lunes, 2 de mayo de 2022

LISIS. Día 57. (Platón, 216e - 217c)

Como estoy dilatando mucho los comentarios, me está dando tiempo a leer varias veces completo este diálogo. Es interesante y fecundo.

En este momento, Sócrates inaugura una nueva vía. Y es tan importante que la abra como que cierre las anteriores. En no quedarse atrapado en lo que no tiene visos de permitir seguir adelante o llega a contradicción. Si no se soluciona la contradicción, mejor abandonar esa vía. Y peor aún sería resolverla imaginariamente. Como ocurre en otros lugares, recurrir al mito para pegar elementos o saltar allí donde no se ve con la luz fuerte de la razón. 

En este momento, el camino que se emprende parte del descubrimiento de algo que solo a un juicio templado se le ocurre, el camino que ve caer en el tiempo un elemento que todavía no pertenece a él, porque en cuanto lo toque quedará inclinado. Aquí se ve ese momento con una sana distancia, como todavía no dentro de la historia propia de la humanidad, que se puede resumir brutalmente en lo bueno y lo malo. Ese hueco por el que se quiere pasar y hacer avanzar el discurso es aquello que no es "ni bueno, ni malo", pero que, en su descenso, manifiesta ya una inclinación por sí misma, en cuanto se da, hacia lo bueno. Porque lo que es, es en relación con el bien. 

Y ni lo bueno es amigo de lo bueno; ni lo malo, de lo malo; ni lo bueno, de lo malo, si somos consecuentes con lo dicho anteriormente. Nos resta, pues -si es que algo es amigo de algo-, que lo que no es ni bueno ni malo sea amigo de lo bueno o de otra cosa parecida a él mismo. Porque lo que no puede ser es que algo sea amigo de lo malo. 

Es decir, la amistad sería, por sí misma y en esta formulación que hay que examinar, una tensión, una inclinación, una participación prematura de lo que es con el bien. Olvidando palabras complicadas, que a la razón se le hace presente algo que no es ni bueno, ni malo. Y que, no siendo ni uno ni otro, es amigo de lo bueno por sí misma. Esta situación de intemperie, no cerrada, sino abierta, es una relación que debe ser atendida curiosamente con una inocencia que no se puede ver cuando se juzga una vez tomada como pasado. Porque el juicio sentencia y cierra. La acogida de lo que no es ni bueno, ni malo abre a la consideración de su amistad. Si es amigo de algo, debe ser por tanto tendente al bien. Si no, a todas luces, sería lo enemigo de algo. Y Sócrates aquí, con un optimismo que no creo que sea histórico, de su tiempo, se vuelve hacia el bien. 

Todos los que están en el discurso, que son jóvenes, están escuchando. No sé si somos capaces de entender algo así de complejo. Pero todo lo que está abierto y queda por cumplir, lo que no ha quedado cerrado en la historia y envuelto en la historia humana, se da en relación al bien. El amor, por eso, busca el bien. 

Seguimos. Tampoco lo semejante. 

Y concluye, aunque ahora sentará y examinará la hipótesis y sus consecuencias. 

Por tanto, sólo lo que no es ni bueno ni malo puede ser amigo de lo bueno. 

Incluye algo que, alejado de lo moral, permite la amistad. Dos órdenes de realidad descritos que, al mismo tiempo, tienen conexión. Lo que no es ni bueno, ni malo no puede permanecer así. Será en la medida de su inclinación. Y su inclinación es hacia el bien. La amistad es esta inclinación, esta tensión, esta distancia y cercanía a un tiempo, esta aproximación. 

Sócrates se felicita. 

Entonces, muchachos, dije yo, ¿no iremos por buen camino con lo que acabo de decir? Si, según esto, quisiéramos fijarnos en el cuerpo sano, veríamos que no necesita de medicina ni de ayuda alguna, porque se basta a sí mismo, de forma que ningún sano será amigo de un médico por causa de la salud, ¿no es así? 

ἆρ᾽ οὖν καὶ καλῶς, ἦν δ᾽ ἐγώ, ὦ παῖδες, ὑφηγεῖται ἡμῖν τὸ νῦν λεγόμενον; εἰ γοῦν θέλοιμεν ἐννοῆσαι τὸ ὑγιαῖνον σῶμα, οὐδὲν ἰατρικῆς δεῖται οὐδὲ ὠφελίας: ἱκανῶς γὰρ ἔχει, ὥστε ὑγιαίνων οὐδεὶς ἰατρῷ φίλος διὰ τὴν ὑγίειαν. ἦ γάρ;

Inmediatamente, dando por bueno el camino, procede al examen. Un cuerpo bueno no necesita de médico. Los sanos no necesitan de médico. Si aparece el médico es porque hay cuerpos enfermos, que no se bastan a sí mismos. La definición de salud como cuerpo que se basta a sí mismo es curiosa. Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que no hay cuerpo que se baste a sí mismo. Pero por aquí no entraremos, que se trata de un ejemplo que señala en una dirección. Retomo. El cuerpo sano es el cuerpo bueno. Quien tiene el bien no necesita nada más. El médico es quien puede otorgar algún bien, sanando el cuerpo malo. Luego, solo el enfermo será tendente al médico. La amistad, como intento de participación y pertenencia y recepción de algún don, parte según esto del enfermo hacia el bien. Dando por supuesto que hay algún bien que se da a quien está bajo el mal. Las connotaciones evangélicas, a mí, me saltan continuamente. 

Pero el enfermo, creo, lo será por su enfermedad.

¿Cómo no?

La enfermedad es, a buen seguro, un mal; sin embargo, la medicina es algo útil y bueno. 

Sí. 

Pero el cuerpo, en cuanto que es cuerpo, no es ni bueno ni malo. 

Así es. 

Forzosamente ocurrirá que el cuerpo, por la enfermedad, dependerá de la medicina y la amará en cierto sentido. 

Me parece que sí. 

Así pues, lo que no es ni bueno ni malo será amigo de lo bueno por la presencia de lo malo. 

Parece que sí. 

ἀλλ᾽ ὁ κάμνων οἶμαι διὰ τὴν νόσον.

πῶς γὰρ οὔ;

νόσος μὲν δὴ κακόν, ἰατρικὴ δὲ ὠφέλιμον καὶ ἀγαθόν.

ναί.

σῶμα δέ γέ που κατὰ τὸ σῶμα εἶναι οὔτε ἀγαθὸν οὔτε κακόν.

οὕτως.

ἀναγκάζεται δέ γε σῶμα διὰ νόσον ἰατρικὴν ἀσπάζεσθαι καὶ φιλεῖν.

δοκεῖ μοι.

τὸ μήτε κακὸν ἄρα μήτ᾽ ἀγαθὸν φίλον γίγνεται τοῦ ἀγαθοῦ διὰ κακοῦ παρουσίαν.

ἔοικεν.

Examinemos esto, con calma. Primero, la presencia de lo bueno y lo malo como evidente. Lo bueno se basta a sí mismo, no necesita de nada y con nada tiene relación. Lo malo perjudica, empeora y destruye. Ante la falta de sí mismo busca algo útil en cuanto bueno, porque podría ser útil para algo que fuera malo. Lo últil, como lo bello, tiene siempre relación en lo clásico con el bien, no con el mal. Lo inútil sería algo que, aunque nos cueste entender, empeoraría la situación. No es útil porque haga cosas, sino que es útil porque hace bien, en su conexión con el bien, en su participación con el bien. Dando por supuesto que hay algo que no es ni bueno, ni malo, en tanto que lo que no es ni bueno, ni malo sufre y padece, mientras esté cerca de lo bueno no necesitará del bien, pero en cuanto aparezca el mal, querrá lo útil bueno. Según esta lógica, imperfecta a todas luces, hay una búsqueda del bien por el mal, no por el bien mismo. Quizá esta sea la condición humana caída, poco más. No se describe la realidad propiamente dada, sino ya en situación de cercanía y temor al mal. Por ello nos interesa mucho tener a mano siempre algo que restituya, en cierto modo, el bien en el que dice Sócrates que ni estamos, ni estaremos, aunque tampoco podamos caer definitivamente en el mal como tal y siempre haya algún tipo y tiempo propicio para el auxilio. 

Por eso, por este camino que parecía tan bueno, acaba de llegar a una contradicción. ¿Se quiere el bien por el mal? ¡No puede ser! 



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