lunes, 8 de septiembre de 2025

Fedro. Día 7. Platón 229a

Están buscando un sitio especial para sentarse. Fuera de la ciudad y en tono bucólico. Como Fedro dice estar descalzo, y Sócrates siempre lo está, aparecen los dos mojándose los pies por el arroyuelo en dirección a la sombra agradable de un plátano. Fedro va delante. 

Este pequeño detalle, que también se nombra como una costumbre socrática en El banquete, no hay que dejarlo pasar rápidamente. Sócrates va descalzo en coherencia con su filosofía, con su acción política. De este modo acentúa la austeridad y sencillez de vida propia de quien se dedica a la búsqueda de la verdad y el bien, pero también significa un ejercicio de fortalecimiento del carácter. En su estilo de vida remarca la separación de las riquezas y un cierto desprecio de las mismas, viviendo desapegado de ellas y un mundo excesivamente material. Más bien, para no caer en errores de lectura que lleven en una dirección inadecuada, lo que trata Sócrates es de mostrar el justo orden de las cosas y lo desproporcionado que ya era en su tiempo, no digamos ahora, el materialismo vital que anquilosa y desorienta al alma. Junto a esto, también señala el distanciamiento con respecto a la vanidad y la apariencia estética, descolocando a quienes se hicieran de él una imagen impropia. 

Con cierta ironía, por otro lado, habría que diferenciar entre una vida buena y una buena vida. Pero lo dejamos para más adelante. Sólo apuntar que aquí hay una de las rupturas filosóficas más importantes de toda su historia: la de quienes afirman la prioridad misteriosa de la vida y la existencia, y quienes buscan afirmarse por encima de ella como unos vividores y disfrutones. 

Es curioso, además, que comúnmente ponga ejemplos de zapateros en sus diálogos, siendo él alguien tan alejado de todo esto. 

Por otro lado, conviene hacer notar que es una vida material elegida y que tampoco es algo exagerado en lo que alguien se juegue la vida. Lo cual, por su simbolismo, deja huella en sus discípulos y, algunos de ellos, comienzan a imitar esa conducta peculiar como forma de vida filosófica. En concreto, más entre los posteriormente llamados cínicos como Antístenes, que cuestionan radicalmente los usos y costumbres de la ciudad asumidos acrítica e irracionalmente. 

Aquí no se trata tanto de eso, como de un placer. Conviene ponerlo de manifiesto también al inicio de la lectura de Fedro. El joven está buscando placer tras placer, gusto tras gusto. No hay en él un compromiso filosófico que exceda el ámbito de lo estético y lo genuinamente cautivador. Está del lado de la admiración y el deleite, de lo cómodo y ligero. No tiene ninguna inquietud superior por encima de estas y se complace al máximo en encontrar un lugar idóneo para cultivar estas actitudes hacia la vida. 

Σωκράτης

δεῦρ᾽ ἐκτραπόμενοι κατὰ τὸν Ἰλισὸν ἴωμεν, εἶτα ὅπου ἂν δόξῃ ἐν ἡσυχίᾳ καθιζησόμεθα.

Φαῖδρος

εἰς καιρόν, ὡς ἔοικεν, ἀνυπόδητος ὢν ἔτυχον: σὺ μὲν γὰρ δὴ ἀεί. ῥᾷστον οὖν ἡμῖν κατὰ τὸ ὑδάτιον βρέχουσι τοὺς πόδας ἰέναι, καὶ οὐκ ἀηδές, ἄλλως τε καὶ τήνδε τὴν ὥραν τοῦ ἔτους τε καὶ τῆς ἡμέρας.

Σωκράτης

πρόαγε δή, καὶ σκόπει ἅμα ὅπου καθιζησόμεθα.

Φαῖδρος

ὁρᾷς οὖν ἐκείνην τὴν ὑψηλοτάτην πλάτανον;

Σωκράτης

τί μήν;

Φαῖδρος

ἐκεῖ σκιά τ᾽ ἐστὶν καὶ πνεῦμα μέτριον, καὶ πόα καθίζεσθαι ἢ ἂν βουλώμεθα κατακλινῆναι.

Σωκράτης

προάγοις ἄν.

Sócrates insiste en que Fedro sea quien vaya delante y oriente el camino, el viaje. Él irá detrás. Lo cual es muy significativo. Y ambos se dicen, uno a otro, que lo que tienen que hacer es mirar bien. No conviene ir en la vida filosófica sin los ojos bien abiertos y atentos a lo que ocurre, siempre caminando en la dirección esperada. 



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