viernes, 6 de mayo de 2022

LISIS. Día 58. (Platón, 217c)

Este primer párrafo lo voy a dedicar a un comentario indirecto del texto. Es sabio quien sabe leer lo que hay y lo que falta. Poner por escrito algo es focalizar, hacer tema y dejar huecos. Lo más interesante suele ser la conjunción de ambos. La relación de lo focalizado con lo difuso. Pero al sacar a la luz se hace visible lo que estaba sin ser reconocido. En este caso, la tensión de la amistad hacia el bien, que no necesariamente parte del mal, sino de la vida misma en movimiento. No es carencia, es tensión y pertenencia. 

Seguimos. 

Una vez que algo se vuelve "malo" no desea "el bien" y, por tanto, no puede ser "amigo del bien". Esta amistad es un querer. Y lo malo es dar la espalda al bien. Es muy simple, escandalosamente simple. Pero hay que examinar si esto es así. Porque antes se ha rechazado que se desee el bien por el mal. Lo cual, creo yo, tiene en el mal una oportunidad del bien que resiste en la persona como esperanza. Sin embargo, querer el bien por el bien, es mejor todavía. Dudo mucho que haya personas que quieran el mal por el mal, si supieran lo que es el mal. Y sí pienso que hay una terrible confusión en la vida, de la que parece que quisiéramos salir por cualquier camino o simplemente vivirla cómodamente por aquí o por allá. En República está muy bien contado, lamentablemente. 

El siguiente paso es si el mal puede vencer a la persona de tal modo que no quede nada más que mal en ella, o hueco de bien, sin ninguna aspiración posible al bien. Porque quien ya es "malo" no aspira al bien. Y la resolución en la que se sitúa es que no hay victoria definitiva. 

Pero es claro que esto ocurrirá antes de que llegue a ser malo por el mal que se le ha pegado; pues una vez que se volviese malo, no podría desear lo bueno y serle amigo, ya que es imposible, según hemos dicho, que lo malo sea amigo de lo bueno.

Más allá de todo esto, -de la radicalidad y del juicio estancado, en el supuesto de que alguien sea "malo" o "bueno" definitivamente, que es imposible- se estudia el bien y el mal afectando a lo que no es ni mal, ni bien. Es complejo determinar esto, porque hablamos de que el bien y el mal actúan, de alguna manera, sobre la persona. Y no es exactamente y solo la persona la que actúa bien o mal según dónde apunte y en qué dirección camine. Se ve ya la importancia de este ser intermedio, de esta situación a merced de uno y otro que, por simple que parezca, explica enormemente la realidad, al menos en un primer momento. Otro problema es que se supone que hay algo que sea bien y mal, casi como dos polos, no en igualdad de condición y fuerza, pero como dos realidades. El realismo y la objetividad de los clásicos, por mucho que escandalice a los modernos, nos ilumina. 






No hay comentarios:

Publicar un comentario