Fedro y Sócrates entran poco a poco en materia. Ahora, casi sin dilación, el joven pregunta al viejo qué tal lleva eso de creer en los mitos. Una pregunta directa, que requiere una explicación y que Sócrates no le va a ahorrar. Así que responde abiertamente con una lucidez enorme desvelando así principios esenciales de su filosofía, forma de vida, comprensión de la ciudad, relación con las cuestiones últimas.
Σωκράτης
ἀλλ᾽ εἰ ἀπιστοίην, ὥσπερ οἱ σοφοί, οὐκ ἂν ἄτοπος εἴην, εἶτα σοφιζόμενος φαίην αὐτὴν πνεῦμα Βορέου κατὰ τῶν πλησίον πετρῶν σὺν Φαρμακείᾳ παίζουσαν ὦσαι, καὶ οὕτω δὴ τελευτήσασαν λεχθῆναι ὑπὸ τοῦ Βορέου ἀνάρπαστον γεγονέναι ἢ ἐξ Ἀρείου πάγου: λέγεται γὰρ αὖ καὶ οὗτος ὁ λόγος, ὡς ἐκεῖθεν ἀλλ᾽ οὐκ ἐνθένδε ἡρπάσθη. ἐγὼ δέ, ὦ Φαῖδρε, ἄλλως μὲν τὰ τοιαῦτα χαρίεντα ἡγοῦμαι, λίαν δὲ δεινοῦ καὶ ἐπιπόνου καὶ οὐ πάνυ εὐτυχοῦς ἀνδρός, κατ᾽ ἄλλο μὲν οὐδέν, ὅτι δ᾽ αὐτῷ ἀνάγκη μετὰ τοῦτο τὸ τῶν Ἱπποκενταύρων εἶδος ἐπανορθοῦσθαι, καὶ αὖθις τὸ τῆς Χιμαίρας, καὶ ἐπιρρεῖ δὲ ὄχλος τοιούτων Γοργόνων καὶ Πηγάσων καὶ ἄλλων ἀμηχάνων πλήθη τε καὶ ἀτοπίαι τερατολόγων τινῶν φύσεων: αἷς εἴ τις ἀπιστῶν προσβιβᾷ κατὰ τὸ εἰκὸς ἕκαστον, ἅτε ἀγροίκῳ τινὶ σοφίᾳ χρώμενος, πολλῆς αὐτῷ σχολῆς δεήσει. ἐμοὶ δὲ πρὸς αὐτὰ οὐδαμῶς ἐστι σχολή: τὸ δὲ αἴτιον, ὦ φίλε, τούτου τόδε. οὐ δύναμαί πω κατὰ τὸ Δελφικὸν γράμμα γνῶναι ἐμαυτόν: γελοῖον δή μοι φαίνεται τοῦτο ἔτι ἀγνοοῦντα τὰ ἀλλότρια σκοπεῖν. ὅθεν δὴ χαίρειν ἐάσας ταῦτα, πειθόμενος δὲ τῷ νομιζομένῳ περὶ αὐτῶν, ὃ νυνδὴ ἔλεγον, σκοπῶ οὐ ταῦτα ἀλλ᾽ ἐμαυτόν, εἴτε τι θηρίον ὂν τυγχάνω Τυφῶνος πολυπλοκώτερον καὶ μᾶλλον ἐπιτεθυμμένον, εἴτε ἡμερώτερόν τε καὶ ἁπλούστερον ζῷον, θείας τινὸς καὶ ἀτύφου μοίρας φύσει μετέχον. ἀτάρ, ὦ ἑταῖρε, μεταξὺ τῶν λόγων, ἆρ᾽ οὐ τόδε ἦν τὸ δένδρον ἐφ᾽ ὅπερ ἦγες ἡμᾶς;
En primer lugar, Sócrates pone sobre la mesa que sabe que hay quienes creen y quienes no creen. Y quienes no creen no son ignorantes, sino que los llama "los sabios". No algunos, sino "los sabios" refiriéndose a todos ellos. Es una actitud propia de quienes tienen un mayor conocimiento de ciertos asuntos y, derivado al parecer de tal sobreabundancia, se convierten en escépticos y ponen distancia.
Además añade "no sería nada extraño" que él también estuviera al margen, "como hacen los sabios". Pero en su caso, por imitación, no por convencimiento. De tal modo que, en ese caso, diría... y cuenta una versión del mito desmitologizada. Como "haciéndose el interesado". No sería Sócrates, sino Sócrates hablando "como un sabio", porque todos tenemos claro que este perfil se puede impostar
Esta página, esta respuesta de Sócrates es uno de los pilares fundacionales de la filosofía de Occidente. Allí donde tantos han visto el paso "al logos" o el "giro antropológico" (este sí que lo fue radicalmente), abandonando el mundo de la mitología a la par que el mundo de la investigación narrativo-imaginaria de la naturaleza. De verdad, esta página es impresionante.
Sigo.
En este "hacerse el sabio" lo que hace es dar a conocer las distintas tradiciones que hay. Unas aportan esto, otras lo otro. Lo importante es ver que entran en contradicción. Y, al hacerlo, cuestionar su origen, que Sócrates establece, según su impresión, en "el ingenio" de algún hombre de buen verbo. Estas historias tienen gracia, efectivamente. No están desprovistas de sabiduría, por separado. Pero al unirlas, todo se vuelve confuso. Y quien intenta conjugarlas, se mete en un jaleo impresionante.
Lo esencial es que Sócrates ha decidido abandonar esa investigación por otra, "siguiendo la inscripción de Delfos", la enviada por Apolo, que indica: "Conócete a ti mismo." Esa tarea, que le fue entregada, reconoce con humildad que no ha sido cumplida del todo y que no ha llegado a su fin. Por eso tiene que posponer todo lo demás a esta radical misión, principio de toda filosofía y saber posibles para el hombre.
No basta con esto que añade, con mucha fuerza, que todo intento de sabiduría que no empiece por aquí le resulta despreciable, ridículo, estúpido. Aquel que conoce, antes de conocer, debe conocerse a sí mismo, saber de sí más que de cualquier otra cosa, también para encontrar su límite, posibilidad y realidad. No sea que el ponerse a conocer exteriormente tanto le lleve, como con frecuencia ocurre, a olvidarse de sí, a perderse, a minusvalorarse o exaltarse en exceso.
El conocimiento de sí no es un conocimiento estático, sino el saber en qué se está convirtiendo y haciendo. Porque puede ocurrir, como bien sabemos, que, al movernos entre grandes posibilidades, terminemos siendo o enrevesados y hinchados, o suaves y sencillos, que son los que "participan de divino y límpido destino". Muy interesante.
Ya nos dice Sócrates un fruto de su investigación, aunque irónicamente diga no saber nada: el hombre, según su naturaleza, puede convertirse en alguien próximo a Dios o en un diablo, vivimos entre dos tensiones fortísimas que afectan radicalmente a nuestra vida, si no a nuestra naturaleza. ¡No es cualquier cosa!
Y, llegando a esa conclusión, dice haber llegado al árbol donde van a sentarse a leer y estudiar el discurso de Fidias.
Fedro, por supuesto, no dice nada. Ni replica, ni pregunta. O, lo que es lo mismo, quizá no se haya enterado de nada o necesite primero recibirlo, memorizar bien lo que ha dicho y después, con algo de calma y algún otro compañero, repensar lo que ha escuchado de Sócrates con inusitada contundencia. ¡Sublime!

No hay comentarios:
Publicar un comentario