martes, 18 de enero de 2022

LISIS. Día 18. (Platón, 207d - 207e)

La definición de amistad tiene mucho por analizar. Sin embargo, se deja suelta. Lo mismo ocurre, con frecuencia, cuando se habla de ella, que no se agota, ni se termina, ni puede quizá pretenderse tal cosa, porque se ve interrumpida ella misma por la vida y sus requerimientos. Algo así ocurre ahora en el diálogo, que Sócrates quiere seguir, pero uno de los dos tiene que cumplir con otras obligaciones. O bien es impedido para continuar, o bien es salvado de semejante tarea. Ambas cuestiones puede ser interesante considerarlas, para no quejarnos muy amargamente de la vida. 

Lo dicho, Sócrates quería preguntar por dos temas: sabiduría y justicia. Y sobre quién de los dos era más en esto respecto del otro. Lo cual, leyendo en su conjunto, implicaría una contradicción con lo anterior, puesto que se ha dicho que todo es común entre amigos y no hay entre ellos diferencia alguna. Solo se deja caer la paradoja, para que quien quiera recogerla avance a partir de ella. 

Pretendía, después, preguntar quién de ellos sería el más justo y el más sabio; pero, entretanto, vino uno que se llevó a Menéxeno, dicéndole que le llamaba el entrenador. Me pareció que le tocaba actuar en alguna ceremonia. 

ἐπεχείρουν δὴ μετὰ τοῦτο ἐρωτᾶν ὁπότερος δικαιότερος καὶ σοφώτερος αὐτῶν εἴημεταξὺ οὖν τις προσελθὼν ἀνέστησε τὸν Μενέξενονφάσκων καλεῖν τὸν παιδοτρίβηνἐδόκει γάρ μοι ἱεροποιῶν τυγχάνειν.

Queda destacada la intención de Sócrates que concatena preguntas. Ese hilo que lo va uniendo todo y que tiene antes de preguntar casi la respuesta y el discurso montado y que en ocasiones siente el interlocutor que es una losa que le cae encima por ir a la ligera contestando. Es una prueba más, lo que buscaba encontrar. Y ya apunté antes a cómo la misma pregunta siembra la discordia. 

Como los amigos no están para responder, cabe imaginar el discurso. Cada cual diría o bien que el otro, o bien repartiría cualidades. Lo cierto es que, en el caso de que haya verdadera amistad, incluso trato frecuente sin ir a más, el contacto con el sabio te hace más sabio y vivir cerca de alguien justo igualmente incita a la justicia. Probablemente a la inversa también se pueda dar. Y sería interesante reconocer cómo las personas van a tratar a otras buscando algo que no tienen habitualmente y no son presa de la mera casualidad. Buscan algo más allá de sí y dicen encontrarlo en tal o cual persona. El trato con el más ignorante, por la misma regla de tres, ¿hará también más ignorante al sabio? Al menos, diría yo, en parte sí. Si el trato es muy frecuente, es probable. Si no hay nada en común que los una a ambos, sino sea solo un trato directo, debería ser así igualmente. Menos mal que normalmente hay algo en común que los une y que en los dos hace de equilibrado intercambio. Como ocurre en la enseñanza o como ocurre en la práctica de la justicia. Que se tocan, pero no como vasos comunicantes. 

Respecto de la sabiduría y la justicia, por otro lado, convendría esclarecer qué son grados y cómo se conoce el más y el menos, la cantidad. Está claro que hay grados. Pero es verdad que pueden ser de ámbitos diferentes y, por lo tanto, no comparables. Y también es verdad que hay una gran nebulosa sobre lo común y lo ordinario en lo que es difícil determinar. Sin embargo, podemos tener la impresión general de que hay personas que son más sabias y otras que son más justas. En cualquier caso, para quienes no hayan ido más allá de estas cuestiones, ambas terminan por darse la mano. Como amigas que son, la justicia y la sabiduría tienen mucho en común. Y es interesante notar que en el interés de Sócrates va delante la justicia que la sabiduría. Lo cual es absolutamente cierto igualmente. Sin la primera, difícilmente se puede hablar de la segunda, en términos de sabiduría estrictamente hablando. 

El caso es que Menéxeno es llevado fuera de la conversación. Ya se ha dicho que estaban de fiesta. Y queda Lisis. 

Cuando se hubo marchado, le dije a Lisis preguntándole: "¿Cierto, Lisis, que tu padre y tu madre te aman mucho?"

Claro que sí, me dijo. 

ἐκεῖνος μὲν οὖν ᾤχετο: ἐγὼ δὲ τὸν λύσιν ἠρόμην, ἦ που, ἦν δ᾽ ἐγώ, ὦ Λύσι, σφόδρα φιλεῖ σε ὁ πατὴρ καὶ ἡ μήτηρ;

πάνυ γε, ἦ δ᾽ ὅς. 

Desciende claramente la intensidad de la conversación y parece Sócrates estar tratando a Lisis como a un niño, o empezando desde lo más bajo posible. Aunque pueda ser improcedente lo que voy a decir, me alegro muchísimo de la respuesta de Lisis, porque bien sabemos que no todos los niños pueden decir lo mismo de sus padres. Se da por supuesto un amor que no se debe dar por supuesto. El término que se emplea sigue siendo "fileo", lo cual puede sorprender o considerarse inapropiado. Es lo más llamativo de la pregunta socrática, que no queda bien traducida al español como amor, porque antes se ha sido riguroso al hablar de amistad. Ya sabemos que no hay consideración en esto, pero hay que atender a las palabras con criterio. 

Se está hablando de amistad entre ellos, que son iguales. De ese trato que puede venir del compartir espacio, del encontrarse frecuentemente, de ser parte de una misma generación y de ir madurando. Ahora se produce un trastocamiento de los intervinientes, que sigue implicando directamente a Lisis. Parece ser un joven rodeado de amor, como si no hubiera nada más en el mundo. Qué vida tan feliz. 

De los padres se puede esperar muchas cosas y se puede obligar a muchas otras, pero hoy suena raro que una de ellas sea amistad. De hecho, casi la mayor parte de discursos van en su contra. Amistad es eso que no puede haber entre padres e hijos. No es que no haya buen trato, sino que se debe emplear otro término para una relación desigual, diferenciada y de responsabilidades tan divergentes. En la amistad hay una reserva que conduce al equilibrio que no es esperable en la familia, como tampoco se daría entre hermanos por el mismo motivo. Lo común, por decirlo en los términos anteriores, se da en la familia como punto de partida y en la amistad casi sería más exacto resaltar que es meta a la que aspirar. Al menos en su objetividad. 

Lisis responde ingenuamente, como tantos otros. Sin saber bien qué vendrá. De hecho, lo que está ocurriendo es que se pone en evidencia el sinsentido de las preguntas de Sócrates. Qué fáciles son de responder por los más pequeños, por los que no tienen que hacer preguntas de matiz alguno y a quienes todo les parece tan natural y tan bello. 

Sigue Sócrates. 

Por tanto, querrían que tú fueses lo más feliz posible. 

¿Cómo no iban a quererlo?

οὐκοῦν βούλοιντο ἄν σε ὡς εὐδαιμονέστατον εἶναι;

πῶς γὰρ οὔ;

Bueno, pues empieza a despertar algo en Lisis. Tanta evidencia cansa, así que se lanza a la pregunta. No se ha dado cuenta, de todos modos, de la conexión que se hace entre la amistad y la felicidad del otro. En la pregunta de Sócrates aparece claramente algo radicalmente importante. Se es amigo para la felicidad del otro. Los padres son solo padres para el hijo, se dan para él y no para otros en tanto que padres; no se buscan a sí sino que se reciben en el darse al otro desde el nacimiento, o antes incluso. Es decir, que el amor es amor siempre para la felicidad de otro.  

No entraré en detalles, pero un apunte más. Los padres actúan en comunidad, con querer común, como ocurriría en la ciudad en determinados momentos. Esa unidad plural, que no se sabe bien de dónde viene y se da por supuesta, sería la misma que refleja por otro lado la amistad entre los dos amigos. Actúan en consonancia. 

El término "lo más feliz posible" es precioso, porque aquí además es don recibido de los padres, que fundan la primera relación posible para el hijo de la cual derivarán todas las demás, incluida la aspiración de la fraternidad y de la amistad. El don de la familia, en el que los padres se dan a sí mismos en gratuidad y desde su superioridad responsable respecto del hijo, crea y responde a la par esta oquedad en el corazón humano, esta huella marcada por la "máxima felicidad posible", que evidentemente se aleja y se debe alejar de todo cálculo y cuenta que la conduzca hacia la rampa de la barbarie. Conocer este amor de la familia es clave para entender todo lo demás en la vida humana. Desconocerlo igualmente. 

No es que busquen "lo mejor", sino ese espíritu de bondad que acompaña a quien se dice "feliz". Es una palabra grandiosa, elevada y en movimiento. Reconozco que todo aquello que suene a posibilidad, así de primeras, se me hace en su campo casi infinito. De lo posible, en su conjunto, es muy difícil hablar. Solo quizá lo más inmediato, lo más concreto, los siguientes pasos. Pero su horizonte es tal que da vértigo. Más cuando se trata de lo humano posible. Infinito es su mejor expresión. No todo, sino lo infinito. En el corazón humano está esta huella y es sublime que se vea, desde hace siglos, tan vinculada al amor. El camino, sin embargo, se transita en muy poco tiempo, en una vida muy limitada. 

Da la sensación de que el discurso comienza realmente aquí. Pero no. No hay que olvidar todo el recorrido hecho. 



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