viernes, 14 de enero de 2022

LISIS. Día 14. (Platón, 206e - 207b)

Sócrates describe, como en otras ocasiones y diálogos, el lugar y la actividad de las personas, agrupadas y entretenidas en actividades que se esperan del lugar. Nada llama la atención, más sabiendo el tiempo en el que se realiza el encuentro. Aunque comienza fijándose en la ofrenda a los dioses, se va rebajando el nivel de intensidad pasando por juegos diversos, hasta topar con Lisis. Todo absolutamente normal salvo por la intensidad de la presencia de Lisis de quien se dice todo lo que se puede decir de una persona con palabras humanas: bello y bueno. 

En torno a éstos había otros mirando, entre los cuales estaba Lisis de pie, entre niños y jóvenes con su corona, destacando por su aspecto y mereciendo, no sólo que se hablase de su belleza, sino también de todas sus otras cualidades.

ὧν δὴ καὶ ὁ Λύσις ἦν, καὶ εἱστήκει ἐν τοῖς παισί τε καὶ νεανίσκοις ἐστεφανωμένος καὶ τὴν ὄψιν διαφέρων, οὐ τὸ καλὸς εἶναι μόνον ἄξιος ἀκοῦσαι, ἀλλ᾽ ὅτι καλός τε κἀγαθός.

Insisto en que esto es decir mucho "a simple vista" y del todo ilógico. Más aún sabiendo que hay cuestiones no descritas que se usan a la ligera y que no entran dentro del diálogo, para que otro pueda frenar a Sócrates y pedirle explicaciones, sino en la figura del narrador que es Sócrates hablando con el lector de los diálogos platónicos. Quizá cumpla una función provocadora para el lector, para el que escuche después este diálogo condensando los dos temas de los que, en gran medida, trata este diálogo y toda la filosofía socrática. Que no se ocupa de naturaleza, cosas o edificios, ni de organizaciones de este u otro tipo, sino de personas. ¿Alguien puede mostrar su belleza y bondad, en los términos en los que Sócrates los usa corrientemente? ¿Aparece ante nosotros la bondad y la belleza "a esta distancia", "a simple vista", "de primeras"? ¿Es Sócrates aquí una especie de divinidad, movida por un diosecillo que habla positivamente? ¿Por qué todo esto?

El experto traductor apunta que ha querido cumplir con la tremenda y admirable apariencia en la que Lisis se muestra totalmente, de ahí su licencia, que al tiempo oculta los términos propios del original griego, lo que pensaría que es un terrible error. Efectivamente, más allá de la triste distinción entre "interno y externo" a la que tan acostumbrados nos tiene la cultura occidental empobrecida hoy, ambas palabras no juegan en tanto en ese plano como en una dimensión de la persona en la que se hacen presente tensiones a lo más elevado, a la excelencia. Cumple ampliamente la definición de lo más elevado, pero en esa conexión que se da entre bello y bueno casi estrictamente en lo racional, pero no en lo sensible. Sería una locura de vida, no habría secreto alguno, quedaríamos desprovistos de misterio, de singularidad, disueltos en el mundo sin los límites, sin la capacidad de definirnos libremente. 

Es bello constatar cómo aquí se despliega la vida. Cambiando de tema o volviendo al inicio otra vez, Hipotales lo tenía todo tan claro y era en él tan fuerte que cantaba y componía sin parar, hasta el hartazgo de los cercanos. Pero un encuentro sencillo con Sócrates, al que invita a distraerse con ellos, si no tiene otra cosa que hacer, se vuelve para él problemático. Y ahora quiere entender, porque no entiende. A diferencia de Ctesipo, que dice que sí, que él lo explicará todo. Pero lo importante es lo que le ocurre y refleja Hipotales. Aunque con una gran docilidad, para lo que suele ser habitual fuera de los diálogos socráticos. Lo más hermoso de estos diálogos es, efectivamente, que se da diálogo, que se comunican las personas, que los dos parece que saben y no saben al mismo tiempo de qué están hablando y quieren investigarlo más. 

Los matemáticos, que eran los únicos que podían entrar en la Academia de Platón, son los que aprenden. Eso es lo que significa matemática en Grecia. No lo de ahora, sino lo de entonces. Vivir aprendiendo, ejercitarse en el aprendizaje, querer aprender. Y hacerlo con un cierto rigor. O, como luego sucede, al menos darse cuenta de que hay realidades que escapan de ese rigor. Sin embargo, funcionamos con ellas, las damos por supuestas, las tenemos presentes sin saber por qué están presentes. Y fijarse en ese presente lleno de vida, con realidades dadas por supuesto, o ponerlas entreparéntesis para que se muestren una vez más a ver si se captan nuevamente, más íntegramente, más plenamente, a eso le llamamos filosofía. Pero qué se yo. 

Como si se tratara de una espiral, la conversación así vivida atrae. El círculo en el que comienza Sócrates, que pasa "integradamente" de Lisis y se coloca en otro lugar para hablar con otros, sirve de atracción. ¿Será curiosidad? ¿Será por interés? ¿Qué es ese deseo que refleja? ¿Qué es eso de reflejar el deseo? En cualquier caso es movimiento. 

Eligen un lugar tranquilo. Un lugar sereno. Y tratan "de sus cosas". 

Lisis no se atreve a ir solo y solo se acerca cuando Menéxeno se aproxima, al que se suma. Al formar el grupo, cada uno ocupa su lugar. E Hipotales se oculta entre la gente para que Lisis no lo vea. Porque siente vergüenza. Esta descripción de la escena, efectivamente teatral, va empleando términos relevantes para la investigación de qué es ser humano y qué es ser amante y amado. Por no hablar de las que serán desde entonces importantes para la filosofía, como el grupo, que es lo que aparece sin ser nombrado. O la paz del diálogo entre unos pocos. Un movimiento de reunión en medio de todo lo demás que esté sucediendo en la palestra y en Atenas y en el mundo, sin que nada más les ocupe que las propias palabras. Un movimiento no vuelto sobre sí, sino sobre todo lo demás. 







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