martes, 24 de enero de 2023

APOLOGÍA DE SÓCRATES. Día 23. (Platón, 23e - 24c)

Va llegando al final de su defensa general y quiere cerrar completamente la argumentación. Queda claro, en su palabra, que no hay acusación real contra él, sino solo un malestar general fruto de su examen, que denominan "indignación" y que termina en "calumnias" (diabólicas) contra él. Tal es la situación que todo está comprometido. Incluso la misma escucha de los miembros del tribunal, de quienes no se dice nada, salvo que son espectadores, aunque en algún momento han sido interpelados directamente como afectados para convertirse en testigos en el proceso. 

Si todo hubiera terminado aquí, en mostrar quién es en primera persona y por qué hace lo que hace, aunque parezca un juego de mal gusto, creo que el asunto no hubiera llegado más lejos. Sencillamente se ha convertido en alguien incómodo por su capacidad para preguntar. 

Como sus preguntas, cuando ponen al descubierto la ignorancia, provocan una reacción contra él, hay que enfatizar suficientemente que la actitud de Sócrates no parece indignada contra nadie que le haya puesto en esa misma situación. Se da un nuevo paralelo, de fuerte contraste. Los ignorantes que no saben que lo son se indignan, pero Sócrates no. Mejor dicho, ¿se indigna Sócrates aquí y se queja como se quejan los que son examinados por él? Mejor en forma de pregunta. 

Llama la atención que Sócrates diga con tanta contundencia que está es la verdad. No es, ni de lejos, su actitud ordinaria, la que conocemos en otros diálogos. Es como si en esta última intervención se hiciera acusación de todos los demás representándolos en clases, en lugar de defenderse, que debería ser su cometido. Y acusa a Meleto, a Ánito y a Licón, y con ellos a los poetas, artesanos y políticos, y oradores. ¿Por qué este final tan duro, si con lo anterior hubiera sido suficiente? ¿No se ha convertido en este momento en un auténtico peligro para la ciudad, sabiéndolo positivamente, al agitar, si no su fundamento, sí al menos su estructura? Está claro que no ha ido contra la ley, ni los dioses, ¿pero contra los hombres, contra no pocos hombres, contra no pocos hombres poderosos?

¿Es una especie de prueba de hecho, de facto, actual y presente? ¿Los antes testigos amigos ahora se han pasado al lado de la indignación, y la indignación viene en ellos de no aceptar la verdad de lo que está diciendo Sócrates? ¿Es esta su prueba más contundente? ¿El desvelamiento de la ignorancia del otro?

Y termina. Ahora que ha demostrado su situación y su sabiduría, pasa al interrogatorio de Meleto. Que es, a mi entender, una prueba más, efectivamente, de lo que ha hecho en la polis. Tanto en el contenido de lo que va a tratar como en la forma. 



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