lunes, 21 de marzo de 2022

LISIS. Día 48 (Platón, 214c - 214d)

Lo semejante no es lo matemático. Para empezar. Se parece a la "igualdad" pero no es igualdad. Tampoco es "lo mismo". Es más "lo parecido" y "lo común" que "lo idéntico". Y su recorrido en todas las obras socráticas y platónicas es importantísimo, porque ayuda en la comparación y en la diferenciación al mismo tiempo. La "homología" será otra cosa, no necesariamente "homoion" a secas, sino "homoion" con "logos". Es más bien lo no dado que lo dado, lo posible que lo hecho. Y en este sentido no va de la mano de la brutalidad de la comparación fija, sino de la dinámica propia del acercamiento, que es de suyo divina, hasta hacerse conocimiento muto, es decir, reconocimiento. 

Si en este tema, como en otros, nos relajáramos un poco, serían más asequibles. Qué pesado es Sócrates, si lo que están viviendo es funcional, para qué ir más allá. Al final, dando vueltas tantas veces sobre el mismo asunto no consigue más que confusión y desasosiego. Supongo que muchos coincidirían en que es mejor no pensar y vivir sin más, a la intemperie y a lo que venga, siendo flexibles con lo que ocurra y saliendo adelante. ¿Para qué dedicar tanto tiempo al amor, siendo todos tan ignorantes y pequeños a su lado?

Seguimos. 

Lo primero, que Lisis y Sócrates están de acuerdo. Al menos por ahora. Los que ofenden no encuentran paz, ni tienen propiamente amigos. 

Así pues, la mitad de lo dicho no sería verdad, si es que los malvados son semejantes entre sí. 

Tienes razón. 

Pero a mí me parece que quieren decir que los buenos son semejantes entre sí y amigos, y que los malos, cosa que se dice de ellos, nunca son semejantes ni siquiera con ellos mismos, sino imprevisibles e inestables. Y lo que es desemejante y diferente consigo mismo difícilmente llegaría a ser semejante a otro y amigo suyo. ¿O no te parece así?

Me lo parece, dijo. 

Esto, en efecto, insinúan, como creo, oh compañero, los que dicen que lo semejante es amigo de lo semejante, igual que el bueno sólo es amigo del bueno, y que el malo, ni con el bueno ni con otro malo, puede jamás llegar a una verdadera amistad. 

¿Estás de acuerdo?

Dio muestras de asentimiento. 

ταύτῃ μὲν ἂν τοίνυν τοῦ λεγομένου τὸ ἥμισυ οὐκ ἀληθὲς εἴη, εἴπερ οἱ πονηροὶ ἀλλήλοις ὅμοιοι.

ἀληθῆ λέγεις. 

ἀλλά μοι δοκοῦσιν λέγειν τοὺς ἀγαθοὺς ὁμοίους εἶναι ἀλλήλοις καὶ φίλουςτοὺς δὲ κακούςὅπερ καὶ λέγεται περὶ αὐτῶνμηδέποτε ὁμοίους μηδ᾽ αὐτοὺς αὑτοῖς εἶναιἀλλ᾽ ἐμπλήκτους τε καὶ ἀσταθμήτους δὲ αὐτὸ αὑτῷ ἀνόμοιον εἴη καὶ διάφορονσχολῇ γέ τῳ ἄλλῳ ὅμοιον  φίλον γένοιτ᾽ ἄν οὐ καὶ σοὶ δοκεῖ οὕτως;

ἔμοιγ᾽, ἔφη.

τοῦτο τοίνυν αἰνίττονται, ὡς ἐμοὶ δοκοῦσιν, ὦ ἑταῖρε, οἱ τὸ ὅμοιον τῷ ὁμοίῳ φίλον λέγοντες, ὡς ὁ ἀγαθὸς τῷ ἀγαθῷ μόνος μόνῳ φίλος, ὁ δὲ κακὸς οὔτε ἀγαθῷ οὔτε κακῷ οὐδέποτε εἰς ἀληθῆ φιλίαν ἔρχεται. συνδοκεῖ σοι;

κατένευσεν.

Se entrelaza la verdad con el bien y con la amistad, lo mismo que la mentira (o media verdad, si se prefiere, pero tomada como verdad completa) con el mal y con la enemistad. Resulta fascinante, en un texto en el que se habla de lo semejante. Dejando de lado las personas concretas que pueden vivirlo, en las que puede reparar o imaginarse dilucidando las preguntas cualquier lector, una mirada superior al asunto nos revela algo más significativo. Y es que sí se parecen entre sí los amigos y no se parecen entre sí los enemigos. Aunque los primeros no sean iguales, sino semejantes, y los segundos no parezcan siquiera semejantes, aunque sean casi lo idéntico. En los primeros hay un camino por recorrer de cercanía y completo, pero en los segundos se da un punto de partida ya común y compartido. Algo que sucedido que no se ha podido ver con claridad. 

Dos son las cuestiones de este momento. Por un lado, la afirmación de la mitad. Si algo puede ser mitad verdadero, es decir, en parte verdadero es relevante por sí mismo. Más que el acento contrario o la cantidad. Una afirmación lleva consigo siempre algo de realidad en la buena intención de quien parece decirla, aunque se exceda habitualmente y quiera llegar más lejos de lo que le corresponde. Poner coto y término resulta prudente, adecuado, ajustado. Cuál es el criterio que lo ajusta queda por verse del todo. 

Del otro, diría que es fundamental el diálogo sobre lo semejante. La bondad asemeja y la maldad impide la semejanza. No la igualdad de lo mismo, sino la semejanza como parecido. La semejanza que es unidad en la concordia, en la "homología", en ese logos común. Es una palabra francamente maravillosa. Por qué la bondad acerca y no es bondad sin más, sino cercanía en su acción y encarnación, es un asunto de primer orden, para revisar con calma. Pero es cierto. Por duro que sea, que se debe sufrir. No se da la homología cuando cuando el bien aparece, sin más, de un lado. Sino que se da cuando el bien de uno llama al bien, quizá inesperado, del otro. O lo exige. Entre las inversiones más memorables de la historia en la comprensión de esto está toda la tradición bíblica, que aquí se distancia con matices fuertes, a mi entender, de la platónica. No es el ejercicio del bien el que provoca la homología sino la respuesta al bien exigido por el bien mismo. Es del lado del otro de donde viene la alianza realmente, en la respuesta, quizá incluso más en la obediencia que en el convencimiento. Pero me estoy escapando del asunto por la tangente. 




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