carrera que no encuentran freno en su interlocutor. La preocupación que dice martillearle está del lado de lo que aporta el amigo si, siendo semejantes, el uno tendría suficiente consigo mismo. No se da cuenta Menéxeno, porque no es capaz de responder nada, que dos se sigue de uno. Que el uno solo que dice bastarse a sí mismo, para recogerse en sí mismo, necesita alteridad y diferencia. Y que dos no es más que el encuentro precisamente del uno. Que el uno necesita del otro. Y que su incorporación y relación no destructiva, sino de reconocimiento mutuo, es lo que permite precisamente que se vea así. Y que esto es precisamente el amor. El amor es lo que hace que uno se pueda bastar a sí mismo. Es decir, que no se basta a sí mismo en origen, porque el uno no se da a sí mismo la unidad, sino que la recibe como singularidad. En un mundo como el nuestro es esencial descubrir esto para no perderse en una relación y pertenencia que simplemente derogue lo dado como uno. 

Dicho de otro modo, el uno recibido humanamente no es tal, sino singularidad que proviene de otro. A esto le podríamos denominar, sin más, "nacer". El amor no hace sino incrementar esta unidad y responsabilidad de uno sobre otro. El vínculo no se da por la necesidad en ningún caso. Ni siquiera lo que hoy se llama contingencia, casi como juego que no se toma en serio, como vuelta a un paraíso perdido en el que la persona pueda hablar de lo serio, pero en broma. La responsabilidad está del lado de la imposibilidad de hablar de algo así a la ligera. No hay ligereza, sino densidad. 

Las matemáticas -el aprendizaje básico y fundamental- incrementan en este caso la confusión. Porque alguno sacará los dedos de la mano para sumar sin percibir que la vida no se iguala al tiempo. La matemática necesita su tiempo. 

Cuando Sócrates dice que tiene una pregunta, lo que viene después es un problema de un orden mayor y en crecimiento. Al plantear el problema, pone delante la diversidad de posibles respuestas y la capacidad de argumentar sobre ellas. Desde dentro, porque se trata de vida vivida y de verdad vivida, se puede ver de otro modo. Ese otro modo de ver, incorpora posibilidades diversas. Escoger un camino para la argumentación requiere ir tomando decisiones. Si las palabras elegidas carecen de fundamento, lo que viene después está desprovisto de sustancia. El uno no es cerrado. Sino abierto. En tanto que el uno es abierto permite el diálogo con lo que después será la verdad y el bien. Es decir, que el uno es, como mínimo, trino. Aunque aquí se empieza, como en la matemática básica, por dos planos. Se trata de aprender, sin más, en lo humano. De ahí se verá qué dimensión adquiere lo mayor. Se dan por tanto tres posibilidades en la relación. Con lo inferior, con lo equivalente y con lo superior. Dos desiguales, uno en relación que tienden a lo semejante, que es lo que revela la igualdad. En la igualdad con el otro se nos dice lo que somos aunque no lo sepamos. Es decir, lo que es posible en nosotros no realizado. Supongo que el amor entonces se ve en amplitud del lado de lo que hace que una persona sea su unidad. 



domingo, 3 de abril de 2022

LISIS. Día 49 (Platón, 214d - 215a)

Es asombroso considerar que esto es un diálogo, que lo es, a diferencia de muchos otros que se llaman tales. Es asombroso y lo vemos cuando se representa la escena. A los diez minutos nos damos cuenta de que diálogo se llama aquí realmente a la exposición de un argumento que se va verificando continuamente y poco más. Sócrates tiene un papel que corresponde a los dos y el interlocutor adquiere un rol que corresponde igualmente a los dos. Se trata del argumento, más que del intercambio de opiniones. Se trata de cómo se vive según ese argumento, más que del hipotético caso en que las realidades fueran flexibles y manipulables, carentes de realidad propia. Lo que no puede ser un diálogo es lo contrario, la suma de opiniones y que dé igual si convergen o divergen. Hoy, cuando te pones un poco serio en una conversación, y te das cuenta de que necesitas estar de acuerdo, como mínimo, en lo que significan algunas palabras, entonces empieza una conversación socrática. Algo así como, ¿qué has querido decir? A lo mejor estoy de acuerdo, o no, pero qué has querido decir cuando hablas de... ¡No digamos si se habla de amor o del otro o de la verdad o de la belleza o de la excelencia! 

En otro orden de cosas, antes del diálogo. La verdad nunca va sola. Si fuera sola, no la temeríamos. Porque es la verdad, sin más. Va acompañada siempre de otro tipo de intenciones. No se presenta jamás puramente si es que viene dada por otro. Es decir, la amistad es allí donde la verdad se presenta de un modo singular y único. En la enemistad, la verdad deja de serlo. Por eso el diálogo es importante, si se da entre amigos. De otro modo, ni siquiera es diálogo. No llega a serlo. No puede llegar a serlo jamás. Entre semejantes se da, por la amistad, un vínculo que suma alteridades. No las destruye. Si las destruyera, no sería la verdad. La mentira no permite que aparezcan personas. La persona es su enemiga, contra lo que combate. Mejor dicho, la humanidad. Lo humano se asienta estructuralmente, ontológicamente del lado de la amistad, en tanto que amor. La verdad se da, como se da el amigo. El enemigo se niega, no se da. Por lo tanto, hace hueco a la mentira. 

Seguimos con el diálogo. 

Así pues, ya tendríamos quiénes son amigos, porque nuestro discurso apunta a que lo son los que son buenos. 

Eso es lo que me parece, dijo. 

Y a mí, dije yo. Sin embargo, hay algo que me tiene inquieto en todo esto. Sigamos, pues, por todos los dioses, y veamos lo que estoy sospechando. El semejante es amigo del semejante en cuanto semejante, y en este caso, ¿son útiles el uno al otro? O mejor dicho: cualquier cosa semejante a otra cualquiera ¿qué beneficio puede traerle o qué daño causarle, que no se lo haga también a sí mismo? ¿O qué cosa sufrir que no lo sufra también por sí misma? Así pues, ¿cómo pueden tales cosas vincularse entre sí no prestándose mutuamente servicio alguno? ¿Es esto, de algún modo, posible?

No lo sé. 

ἔχομεν ἄρα ἤδη τίνες εἰσὶν οἱ φίλοι γὰρ λόγος ἡμῖν σημαίνει ὅτι οἳ ἂν ὦσιν ἀγαθοί.

πάνυ γε, ἔφη, δοκεῖ.

καὶ ἐμοί, ἦν δ᾽ ἐγώ. καίτοι δυσχεραίνω τί γε ἐν αὐτῷ: φέρε οὖν, ὦ πρὸς Διός, ἴδωμεν τί καὶ ὑποπτεύω. ὁ ὅμοιος τῷ ὁμοίῳ καθ᾽ ὅσον ὅμοιος φίλος, καὶ ἔστιν χρήσιμος ὁ τοιοῦτος τῷ τοιούτῳ; μᾶλλον δὲ ὧδε: ὁτιοῦν ὅμοιον ὁτῳοῦν ὁμοίῳ τίνα ὠφελίαν ἔχειν ἢ τίνα βλάβην ἂν ποιῆσαι δύναιτο, ὃ μὴ καὶ αὐτὸ αὑτῷ; ἢ τί ἂν παθεῖν, ὃ μὴ καὶ ὑφ᾽ αὑτοῦ πάθοι; τὰ δὴ τοιαῦτα πῶς ἂν ὑπ᾽ ἀλλήλων ἀγαπηθείη, μηδεμίαν ἐπικουρίαν ἀλλήλοις ἔχοντα; ἔστιν ὅπως;

οὐκ ἔστιν.

Han llegado a un punto crucial, destilando argumentos de todo tipo. Se trata de una definición profunda de la amistad en conexión con el bien. Por lo tanto, también del lado de la verdad. El uno aparece en la amistad. Lo que no termina de cuadrar, y que Sócrates avanza, es la semejanza. Si fuera pura semejanza sin alteridad alguna, situados en el mismo plano de la realidad, se destruirían o no aportarían nada. No se percibe la realidad de la amistad en dos planos diversos, sino solo en uno y uno. La amistad requiere de profundidad. Es decir, de un ámbito propio, más humano, más hondamente humano donde puede vivir. No es la planicie de las relaciones sin significancia, sino del encuentro mutuo. En el encuentro compartido, en la historia que es común y se da por supuesta, se construye algo más que el simple encuentro como encontronazo circunstancial. Se trata más bien de dar paso a algo más, propio. Esos dos planos dotan de profundidad a la amistad en tanto que presente, pasado y futuro. En las palabras compartidas de la propia tradición común. Es la apertura a algo más, a la mutua dependencia que no libra a cada cual de su autonomía. Los combates simples de unas contra otras en identidades fuertes no comprenden la persona en sus capacidad y dimensiones, en su potencial y posibilidades. La oportunidad del bien y de la verdad está encaminada a dar el siguiente paso en el que la persona se descubre a sí misma dotada de más, gracias al otro que reclama capacidad para ser acogido. Supongo que por aquí va la cuestión. 

Por lo tanto, lo que ahora empieza Sócrates lo comienza por el lado de la semejanza cuando tendría que empezar más bien por el otro lado, el de la diferencia, de la alteridad, de la novedad. Efectivamente, sin alteridad no hay novedad y se daría repetición de lo mismo. La nostalgia es el dolor de una herida vieja que cura esta novedad.