miércoles, 3 de noviembre de 2021

CRITÓN. Día 18. (Platón, 46c - 46d)

Sin duda alguna, la paz literaria que Platón otorga a Sócrates es heroica. Leo y releo y no veo otra salida que el heroísmo. Entendido, además, como en medio de una fuerte batalla. Mientras, curiosamente, su enemigo descansa en casa y nada se sabe de él. Está ahí como mera "opinión de los muchos", como algo tan general como difuso, sin carne ni huesos. Está porque llega con Critón. Y se afronta socráticamente porque está en el amigo, como en una especie de "daimon" extraño al "logos" sobre el que el propio filósofo construía o destruía la relación. 

Por si fuera poco, "los muchos" sí comparten "opinión" pacífica y calmadamente. Que el lenguaje aquí no nos falle. 

La pregunta de Sócrates para empezar es un planteamiento metodológico, es un "cómo" sobre la cuestión. Lo cual suele pasarse por alto como si tal cosa. Pero, como si se estuviera preparando un viaje singular, lo que pretende es averiguar cómo llegar a la meta, estando la meta anteriormente fijada: "lo mejor". 

Simplemente esto requiere aclaraciones sin fin. Sobre la posibilidad o no. Sobre qué es eso del bien y qué es "lo mejor". Sobre la esperanza que emana la simple cuestión y que alguien se la plantee. O, mejor dicho, sobre cómo "lo mejor" alcanza a la persona con una exigencia inusitada, que no se corresponde exactamente con su deseo. O esa, no se corresponde "ni de lejos" con su deseo. Sobre si la mera pregunta comporta ya un saber, que se ignora por quienes viven de otro modo. Sobre si es o no humano siquiera planteárselo. Sobre si conviene una respuesta, del modo que sea. Sobre si algo en la acción humana puede "emparentarse" con "lo mejor". Sobre quién juzga esto, si es que es juzgable. Sobre si es juzgable "desde fuera", es decir, si hay alguna visibilidad en "lo mejor" o queda siempre hacia dentro. Si la apariencia de "bien" se corresponde en alguna medida con "lo mejor", o su mera apariencia ya implica sospecha. Sobre el valor mismo que se otorga a "lo mejor" dentro de la historia humana singular y de la humanidad en su conjunto. Sobre si son propiamente fines o algo más que fines. 

Lo anterior, simplemente, para preguntarse por el método. ¿Por dónde empezar? ¿Cómo plantear un examen adecuado de todo esto? ¿Individual o en diálogo? Y Sócrates siempre, siempre elegirá el diálogo. Tanto por su propio bien, como por el bien del otro. Y la pregunta se dirige hacia el "logos" capaz de "homologar" a los -ya antes de empezar- sinceros dialogantes. 

Sócrates plantea empezar por lo más básico: ¿Se deben tener en cuenta unas opiniones y otras no?

"Veamos, por lo pronto, si recogemos la idea que tú expresabas acerca de las opiniones de los hombres, a saber, si hemos tenido razón o no al decir siempre que deben tenerse en cuenta unas opiniones y otras no. ¿O es que antes de que yo debiera morir estaba bien dicho, y en cambio ahora es evidente que lo decíamos sin fundamento, por necesidad de la expresión, pero sólo era un juego infantil y pura charlatanería?"

εἰ πρῶτον μὲν τοῦτον τὸν λόγον ἀναλάβοιμενὃν σὺ λέγεις περὶ τῶν δοξῶνπότερον καλῶς ἐλέγετο ἑκάστοτε  οὔὅτι ταῖς μὲν δεῖ τῶν δοξῶν προσέχειν τὸν νοῦνταῖς δὲ οὔ πρὶν μὲν ἐμὲ δεῖν ἀποθνῄσκειν καλῶς ἐλέγετονῦν δὲ κατάδηλος ἄρα ἐγένετο ὅτι ἄλλως ἕνεκα λόγου ἐλέγετοἦν δὲ παιδιὰ καὶ φλυαρία ὡς ἀληθῶς;

En síntesis: 

"Yo deseo, Critón, examinar contigo si esta idea me parece diferente en algo, cuando me encuentro en esta situación, o me parece la misma, y, según el caso, si la vamos a abandonar o la vamos a seguir."

ἐπιθυμῶ δ᾽ ἔγωγ᾽ ἐπισκέψασθαι, ὦ Κρίτων, κοινῇ μετὰ σοῦ εἴ τί μοι ἀλλοιότερος φανεῖται, ἐπειδὴ ὧδε ἔχω, ἢ ὁ αὐτός, καὶ ἐάσομεν χαίρειν ἢ πεισόμεθα αὐτῷ.

Es algo más que "honestidad", con ese mal camino en el que ha terminado el "honor" desembocando. Es algo más que, a mi entender, "coherencia" sin más con uno mismo o, incluso, con el "logos" dicho hasta el momento. Es precisamente un "situarse en la verdad" de tal modo que se aleja bastante del "estar en una situación", como si fueran en verdad dos órdenes de realidad irreductibles el uno al otro, en el que la verdad puede encarnarse en una situación, pero la situación no puede volverse verdad en ningún caso y solo, si acaso, ser pregunta. Sócrates quiere, en el fondo, examinar todo más allá de cualquier situación actual, aunque sin perder de vista que se está en esa situación encarnando una verdad o una mera opinión. Y sabiendo, desde el examen de la realidad, qué se debe o no hacer, qué se puede o no hacer, qué se hará o no se hará y en función de qué, en relación a qué se vivirá de tal o cual manera. 

No creo que este diálogo pueda dejar de ser actual. 



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