viernes, 26 de noviembre de 2021

CRITÓN. Día 41 (Platón, 51e - 52a)

Las leyes ya se han posicionado como las dadoras de todos los bienes, como la mejor madre y padre posibles, habidos y por haber. No tienen culpa, ni responsabilidad ninguna. Eso sí, su hijo morirá. El mejor de sus hijos, a decir de algunos. Pero ellas siguen ahí, enseñando hasta el final. O exigiendo hasta el final que su hijo se comporte honorablemente y con agradecimiento. Nada más y nada menos. Siguen examinando a Sócrates, porque todavía no se ha terminado todo lo que tiene que decir y hacer. No sea que su hijo se distraiga al final y se venga todo el edificio abajo. Sócrates puede destruirlas y lo saben. Y con ellas, la ciudad de Atenas. Aunque esto, que ocurrirá en otro momento, no pueda ser atribuible a Sócrates, sigo pensando que estaba dado de antemano. Por mucho que las leyes digan que pueden destruir son incapaces de tal cosa. Solo construir, si acaso. No por ellas mismas, sino en la medida en que otros colaboran con ellas y son aceptadas. Nada más. No hay herencia realmente, sino coherencia con ellas. Insisto, co-herencia. En unión con ellas se recibe lo que ellas mismas solo median, por mucho que ahora estén diciendo que son las primeras y las más importantes figuras en el universo. Que, también en ocasiones, las madres exageran y olvidan que son solo madres y poco más. Los padres igualmente. 

ὃς δ᾽ ἂν ὑμῶν παραμείνῃ, ὁρῶν ὃν τρόπον ἡμεῖς τάς τε δίκας δικάζομεν καὶ τἆλλα τὴν πόλιν διοικοῦμεν, ἤδη φαμὲν τοῦτον ὡμολογηκέναι ἔργῳ ἡμῖν ἃ ἂν ἡμεῖς κελεύωμεν ποιήσειν ταῦτα, καὶ τὸν μὴ πειθόμενον τριχῇ φαμεν ἀδικεῖν, ὅτι τε γεννηταῖς οὖσιν ἡμῖν οὐ πείθεται, καὶ ὅτι τροφεῦσι, καὶ ὅτι ὁμολογήσας ἡμῖν πείσεσθαι οὔτε πείθεται οὔτε πείθει ἡμᾶς, εἰ μὴ καλῶς τι ποιοῦμεν,’ προτιθέντων ἡμῶν καὶ οὐκ ἀγρίως ἐπιταττόντων ποιεῖν ἃ ἂν κελεύωμεν, ἀλλὰ ἐφιέντων δυοῖν θάτερα, ἢ πείθειν ἡμᾶς ἢ ποιεῖν, τούτων οὐδέτερα ποιεῖ. ταύταις δή φαμεν καὶ σέ, ὦ Σώκρατες, ταῖς αἰτίαις ἐνέξεσθαι, εἴπερ ποιήσεις ἃ ἐπινοεῖς, καὶ οὐχ ἥκιστα Ἀθηναίων σέ, ἀλλ᾽ ἐν τοῖς μάλιστα.’

El tema va dirigido a quien se quede, a quien participe, a quien esté meramente escuchando de ellas "cómo celebran juicios". Es interesantísima la referencia a la triple culpabilidad de quien no obedezca: por nacimiento, por educación y por conversación. De las dos primeras ya ha hablado antes y comportan una deuda impagable y una recepción casi pasiva, en doble condición. De la tercera, que es extrañísima, en el fondo están diciendo que los hijos deben buscar el bien de sus padres y mejorarlos una vez criados, una vez adultos. Y que es culpable quien no busca y hace tal cosa, sino que simplemente se queja sin más. Se puede convencer y persuadir a los padres, como a las madres, para que mejoren. Y un hijo debe hacerlo. Y si no lo hace, es culpable al cubo, triplemente. Porque esta tercera culpa no es ya infantil como las anteriores o fruto de la ignorancia o el sufrimiento, sino de su madurez. De las anteriores, dicho de paso, se puede escapar, pero no de esta última. De esta tercera se es plenamente responsable y consciente hasta el final. El que no mejora las leyes, es un mal hijo. 

Las leyes no son violentas, no ejercen violencia. Son pacíficas. Lo cual nos remite, una vez más, a que estamos hablando de algo escrito hace un par de milenios y pico, por redondear. No es algo de ayer, ni del siglo XIX, sino que tiene su historia y trayectoria y fue pensado con semejante amplitud hace no poco. Lo cual probablemente dé vértigo considerar. 

Su no violencia se basa precisamente en la apertura de opciones: obedecer o persuadir, que es una única en definitiva: obedecer finalmente, pase lo que pase, se dicte lo que se dicte, se juzgue lo que se juzgue, si es que se está allí. O sea, obedecer o irse. Porque obedecer es la forma de estar sujeto. Y sobre la posibilidad de irse, mucho me temo, que no se trata de algo meramente "corporal", material o físico, sino que se puede estar sin estar, estar habiéndose ido, estar queriendo figurar, estar sin escuchar. Obedecer y escuchar son lo mismo, por cierto. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario