lunes, 25 de octubre de 2021

CRITÓN. Día 09 (Platón, 44d)

Critón, con un extraordinario sano realismo, le responde a Sócrates que abra los ojos y mire dónde está. Porque, por si no se ha enterado, es precisamente la opinión de la mayoría, de los muchos, la que le ha traído aquí. O sea, no la opinión propiamente, sino que han sido los muchos, unidos y concordes, los que han decidido enviarle a prisión y luego matarle "civilizadamente". Lo cual es bastante prueba, más que razonable, de la fuerza de tal opinión. Poca broma, Sócrates, que parece que no te enteras. 

Saliendo un poco del diálogo, para contrarrestar algunas cosas que he dicho, conviene repasar que la fuerza de estas mayorías no es un tema que podamos tratar como si nada, como mero idealismo, como fantasía. Es un espejismo que pugna y quiere dirigir la historia y al resto de la humanidad, absorbiéndola, haciéndola suya desde su parte, como un sistema que se va expandiendo y aplastando a su paso todo lo demás. 

La postura socrática no es negar, propiamente, esta "opinión de la mayoría", sino situar a la persona singularmente fuera de ella. Es decir, ejercer la liberación. Sin la cual no hay humanidad propiamente de carne y hueso y queda todo sometido, precisamente, a la idea general a la que se van incorporando generación tras generación miles de personas. Por eso la filosofía se puede contemplar terapéuticamente en su ejercicio de diálogo con quienes, sin confesarlo del todo, creen no estar subsumidos por ella. Un diálogo difícil, efectivamente. Un diálogo muchas veces imposibilitado por el mal, también. Un diálogo doloroso en el que se expone la vida, de acuerdo. Éste es precisamente el problema. 

Lo que se percibe, por lo tanto, es que si no hay ninguna fuerza que lo contrarreste la persona va camino de la mayoría. Sea del modo que sea, pero no se singulariza. Muchas veces, como pasa con tantos jóvenes, esa libertad que parece respirarse al hacer lo mismo que todos, pero sin la vigilancia inmediata de los adultos, no es tal libertad. Y lo sabemos. Son solo otras garras distintas. Tanto la liberación como la libertad son temas bien diferentes. 

Critón quiere saber si Sócrates, en este sentido, está jugando o está loco. ¿No te das cuenta de que estás aquí por ellos? ¿No te das cuenta de que sí actúan, que no son palabras? ¿No te das cuenta de que llegan hasta el final, hasta la muerte del otro? ¿No te das cuenta de que es jubiloso para ellos, que refuerza su fuerza y dominación, que impedirá que nadie salga del círculo y avisará de esta manera a quienes están al otro lado? ¿No te das cuenta de lo que va a pasar?

Y el maestro, como le corresponde, se ríe de todo. Ya no tiene nada más que perder. O quizá sí, o quizá ahora está en juego la vida entera condensada seriamente. En cualquier caso, con una ironía -macabra- que conocemos bien en la distancia, pero que no sé cómo se recibiría en directo riguroso, niega la mayor. 

εἰ γὰρ ὤφελον Κρίτωνοἷοί τ᾽ εἶναι οἱ πολλοὶ τὰ μέγιστα κακὰ ἐργάζεσθαιἵνα οἷοί τ᾽ ἦσαν καὶ ἀγαθὰ τὰ μέγιστακαὶ καλῶς ἂν εἶχεννῦν δὲ οὐδέτερα οἷοί τεοὔτε γὰρ φρόνιμον οὔτε ἄφρονα δυνατοὶ ποιῆσαιποιοῦσι δὲ τοῦτο ὅτι ἂν τύχωσι.

¡Ojalá, Critón, que los más fueran capaces de hacer los males mayores para que fueran también capaces de hacer los mayores bienes! Eso sería bueno. La realidad es que no son capaces ni de lo uno ni de lo otro; pues, no siendo tampoco capaces de hacer a alguien sensato ni insensato, hacen lo que la casualidad les ofrece. 

Tres cosas. Primera, insisto, la ironía radical, la provocación más absoluta. Se oyen tanto las risas como la cara de asombro. Segundo, si tuvieran capacidad, en verdad, sería suya. Por tanto, actuarían. Pero no lo hacen, porque no hay en ellos voluntad propia, solo respuesta a las circunstancias, es decir, a la casualidad. No hay rumbo, no tienen dirección. Lo cual es, realmente, una forma de exculpación impresionante, casi un perdón. Se comprende lo que hacen porque "no saben lo que hacen". Por último, la capacidad la da y se muestra en relación a la sensatez o la insensatez, que serían lo bueno y lo malo para la persona. Ya sé lo que va a ocurrir después. 

En discusión con Sócrates, comprendiendo lo que dice, lo cierto es que la prudencia, si bien no se puede enseñar, se puede poner delante de mil formas, para que se haga propia de alguna manera. Se puede colocar delante de la persona, en cualquier circunstancia, una opción abrupta que rompa todo lo que tiene de costumbre y rutina y la coloque en dirección al bien. En forma, por tanto, de testimonio. Es decir, de propia implicación en el bien. Que es, curiosamente, lo que va a ocurrir aquí. Sea lo que sea que quieran hacer los muchos van a encontrar lo que no pueden esperar, una respuesta absoluta, desde la más absoluta indiferencia a su movimiento irracional e incierto. 

Algo que no es tampoco cierto es que alguien que sea capaz de lo mejor sea también capaz de lo peor. Empiezo a entender que esto no puede ser así. Que alguien volcado repetidamente sobre un lado, no puede estar igualmente pendiente del otro. O sea, siempre hay posibilidad real, pero esa posibilidad no es equiparable a las demás. Por radical que sea la posibilidad siempre abierta, es decir, la verdadera capacidad, no siempre se da. Y algunas posibilidades, para tenerlas, hay que haber trabajado antes mucho en alguna dirección. Es decir, que aquí no se puede llegar al "bien" y al "mal" directamente, como queriéndolos por sí mismos aquí y ahora, sino en un largo camino. Creo. 

Critón, que parece más preocupado de lo suyo que de dialogar con Sócrates, vuelve a insistirle. 




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