domingo, 6 de marzo de 2022

LISIS. Día 46 (Platón, 213d - 214a)

Sócrates vuelve a cambiar de interlocutor. Qué dinamismo más grande en el diálogo. Primero en la calle, luego sentados. Después uno que se va, luego vuelve. Y ahora se dirige otra vez a Lisis, con quien ya había tratado el tema y que había cedido su sitio a Menéxeno cuando se incorporó. Entre Lisis y Menéxeno hay grandes diferencias, desde el inicio mismo. Probablemente, que sea desde el inicio mismo ha hecho que todo lo demás se conduzca en una u otra dirección. Lo reviso. Creo que es así. 

Comienza una parte nueva en la conversación, por breve que sea. No se vuelve a Lisis donde Lisis lo había dejado, sino que Lisis no ha dejado de estar en la conversación de alguna manera. Así que ahora salta para seguir, pero contra su voluntad, por lo que parece. Si hubiera pensado, a lo mejor se hubiera callado. 

Al texto. 

Queriendo yo que Menéxeno descansara y gozando con la curiosidad de Lisis, me dirigí a él para que prosiguiéramos la conversación y le dije: 

Me parece, Lisis, que hablas con verdad y que, si hubiésemos seguido el buen camino, no nos habríamos extraviado de esta manera. Pero no sigamos ya por aquí -porque difícil me parece a mí también, como camino, esta indagación, y creo que es más fecundo volver allí donde nos desviamos- y preguntemos a los poetas, pues éstos son para nosotros como padres y guías del saber. Ellos, naturalmente, no se manifiestan desinteresados de los amigos cuando los tienen; pero dicen que es un dios el que los hace amigos, haciendo que coincidan entre sí. Si no me equivoco dicen cosas como "Siempre hay un dios que lleva al semejante junto al semejante" y les hace conocerse. ¿Es que nunca te has tropezado con estos versos? 

Claro que sí. 

ἐγὼ οὖν βουλόμενος τόν τε Μενέξενον ἀναπαῦσαι καὶ ἐκείνου ἡσθεὶς τῇ φιλοσοφίᾳοὕτω μεταβαλὼν πρὸς τὸν λύσιν ἐποιούμην τοὺς λόγουςκαὶ εἶπον Λύσιἀληθῆ μοι δοκεῖς λέγειν ὅτι εἰ ὀρθῶς ἡμεῖς ἐσκοποῦμενοὐκ ἄν ποτε οὕτως ἐπλανώμεθαἀλλὰ ταύτῃ μὲν μηκέτι ἴωμεν— καὶ γὰρ χαλεπή τίς μοι φαίνεται ὥσπερ ὁδὸς  σκέψις δὲ ἐτράπημενδοκεῖ μοι χρῆναι ἰέναισκοποῦντα τὰ κατὰ τοὺς ποιητάςοὗτοι γὰρ ἡμῖν ὥσπερ πατέρες τῆς σοφίας εἰσὶν καὶ ἡγεμόνεςλέγουσι δὲ δήπου οὐ φαύλως ἀποφαινόμενοι περὶ τῶν φίλωνοἳ τυγχάνουσιν ὄντεςἀλλὰ τὸν θεὸν αὐτόν φασιν ποιεῖν φίλους αὐτούςἄγοντα παρ᾽ ἀλλήλουςλέγουσι δέ πως ταῦταὡς ἐγᾦμαιὡδί—“αἰεί τοι τὸν ὁμοῖον ἄγει θεὸς ὡς τὸν ὁμοῖον καὶ ποιεῖ γνώριμον οὐκ ἐντετύχηκας τούτοις τοῖς ἔπεσιν;

ἔγωγ᾽, ἔφη.

Cuando dice "curiosidad" realmente el texto griego dice "filosofía". Y aparece la palabra más repetida, o de las más repetidas de este discurso: querer (boulomai) que se traduce de tantas maneras que da vértigo (deseo, querer, voluntad, incluso amor y amistad en ocasiones). Pues Sócrates siente un querer y un placer (edomai), como si fueran un dolor y un gozo, por no poner ambos en la misma línea de significado. Con Menéxeno se corta y se le permite descansar. Y con Lisis se retoma el amor, se vuelve al amor. Y no a cualquier amor, sino a la filosofía. 

Es Sócrates quien decide quedarse y dirige. Escoge tanto el destino de Menéxeno como el de Lisis. A uno le da descanso, al otro le hace intervenir, contra su voluntad según parece. Y con Lisis se "prosigue". Es más, en la narración posterior de la intención de la conversación aparece un camino errado allí donde se desvió, donde hubo un cambio en la dirección. No sé a qué punto se refiere, pero la referencia al "buen método" y al "mal método" es elocuente. Pensaba yo también, a propósito de esto, que no se trata de la mejora de un mal método, porque un mal método no conduce en ningún caso donde se quiere. 

No quiero perder de vista que estamos en un diálogo y que todo diálogo está movido por este amor o esta especie de amor. Pero que luego, como dicen los que saben de la vida y son expertos en el paso del tiempo, llega la realidad y se pierden todas estas palabras. El poeta, la apelación a la poética, entiendo que es algo más que una cita elocuente de Homero. Se trata de no ver solo más acá de la existencia o de convertirse en un existente en medio de un mundo de personas que vagan de un lado a otras. Las personas aprenden más rápido a dejar de ser personas en el uso interesado de unos y otros de lo que se resiste en el terreno de la poética, que requiere una comprensión profunda de la vida. Lo común es encontrarse con el usador, el desgastador de la dignidad. O convertirse en alguien como él aprovechando cualquier oportunidad del tiempo. Es difícil resistir en esto y no considerar que es solo un juego que no va más allá, que se trata de un idealismo ingenuo que lucha contra lo inapelable de la maldad del otro. Solo el dios puede unir significa confesar que la tarea es más que ardua y compleja, y que empeñarse en ello es insoportable en la soledad. 

No se me escapa que siempre que Sócrates cita a un poeta se vuelve doblemente irónico y un crítico de todo tiempo, especialmente de quienes se enganchan a un tiempo del que no pueden salir. Además, tiene forma de brutal afirmación, de tensión, de esperanza que no proviene del mundo que suele pisar. 

La cuestión es la semejanza. El poeta llega a la divinidad que llega poner juntos a dos, pero todavía les falta conocerse es uno al otro. Ese conocerse, esa "gnosis", que hoy tiene tan mala prensa en ocasiones, es un acceso al otro igualmente o más divino que el dios. La razón ha sido contemplada y admirada como lo más divino en la persona, precisamente aquello que no es capaz de permitir que la persona se suma en su propia animalidad y le ofrece altura y diferencia. Ese conocimiento que no es teórico, sino del otro, en la cercanía al otro. Y que cualquiera que pueda ser sincero consigo mismo sabrá que es una especie de milagro frente a toda la actitud rutinaria, en la que solo alguien se trata a sí mismo como persona y todo lo demás se convierte en una cosa más entre otras muchas cosas como hay en el mundo. La nota realmente distintiva está en llegar al otro no solo por la cercanía física, o ese destino, sino ponerse uno mismo en tal disposición y tensión humana que permita conocer al "semejante". 

El reto de todo diálogo es este. No solo en el tema, sino en la humanidad misma del diálogo. Como digo en clase a mis alumnos, es el único método capaz de poner a la persona como lo primero, desde la racionalidad, el sentido y la palabra, que nunca es nuestra del todo. 

(Realmente es del 20 de marzo de 2022.)


 

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