miércoles, 2 de marzo de 2022

LISIS. Día 42 (Platón, 213a - 213b)

Qué poco tiempo queda, después de las tareas, para este tipo de momentos. O bien no son necesarios, o bien se pide un algo más y está escrito en él que es imprescindible, cueste lo que cueste. Como hoy me han regalado varios libros, que pueden sacarme de aquí, precisamente por eso vuelvo aquí. Seguimos con la situación, en la que el amor que ama mucho y solo quiere amar al final termina por hacer daño. Porque el amor de verdad hace muchas cosas distintas a lo que se dice por ahí que es amor. Quizá por eso la lección que da Sócrates a Lisis, que amándole le humilla y le muestra su verdad, y viendo su verdad y precariedad permanece a su lado. Quizá por eso hay que seguir con Menéxeno aunque ya sepamos que está hablando sin saber bien qué dice, habiendo cambiado de versión dos o tres veces. Y esto respecto de la amistad, que ha dicho al principio que vive, porque tiene un amigo muy cercano que asiente su amistad. Pero ahora ya no sabe lo que vive. Ni siquiera si es amistad o no. 

Insistiría en que, a medida que se pasan las páginas del diálogo, para no estar aquí aprendiendo palabras, sin más, nos obliguemos a llamarlas de otro modo. Por qué las personas valoran tanto la amistad, incluso en nuestro tiempo de individualismo salvaje y atroz. Por qué se puede presentar a alguien con éxito y en la cumbre, sin nadie que le haga sombra, y ese mismo diga de sí mismo que nada tiene sentido y que no sabe de quiénes está rodeado y que no encuentre en nada alivio o descanso a pesar de tenerlo todo a su disposición y termine suicidándose. De qué salva, dicho de otro modo, el encuentro auténtico y pobre con el otro, sin necesidad de nada más que del otro. De qué salva, si no es de sí mismo. Qué ama el amor en el amante cuando ama, que es salvador. Cuando es amor por otro y no amor por sí mismo. Y para que sea amor en este grado y se aprenda bien la lección, no sería el amor una responsabilidad y carga, una obligación, una exigencia, algo no tan satisfactorio como se dice habitualmente y, sin embargo, solo ahora sabemos qué es el amor capaz de darlo todo, hasta a uno mismo. No pasa uno mismo a segundo plano cuando ama. No se deja un sitio tal al amor que hay un hueco terrible en la propia vida. Es decir, no es en el amor como la persona ve su propio hueco, casi su nada, si no fuera porque no es nada, sino que ha quedado llena de más que de sí mismo. Y eso que llaman autenticidad es poco menos que una expresión infantil, porque quien ama sabe que el amor no nace de sí. Sino que viene del otro. No lo canta, sin más, sino que lo vive. 

Seguimos, que me pierdo. Pero antes, comentar que Menéxeno responde en ocasiones como quien ama y en otras como quien vive el amor de otros. Unas veces se ciñe a su experiencia de cercanía y compañerismo con otros, de trato afable y apoyo mutuo, pero cuando te toca pensar cómo recibe el amor de otros es cuando ya no ve claro qué es el amor. En lo bueno, por así decir, todo le parece sencillo. Pero si le presentan un caso complejo, que es lo más normal de lo normal, lo más verdadero de lo verdadero, la prueba en todo esto, entonces ya deja de hacer pie y responde a la ligera. Pienso que no se fía, porque si no hablaría de otro modo del amor que vive. Sabe que el amor que vive no es amor en sentido pleno. 

Pero sigo con el diálogo. 

Según este ejemplo, no es el amado el que es amigo, sino el amante. 

Eso es claro. 

Y, en consecuencia, el que odia es el que es enemigo, no el odiado. Muchos, pues, aman a los que les son enemigos y odian, por el contrario, a los que les son amigos, y son, así, amigos de sus enemigos y enemigos de sus amigos, si es que el amado es amigo, y no sólo el que ama. En verdad que es una gran sinrazón, compañero mío, o mejor, pienso yo, es totalmente imposible ser amigo del enemigo, y enemigo del amigo. 

Parece que dices verdad, Sócrates, dijo. 

οὐκ ἄρα ὁ φιλῶν φίλος ἐκ τούτου τοῦ λόγου, ἀλλ᾽ ὁ φιλούμενος.

ἔοικεν.

καὶ ὁ μισούμενος ἐχθρὸς ἄρα, ἀλλ᾽ οὐχ ὁ μισῶν.

φαίνεται.

πολλοὶ ἄρα ὑπὸ τῶν ἐχθρῶν φιλοῦνται, ὑπὸ δὲ τῶν φίλων μισοῦνται, καὶ τοῖς μὲν ἐχθροῖς φίλοι εἰσίν, τοῖς δὲ φίλοις ἐχθροί, εἰ τὸ φιλούμενον φίλον ἐστὶν ἀλλὰ μὴ τὸ φιλοῦν. καίτοι πολλὴ ἀλογία, ὦ φίλε ἑταῖρε, μᾶλλον δὲ οἶμαι καὶ ἀδύνατον, τῷ τε φίλῳ ἐχθρὸν καὶ τῷ ἐχθρῷ φίλον εἶναι.

ἀληθῆ, ἔφη, ἔοικας λέγειν, ὦ Σώκρατες.

En la traducción, hay una intervención menos de Menéxeno. En el griego quedan las dos frases principales, de las que se saca conclusión, como enunciados más claros. Y luego viene la sinrazón de aquello a lo que derivan. Que no es, por mucho que se diga aquí, ninguna tontería. Más bien habría que tomarlo más en serio, precisamente porque la razón parece que va llevando por este camino a quienes aceptan determinadas premisas claras y rotundas. Cuáles son esas premisas. El que ama es el amante, no el amado. El que odia es el odiante, no el odiado. Si esto es así, "muchos", que no "todos", terminan amando a enemigos y enemistándose con amantes. Conclusión que, lejos de ser una tontería, parece que es una verdad tan enorme que escandaliza. Pero en la vida concreta se da. Parece una locura, pero se da. Y se da porque se reduce a la pasividad sin más, en una mala premisa, al amado y al enemistado. Lo cual ya voy pensando que no es tanta, tanta pasividad. Sino que en ellos hay actividad. 

Por lo demás, es evidente que quien hace es quien se convierte en aquello que hace. Por tanto, el amigante se hace amigo, el enemistante se vuelve enemigo. Y una cosa es lo que hace y otra diferente lo que el otro reciba. Pero, como siempre, con matices. Porque el amor del amante puede transformar a quien es amado en amante igualmente. De la misma manera que el enemistante puede hacer que su enemistado se pase también de su lado y se haga enemistante. No sé cómo decirlo más claramente. Siento mis torpezas. Queda, por decir, por qué el amante ama y por qué el enemigo enemista. Solo se reconoce que hay personas antitéticas en su acción. 

Seguimos. Es claro que el amor que tratan aquí es un amor que espera algo. Igual que el rechazo pretende también algo. Y lo hacen no solo de sí y de su propia experiencia, sino del otro a quien se dirigen. Se entiende que pueda darse algo más que sí mismo en su acción. Y lo esperan. Salvo que el amor sea amor, en los términos que se han dicho antes, y solo busque amar y mostrarse y vivir casi fuera de sí desde la carne al cuerpo del otro. Y pretenda un viaje que es, a todas luces, imposible. Porque en cuanto roza el aire, en cuanto toca el tiempo y se encarna es de un modo distinto a lo que el amante vive amando, lo cual puede confundir perfectamente a quien es amado recibiendo amor. Pero de esto no sé qué decir de modo que sea más comprensible. 

Qué tristeza que se diga, en medio de este diálogo, que hay personas que rechazan a otras personas. No puedo dejarlo a un lado. Junto a la "filia" está la "misantropía". Junto, al menos, en esta parte del diálogo. Algo acostumbrado que nos ha acostumbrado a verlo así. Pero, ¿es así? ¿Es amor y odio dos formas de lo mismo, de modo que el amor puede convertirse en odio y el odio en amor? ¿O son, aunque se canten así, algo más que lo positivo y su desvanecimiento? Es decir, ¿son simétricos y del mismo campo, o asimétricos y tienen su propio orden de realidad? ¿Solo dos polos o más de dos regiones, territorios, experiencias? Lo dejo aquí. 

El caso Sócrates está reflejado. Como lo está el Padre y probablemente el Hijo. No es solo cuestión de un amor torpe que no sabe mostrarse, que carece de la belleza suficiente para dejarse ver, sino del prejuicio de quien lo recibe y que le impide considerarlo y contemplarlo como merece. Se puede hacer reducción por tanto del amor. Se puede destilar. Quizá en el odio convenga no detenerse o verse mucho. El amor sí. El amor se puede destilar.  

Con todo, lo mejor del diálogo es ver esto, que no se dice. Ir por el mundo y hablando de todo como si fuera todo evidente por igual y claro meridiano. Y no al revés, con precaución. Y no creo que se quiera decir que haya que ser precavido y cuidadoso respecto del otro, sino de uno mismo y su capacidad de pensar bien las cosas que se deben pensar bien. Por ejemplo, respecto de la situación en la que vivimos siendo jóvenes, y sus derivadas. Que hoy se extienden largamente por falta de responsabilidades serias con otros en la vida. Una sociedad de derechos que priva del desarrollo de las buenas obligaciones a sus ciudadanos, atrapándolos en una infancia larga y sometiéndolos a una ignorancia profunda. Mejor dicho, algo que no es que la sociedad haga con nosotros, sino en la que nosotros nos vamos dejando anestesiar. 




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