domingo, 3 de octubre de 2021

Ayer fui a la catedral

Traje con corbata y trajín con los niños. De entre los que había, me siento orgulloso de cómo estuvieron los míos. Que no veían nada, que no escuchaban nada, porque yo tampoco oía nada, pero estuvieron atentos a todas mis explicaciones, hicimos la cruz varias veces y rezamos el padrenuestro juntos. 

Por lo demás, el cura nos deleitó con unas buenas píldoras de heideggarismo sin cortarse lo más mínimo. Allí, todos reunidos, mirándonos bien a los ojos nos dejó perplejos con sus palabras: "Nacemos para morir." Siento mucho no poder entonarlo en el blog, porque puso mucho énfasis. Eso sí lo escuchamos. Todo lo demás, nada de nada. Ni las palabras de la bendición del agua, ni del momento del bautismo, ni unciones varias. Nada de nada, salvo eso. 

Muchas felicidades al susodicho. Ojalá se arrepienta pronto, antes de devastar aún más con sus palabras. No diré dónde fue. Dudo mucho de que esto llegue a sus oídos. Mi blog es para él como sus palabras sin micrófono para mí. 

El entorno, a decir verdad, con tanta belleza y tan bien construido, le hizo quedar mal. Aquellas piedras espero que muestren a las gentes sencillas que estábamos reunidos que las palabras de aquel cura fueron arrebato y locura del momento, pero poco más. Esto niños que comienzan su andadura están llamados a vivir, no solo a luchar contra sus miedos y los terrores. Mi oración por ellos, para que descubran la Vida. 

Por lo demás, al terminar decir que fui el único que llevaba corbata de la familia que acompañaba. Las otras tres familias sí que se ajustaron al protocolo catedralicio más. Mis amigos son enteramente libres en estas cosas. Lo mío fue error de comunicación la noche anterior. O sea, que no me enteré. No iría nunca con camiseta a un lugar así, pero la corbata sobraba. Además, hacía mucho calor. 

La tarde, en lo que a lecturas procede, continúa con las del otro día. Añado a la lista que me gusta estudiar el Evangelio del domingo. Realmente, el de cada día. Aunque esos saltos me tienen un poco cansado. Recomiendo a todo el que pueda que se olvide durante una temporada larga del Evangelio del día correspondiente en su estudio y haga una buena profundización en el Evangelio. Hay muchas ayudas disponibles. Unas más rigurosas con el texto, con el contexto, con los métodos, con las circunstancias de quien lo lee, etc. Existen extraordinarios trabajos muy diversos que son una iniciación e introducción profundísima al Evangelio. Eso sí, si en algún momento no se abandonan y se pone uno delante del Evangelio como el Don que Dios nos hace y como lugar de la Palabra con la que Dios dialoga con cada uno en particular, me temo que sabrá entendimiento y comprensión, pero sin amor alguno, sin Vida. Pero esto para otro día. 



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