domingo, 28 de noviembre de 2021

CRITÓN. Día 43. (Platón, 52d - 53a)

En la medida en que las circunstancias parecen oponerse a una vida tranquila y serena, en esa medida normalmente las personas comienzan a pensar en otras cosas y formas de vida diferentes y buscan un cambio. La inmensa mayoría de la literatura de "autoayuda" está instalada en esa premisa, sin cuestionarse nada de nada. Porque lo único que hacen es "fluir" con ese sujeto pusilánime y débil que, como una veleta, gira según el viento, sin preguntar ni de dónde viene el viento, ni a dónde lo conducirá. Solo eso, dejarse llevar. Así es como se forja un "esclavo", "el más vil intentando escaparse en contra de los pactos y acuerdos con arreglo a los cuales conviniste con nosotras -las leyes- que vivirías como ciudadano."

Sigamos. 

‘ἄλλο τι οὖν,’ ἂν φαῖεν,‘ἢ συνθήκας τὰς πρὸς ’ ἡμᾶς αὐτοὺς καὶ ὁμολογίας παραβαίνεις, οὐχ ὑπὸ ἀνάγκης ὁμολογήσας οὐδὲ ἀπατηθεὶς οὐδὲ ἐν ὀλίγῳ χρόνῳ ἀναγκασθεὶς βουλεύσασθαι, ἀλλ᾽ ἐν ἔτεσιν ἑβδομήκοντα, ἐν οἷς ἐξῆν σοι ἀπιέναι, εἰ μὴ ἠρέσκομεν ἡμεῖς μηδὲ δίκαιαι ἐφαίνοντό σοι αἱ ὁμολογίαι εἶναι. σὺ δὲ οὔτε Λακεδαίμονα προῃροῦ οὔτε Κρήτην, ἃς δὴ ἑκάστοτε φῂς εὐνομεῖσθαι, οὔτε ἄλλην οὐδεμίαν ’ τῶν Ἑλληνίδων πόλεων οὐδὲ τῶν βαρβαρικῶν, ἀλλὰ ἐλάττω ἐξ αὐτῆς ἀπεδήμησας ἢ οἱ χωλοί τε καὶ τυφλοὶ καὶ οἱ ἄλλοι ἀνάπηροι: οὕτω σοι διαφερόντως τῶν ἄλλων Ἀθηναίων ἤρεσκεν ἡ πόλις τε καὶ ἡμεῖς οἱ νόμοι δῆλον ὅτι: τίνι γὰρ ἂν πόλις ἀρέσκοι ἄνευ νόμων; νῦν δὲ δὴ οὐκ ἐμμενεῖς τοῖς ὡμολογημένοις; ἐὰν ἡμῖν γε πείθῃ, ὦ Σώκρατες: καὶ οὐ καταγέλαστός γε ἔσῃ ἐκ τῆς πόλεως ἐξελθών.

Nada de precipitación y decisión en el momento. Nada de eso. Sócrates se ha mantenido durante largas décadas. Nada fue de su elección, aunque elogiara otros lugares. Ni siquiera se lo planteó en serio. Escogió Atenas y pactó con ella. Pero, ¿no estará diciendo irónicamente lo contrario? 

La comparación con "cojos, ciegos y otros lisiados", hiriente en nuestro lenguaje moderno sin duda, sirve para reforzar que lo suyo era algo mayor que libertad y no fue imposición de ningún tipo. Podía moverse, sin embargo no lo hizo. 

El final de esta parte vuelve a ser incisivo, como en el caso anterior. Y a hablar con absoluta nitidez. Sócrates no ha sido, no será tampoco, un ateniense más, sino un ateniense muy especial. Tan especial que su función es descrita en términos prácticamente religiosos y sacerdotales, sin investidura alguna que no sea la del mismo diálogo en directo con las propias leyes. Leyes que él no solo escucha en sentencias, como otros. Leyes con las que no solo ha pactado por nacimiento, como otros. Leyes con las que mantiene un diálogo y es capaz de refutarlas, no como otros. Su posición, sin irse de la ciudad, será la de su superación, no su negación. No está Sócrates en una posición tal que quiera abolirlas, sino superarlas como hijo. ¿No será Sócrates, por quien hablan las leyes ahora mismo, parte de ellas mismas, parte de su consejo? ¿No será Sócrates, un "nomos" más con su propia vida?

El final es elocuente. Sócrates permanecerá, si obedece. Sócrates permanecerá, si escucha y hace caso. Sócrates permanecerá ligado a las leyes en esta ciudad. No será ridículo. Este contraste es sublime: permanecer no es permanecer, sin más, sino permanecer fiel a los acuerdos. Mientras que lo contrario es elegir vivir como un niño, ridículamente, en un juego que no es juego, sin haberse dado cuenta de nada, haciendo broma, sin ser irónico, con la vida misma. Esto es, agradecimiento que vincula contra el desagradecimiento orgulloso de la ignorancia infantil. 





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