domingo, 24 de octubre de 2021

CRITÓN. Día 08. (Platón, 44c)

La opinión de la mayoría no existe. No han dicho nada sobre lo que ha ocurrido. Quizá ni siquiera lo hagan. Vete tú a saber qué están pensando ahora o qué están haciendo cada uno en su casa. Sin embargo, Critón ya les tiene miedo. Como si fuera un peligro del que defenderse antes de que ocurra. ¡Cuidado, cuidado con lo que piensan los demás! Y una y otra vez, volcados, como uno más, sobre esa mayoría, aprendiendo y conociendo su lenguaje y formas, no ofreciendo más escapatoria que un divino sacrificio a las masas: el de uno mismo. 

Esa es la opción, salvo que te encuentres con Sócrates y alguno que otro más por ahí. La pregunta que trabajé ayer puede ser la raíz del cinismo al que luego dará lugar alguno de estos amigos íntimos y personales. Aunque es un camino difícil de moderar y controlar. El caso es que Sócrates, sentado todavía, porque no se ha dicho nada más, permanece preguntando y ahora está dispuesto a escuchar lo que Critón va a decir. 

ἀλλ᾽ ὁρᾷς δὴ ὅτι ἀνάγκη Σώκρατεςκαὶ τῆς τῶν πολλῶν δόξης μέλειναὐτὰ δὲ δῆλα τὰ παρόντα νυνὶ ὅτι οἷοί τ᾽ εἰσὶν οἱ πολλοὶ οὐ τὰ σμικρότατα τῶν κακῶν ἐξεργάζεσθαι ἀλλὰ τὰ μέγιστα σχεδόνἐάν τις ἐν αὐτοῖς διαβεβλημένος .

En resumen, Critón dice: "Pero, ¿no ves -todavía- la fuerza de la opinión de los muchos? Son capaces de producir los mayores males a quienes se manifiestan contra ellos. ¡Sócrates, despierta y date cuenta de lo que está pasando!" Tal cual. Es nuestro destino inevitable, una obligación que no podemos olvidar, una exigencia de la existencia mortal misma vivir teniendo en cuenta la opinión de la mayoría. ¿De qué otro modo se puede vivir, si son capaces de matar al que discrepa? 

Ya he dicho alguna vez que un autor moderno, reciente aunque ya muerto, escribió unas páginas muy interesantes sobre el sacrificio, que me ayudaron mucho a ver la necesidad de unidad y sangre entre la muchedumbre y los pueblos. Unidad y sangre vividas una en dirección a la otra y viceversa. Algo parecido al temor que expone aquí Critón, quien, en el fondo, lo que propone es: "Seamos uno más." No solo: "No les cabreemos, no vayamos contra ellos, no nos metamos en la caverna donde moran." Lo que Critón defiende es, y no creo que haya alternativa, que Sócrates deje de ser Sócrates y haga de su vida homenaje útil y sincero a Atenas, como uno más de sus hijos, aunque sin nombre, sin vida propia, despojado de individualidad y singularidad y unicidad y libertad y... ¡Sacrifícate! 

Le da la vuelta al sacrificio. Claro. Este sacrificio, en el fondo, no satisface tanto como la sangre. Los muchos no se aplacan consumiendo sin más lo colindante, sino que deben hacer la guerra al diferente, al otro. Es ahí donde enseñarán lo que saben: el miedo, tanto hacia afuera en forma de odio, como hacia dentro en forma de sumisión. 

Vuelvo otra vez a subrayar la presencia, en la respuesta de Critón, de la "ananké", tan poderosa. Del "deber conforme a la naturaleza", del "destino al modo como se organiza con hilos finos que se entremezclan o cortan". ¡Cuidado! ¡Cuidado! Junto a la "anagké" que inicia su intervención, los "kakói" en plural, como una distorsión. Si los muchos, que se unen en masa actúan, provocan acciones plurales que tienen en común el atributo "kakós". 

Dos palabras opuestas que no pueden pasar desapercibidas: amor-amistad, de hecho y evidente entre Sócrates y Critón, y odio-muerte de los muchos hacia uno de ellos, de momento. Juntarse con Sócrates en este momento es peligroso. Quien lo escribe, que se supone que es Platón, porque es algo que ha sido cuestionado, ya sabemos que huyó de Atenas. Si bien, volvió. Critón, por su parte, solo pudo estar cerca y nada más. El odio no se cita como tal. Se dice, sencillamente, quien "actúa diabólicamente" contra ellos, quien se enfrenta a ellos, quien quiere dividirlos, separarlos. Esto es "estar en contra de", que se traduce en mi libro como odio.

Todo el temor de Critón se vierte sobre el sufriente Sócrates. Que no dejo de darle vueltas. Qué visita de consuelo y amistad tan rara, si no fuera porque está convencido de que puede ahorrarle a Sócrates este trance y escapar de la condena, huyendo de allí con sus bienes y riquezas a su disposición. Critón es, cuanto menos, generoso y decidido. Lo que no se imaginaba era que Sócrates siguiera preguntando por qué y por qué, y se tomara tiempo para esclarecer si tenía que hacer algo así o no. ¡Con lo fácil que hubiera sido! ¡Está todo organizado, cerrado! ¡Días, fechas, horas! 





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