miércoles, 10 de noviembre de 2021

CRITÓN. Día 25. (Platón, 47d - 48a)

Ser como Critón es fácil. Arrancada de caballo, parada de burro. Ya va a la estela de lo que va exponiendo Sócrates y parece entenderlo, aunque es su proceder habitual. Este es su seguimiento. Aunque según se comporta con la opinión de los muchos, lo que realmente parece es una especie de pelele en manos de unos o del otro. No hace aportación significativa, de momento, que realmente revele que está entendiendo algo. Perdón, Critón. 

Un paso más y Sócrates se mueve entre lo sano y lo enfermo. Mucho que definir. En relación al cuerpo, el cuerpo sano acoge y permite la vida, mientras que el enfermo la impide. Algo así. Lo interesante es la vinculación de ambas realidades. Por esa crítica a Platón tantas veces mencionada y que no diré. Aquí la salud se presenta como algo venido de fuera y que impacta sobre el cuerpo humano, mejorándolo en su capacidad para recibir la vida. Algo que lo cuida, por tanto. Algo que fomenta la vida en él, la conexión con la vida. Sería por tanto "saludable" porque provoca "salud". A la inversa, lo venido de fuera puede, igualmente, hacer lo contrario y enfermarlo, cortar su relación con la vida, dejarlo sin sustento y fundamento, por así decir. 

¿Algo venido de fuera? ¿Algo exterior? Sí, como "la palabra" audible, aquí se trata de "lo sano" sanificable. El cuerpo es, ciertamente, indigente. Del alma no suele decirse lo mismo, pero el paralelo es muy interesante, porque tampoco el alma vive por sí misma, sino que es afectada también, en este discurso, revelando que, como mínimo, diríamos que es maleable, flexible, que su condición no es absoluta. El cuerpo, sin duda. Del alma, según la pensamos. 

Y pregunta Sócrates algo clave: 

¿Acaso podemos vivir con un cuerpo miserable y arruinado?

ἆρ᾽ οὖν βιωτὸν ἡμῖν ἐστιν μετὰ μοχθηροῦ καὶ διεφθαρμένου σώματος;

Donde quiere llegar, con el juego de la vida y el cuerpo es a tomar conciencia de que no se puede velar por el recipiente menos que por lo recibido. Y que, efectivamente, en la vida -el alma- hay mucho recibido y que se conecta muy directamente con la palabra, la opinión y la razón. Esto es especial y particularmente luminoso en todos los sentidos. 

En relación a los adjetivos "miserable" y "arruinado", se plantea casi lo más catastrófico. 

Dicho esto,

Pero ¿podemos vivir, acaso, estando dañado aquello con lo que se arruina lo injusto y se ayuda a lo justo? ¿Consideraremos que es de menos valor que el cuerpo la parte de nosotros, sea la que fuere, en cuyo entorno están la injusticia y la justicia?

ἢ φαυλότερον ἡγούμεθα εἶναι τοῦ σώματος ἐκεῖνο, ὅτι ποτ᾽ ἐστὶ τῶν ἡμετέρων, περὶ ὃ ἥ τε ἀδικία καὶ ἡ δικαιοσύνη ἐστίν; 

Preciosa descripción: aquella parte de nosotros en cuyo entorno están la justicia y la injusticia. Algo así como aquello que nos pone en situación de, pero que no es la situación, ni de lejos. Es más, tiene poder sobre ella aunque lo común sea el recibir sin discreción, sin detenimiento, sin más. Sin embargo, en esta descripción socrática, que es extraordinaria, la vida está en el entorno sin ser del entorno, en el mundo sin ser del mundo, y en el entorno y el mundo hay tanto justicia como injusticia. Será interesante preguntar cómo puede ser esto, así con tanta "objetividad". Pero no es el momento de cuestionar tanto realismo duro. Queda aquí, sin más pretensión, la crítica. Aunque la descripción es preciosa. Tanto como la distancia que separa a la vida y a eso que la rodea. 


 



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