sábado, 13 de septiembre de 2025

Fedro. Día 9. Platón 229c

Fedro y Sócrates entran poco a poco en materia. Ahora, casi sin dilación, el joven pregunta al viejo qué tal lleva eso de creer en los mitos. Una pregunta directa, que requiere una explicación y que Sócrates no le va a ahorrar. Así que responde abiertamente con una lucidez enorme desvelando así principios esenciales de su filosofía, forma de vida, comprensión de la ciudad, relación con las cuestiones últimas. 

Σωκράτης

ἀλλ᾽ εἰ ἀπιστοίηνὥσπερ οἱ σοφοίοὐκ ἂν ἄτοπος εἴηνεἶτα σοφιζόμενος φαίην αὐτὴν πνεῦμα Βορέου κατὰ τῶν πλησίον πετρῶν σὺν Φαρμακείᾳ παίζουσαν ὦσαικαὶ οὕτω δὴ τελευτήσασαν λεχθῆναι ὑπὸ τοῦ Βορέου ἀνάρπαστον γεγονέναι  ἐξ Ἀρείου πάγουλέγεται γὰρ αὖ καὶ οὗτος  λόγοςὡς ἐκεῖθεν ἀλλ᾽ οὐκ ἐνθένδε ἡρπάσθηἐγὼ δέ Φαῖδρεἄλλως μὲν τὰ τοιαῦτα χαρίεντα ἡγοῦμαιλίαν δὲ δεινοῦ καὶ ἐπιπόνου καὶ οὐ πάνυ εὐτυχοῦς ἀνδρόςκατ᾽ ἄλλο μὲν οὐδένὅτι δ᾽ αὐτῷ ἀνάγκη μετὰ τοῦτο τὸ τῶν Ἱπποκενταύρων εἶδος ἐπανορθοῦσθαικαὶ αὖθις τὸ τῆς Χιμαίραςκαὶ ἐπιρρεῖ δὲ ὄχλος τοιούτων Γοργόνων καὶ Πηγάσων καὶ ἄλλων ἀμηχάνων πλήθη τε καὶ ἀτοπίαι τερατολόγων τινῶν φύσεωναἷς εἴ τις ἀπιστῶν προσβιβᾷ κατὰ τὸ εἰκὸς ἕκαστονἅτε ἀγροίκῳ τινὶ σοφίᾳ χρώμενοςπολλῆς αὐτῷ σχολῆς δεήσειἐμοὶ δὲ πρὸς αὐτὰ οὐδαμῶς ἐστι σχολήτὸ δὲ αἴτιον φίλετούτου τόδεοὐ δύναμαί πω κατὰ τὸ Δελφικὸν γράμμα γνῶναι ἐμαυτόνγελοῖον δή μοι φαίνεται τοῦτο ἔτι ἀγνοοῦντα τὰ ἀλλότρια σκοπεῖνὅθεν δὴ χαίρειν ἐάσας ταῦταπειθόμενος δὲ τῷ νομιζομένῳ περὶ αὐτῶν νυνδὴ ἔλεγονσκοπῶ οὐ ταῦτα ἀλλ᾽ ἐμαυτόνεἴτε τι θηρίον ὂν τυγχάνω Τυφῶνος πολυπλοκώτερον καὶ μᾶλλον ἐπιτεθυμμένονεἴτε ἡμερώτερόν τε καὶ ἁπλούστερον ζῷονθείας τινὸς καὶ ἀτύφου μοίρας φύσει μετέχονἀτάρ ἑταῖρεμεταξὺ τῶν λόγωνἆρ᾽ οὐ τόδε ἦν τὸ δένδρον ἐφ᾽ ὅπερ ἦγες ἡμᾶς;

En primer lugar, Sócrates pone sobre la mesa que sabe que hay quienes creen y quienes no creen. Y quienes no creen no son ignorantes, sino que los llama "los sabios". No algunos, sino "los sabios" refiriéndose a todos ellos. Es una actitud propia de quienes tienen un mayor conocimiento de ciertos asuntos y, derivado al parecer de tal sobreabundancia, se convierten en escépticos y ponen distancia. 

Además añade "no sería nada extraño" que él también estuviera al margen, "como hacen los sabios". Pero en su caso, por imitación, no por convencimiento. De tal modo que, en ese caso, diría... y cuenta una versión del mito desmitologizada. Como "haciéndose el interesado". No sería Sócrates, sino Sócrates hablando "como un sabio", porque todos tenemos claro que este perfil se puede impostar 

Esta página, esta respuesta de Sócrates es uno de los pilares fundacionales de la filosofía de Occidente. Allí donde tantos han visto el paso "al logos" o el "giro antropológico" (este sí que lo fue radicalmente), abandonando el mundo de la mitología a la par que el mundo de la investigación narrativo-imaginaria de la naturaleza. De verdad, esta página es impresionante. 

Sigo.

En este "hacerse el sabio" lo que hace es dar a conocer las distintas tradiciones que hay. Unas aportan esto, otras lo otro. Lo importante es ver que entran en contradicción. Y, al hacerlo, cuestionar su origen, que Sócrates establece, según su impresión, en "el ingenio" de algún hombre de buen verbo. Estas historias tienen gracia, efectivamente. No están desprovistas de sabiduría, por separado. Pero al unirlas, todo se vuelve confuso. Y quien intenta conjugarlas, se mete en un jaleo impresionante. 

Lo esencial es que Sócrates ha decidido abandonar esa investigación por otra, "siguiendo la inscripción de Delfos", la enviada por Apolo, que indica: "Conócete a ti mismo." Esa tarea, que le fue entregada, reconoce con humildad que no ha sido cumplida del todo y que no ha llegado a su fin. Por eso tiene que posponer todo lo demás a esta radical misión, principio de toda filosofía y saber posibles para el hombre. 

No basta con esto que añade, con mucha fuerza, que todo intento de sabiduría que no empiece por aquí le resulta despreciable, ridículo, estúpido. Aquel que conoce, antes de conocer, debe conocerse a sí mismo, saber de sí más que de cualquier otra cosa, también para encontrar su límite, posibilidad y realidad. No sea que el ponerse a conocer exteriormente tanto le lleve, como con frecuencia ocurre, a olvidarse de sí, a perderse, a minusvalorarse o exaltarse en exceso. 

El conocimiento de sí no es un conocimiento estático, sino el saber en qué se está convirtiendo y haciendo. Porque puede ocurrir, como bien sabemos, que, al movernos entre grandes posibilidades, terminemos siendo o enrevesados y hinchados, o suaves y sencillos, que son los que "participan de divino y límpido destino". Muy interesante. 

Ya nos dice Sócrates un fruto de su investigación, aunque irónicamente diga no saber nada: el hombre, según su naturaleza, puede convertirse en alguien próximo a Dios o en un diablo, vivimos entre dos tensiones fortísimas que afectan radicalmente a nuestra vida, si no a nuestra naturaleza. ¡No es cualquier cosa! 

Y, llegando a esa conclusión, dice haber llegado al árbol donde van a sentarse a leer y estudiar el discurso de Fidias. 

Fedro, por supuesto, no dice nada. Ni replica, ni pregunta. O, lo que es lo mismo, quizá no se haya enterado de nada o necesite primero recibirlo, memorizar bien lo que ha dicho y después, con algo de calma y algún otro compañero, repensar lo que ha escuchado de Sócrates con inusitada contundencia. ¡Sublime!





No hay comentarios:

Publicar un comentario