jueves, 4 de noviembre de 2021

CRITÓN. Día 19. (Platón, 46d - 47a)

La situación no lo es todo. Dicho de otro modo, se comporta solo como una parte de la pregunta, ni siquiera es toda la pregunta. Frente a la situación hay algo mayor y más distante que ejerce el poder de medir lo que ocurre. Y esa medida es sentida por quien vive. O notada de algún modo. He dicho sentida porque ocurre dentro de la persona, allí donde no hay visibilidad para otros. En ocasiones la sensibilidad propia está más despierta y en otros más dormida, o está o no está, no sé bien cómo decirlo. Sea como sea "llega", como llega una sentencia. 

Situarse fuera de la situación tiene su interés. Tomar distancia sin distancia alguna real perceptible para nadie salvo para quien lo vive. Estar estando en una hondura distinta, como quien contempla un cuadro sabiendo o como quien puede tocar música dejándose llevar por la melodía, el detalle de cada nota, el ritmo o el cambio. Algo así sería. No sé. Qué sé yo de todo esto. 

Es como una especie de "estar análogamente", capaz de hablar con palabras concretas de algo para lo que el lenguaje presta términos de modo suficiente e insuficiente a la par. Un modo curioso de vivir. Estar estando, estar modalmente, moldeablemente. No se trata de llenar la situación con algo que es ajeno a ella, sino de vivir sin dejarse atrapar por la circunstancia. O algo así. No sé. 

Sócrates ha tomado palabra y ha apuntalado, en la pluma de Platón, un discurso que le lleva al examen de sí mismo, una vez más de sí mismo, con el pretexto del momento, del lugar y el tiempo en el que está metido o ha sido metido o se ha metido él. No da igual, pero como si diera igual. Nada da igual, pero como si diera todo igual. Todo, menos el "logos", la "razón", la "verdad vivida" que, en ese sentido, dará sentido. Pero para ello, "liberación" de esa y tantas otras circunstancias esclavizantes. Y vuelta de uno mismo, con todas las fuerzas que se tengan a disposición, hacia la verdad. 

Otra cosa. Que, en lugar de explicarse a sí mismo y "enseñar" a Critón, la opción elegida es la habitual: juntarse, aproximarse, acompañarse. Por eso no hay una exposición, sino una posición inicial en forma de pregunta. Siendo la circunstancia la que pregunta, es como si Sócrates, a la gallega, se volviera a sí mismo una pregunta de mayor radicalidad que la de las circunstancias. Por lo tanto, a su alcance, en su terreno, en su lenguaje propio. ¿Nos hacemos preguntas? Pregunta que, en español, es de por sí ambigua. 

Dicho lo cual, dice: 

"Según creo, los hombres cuyo juicio tiene interés dicen siempre, como yo decía ahora, que entre las opiniones que los hombres manifiestan deben estimarse mucho algunas y otras no. Por los dioses, Critón, ¿no te parece que esto está bien dicho?"

Está claro. No las personas, sino las opiniones. Y no todas las opiniones son igualmente válidas, ni igualmente estimables. Ya en el orden del conocimiento, alejados de toda circunstancia. Ya en el orden del saber real. 

Y a Critón le dedica, como un maestro que aleja al discípulo de la presión de la circunstancia y lo protege, haciéndole ver que está en una posición privilegiada de libertad y sin premura, lo siguiente: 

"En efecto, tú, en la medida de la previsión humana, estás libre de ir a morir mañana, y la presente desgracia no va a extraviar tu juicio. Examínalo. ¿No te parece que está bien decir que no se deben estimar todas las opiniones de los hombres, sino unas sí y otras no, y las de los unos hombres sí y las de otros no? ¿Qué dices tú? ¿No está bien decir esto?"

Con lo cual, se avanza y coloca delante de todo lo demás lo contrario del relativismo bajo el cual todo vale. A la circunstancia, sometida a algo mayor que ella misma. A la persona, en camino y con posibilidad de alcanzar ese más y mejor que mide y da sentido. Es decir, y queda dicho en forma de pregunta negativa e invocando las apariencias, la capacidad para mostrarse algo en todo lo que está oscuro y en tinieblas, ¿no hay un deber, o no es el deber propiamente dicho, de filtrar en la realidad las opiniones para quedarse solo con aquellas que "son estimables"? ¿No hay un criterio entonces que viene del deber?

Es curioso y paradójico. Hago notar que, según el discurso que está sosteniendo Sócrates, según el cual hay opiniones que se deben tener en cuenta y otras no, entonces no debería estar haciendo caso a Critón, porque su juicio está nublado, como él mismo ha dicho al inicio de esta primera intervención filosófica. 




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