sábado, 5 de marzo de 2022

LISIS. Día 45 (Platón, 213d)

Leyendo en otros sitios, que no citaré según la costumbre, se cuestiona que realmente haya dos caminos en la vida, como parece que también aquí se propone. Como se cita a Platón, es casi obligado pensar que están tratando el mismo asunto. Por un lado, lo general y acostumbrado es pensar que se dan la verdad y la mentira, el amor y el odio. Por otro, en cuanto pensamos seriamente nos entran dudas de si no será más bien un único camino y su negación, su destrucción, su muerte. Será el bien contra el mal, o será el bien y la destrucción del bien. Yo mismo, como el autor que he leído, incluso al plantearme la cuestión de los dos caminos me estoy preguntando por dos opciones y nada más. Efectivamente, es como si existieran dos miradas, dos principios en la misma persona. Partiendo de uno, la conclusión viene a ser gradación, hasta la degradación. Por otro, se viene a ver algo y algo más que eso. De algún modo pienso que esta forma de vivir la realidad está presente en toda la gran literatura, como partiéndola, vertiéndola. Y, sin embargo, sigo pensando en la verdad una. 

Por otro lado, el mundo, el abrir los ojos de la vida al mundo y querer conocer lo que ocurre, casi desbarata todo sentido posible. 

Volviendo. 

El mero hecho de buscar no lleva a nada. De esto hay que darse cuenta cuanto antes. Aunque buscar es un movimiento que ya nos dice algo, normalmente no nos dice qué buscamos. O sí. Mejor dicho, sí. El buscar nos pone a buscar algo de un modo concreto. Ejemplos físicos hay muchos. También, aunque no en paralelo, deberíamos pensar lo mismo respecto de otras búsquedas más amplias, diferentes y propiamente genuinas. No comparten lo mismo, pero quizá sí una común estructura muy general que, a medida que se aproxima en análisis, deja percibir su raíz común y su desenlace propio. 

Como se ha quedado sin palabras, retoman por ahí. 

¿No será, dije, oh Menéxeno, que no hemos buscado bien?

Eso es lo que creo, Sócrates -dijo Lisis, y al punto que hablaba se puso colorado. Y me pareció como si se le hubiera escapado de mal grado lo que había dicho, debido a lo muy concentrado que estaba en el diálogo. Es claro que cuando atendía siempre lo hacía así. 

ἆρα μή, ἦν δ᾽ ἐγώ, ὦ Μενέξενε, τὸ παράπαν οὐκ ὀρθῶς ἐζητοῦμεν;

οὐκ ἔμοιγε δοκεῖ, ὦ Σώκρατες, ἔφη, ὁ Λύσις, καὶ ἅμα εἰπὼν ἠρυθρίασεν: ἐδόκει γάρ μοι ἄκοντ᾽ αὐτὸν ἐκφεύγειν τὸ λεχθὲν διὰ τὸ σφόδρα προσέχειν τὸν νοῦν τοῖς λεγομένοις, δῆλος δ᾽ ἦν καὶ ὅτε ἠκροᾶτο οὕτως ἔχων.

Este "buscar" deberíamos estar atentos a que sea correcto o incorrecto, recto o torcido. Porque si no, el mismo movimiento del "buscar" por el buscar, el buscar "sin sentido", "sin orientación" conduce a un lugar equivocado, a no alcanzar el objetivo. Está claro, al menos para mí de algún modo, que el movimiento del buscar motiva y plantea un reto, aunque el medio, el camino y el instrumento utilizado para ello no sea siempre el adecuado. El buscar requiere de un camino, de una forma. Debe ser conformado con algo, o sea, no dejar de ser lo que es pero sí un cierto esconderse en otra realidad. Al amor le ocurre tanto, y es tan evidente aunque no lo hayamos visto bien, que es palmario. El amor no se encuentra como tal en ningún lugar, sino otras cosas donde se esconde que, en ocasiones, no tiene en apariencia incluso nada que ver. Como el sacrificio. Si en el sacrificio alguien ve amor y no otras cosas, que lo cuente. En el sacrificio y la entrega no se ve el amor. Si se viera, callaríamos. Y cuando alguien se entrega por nosotros no lo vemos, ni de lejos, salvo que atendamos bien a lo que ocurre. Se esconde ahí el amor y permanece en movimiento para llegar a algún lugar distinto de sí precisamente. El amor es solo el motor, esa fuente. 

Dicho de otro modo. La búsqueda es salida, se descubre que al mismo tiempo es de alguna manera meta. Y requiere un medio, un camino en el que desarrollarse a sí misma para llegar a sí misma. Y ese camino no es el origen mismo, ni la fuente, pero debe recorrerse. En términos religiosos, el amor a Dios y el amor al prójimo. Y no hay otra forma. Perdón por sentenciar, o dar esa impresión al menos. 

Lisis interviene ruborizándose. Otra vez. Está metido en la conversación y habla. Está en diálogo. Lisis está, como pocos, metido dentro del diálogo hablando. No es que Sócrates y Menéxeno estén hablando y él escucha. Sino que escucha participando y hablando para sí. Ahora, esa procesión del alma profunda, se muestra sorprendiendo y de forma inesperada. Altera el rumbo porque afirma. Está claro que Lisis sabe lo que está pasando y que se han torcido en algún momento en el que deberían haber seguido rectamente. Es curiosísimo. Lo único que dice es que es "evidente", que está "claro". 

Una diferencia radical. Entre el plural de la pregunta de Sócrates y el singular de Lisis. 

(Realmente fue el 19 de marzo de 2022)

 



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