martes, 1 de febrero de 2022

LISIS. Día 32. (Platón, 211a - 211b)

Lisis acepta. Será "como Sócrates" para Menéxeno. Así que, como se puede leer, se da por cerrado el diálogo de alguna manera. Es una retirada socrática en toda regla, que se deja ver en un segundo plano por un instante. Como diciendo que la conversación siga, que continúe. Y, con cierto humor, le pide a Lisis que, en el caso de que algo se le olvide, que pregunte sin miedo la próxima vez que se vean. No le falta humor. Por dos motivos. Primero, porque trata a Lisis con la misma ingenuidad que Lisis quiere tratar a Menéxeno, como queriendo reproducir la conversación en los mismos términos. Segundo, porque le pide a Lisis que, en la mecánica de la conversación, no se pida nada. Algo que no tiene mucho sentido. Lisis cree que todo será igual siendo él quien responda a siendo él quien pregunte. No tiene ningún sentido. Pero se va. Sócrates se va de la conversación igualmente. 

Procura, entonces, le dije, recordarlo lo mejor que puedas para que se lo comuniques todo claramente. Y si llegases a olvidar algo de ello, pregúntame de nuevo la primera vez que me encuentres. 

Así lo haré, Sócrates, me dijo, y con todo detalle, puedes estar seguro; pero dile alguna otra cosa que yo pueda escuchar también, hasta que sea hora de ir a casa. 

No tengo más remedio que hacerlo, dije, puesto que tú lo mandas; pero mira cómo me puedes ayudar, caso de que Menéxeno intente contradecirme, ¿o es que no sabes lo disputador que es?

πειρῶ τοίνυν, ἦν δ᾽ ἐγώ, ἀπομνημονεῦσαι αὐτὰ ὅτι μάλιστα, ἵνα τούτῳ σαφῶς πάντα εἴπῃς: ἐὰν δέ τι αὐτῶν ἐπιλάθῃ, αὖθίς με ἀνερέσθαι ὅταν ἐντύχῃς πρῶτον.

ἀλλὰ ποιήσω, ἔφη, ταῦτα, ὦ Σώκρατες, πάνυ σφόδρα, εὖ ἴσθι. ἀλλά τι ἄλλο αὐτῷ λέγε, ἵνα καὶ ἐγὼ ἀκούω, ἕως ἂν οἴκαδε ὥρα ᾖ ἀπιέναι.

ἀλλὰ χρὴ ποιεῖν ταῦτα, ἦν δ᾽ ἐγώ, ἐπειδή γε καὶ σὺ κελεύεις. ἀλλὰ ὅρα ὅπως ἐπικουρήσεις μοι, ἐάν με ἐλέγχειν ἐπιχειρῇ ὁ Μενέξενος: ἢ οὐκ οἶσθα ὅτι ἐριστικός ἐστιν;

Se introducen varios temas. El primero, creer que la conversación puede prescindir de quienes hablan en ella y se puede reproducir sin más con otros interlocutores. Como si Sócrates fuera prescindible para la conversación socrática. Y Lisis para la conversación lisiática. Aunque Sócrates deja hacer sin más, para ver si, quizá de ese modo, se dé cuenta de que la imitación en este caso es imposible. En la conversación solo cabe implicarse en primera persona. Lo cual ya lo hemos escuchado en otros momentos, en los que Sócrates pide que la persona con la que se hable hable siempre por sí misma y diciendo la verdad. Esto es imprescindible. Lo otro no es una conversación. Será otra cosa. Pero no una conversación. Sin embargo, da muestra de hasta qué punto la educación "sofística" estaba presente en la ciudad y cómo la "memoria" y el "olvido" son "usados, más que vividos." No me detengo en esto último. 

Segundo tema, la intervención de Lisis. Se compromete al "todo detalle" y pide también a Sócrates que diga algo más para que él pueda escucharlo. Como un niño, "hasta que pueda ir a casa". Revela de forma interesante cómo todavía no distingue entre la diatriba y la filosofía. Simplemente está ahí. Le pone término, como si se pudiera hacer eso. No tiene vínculo y relación con todo lo demás. Pero quiere "escucharla". 

Tercero, se introduce una cuestión importante, para ver si Lisis se da cuenta. Menéxeno no es igual que Lisis. A la atención y docilidad en la conversación que ha mostrado, quizá por la edad, se contrapone la actitud de Menéxeno que todos conocen. Él disputa. Por lo tanto, dificulta el diálogo. Siempre me quedará la duda de cuál es lo que Sócrates admiraba más. Si el mero responder a preguntas o si realmente quería una conversación en la que hubiera preguntas de otra parte. Porque él no responde casi nada. Está claro que quien pregunta no es que estorbe, sino que profundiza. Pero también hay conversaciones que no se pueden dar porque hay enredos, porque quien tiene que participar lo embarra todo, lo impide. 

En este sentido, Lisis hace posible el diálogo y Menéxeno se presenta como el que lo impide. Lisis es afortunado entonces porque puede vivirlo, aunque vivirlo sea sufrirlo. Y no parece que le haya hecho daño la humillación causada, el despiste general. Se muestra vigoroso y deseando más. Lo cual sirve para dejar claro que todo intercambio de palabras no es una conversación, no es un diálogo. En esto tendríamos que tener evidencia de que las palabras no siempre se dan y se ofrece, sino que se pueden usar para impedir el diálogo mismo desde dentro del diálogo mismo. Hay palabras que ofrecen resistencia a la misma razón, al otro. 




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