miércoles, 12 de enero de 2022

LISIS. Día 12. (Platón, 206b)

La filosofía no es un juego de palabras entretenido. El corte cotidiano de la propuesta platónica, en su escenario, no debería ocultar la raíz que está en juego y por lo que ha despertado el alma de la humanidad. Sócrates no es dios, ni héroe. Solo un dialogante, un cuestionante hiriente e incisivo, decisivo en sus afirmaciones y tan contundente que deja habitualmente sin respuesta. Pero volviendo un poco atrás, en la conversación con el joven Hipotales, bien se podría achacar que el razonamiento que hace es excesivamente plano y poco detallado, muy a la ligera. Y eso sería una terrible injusticia y falta de delicadeza.

Por preguntarlo de otro modo, ¿está Sócrates manteniendo una actitud cordial con Hipotales o agresiva y violenta? ¿Tiene efectivo interés en el tema hasta el punto de que pasa como un tanque de guerra, como un ejército en formación por encima de las personas? ¿No usa su experiencia aquí y el prestigio que le acompaña para hacer enmudecer y someter al joven enamorado? ¿No repite demasiado que es ridículo, como despreciándolo, lo que Hipotales considera lo más honesto y bello?

Irónicamente, si Sócrates alabara su talento poético, lo que conseguiría sería hincharlo aún más. Parece estar templando y moderando su ánimo. Con el impacto, ha bajado el entusiasmo de quien creía que sabía lo que vivía y ha dejado al descubierto que está dispuesto rápidamente a cambiar de parecer, como si no estuviera sujeto a su propia experiencia y más bien se sometiera a la interpretación, según el momento. Antes aquello, ahora esto. Hipotales ha cambiado muy rápido. No ha soportado ni dos minutos las preguntas. ¡Y todavía Sócrates sigue a las puertas, en los muros, por fuera! 

Dando un salto más. 

Mira, pues, Hipotales, que no te hagas culpable de todo esto por tu poesía. En verdad se me ocurre que un hombre que se perjudicaría a sí mismo no irás a decirme que, haciendo lo que hace, es un buen poeta. 

No, por los dioses, me dijo, porque sería una gran insensatez. Por ello precisamente, Sócrates, te consulto y, si tienes otro medio, aconséjame sobre lo que hay que decir o hacer para que sea grato a los ojos del amado. 

σκόπει δή, ὦ Ἱππόθαλες, ὅπως μὴ πᾶσι τούτοις ἔνοχον σαυτὸν ποιήσεις διὰ τὴν ποίησιν: καίτοι οἶμαι ἐγὼ ἄνδρα ποιήσει βλάπτοντα ἑαυτὸν οὐκ ἄν σε ἐθέλειν ὁμολογῆσαι ὡς ἀγαθός ποτ᾽ ἐστὶν ποιητής, βλαβερὸς ὢν ἑαυτῷ.

οὐ μὰ τὸν Δίαἔφηπολλὴ γὰρ ἂν ἀλογία εἴηἀλλὰ διὰ ταῦτα δή σοι Σώκρατεςἀνακοινοῦμαικαὶ εἴ τι ἄλλο ἔχειςσυμβούλευε τίνα ἄν τις λόγον διαλεγόμενος  τί πράττων προσφιλὴς παιδικοῖς γένοιτο.

Volvemos con las imágenes. De nuevo, donde dice "culpable" estaría bien decir paralizado, sujeto, atrapado, metido dentro de la pena, del dolor. En claro contraste con el orgullo que saca a alguien de sí, cuando dice superar lo que es y se pierde, por lo tanto. Aquí el culpable es alguien que permite ser contenido en el sufrimiento, en el mal, en el sin sentido. Continúa el mismo hilo de la conversación anterior. Que no se paralice. Y, por otro lado, el verbo "perjudicar" es más bien un ponerse trabas para seguir adelante, obstaculizarse, inhabilitar, incapacitar. No es solo un "mal que se recibe", como parece querer mostrar el "perjudicar", sino que implica una permanencia en él, una ligazón con lo ocurrido, quizá por medio de la responsabilidad y de la acción guardada en la memoria. 

El insensato es alguien que carece de logos, sin palabra y sin alma. No puede estar a la altura. Pero Hipotales reacciona a tiempo y toma las riendas para preguntar a Sócrates, colocándose en una situación extraña. Quiere aprender de él, quiere ser aconsejado y lo pide extrañamente. ¿Sócrates es percibido como buen consejero para los temas de amor? ¿Tanto éxito y pasión despierta? ¿Es acaso conocido por algo similar? ¿Qué relación tiene esto con su posterior condena, acusado entre otras cosas de corromper a jóvenes?

Como con todo, ya se ha dado un giro. Y el que antes amaba con alegría y cantos, ahora se pregunta por sí mismo y cómo puede agradar con sus palabras y acciones. Quiere volverse agradable. No solo cantar las "amabilidades" del amado. 



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