(1) Qué difícil es conocer lo que una persona piensa de verdad y dar la oportunidad para que se exprese sin miedo. Muy complicado. Tengo la sensación de que hablamos continuamente, incluso en lugares importantes donde esto debería estar superado, con reservar, guardando cosas para dentro que son fundamentales en todos los sentidos, deshumanizando nuestros ámbitos de vida cotidiana. No hablo de la dinámica en la que entran, sin querer probablemente, hasta muchas parejas y familias, sino de espacios de trabajo en los que hay que tomar decisiones. Sin embargo, todo eso que se queda sin aparecer actúa en la problemática con mucha más presencia, en ocasiones, que lo que se hace explícito.
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(2) El diálogo "Gorgias" de Platón. Un buen libro para comenzar el curso. De los que ofrece perspectiva sobre lo que, sin lugar a dudas, sucederá. No se habla de paciencia, pero se la supone.
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(3) La "sordera" es recurrente. No escapamos de la sordera en la vida común jamás. Sobre todo porque el ruido que hacemos nosotros con nosotros mismos inunda la experiencia de la vida. No es incapacidad, por tanto, como saturación en muchas ocasiones. Recuerdo pasar una temporada larga en un pueblo, cuando era joven, y cómo al volver a la ciudad era realmente escandaloso el ambiente que había en todos los sentidos, desde la cantidad de gente que hay hablando a la vez, que a la fuerza gritan, a los coches, músicas varias, anuncios... No sé si es contaminación acústica. Yo diría "secuestro del silencio".
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(4) Una causa es una causa. Expresa, más que un antecedente, la relación de un fenómeno con otra parte de la realidad, que puede coexistir o haber desaparecido. Pero, en el mejor de los casos, abre las puertas a muchas más consideraciones que las que se mencionan habitualmente. Los esquemas reducidos de causas, por ejemplo, para explicar guerras o conflictos son auténticas aberraciones, que van calando. Creo que no hay intelectual serio que no lo sepa. A mí me sirve para discriminar y discernir a quién leer, a quién considerar. Por no hablar de lo que no son causas en forma de hechos o realidades sino tensiones de la realidad hacia adelante impulsados por el tiempo. Sobre el tiempo, dicho sea de paso, mejor casi no tomar como criterio de análisis de casi ningún intelectual de periódico. Lo que se comunica es extraordinariamente pobre.
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(5) Cuando falta tiempo, en seguida hay novedades. Se programa el exceso de trabajo y aparece lo que no entraba en lo posible. A mí me pasa desde siempre con los apegos. Que se hacen más fuertes en tiempos saturados. Me sirve, al menos, para leer mejor dónde está pegada realmente mi vida. No siempre se pueden poner, dicho sea de paso, como prioridades. En el papel suena bien, pero los papeles suelen conducir a callejones imposibles. Por cierto, que valoro mucho, cada vez más, a los grandes poetas que siempre están trabajando sus poemas, buscando y encontrando palabras, profundizando en la experiencia hasta alejarse crudamente de las máscaras del lenguaje ordinario. Y, después de un trabajo, siempre incompleto, lo dan por cerrado. Es como la vida misma. No se puede perfeccionar y pulir todo hasta el extremo. Y quien más conoce los detalles, más lo sabe. Tienen que darlos a conocer y caminar hacia lo siguiente. ¡Felicidades!
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