domingo, 14 de septiembre de 2025

Fedro. Día 10. Platón 230b

Ayer comentaba la respuesta que había dado Sócrates a la pregunta de Fedro sobre los mitos. Una página cargada de significado y densidad, que marca un antes y un después en esto que llamamos filosofía. Creo que es la página a comentar para iniciarse en el pensamiento platónico. No tanto por la diferencia con el mito, sino por el cambio de objeto de estudio y, por lo mismo, de método. El saber que se persigue está intrínsecamente relacionado con el conocimiento propio. Todo lo demás vendrá después o conjuntamente con esta búsqueda. 

De la respuesta, otra cosa que destacar: no dice esta vez Sócrates con qué el hombre puede transformarse en un fiero Tifón o en una criatura suave, partícipe de lo divino. Lo deja callado. Lo deja en la sombra o indicado. Pero, con eso mismo, se apunta a una vida que se hace a sí misma y que no llega definida por su origen a una repetición de lo que encuentra más próximo. 

Habiendo llegado al plátano en el que querían reposar, Sócrates hace ahora una descripción y hondo elogio del lugar, como quien lo ve por primera vez. Es importante notar esta actitud filosófica ante la realidad, que indiscutiblemente, a la belleza que pueden ver los ojos, se añade la profundidad de la razón y el lenguaje en su totalidad. 

Si en la respuesta anterior ha criticado, de modo indirecto, a esa sabiduría ingeniosa que crea "ambientes" y se superpone a la realidad con el uso de la palabra, parece hacer ahora algo similar a eso mismo que ha cuestionado. Como una forma, quizá, de ponerse en pericia al nivel de tantos literatos creativos y lúcidos. Ahora Sócrates muestra con su grácil verbo que es capaz de hacer lo mismo que otros, pero no le interesa esa forma de hacer filosofía. Sea como fuere aquel rincón junto al riachuelo, el cuadro que Sócrates pinta se asemeja al paraíso. Uno que probablemente nunca ha existido en Atenas.

Σωκράτης

νὴ τὴν Ἥρανκαλή γε  καταγωγή τε γὰρ πλάτανος αὕτη μάλ᾽ ἀμφιλαφής τε καὶ ὑψηλήτοῦ τε ἄγνου τὸ ὕψος καὶ τὸ σύσκιον πάγκαλονκαὶ ὡς ἀκμὴν ἔχει τῆς ἄνθηςὡς ἂν εὐωδέστατον παρέχοι τὸν τόπον τε αὖ πηγὴ χαριεστάτη ὑπὸ τῆς πλατάνου ῥεῖ μάλα ψυχροῦ ὕδατοςὥστε γε τῷ ποδὶ τεκμήρασθαιΝυμφῶν τέ τινων καὶ Ἀχελῴου ἱερὸν ἀπὸ τῶν κορῶν τε καὶ ἀγαλμάτων ἔοικεν εἶναιεἰ δ᾽ αὖ βούλειτὸ εὔπνουν τοῦ τόπου ὡς ἀγαπητὸν καὶ σφόδρα ἡδύθερινόν τε καὶ λιγυρὸν ὑπηχεῖ τῷ τῶν τεττίγων χορῷπάντων δὲ κομψότατον τὸ τῆς πόαςὅτι ἐν ἠρέμα προσάντει ἱκανὴ πέφυκε κατακλινέντι τὴν κεφαλὴν παγκάλως ἔχεινὥστε ἄριστά σοι ἐξενάγηται φίλε Φαῖδρε.

Lo que hace Sócrates, de este modo, es regalar el oído a Fedro, que queda admirado, como predispuesto más todavía a escuchar y atender, cautivo del amor que tiene por las palabras y el ejemplo que Sócrates ahora muestra. Fedro queda ensimismado y así le dice a Sócrates que le parece "un hombre rarísimo" por "cómo habla". 

Dice Fedro de Sócrates que le parece "un extranjero", por dos motivos. Uno es que se deja llevar y conducir. Así como quien viene necesita alguien que le oriente, así Sócrates parece no saber dónde estar y recibe con docilidad las indicaciones del joven amigo. En realidad, a Sócrates, para el fin que hoy le ocupa, le da muy igual el lugar y el modo. Así que una vez más demostramos que Fedro no está atento a lo importante aunque escuche de primera mano la ironía. 

Por otro lado, la segunda cuestión es que cree que Sócrates no sale mucho de la ciudad. Sin embargo, la memoria de Fedro le está fallando rápido, porque justo antes ha demostrado directamente que sabe de los mitos y de los lugares que pisa mucho mejor que él. Pero las palabras que está escuchando Fedro le han hecho olvidar lo de antes y centrarse sólo en lo de ahora. Fedro escucha sin descubrir la contradicción, sin darse cuenta de la ironía. Y sigue como si nada. 

Es verdad que Sócrates se muestra comúnmente afincado en la ciudad y sin salir de ella. Esas calles, peligrosas por estar llenas de hombres, son su hábitat común. Pero también se muestra en repetidas ocasiones a Sócrates paseando fuera, sin problema alguno. Tiene su aquel y es significativo que se ocupe de la filosofía abandonando las formas comunes de la polis, del trato con otros en un grupo grande. No lo evita, pero no es extraño verlo en otra circunstancia. 

Lo importante es notar que Fedro no está del todo atento a lo que está ocurriendo. Y que Sócrates, pese a lo que dice, es quien está llevando la conversación de un lado a otro, y Fedro es quien sigue sin saber que está siguiendo.  

Φαῖδρος 

σὺ δέ γε θαυμάσιεἀτοπώτατός τις φαίνῃἀτεχνῶς γάρ λέγειςξεναγουμένῳ τινὶ καὶ οὐκ ἐπιχωρίῳ ἔοικαςοὕτως ἐκ τοῦ ἄστεος οὔτ᾽ εἰς τὴν ὑπερορίαν ἀποδημεῖςοὔτ᾽ ἔξω τείχους ἔμοιγε δοκεῖς τὸ παράπαν ἐξιέναι.




No hay comentarios:

Publicar un comentario