lunes, 31 de enero de 2022

LISIS. Día 31. (Platón, 210d - 211a)

Lisis se encuentra en una situación prodigiosa. Ha sido conducido hasta allí. Supongo que mareado por todo lo que va diciendo y viendo pasar ante sí. Así que, un respiro. Con todo, no olvidemos que es un niño prácticamente. Y se mantiene atento a la conversación. Y no se rinde. Se nota la propuesta de una paideia novedosa, un tratamiento original de la infancia.  

Y yo, oyéndole, volví los ojos hacia Hipotales, y por poco cometo un fallo, pues estaba a punto de decir: "Así, oh Hipotales, es preciso dialogar con el amado, rebajándole y haciéndole de menos, y no, como tú, inflándole y deshaciéndote en halagos." Pero, como vi lo angustiado y desorientado que estaba por lo que se decía, me acordé de que quería que Lisis no se diera cuenta de su presencia. Me contuve, pues, y me guardé las palabras. En esto que vino Menéxeno de nuevo y se sentó junto a Lisis, en el mismo lugar del que se había levantado. Lisis, en efecto, infantil y amorosamente, a espaldas de Menéxeno, y hablándome en voz baja, me dijo: 

Todo lo que me has dicho, Sócrates, díselo a Menéxeno. 

Y yo le dije: 

Todo esto se lo dices tú, Lisis, ya que has estado muy atento. 

καὶ ἐγὼ ἀκούσας αὐτοῦ ἀπέβλεψα πρὸς τὸν Ἱπποθάληκαὶ ὀλίγου ἐξήμαρτονἐπῆλθε γάρ μοι εἰπεῖν ὅτι οὕτω χρή Ἱππόθαλεςτοῖς παιδικοῖς διαλέγεσθαιταπεινοῦντα καὶ συστέλλονταἀλλὰ μὴ ὥσπερ σὺ χαυνοῦντα καὶ διαθρύπτοντακατιδὼν οὖν αὐτὸν ἀγωνιῶντα καὶ τεθορυβημένον ὑπὸ τῶν λεγομένωνἀνεμνήσθην ὅτι καὶ προσεστὼς λανθάνειν τὸν λύσιν ἐβούλετοἀνέλαβον οὖν ἐμαυτὸν καὶ ἐπέσχον τοῦ λόγουκαὶ ἐν τούτῳ  Μενέξενος πάλιν ἧκενκαὶ ἐκαθέζετο παρὰ τὸν λύσινὅθεν καὶ ἐξανέστη οὖν Λύσις μάλα παιδικῶς καὶ φιλικῶςλάθρᾳ τοῦ Μενεξένουσμικρὸν πρός με λέγων ἔφη 

 Σώκρατεςἅπερ καὶ ἐμοὶ λέγειςεἰπὲ καὶ Μενεξένῳ.

καὶ ἐγὼ εἶπον, ταῦτα μὲν σὺ αὐτῷ ἐρεῖς, ὦ Λύσι: πάντως γὰρ προσεῖχες τὸν νοῦν.

πάνυ μὲν οὖν, ἔφη.

Me sorprende este punto narrativo. Parece que ha dado por terminada la conversación en algún punto y nos hace volver al motivo del inicio. ¿Será esta su demostración de amor? ¿Cuál? ¿Sacar la verdad que hay o puede haber en el otro? ¿Humillarlo es la palabra? ¿O situarlo ante las grandes preguntas de ese modo? ¿O velar porque, cuanto antes, el amado mire a la verdad más allá de sí mismo, sacándolo de sí, desatrapándolo de sí mismo para enfrentarlo tempranamente a la objetividad y ver en esas cómo responde? Me resulta muy poco claro por qué sucede, por qué se vuelve hacia Hipotales. 

Dos cosas se oponen: humillar e hinchar. No algo que se hace "desde fuera", sino algo que se sale "desde dentro" de la persona concreta. Preciosa formulación, que deja a quien dialoga como amante en un segundo plano para contrastar la acción del amado. Se ve, en este sentido, el movimiento del amado respecto de la verdad, respecto de las preguntas serias de la vida, ante las que no se llena de orgullo sino que afronta con humildad, dejándose contener, haciendo hueco para que vaya apareciendo.

Con todo, esa voz que escucha rápidamente y le dice "no" se repite y aparece aquí. La intención puede ser buena o no, las consecuencias no las sabremos. Lo cierto es que responde dócilmente al "no" que escucha y se frena. 

Aparece Menéxeno de nuevo. Y, con esta ocasión, Sócrates elogia la actitud de Lisis. Si lo elogia, según lo dicho hasta ahora, será pura ironía. Si lo elogia es para darle la oportunidad, de nuevo, de vérselas en una ocasión propicia para humillarse. Y de ahí que le abra camino para que se comporte como el que pregunta, a la socrática, dirigiendo el diálogo con Menéxeno en su nombre. 

Un joven que ahora da el paso de la imitación. Luego no ha aprendido nada. Es lo peor de lo que ha pasado hasta ahora. Que crea que se reproduce el diálogo socrático con la memoria, como ocurre con los textos homéricos, y no deje espacio a la novedad de la vida. Si esto no se ironía, si no es una clave irónica, entonces lo entiendo. No entendería la referencia a la humillación y ahora el paso a la alabanza. Por eso su "atención". ¿Es una atención para la memoria exclusivamente?



domingo, 30 de enero de 2022

LISIS. Día 30. (Platón, 210c - 210d)

Lisis está tan entregado a la argumentación que le va haciendo seguir Sócrates que ni se inmuta. Si se trata de confianza por el saber, en tanto que no se sepa, no parezca que sabe, no recibirá "filía" de parte de nadie. Ni de sus padres, ni de ningún otro. O sea, que todo lo que está viviendo Lisis, en palabras de Sócrates que él suscribe, no es propiamente "filía". Y asiente, como si tal cosa, y sigue adelante. No sé lo que pasa por la mente de este joven en este momento, pero dan ganas de llorar. Tan pronto ha sido encumbrado "como posibilidad" por encima del Gran Rey y ahora rebajado a la que parece una cruda realidad, que es lo que verdaderamente debe haber en su vida. Si no se da cuenta de esto, no sé. Pero cómo pretende dar el salto desde donde está, tan vacío, hasta tan lejos, sería interesante preguntarlo. Porque el recorrido de descenso ha sido brutal. De tenerlo todo a no tener nada, de creerlo todo a verse en la absoluta miseria. Esto es más que kénosis, pienso yo. 

Por tanto, ahora, ni tu padre ni nadie ama a nadie, en tanto que es inútil. 

Parece que no, dijo. 

νῦν ἄρα οὐδὲ σὲ ὁ πατὴρ οὐδὲ ἄλλος ἄλλον οὐδένα φιλεῖ, καθ᾽ ὅσον ἂν ᾖ ἄχρηστος.

οὐκ ἔοικεν, ἔφη.

Lo cierto es que el amor tiene algo de provechoso. Debemos verlo así. Se ama aquello que se busca, se busca porque satisface algo. Lo cual no implica ni hedonismo, ni utilitarismo, ni reduccionismo alguno. Pero si antes ha hablado de "ofelia" ahora trata de la famosa "areté"; mejor dicho, antes de "anofelia" y ahora de "an-areté". Lo cual en la traducción no viene reflejado. Esta segunda aportación de Sócrates en la misma dirección, pero cambiando de rumbo, es importante. 

En este punto Sócrates ha introducido una tercera forma de amor, de "filía" que no puede ser pasada por alto rápidamente. Antes era el amor de uno al otro, del otro al uno, en bidireccionalidad. Y ahora es el amor de uno a otro, de un amor juntos, de un amor que comunica a ambos, y que no solo es la capacidad de provecho e importación del otro o de donación acertada de sí al otro. Supongo que la diferencia es evidente. Hay un amor propio y un amor común. La gran pregunta, a estas alturas, es cuál de los dos debe recibir tal nombre, pese a que la confusión hace que los nombremos igual. Nombrarlos igual viene dada por la experiencia cotidiana de la relación. Hay relación entonces hay "filía". Sin embargo, no todas las relaciones, por decirlo de algún modo rápidamente, realizan igual de plenamente la "filía" ni están todas ellas a una misma distancia de su perfección y realización plena. La misma que Sócrates ha introducido en esta parte de la cuestión. 

Una vuelta más, siguiendo el mismo razonamiento. Algo más que se deriva de todo esto en los términos en los que están hablando y que, espero que pronto, se verá que está fallando en algún punto que se ha pasado por alto rápidamente. 

Si, en cambio, llegas a ser entendido, oh hijo mío, entonces todos te serán amigos, todos te serán próximos, porque tú, a la vez, serás provechoso y bueno; pero si no, entonces nadie te querrá, ni tu padre, ni tu madre, ni tus parientes. ¿Es posible, pues, estar orgulloso, Lisis, cuando aún no se sabe pensar?

ἐὰν μὲν ἄρα σοφὸς γένῃ, ὦ παῖ, πάντες σοι φίλοι καὶ πάντες σοι οἰκεῖοι ἔσονταιχρήσιμος γὰρ καὶ ἀγαθὸς ἔσῃ—εἰ δὲ μή, σοὶ οὔτε ἄλλος οὐδεὶς οὔτε ὁ πατὴρ φίλος ἔσται οὔτε ἡ μήτηρ οὔτε οἱ οἰκεῖοι. οἷόν τε οὖν ἐπὶ τούτοις, ὦ Λύσι, μέγα φρονεῖν, ἐν οἷς τις μήπω φρονεῖ;

Hasta yo, en mi ignorancia, me estoy dando cuenta de que aquí se está liando todo mucho. Que la confianza ahora se adquiere, casi se compra. Y que el saber es lo más provechoso para la persona, no por el saber mismo, sino por lo que conquistará de otros. Hasta yo me doy cuenta de que el saber, cuando se sabe algo, significa una aproximación a la realidad diferente por parte de quien sabe, mucho más que por parte de otros hacia uno mismo. Y que del saber no se debe esperar ese reconocimiento de los demás, porque los demás no saben propiamente en estos términos, y por tanto no sabrán discernir con claridad. Una vez que se sabe, si acaso, se aparecerá ante otros como un ser más extraño y diferente, como otro respecto de su situación. E, insisto, no cabe esperar una reacción buena y benévola. Solo, si se sabe de lo importante, la persona que sabe es la que ha sido transformada. No lo demás, que puede seguir intacto. 

El ideal, en cuanto a la "paideia", resulta educativo. En parte conviene subrayar esto, que la acción de Sócrates sobre Lisis está siendo de elevación. Se nota que Lisis quiere saber, ahora más que antes probablemente. Pero Sócrates está omitiendo todo lo demás. Platón está escribiendo de un modo claramente irónico. A saber qué había vivido ya de todo lo que le tocó pasar y cuánto había comprendido. 

Lo que no termino de entender, dicho sea de paso, es la traducción. 

En algo sí que deja entrever Sócrates que la sabiduría transforma la persona en servicial y buena, en amable y justa, en excelente en el trato y digna de confianza. Algo hay en las personas buenas que ojalá se pudiera ver fácilmente, que convoca en el trato, que aproxima. En torno a esta persona que sabe Sócrates hace girar una verdadera comunidad, al citar a "todos". Casi extraordinaria. Alguien en torno al que merece la pena estar, con quien conversar, a quien seguir y de quién fiarse. Y esto lo hace, según sus palabras, el saber de los saberes, el saber por excelencia. 

El cambio en la terminología despista un tanto. Al final de su intervención, sin embargo, ese saber se traduce en prudencia. Sin prudencia, dicho de otro modo, no hay puerta abierta al saber. Lo cual hace pensar en la prioridad de algunos saberes sobre otros, al menos en lo que a escala se refiere. Unos se dan para que otros puedan darse. Unos son el ejercicio previo a otros ejercicios superiores. Y no habiendo dado los primeros, los segundo serán falsos, engañosos. Aunque se puedan aparentar, no serán realmente reales. 

Acto seguido, con mucha ironía. Al menos así lo leo yo: 

Si necesitas de un maestro es que todavía no sabes. 

Es verdad. 

εἰ δ᾽ ἄρα σὺ διδασκάλου δέῃ, οὔπω φρονεῖς.

ἀληθῆ.

Pocas veces aparece esta respuesta, porque normalmente se asiente el argumento más que manifestar el pleno convencimiento. Esta frase es irónica porque probablemente quien más sabe es quien más necesita un maestro para seguir en el saber y no hacerse a sí mismo saber. O, dicho de otro modo, ya sabe que el saber no es posesión de uno, sino ser poseído por el saber. Pero como en la lógica de los primeros pasos hay maestros que conducen y enseñan, todavía cree que el saber es solo esto y nada más que esto. Por otro lado, se añade que la función en la que parece estar Sócrates asentado es la de un maestro y él ser el discípulo que aprende, y no se percata que lo que funda el diálogo, en el que ellos están tomándose tan en serio las cosas, es el auténtico amor y la verdadera amistad, y que no están siendo tales maestro y discípulo, aunque lo parezca. 

Y dada la situación en la que está Lisis, humillado y privado de todo lo que creía tener y de lo que ahora puede dudar, está sabiendo que ignora, por lo tanto está ignorando que sabe. Lo cual es muy paradójico y sorprendente. Algo verdaderamente raro. Por un lado, dice que no sabe. Por otro, sigue respondiendo. Pero responde, ahora que Sócrates le dice que es un ignorante, con mucha más tranquilidad y sencillez que todos los otros sabios con los que probablemente ya había dialogado. En la posición juvenil de Lisis hay una apertura a su propia verdad que no sabemos bien por qué se pierde en lo cotidiano, cuando dicen que saben incluso lo que no saben y creen saber de lo que ni han probado. 

En cualquier caso, sorprendente. 

Ni puedes, por consiguiente, tenerte por un gran sabio, si no sabes nada. 

Por los dioses, Sócrates, que así lo creo. 

οὐδ᾽ ἄρα μεγαλόφρων εἶ, εἴπερ ἄφρων ἔτι.

μὰ Δία, ἔφη, ὦ Σώκρατες, οὔ μοι δοκεῖ.

Lisis es honesto, más que honesto. Está confesando, sin pudor, en el examen de Sócrates que él no sabe. Con un juego de palabras, efectivamente. Saber que no se sabe no es poca cosa. Seguramente se sabe de muchos temas, o quizá solo de algunos. Se maneja un idioma, se aprende el lugar en el que se vive, sus costumbres, sus formas. Se va progresivamente entrando en una sociedad diversa y entablando relaciones de todo tipo. Pero este saber queda para eso otro diferente que está un poco más allá. Cuanto más se sabe, más se ignora. Algunas personas estamos en esa situación en la que vemos, ciertamente, que todavía hay que aprender de otros un largo camino hasta llegar a los límites del saber de lo que no se sabe. En cuanto al conocimiento. Pero referidos a la vida, todos nos volvemos día a día a trabajar como si esa realidad en la que estamos pasase ante nosotros desapercibida, ignorada. Quizá a eso esté aludiendo Sócrates. A lo más cotidiano. Porque lo que ha dicho es una barbaridad insoportable, que un padre no ama a su hijo porque su hijo todavía no es de provecho y que nadie ama a nadie. Eso sí es ignorancia de la grande, decir esa barbaridad sin parar todo el diálogo.


 

sábado, 29 de enero de 2022

LISIS. Día 29. (Platón, 210c)

Vuelvo a repetir que este blog dedicado a los diálogos de Platón desde hace un año es fruto de mi ignorancia. Prueba palmaria de ello es que voy tan poco a poco que casi es párrafo a párrafo. Y ni siquiera me entero. Y haber leído algo no hace que mañana no tenga que madrugar, ni aquí se anda por las nubes. Es verdad que encuentro algo diferente en estas conversaciones con los textos antiguos que, por desgracia, se da más bien poco. Y el tiempo lo saco del interés y la pasión. Porque tuve en esto la alegría, por la que estoy muy agradecido, de tener grandes maestros en la universidad, de los que gracias a los libros no me he separado en exceso. 

El caso es que, del trocito de ayer, quedaron muchas cosas pendientes. Se va a dar un corte en la conversación y se pasará a otro asunto, igualmente relacionado con lo dicho. Apunte a parte, la docilidad de Lisis es la docilidad práctica de muchas personas. Responde como si tal cosa, igual que muchos vivimos "como si tal cosa". Solo la pregunta provoca un cambio de rumbo. Pero cuántas veces vivimos sin preguntas, dejando pasar las cosas, sin más. 

Cuando en se dice que "se confiará todas las otras cosas" no se dice una cosa cualquiera. Sobre todo porque se añade que esta confianza es fruto del "parecer sabios". Después se insiste en esto más. Pero el juego es perverso. Porque es absolutamente cierto que el Gran Rey, sin saber de ciertas cosas con saber cierto, está obligado a confiar. Y como no sabe, solo podrá confiar en lo que le parece tal cosa. Sabiendo esto, el poder que está describiendo Sócrates, y su incitación, no está yendo por el directo camino que obliga al saber, sino que está continuamente recurriendo al parecer ante otros. Tema del que no hemos salido desde entonces, por lo que se ve. Los ejemplos son dolorísimos. 

Ahora cambia de tema, se vuelve sobre la amistad. 

Entonces, ¿seremos amigos de alguien y será alguien amigo nuestro por aquellas cosas por las que somos inútiles?

En modo alguno, dijo. 

ἆρ᾽ οὖν τῳ φίλοι ἐσόμεθα καί τις ἡμᾶς φιλήσει ἐν τούτοις, ἐν οἷς ἂν ὦμεν ἀνωφελεῖς;

οὐ δῆτα, ἔφη. 

Está clara la conexión con todo lo anterior, aunque se dé el salto temático basado en la relación de confianza y sirva esta descripción primera para saber de qué estamos hablando. Se es amigo de alguien que da muestras de algo valioso, de algo provechoso, de algo que merece la pena. O algo así. Se es amigo de quien es, en algo, amable. 

Se introducen varios asuntos en la pregunta de Sócrates. Por un lado, que la amistad es doble, que no debemos considerarla únicamente en una dirección. Se es amigo, y ambas relaciones son la misma y no al mismo tiempo, por dos caminos. Por el de encontrar "ofelia" en alguien y por el que alguien ha encontrado "ofelia" en nosotros. Una mirada doble y diferente. Aquí se marca clara e irónicamente el lado negativo con todo el interés del mundo. Si se preguntara directamente por "lo recibido" no sería lo mismo, quedaría mucho peor. Y, al mismo tiempo, es claro que toda amistad aporta algo y que, siendo un vínculo libre, tiene una motivación con un interés mayor sobre el resto de realidades. Por qué con esta persona y no con otra, no se responde por simple coincidencia en un espacio y tiempo, sino que se ha dado algo que la distingue de las demás relaciones posibles. 

Empezar por lo inútil, por otro lado, tiene su gracia. "Anófeles", para que resuene mejor. 

La confusión proviene de la misma pregunta. El lío está hecho, porque Lisis ha respondido sin pedir aclaraciones. Como conoce las palabras no se para en ellas y sigue adelante. Lo cual nos permite a todos, eso sí es verdad, avanzar. 

Dada la complejidad de la persona, en la pregunta hay algo graciosísimo. Alguien puede ser útil e inútil al mismo tiempo. Es decir, puede provocar algo provechoso o no. En ese sentido creo que habría que considerar la pregunta. En lo que aporta, en lo que exporta una persona de sí y en lo que somos capaces de importar de ella. Alguien puede dar lo que no se puede recibir, por valioso que sea. Y ahí no habrá amistad. Hay en la amistad una cierta sintonía o situación compartida. 

El jaleo viene cuando esta consideración de la "philía" se extiende a todas las relaciones humanas, haciendo que se dé en ella un intercambio de provecho y utilidad mutua. Es algo que, por otro lado, todos consideramos fácilmente a la hora de hablar de estas relaciones, porque no consideramos en ella su aspecto histórico o que la "filía" pueda empezar de un modo y continuar de otras muchas maneras, más como vínculo ya que como provecho. La capacidad del amor para unir a las personas, lamentablemente y por desgracia, siempre parece tener que justificarse de algún modo, tanto en el tiempo de Sócrates como en el nuestro. 


 

viernes, 28 de enero de 2022

LISIS. Día 28. (Platón, 210a - 210c)

Desde los muros de la ciudad, con esa extraña invitación a entrar en la palestra para pasar el rato "diatribando", hasta aquí, donde parecen estar solos Lisis y Sócrates, se ha tratado de casi de todo. En escasas páginas se han acelerado las cuestiones a base de preguntas que de otro modo uno no se haría en su día a día. Lo bueno de la pregunta es eso, que fuerza dar un paso más. Es lo que tiene el diálogo entendido como examen y no como mera conversación en la que se superponen argumentaciones y retóricas varias. Este diálogo provoca avances y va tejiendo un camino. Como si fuera un laberinto, avanza y avanza en busca de salida. 

En estos momentos, la situación es la siguiente y verán si pueden o no atravesar por ahí. El saber y la vida van de la mano. La vida se confía al saber. En función de lo que se sabe y lo que se ignora así se vive. Mejor dicho, en función de lo que se sabe que realmente se sabe y lo que se sabe que realmente se ignora se sitúa la vida. Y la vida aparece entonces como confianza en plenitud, como confianza plena. Se entrega confiada al saber. Y hay algo en el saber que siempre es ajeno, que es saber de otro. 

Así pues, ¿no nos confiaría todas las otras cosas mejor que a él mismo o a su hijo, en todo cuanto le pareciéramos saber más que ellos?

Necesariamente, dijo, oh Sócrates. 

Así son las cosas, querido Lisis, le dije. En aquello en lo que hemos llegado a ser entendidos, todos confían en nosotros, griegos y bárbaros, hombres y mujeres. Haremos, pues, en esas cosas lo que queramos, y nadie podrá, de grado, impedírnoslo, sino que seremos en ellas totalmente libres y dominadores de otros, y todo esto será nuestro porque sacamos provecho de ello. Pero en aquello en lo que no hemos logrado conocimiento no nos permitirá nadie hacer lo que a nosotros nos parezca, más bien nos lo impedirán todo lo que puedan, y no sólo los extraños, sino el padre y la madre e, incluso, alguien más próximo, si lo hubiera. En estas cosas seremos, pues, súbditos de otros y ellas mismas nos serán ajenas, porque ningún provecho sacamos de ellas. ¿Concedes que es así?

Lo concedo. 

ἆρ᾽ οὖν καὶ τἆλλα πάντα ἡμῖν ἐπιτρέποι ἂν μᾶλλον ἢ ἑαυτῷ καὶ τῷ ὑεῖ, περὶ ὅσων ἂν δόξωμεν αὐτῷ σοφώτεροι ἐκείνων εἶναι;

ἀνάγκη, ἔφη, ὦ Σώκρατες.

οὕτως ἄρα ἔχει, ἦν δ᾽ ἐγώ, ὦ φίλε Λύσι: εἰς μὲν ταῦτα, ἃ ἂν φρόνιμοι γενώμεθα, ἅπαντες ἡμῖν ἐπιτρέψουσιν, Ἕλληνές τε καὶ βάρβαροι καὶ ἄνδρες καὶ γυναῖκες, ποιήσομέν τε ἐν τούτοις ὅτι ἂν βουλώμεθα, καὶ οὐδεὶς ἡμᾶς ἑκὼν εἶναι ἐμποδιεῖ, ἀλλ᾽ αὐτοί τε ἐλεύθεροι ἐσόμεθα ἐν αὐτοῖς καὶ ἄλλων ἄρχοντες, ἡμέτερά τε ταῦτα ἔσται —ὀνησόμεθα γὰρ ἀπ᾽ αὐτῶν

εἰς  δ᾽ ἂν νοῦν μὴ κτησώμεθαοὔτε τις ἡμῖν ἐπιτρέψει περὶ αὐτὰ ποιεῖν τὰ ἡμῖν δοκοῦνταἀλλ᾽ ἐμποδιοῦσι πάντες καθ᾽ ὅτι ἂν δύνωνταιοὐ μόνον οἱ ἀλλότριοιἀλλὰ καὶ  πατὴρ καὶ  μήτηρ καὶ εἴ τι τούτων οἰκειότερόν ἐστιναὐτοί τε ἐν αὐτοῖς ἐσόμεθα ἄλλων ὑπήκοοικαὶ ἡμῖν ἔσται ἀλλότριαοὐδὲν γὰρ ἀπ᾽ αὐτῶν ὀνησόμεθασυγχωρεῖς οὕτως ἔχειν;

συγχωρῶ.

Lo diré, sin más, porque me está haciendo reacción. Si el saber es poder, el saber no es tal saber. Como se está hablando aquí, el saber somete. Si el saber somete entonces ignora la vida, ignora al prójimo, ignora al otro, se pierde a sí mismo. Si este saber es un saber técnico que no se sitúa de tal modo en la realidad que le confiere una humildad y prudencia mayor que al resto, no es saber. Al menos sobre ciertas cuestiones, no será saber. En las que el diálogo está tratando. Evidentemente, en ciertos asuntos sabe el que sabe y habrá que dejarse guiar por el que sabe. Pero no todas las cuestiones están sometidas a esta lógica y el saber no es único y común en todo. Respecto de otros, no hay tal saber. Respecto de uno mismo y la vida, tampoco. Unir tan frecuentemente el saber y el poder social extrapolándolo a todas las circunstancias, sin responsabilidad y sin culpa, será el origen mismo del totalitarismo, de la tiranía y la vida sometida a los dictámenes de quienes se presentan con ánimo de impedir la libertad. 

Dicho más sencillamente. Si antes hemos distinguido entre saberes ahora no podemos dar marcha atrás y confundirlos todos. Y la vida entendida planamente lleva a esto, a mezclarlo todo sin orden alguno. Un desastre. 

E insisto, Lisis no nota responsabilidad alguna. Y todo el saber se está poniendo del lado del poder, no del sobrecogimiento, no del misterio, no de la admiración o la gratitud o la escalofriante culpa. Aquí el saber se hace desde una descripción excesivamente capaz, como una suma sobre lo humano y no como lo humano mismo brillando. Y así nos va. Que todo, por este camino, se vuelve técnica y las personas números que suenan como suenan las monedas que se agitan en manos codiciosas. 

Lejos de esto existe otro saber cuyo mejor nombre es prudencia. 

Lisis podría hablar de otro modo. Si supiera. ¿Desde qué punto del diálogo hemos derivado en estas cosas? 




jueves, 27 de enero de 2022

LISIS. Día 27. (Platón, 209e - 210a)

Estoy tan en tránsito que yo mismo me doy cuenta de que si afino mucho hacia abajo se queda sin ver lo de arriba. Pero es apasionante dedicar este tiempo poco a poco a estos maravillosos diálogos. Lisis se puede leer completo en unas horas de la noche. Completo. Y se deja leer de nuevo la noche siguiente. Ojalá se vuelva a hacer y existan diálogos hoy nuevos con la misma fuerza con la que aquí aparecen. Para lo cual es necesario que al menos uno diga sin titubear que solo sabe que no sabe y que se puede saber.

Vuelve con las comparaciones, una más. La relación sigue siendo la misma. El gran Rey es quien tiene el poder de decidir lo que sí y lo que no, quién sí y quién no. Aparece su hijo en escena, que debe ser un niño o un completo inútil, y Sócrates y Lisis de la mano ostentando saberes, aunque ahora se retiran un poco. De medicina no saben, como antes sabían preparar buenos platos. 

Se desliza en la conversación, y el buen lector se dará cuenta, que quizá en lo que se refiere a culinaria y oftalmología son ignorantes y están soñando, pero mientras dialogan, de lo que no están dudando es que saben al menos dos cosas: hacer preguntas y responderlas. Por mucho que me empeñe en repetir esto no sé si seré capaz de hacer ver lo que es la forma propia del diálogo y que es ahí donde aparece el auténtico contenido. Igual que Sócrates y Lisis juntos, siendo "nosotros" están acudiendo ante el gran Rey para mostrar sus dotes, en el diálogo están presentándose una y otra vez ante la Razón misma para mostrarle a la Razón misma que ellos son buenos dialogantes. Un buen dialogante se escucha, se comprende, se pone de acuerdo. Es justo lo que ocurre. Y los demás, los que están sentados en la mesa  en la palestra de este peculiar banquete de palabras, y de los que no se dice nada hace un rato, están recibiendo una y otra vez lo mismo que yo veinticinco siglos después. 

Este excursus no es cualquier interrupción, sino una forma de adentrarse en el diálogo para no perderse. Aquí siguen, hablando del amor, pero amándose, no llevándose la contraria y peleando sino haciendo preguntas y encontrando respuestas. Un auténtico diálogo de una seriedad incomparable. Es ahí donde está lo "pedagogíco", el camino por el que, movidos por la esclavitud de la razón, se avanza hacia el aprendizaje. 

La primera comparación, la culinaria, se exagera. Al hijo no le dejaría hacer nada, se lo prohibiría, mientras que al que sabe le dejaría hacer cualquier cosa, incluso estupideces. Por eso decía antes que deja su vida en sus manos. Y Lisis no se entera de tal responsabilidad, porque le parece un juego. Pero es gravísimo y preocupante. Una vez que hemos creído que alguien sabe, como dejamos de examinarlo y de estar encima, es como si le diésemos rienda suelta para colarse en todo y nos sometiera antes de que la voluntad y la libertad actúen. Estaríamos auténticamente en sus manos. Seríamos unos peleles confiados y domesticados. No es esto, supongo, lo que quiere hacer Sócrates con Lisis, pero Lisis no sabe hacer nada más que someterse. Será que es joven. No, perdón. No es cosa de la edad. 

¿No le dejaría, pues, que echase ni un trocito y, en cambio, a nosotros, aunque quisiéramos echar sal a manos llenas, nos dejaría?

¡Cómo no!

καὶ τὸν μέν γε οὐδ᾽ ἂν σμικρὸν ἐάσειεν ἐμβαλεῖν: ἡμᾶς δέ, κἂν εἰ βουλοίμεθα δραξάμενοι τῶν ἁλῶν, ἐῴη ἂν ἐμβαλεῖν.

πῶς γὰρ οὔ;

Lo que acaba de decir es que si se aprende a aprovechar la ignorancia del Gran Rey en una cosa tan insignificante como la comida, entonces el Gran Rey por su ignorancia pondría su vida entera en manos del que quiere aprovecharse de él con la apariencia de saber lo que no sabe. Solo habría que vencer su desconfianza usando con buenas artes su ignorancia. Y esto ocurre todos los días. 

Lo siguiente, sobre médicos. 

¡Y qué! Si a su hijo se le pusiesen malos los ojos, ¿le dejaría que alguien se los tocase, a sabiendas de que no era médico o se lo impediría?

Se lo impediría. 

τί δ᾽ εἰ τοὺς ὀφθαλμοὺς ὁ ὑὸς αὐτοῦ ἀσθενοῖ, ἆρα ἐῴη ἂν αὐτὸν ἅπτεσθαι τῶν ἑαυτοῦ ὀφθαλμῶν, μὴ ἰατρὸν ἡγούμενος, ἢ κωλύοι ἄν;

κωλύοι ἄν.

Y el segundo ejemplo, que ya toca lo más sagrado en principio para un padre, afecta directamente a la cara opuesta de la confianza y deja al descubierto su mecanismo doble: aceptar o impedir, permitir o prohibir. Así se juega, como en la limosna y el ayuno, la vida entera del ser humano. En el relato bíblico, dicho sea de paso, en aquel llamado Discurso del Monte del evangelio de Mateo, en el corazón y entre la limosna y el ayuno se pone el diálogo con Dios, la soledad del diálogo con el Padre. ¡Apasionante!

La enfermedad del ojo del hijo es una debilidad. El ojo del padre, por muy gran Rey que sea, es incapaz de ver. No se ve el saber de quien llega diciendo que sabe, de primeras. Se tendrá que probar. Y, una vez probada, tampoco puede ver el padre lo que este que dice que sabe hará. No se ve. El ojo del gran Rey, con el que decide la vida de su hijo, es más débil que la misma debilidad del ojo. El padre va a poner su vida en riesgo en la comida y ahora el hijo mismo. 

En cualquier caso, es verdad que hay saberes esenciales que se pueden probar. Lo que no se ve, ni se puede ver, es lo que se hará con ese saber. Hasta ahí, hasta llegado el momento, ni se ve, ni se puede ver. La confianza en el saber es insuficiente justificación. En el fondo, se confía realmente en la persona que posee un cierto saber. O eso, o la muerte. 

Repito que se repite nuevamente el mismo mecanismo en el ejemplo que antes se examinaba en la vida real. El doble mecanismo de la aceptación y el rechazo. En ambos casos, un saber imprescindible será la prudencia. Pero ese saber no es un saber concreto, sino aplicable a todo lo demás prácticamente y a la vida misma. Se puede volver, de hecho se vuelve siempre, sobre uno mismo. Porque la prudencia es el examen del que no se puede prescindir y se vive en la prudencia o no se conoce. Si se conoce la prudencia, se vive en ella. Si no se conoce la prudencia, se vive en la imprudencia aunque se sepa algo de la prudencia. Repito que esta es la cuestión principal que va apareciendo algo, poco a poco, mientras se está viviendo y examinando lo otro. 

Pero a nosotros, si sospechase que éramos médicos y quisiéramos, abriéndole los ojos, llenárselos de ceniza, me pienso que no nos lo impediría, en el convencimiento de que obrábamos rectamente. 

Se lo impediría.  

τί δ᾽ εἰ τοὺς ὀφθαλμοὺς  ὑὸς αὐτοῦ ἀσθενοῖἆρα ἐῴη ἂν αὐτὸν ἅπτεσθαι τῶν ἑαυτοῦ ὀφθαλμῶνμὴ ἰατρὸν ἡγούμενος κωλύοι ἄν;

κωλύοι ἄν.

Conste que esto de "impedir" tiene mucho que ver, en su raíz, con la verdad. 







miércoles, 26 de enero de 2022

LISIS. Día 26. (Platón, 209c - 209e)

Tengo un libro firmado por su autor al que tengo mucho cariño. No tengo muchos así. Nunca me ha importado, ni le ha dado mayor valor. Pero en ese libro pone algo que escuché en un momento crucial: "No abandones." Y recordé ese mismo día algo que no me ha abandonado. Desde entonces nos hemos visto muy pocas veces.  

He pasado unos días volviendo a leer con más cuidado el diálogo, dándome cuenta de lo mucho que no sé, de cómo pasan rápidamente las palabras y del peligro de creer que entiendo más de lo que entiendo. Porque en esas burlas que se hacen de Lisis está contenida gran parte de la humanidad que vive así, porque realmente piensa eso, y es difícil salir de ahí, de esa inmediatez y del cambio constante sin nada fijo. Y, sin embargo, está presente algo fijo que nos hace entender el diálogo y despertar a través de él. La sacudida socrática está en provocar una razón y agitarla hasta que se dé cuenta de que hay verdades. Y que quizá no sea las que pensamos sino las que vivimos y en las que queremos vivir. Algo que, para quien no lo haya entendido, ha quedado dicho que no es cosa de tiempo, no es un tema de la edad, ni se puede esperar de ella. Porque ocurren tantas cosas de las que no aprendemos que darse cuenta resulta escandaloso. Cuántas oportunidades perdidas y en cuántas cosas estaremos obrando mal y haciendo mal a otros. Vendrá la siguiente generación a echarnos en cara que hemos puesto nuestra vida en algo más de lo que nos estamos dando cuenta, en algo más que nuestra destrucción de la creación, nuestro abuso del otro, incluso del pequeño, del desprecio a la mujer, de la esclavitud alienante al consumo. De esto nos damos cuenta, pero cuántas no estaremos ni viéndolas mientras las realizamos. Suma y sigue. Dentro de unos años nos acusarán. Y tendrán razón. 

A Lisis se le hace la boca agua al pensar que los demás le confiarán su vida. Le parece maravilloso. No lo está viviendo y cree que llegará el día, ese día. Y que su crecer será linealmente hermoso, sin responsabilidad. Le ha puesto Sócrates delante todo eso, salvo la culpa que tendrá que asumir y el riesgo. Por no hablar del olvido que está provocando de él mismo al pensar en otro tan ligeramente. No solo su padre, sino el vecino y la ciudad misma. Todos, como en "urbi et orbe". Todos, sin ausencia de nada. Todos, cuando se den cuenta de lo mucho que sabe, le confiarán la vida. Y lo harán alegremente. Aunque lo que Sócrates sabe, y no poco menos Platón, es que al que busca el bien y se sale de lo común para cuidar lo común y ser de verdad un amante del prójimo y del otro, a ese le espera un destino que no imagina un joven. El joven no se ha enterado de lo que significa seguir al bien mismo, sin ser el bien mismo. 

Lisis afirma complacido que confiarán en él. No digamos nada. A lo mejor lo que hay que hacer con los jóvenes es despertar, con afecto ordenado y sincero, su contemplación del bien, antes de cualquier otro mal, para que se asiente bien en él, para que pueda permanecer, para que esté suficientemente injertado hasta que no le resulte extraño ser parte de siendo ya familiar, un brote o un fruto. Y poco más, pero del bien. 

Así que: 

Y bien, ¿no crees que los atenienses te confiarán también sus cosas cuando perciban que eres suficientemente sensato?

τί δ᾽Ἀθηναίους οἴει σοι οὐκ ἐπιτρέψειν τὰ αὑτῶνὅταν αἰσθάνωνται ὅτι ἱκανῶς φρονεῖς;

Esta expresión es apabullante.  No lo tengo claro, pero noto una especie de derrota y vencimiento de la misma Atenas, una confianza poco libre y muy impuesta, una dura esclavitud a lo que, aunque no lo entiendo bien, se está llamando la prudencia de Lisis, a su buen hacer. A lo mejor es porque estoy despistado y no me entero, pero va más deprisa que Alejandro Magno avanzando sobre territorios con su "hacer", con su "sabiduría práctica", y esta sabiduría así descrita y que Lisis posee y domina, más que poseerle a él, consigue una superioridad sobre otros que en nada les beneficia porque les expulsa de su propia paternidad, de sus propios bienes y de su propia tierra. No puedo entender así la "phrónesis". Hay algo aquí que no encajo. Los otros han dejado de ser atenienses y padres en presencia del sabio. No tiene sentido. Y más cuando el que se está imaginando con esta sabiduría, reflejo de que no la tiene, sigue adelante recibiendo y recibiendo, eliminando y eliminando, totalizando y totalizando. 

No solo el padre, el vecino y la ciudad. ¿Y el Gran Rey? 

¡Por Zeus!, le dije. ¿Y qué pasará con el Gran Rey? ¿Confiará a su hijo mayor, al que corresponde el mando de Asia, le confiará, digo, mejor que a nosotros, cuando estuviste cocinando la carne, que echase a la salsa lo que quisiera, en el supuesto de que llegáramos junto a é y le mostráramos que somos mejores que su hijo en cuestiones de condimentar comida?

Es claro que a nosotros, dijo. 

πρὸς Διόςἦν δ᾽ ἐγώτί ἄρα  μέγας βασιλεύςπότερον τῷ πρεσβυτάτῳ ὑεῖοὗ  τῆς Ἀσίας ἀρχὴ γίγνεταιμᾶλλον ἂν ἐπιτρέψειεν ἑψομένων κρεῶν ἐμβάλλειν ὅτι ἂν βούληται ἐμβαλεῖν εἰς τὸν ζωμόν ἡμῖνεἰ ἀφικόμενοι παρ᾽ ἐκεῖνον ἐνδειξαίμεθα αὐτῷ ὅτι ἡμεῖς κάλλιον φρονοῦμεν   ὑὸς αὐτοῦ περὶ ὄψου σκευασίας;

ἡμῖν δῆλον ὅτιἔφη.

Aquí se introduce algo distinto que a mí me apasiona cada vez más y que está menos aprendido, pese a los grandes avances en el conocimiento, que los primeros peldaños del amor. Lo que aquí se dice es que hay diferencias en algo que es uno. Y que conocemos las diferencias tanto como lo uno. Y que conocemos que vivimos en esas diferencias tanto como en lo uno. Lo uno y sus diferencias, que se presenta siempre con una dificultad extrema, igualmente provocadora, hace que le demos vueltas y vueltas hasta lograr entender algo. 

El caso es que todos, absolutamente todos, incluso "el rey de reyes", por decir de otro modo "el gran rey", se someterá. Lo cual deberíamos pensar. Porque ahora la posición de cada uno queda no definida por el origen, sino por algo diferente al origen y la relación entre ellos con algo más que ellos, que es una verdad que afecta a la vida. Me encantan, aprovecho para decirlo, los paralelos entre el logos y el alimento, entre la razón y el vientre, entre la verdad y el cuerpo. Y similares. 

Aquí hay "el Rey de Reyes", y "su hijo mayor", y un "nosotros", mezclando términos imaginarios y términos reales. Perdón por el comentario, pero se me hace luminoso lo del uno y las diferencias incluso en los personajes. Van unidos Lisis y Sócrates. Y ellos serán, si saben de comida, dignos de confianza respecto de la comida. Lo cual muestra que "el Rey de Reyes" sabe igualmente de la importancia de la comida sepa o no cocinar, es decir, que sabe de alimentarse y sus consecuencias aunque ignore cómo se prepara lo que recibirá. No podrá vivir entonces, y esta es la debilidad mayor del Rey de Reyes al parecer, sin depender de otros, por grande que se crea. A la hora de comer, uno más y muy ignorante. 

En tal situación y sometimiento a la realidad, la corona vale de poco e importa mucho más el saber, un cierto saber propio de esclavos. Y está en relación con la vida. Si Sócrates y Lisis son capaces de presentarse de tal manera que "muestren que son mejores", ese mismo mostrarse será tener la vida del Rey de Reyes, del Hijo y de todos los comensales en su mano. 

Y Lisis no nota responsabilidad alguna. Ni la huele. Se le hincha el corazón imaginándose como un esclavo. 




martes, 25 de enero de 2022

LISIS. Día 25. (Platón, 209b - 209c)

Lisis está rendido al diálogo. También debe ser propio de su juventud. Lo que a Sócrates le debería estar llenando de un cierto respeto y temor, que no muestra. Solo pregunta y avanza, descolocando la posición inicial y ahora tejiendo un verdadero argumento. Lo que llega es una cadena de razonamientos, que aparentemente se pueden decir fácilmente, pero que no se pueden comprobar tan sencillamente en la vida. Esta distancia entre el discurso, capaz de entrar con aparente normalidad en el terreno de las intenciones como si fueran visibles objetos, y la vida misma es sorprendente. 

Si el impedimento no es la edad, cual es. Sócrates pregunta por la causa, por el origen, por la raíz de donde viene una acción, por lo que la pone en marcha y la motiva y mueve. No es la edad, no es un dato, no es un pasar. Entonces, qué es. 

Lisis responde: 

Porque pienso, dijo, que éstas las sé; pero no aquellas. 

ὅτι οἶμαιἔφηταῦτα μὲν ἐπίσταμαιἐκεῖνα δ᾽ οὔ.

Sobre unas tengo "episteme" y no sobre otras. Una distinción clara y rotunda, que se adquiere y se aprende. Quien sabe de algo, puede sobre ello. Así de siempre. El conocimiento es siempre poder, incluso para aceptar lo que no se puede dominar y no hacer lo que no se puede vencer. El conocimiento "epistémico" expresa un dominio, un ejercicio, una forma de vivir. Se sitúa por encima. Lo mismo da que sea sobre una zapatilla, un coche o un deseo. 

Este conocimiento es capacitante y se puede demostrar. Es compartido por otros o reconocido por otros. Incluso quien no lo tiene puede saber que tienes un conocimiento sobre ello. Aunque esto es extraordinariamente problemático dependiendo del tema y de quien lo diga. 

Es un conocimiento que no lo da la edad, que se adquiere. Y parece que es deseable, porque brinda la ocasión de vivir de un modo diferente, más libre y menos esclavo, más autónomo y menos dependiente, más social y menos infantil. 

Sócrates, que felicita al joven Lisis por el hallazgo, que seguramente ya sabía de antes. Sigue adelante. Hago notar la ironía, porque no le ha dado Sócrates la respuesta. Solo le ha ido bloqueando el paso de la contradicción y del sinsentido, para que no siguiera por ahí razonando sin pensar las cosas, y ha continuado con las preguntas. Se dice poco para lo importante que es esto, que el maestro no adelanta al discípulo la respuesta, sino que simplemente le guía como si no supiera nada, haciéndose el ignorante, pero sabiendo a dónde va y de dónde viene. El tema, por ahora, es lo suficientemente simple para que, leído ágilmente, una persona razonable se dé cuenta de los detalles y de su sencillez. No tanto de las implicaciones, pero sí pueda seguir una argumentación de este tipo. Es un trazo, de momento, grueso, que no ha entrado en el detalle y la auténtica problemática. 

Por eso, con una gran ironía, Sócrates le felicita por lo que ha dicho, no por lo que ha aprendido. Sencillamente, ya lo sabía y estaba claro. Lo que ocurre es que hablaba sin colocar "las letras convenientemente", sin sujetarse a una norma clara, la de la realidad comprensible. Todo lo anterior eran tonterías incomprensibles, que solo entendemos porque no somos "racionales" muchas veces y todo lo aceptamos como bueno de primeras, sin pensar. Pero Lisis topa con Sócrates, que no deja pasar una sin dar explicaciones, y va cayendo y cayendo en la cuenta de una y otra cosa. 

Sócrates continúa. 

Está bien, amigo, dije yo. No es, pues, tu edad lo que está esperando el padre para confiártelo todo, sino el día en el que piense que tú eres más listo que él; entonces se confiará él mismo a ti y, con él, te confiará todas sus cosas. 

Ya lo creo. 

εἶεν, ἦν δ᾽ ἐγώ, ὦ ἄριστε: οὐκ ἄρα τὴν ἡλικίαν σου περιμένει ὁ πατὴρ ἐπιτρέπειν πάντα, ἀλλ᾽ ᾗ ἂν ἡμέρᾳ ἡγήσηταί σε βέλτιον αὑτοῦ φρονεῖν, ταύτῃ ἐπιτρέψει σοι καὶ αὑτὸν καὶ τὰ αὑτοῦ.

οἶμαι ἔγωγε, ἔφη.

No puedo con todo. Pero vamos. Le llama "excelente", que traduce por "amigo", cuando todos sabemos, incluido el traductor, que es mucho más fuerte la palabra usada y más confusa en el tema del diálogo. Por otro lado, en cuanto al contenido, se descarta la edad, rescatando una cierta referencia a su juventud, y se da el salto a la "confianza" que es más bien "entrega" frente al poder de la "episteme". Son dos palabras que pueden sonar bastante cercanas. Quizá un juego, sin más, de palabras, para quien quiera escucharlo. Y, por último, la objetividad del saber, como dominio sobre las cosas, queda desprestigiado al máximo, porque el padre se pone a sí mismo, es decir, a su subjetividad y valor, como la medida a partir de la cual dará en paso a entregarse a sí mismo y todo lo demás. O sea, que la episteme, ese saber sobre las cosas, también es saber y dominio sobre las personas. No hace falta decir mucho más para expresar su riesgo, el riesgo del poder y de la medida de las personas como criterio aplicable a todo lo demás. 

Por otro lado, lo pernicioso que queda el tema en los labios de Sócrates, aunque suene razonable, es el mejor modo de mostrarle a Lisis que aquello no ha terminado, sino que acaba de empezar. Un padre que no confíe más que cuando es superado, en el fondo no confía, sino que tiene a su vez una episteme sobre la episteme del otro, que incluiría al otro y al saber. Y ya he dicho antes que eso es extraordinariamente arriesgado usarlo así. 

Lo de la edad está claro. No es la edad. No es esa objetividad. Aunque, como bien sabemos, y ante la dificultad de aplicar el criterio sensato de Sócrates, termina por haciéndose valer realmente la edad. Por igualar. Porque meterse en eso que dice Sócrates y que parece tan prudente resultaría extraordinariamente confuso y complicado. Un mismo padre, como de hecho ocurre, al tomarse él mismo como medida de cuándo sí y cuándo no, puede hacer con un hijo una cosa y con otro otra complementa diferente. Su contradicción delata que su saber no es tal saber. No digamos, si esto ocurre entre un padre y sus hijos, qué puede suceder más allá de las relaciones cuyos vínculos no los da la exigencia de la sangre, sino otras relaciones más sospechosas, dudosas, con intenciones más ignoradas. 

Pero Sócrates avanza. También el vecino confiará en él. Se entregará. E insisto en que confiar no es tanto recibir como entregar. 

εἶενἦν δ᾽ ἐγώτί δέτῷ γείτονι ἆρ᾽ οὐχ  αὐτὸς ὅρος ὅσπερ τῷ πατρὶ περὶ σοῦπότερον οἴει αὐτὸν ἐπιτρέψειν σοι τὴν αὑτοῦ οἰκίαν οἰκονομεῖνὅταν σε ἡγήσηται βέλτιον περὶ οἰκονομίας ἑαυτοῦ φρονεῖν αὐτὸν ἐπιστατήσειν;

ἐμοὶ ἐπιτρέψειν οἶμαι.

Se está excitando el deseo de Lisis, un joven. Ahora no solo puede tener lo que su padre le ha prohibido desde la infancia, sino que amplía su mirada hacia los bienes del vecino. Con el saber se le abren las puertas del poseer. Lo que el vecino tiene puede ser suyo si muestra su habilidad y domina de este modo el conocimiento del vecino haciéndole creer que él sabe más, que es mejor, revertiendo la desigualdad en la que ha ido creciendo, como en una venganza. Su casa puede ser suya. Sin robarla, sin aparente violencia. Solo mostrando su episteme, que es mejor. 

La desigualdad... Ay.... La desigualdad aparente...

El conocer de Sócrates en los oídos de Lisis suena a poder. No sobre sí mismo, para controlar sus deseos, sino sobre otros. ¿Dónde puede llegar? Y Sócrates continúa. A la ciudad. La ciudad misma se puede entregar rendida a tus pies si consigues que te adoren por tu saber. 

τί δ᾽Ἀθηναίους οἴει σοι οὐκ ἐπιτρέψειν τὰ αὑτῶνὅταν αἰσθάνωνται ὅτι ἱκανῶς φρονεῖς;

Este joven está acumulando imaginariamente poder y se está viendo casi como rey, como señor de todo. ¿Violentamente, por la fuerza? No. Se lo imagina pacíficamente. Los demás, que son buenos y reconocerán en él su sabiduría, confiarán su propia vida. 

Si no se capta la ironía de Sócrates, o quizá el dolor de Platón por la muerte de su maestro, condenado por la ciudad, no nos estamos enterando de nada. Lisis cree que ha dicho algo interesante. Y solo está paseando al lado del precipicio. Casi mejor haberse quedado en la edad, sin seguir dando pasos. Porque puede, sin duda alguna, caer y morir. 



lunes, 24 de enero de 2022

LISIS. Día 24. (Platón, 209a - 209b)

Imaginemos el campo abierto de las posibilidades y la cadena que entre ellas se produce. Al ser seres históricos, las personas nos vemos condicionados por todo aquello que hacemos, sea cual sea la intención con la que lo hacemos o la finalidad que nos empuje a ello. Ni la intención, ni la finalidad están claras como los hechos. No se puede apelar al ver, a la inmediatez, salvo para resolver la acción. Estando presentes en todo momento, para la acción, ambos motores (intención, motivación y finalidad) quedan ocultos. Incluso para la propia persona, que ignora esto. En esta inmensidad abierta de posibilidades abiertas, unas se asientan en muchos casos sobre otras. Hay posibilidades que actúan como llaves, que abren o cierran. Condicionan, eso sí, no determinan. Aunque algunas, no pocas, sí determinan la condición humana. La libertad, que es una especie de factor situante del ser humano en la historia, el mundo y respecto de la vida y todo lo demás, no decide en el aire y abierta a todo. Si bien, también es cierto, es mucho mayor de lo que habitualmente considera el sometido por su propia existencia pasada o por motivaciones y finalidades poco clarificadas. No quisiera aquí hacer psicología, al modo como hoy se entiende. 

Sócrates recupera la respuesta de Lisis sobre la edad. Según el joven ateniense, sus padres le impiden hacer lo que quiera, cualquier cosa que desee, por la edad que tiene. Se vincula y unen dos realidades que no van propiamente de la mano. Una está relacionada con el tiempo. Las dos, en verdad, pero son dos vivencias del tiempo distintas. 

Avanza el diálogo. 

No, no es esto lo que te frena, hijo de Demócrates, ya que, como creo, hay algo, al menos, que tanto el padre como la madre te dejan y no esperan a que tengas la edad; porque, cuando quieren que se les lea o se les escriba algo, pienso que es a ti, antes que a ningún otro de los de casa, a quien se lo encomiendan. ¿No es así?

Claro que lo es, dijo. 

μὴ οὐ τοῦτό σε παῖ Δημοκράτουςκωλύῃἐπεὶ τό γε τοσόνδεὡς ἐγᾦμαικαὶ  πατὴρ καὶ  μήτηρ σοι ἐπιτρέπουσιν καὶ οὐκ ἀναμένουσιν ἕως ἂν ἡλικίαν ἔχῃςὅταν γὰρ βούλωνται αὑτοῖς τινα ἀναγνωσθῆναι  γραφῆναισέὡς ἐγᾦμαιπρῶτον τῶν ἐν τῇ οἰκίᾳ ἐπὶ τοῦτο τάττουσιν γάρ;

πάνυ γ᾽, ἔφη.

Primer punto, que no todo está prohibido. ¿Pero es esto algo que coincide con el deseo? Me he perdido. Porque el tema era ese, la relación del deseo de Lisis y el impedimento de sus padres. Pero bueno. Sócrates avanza que hay cosas que sus padres sí quieren que haga. O sea, no solo se trata de limitar el deseo, sino de excitarlo y sacarlo y darle fuerza en relación al bien. Aquí hay algo que se conoce bien. E insisto, que deseo no es la subjetividad alocada que hoy se comprende pasando por la modernidad y sus ridiculeces, sino la voluntad en su objetividad personal, la voluntad haciéndose fuerte en la persona y dirigiendo su vida, con la que tendrá que vérselas la libertad humana continuamente. Y no cito el caballo que todos tendrán en la cabeza. 

El segundo punto, hay que comprender qué era leer y escribir entonces. En su contexto, no en el nuestro. No puedo discutir lo más mínimo con los sabios que saben y saben mucho, pero sería genial encontrar un estudio sobre lo que está diciendo aquí realmente Platón (no Sócrates, es verdad) al usar estos términos: tanto ἀναγιγνώσκω como γράφω. El primero es sorprendente. Y queda traducido como "leer", aunque me temo que nuestra lectura sea pobre en comparación con lo que está queriendo proponer. Y la relación con la "letra", con la "escritura", con la persona que deja escondido entre letras cierto saber o pensamiento. Pero es la apelación a la escritura la que me hace pensar que no se trata solo de leer, sino de conectar con la raíz de la palabra "conocer" que hay en lo que traducimos como "leer". Por tanto, lo que quieren los padres es que conozca, que sepa, que muestre lo que sabe. Y este oficio, porque era un oficio, era igualmente propio de esclavos. Y hay, indiscutiblemente, una esclavitud a la que la persona debe atender y un sabe con el que hay que relacionarse, al menos en primer lugar, como un esclavo, como un siervo, con auténtico sometimiento. Porque será ese saber al que nos sometemos el que con más profundidad diga, no de primeras, que la persona es libre. No una, sino toda persona. Así como conviene que alguien lo repita entre los pueblos. 

Lisis asiente. Una vez más. Sin aportar nada. Al menos yo no veo nada más en su respuesta, salvo que hay concordia y que está siguiendo atentamente lo que dice Sócrates, quedándose en su descripción y poco más. 

Por cierto, que los padres exigen. No prohíben, sin más. Exigen, piden, cuentan con él, lo tienen presente. Y desean que esto suceda. Los padres desean, tienen sus deseos, su voluntad en marcha hacia el hijo. No se nombra ni se atiende, pero está así descrito en la otra palabra que en la traducción aparece unas veces como querer y otra como desear.  

Seguimos. 

Así pues, en este caso, puedes libremente escoger qué letra quieres escribir en primer lugar y cuál en segundo y lo puedes hacer también al leer. Y cuando, como supongo, coges la lira, ni el padre ni la madre te impiden destensar la cuerda que quieras, y hacerlas sonar con los dedos o con la púa, ¿o es que te lo impiden?

No, por cierto. 

οὐκοῦν ἔξεστί σοι ἐνταῦθ᾽ ὅτι ἂν βούλῃ πρῶτον τῶν γραμμάτων γράφειν καὶ ὅτι ἂν δεύτερον: καὶ ἀναγιγνώσκειν ὡσαύτως ἔξεστιν. καὶ ἐπειδάν, ὡς ἐγᾦμαι, τὴν λύραν λάβῃς, οὐ διακωλύουσί σε οὔτε ὁ πατὴρ οὔτε ἡ μήτηρ ἐπιτεῖναί τε καὶ ἀνεῖναι ἣν ἂν βούλῃ τῶν χορδῶν, καὶ ψῆλαι καὶ κρούειν τῷ πλήκτρῳ. ἢ διακωλύουσιν;

οὐ δῆτα.

Lo dicho. Hay una "objetividad del bien" que en la escritura, la lectura, las artes, la estética en general aparece. Que no se trata de hacer cualquier cosa, sino de aprender, de obedecer, de fijarse y atender, de entrar en esa comunicación profunda con el saber. Frente la cierta "pedagogía" de la expresión libre, en el que la persona se da a sí misma sin moldear sacando de sí una vida sujeta a muchos deseos y orientaciones sin fundamento, donde se dice que la persona se muestra pero no hay tal persona mostrándose, Sócrates pone delante la necesidad del bien, de lo bien hecho, de lo bueno en acto, junto con el orden y la belleza. Para educadores, que no han pensado bien lo que están haciendo, sería importante volver a entender bien esto y saber qué hacer en la escuela. Los padres igual. Aquí se antepone la responsabilidad de los padres antes que cualquier otra. Queda dicho. 

Qué importante sería despertar la voluntad para el bien y para lo bueno. Sin ambages. Y cómo modelarla desde el amor y la pertenencia a la común humanidad y familia. 

Lisis, otra vez, asiente.