viernes, 3 de septiembre de 2021

¿Qué tal tienes el fin de semana?

¿Cuándo comienza realmente el fin de semana? ¿El viernes por la tarde o el sábado por la mañana? No lo tengo claro. Pero me sirve para hablar de lo siguiente. Una buena subjetividad -trascendental y seria- tiende permanentemente al escepticismo, pese a que su misma dinámica es la de buscar, buscar y buscar recibiendo impactos. Es algo curioso. No se salva a sí misma, mientras recibe alerta tras alerta, fogonazo tras fogonazo, flotador tras flotador. Tengo un libro preciso cerca que avisa en la primera página, muy honestamente por todo lo que llega detrás, que no debe ser leído por personas que no sepan nadar. Y es un cartel grande que al juntaletras le animará a leer más y más, alejándose y alejándose de la orilla que le soporta.

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Nunca he pretendido con este blog que tuviera muchos asiduos, ni visitas, ni nada por el estilo. No he aplicado estrategia alguna. Lo cual para muchos puede ser una torpeza, sabiendo lo que sé. Pero para mí, sabiendo lo que sé, es una forma de no incrementar el ruido del mundo. Este lugar está para escribir y ya. Confío plenamente en que no llegue a nadie a quien pueda ofender y molestar, mucho menos aún hacer daño o mal. Lo intento con todo en la vida. 

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Cicerón exaltó la amistad tanto que esa amistad no existe ni el latín, ni en español. Sin embargo, es ideal recorrer sus páginas un viernes en la semana en la que nos preparamos para recibir alumnos y que llenen las aulas. Pondría alguna cita, pero están muy manidas. Son más útiles para el que quiere ser amigo que para quien busca amigos por el mundo. Con esas lentes no los encontrará. Para eso debería servir la filosofía. Y volvemos a la subjetividad de algún modo. Lo dicho, la amistad hace bien cuando lo es, daña cuando se niega. Aunque prefiero hablar de fraternidad universal, por muchas razones. 

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Hay una palabra que me da una rabia inmensa no poder usar como siempre porque la política la ha reventado. Esos partidos que tragan símbolos sin parar, que montan sus vayas haciendo suyo lo que es de todos, me causan desazón. A mí me parece tan evidente el engaño y el maltrato a la dignidad de las personas, que me imagino un mundo en el que fácilmente todo eso no existiera porque los ciudadanos fueran mínimamente conscientes de lo absurdo. Pero no. Hace tiempo que acepté que esto no cambiará. Que la manada crece casi al mismo ritmo que salen personas de ella por otro lado. Unos entran, otros salen. La manada permanece. Siempre hay un tiempo para ser manada, para ser parte de algo, para ser masa. Yo sí creo, con firme esperanza, que el tiempo obliga a la moderación y la prudencia, que la vida es maestra hacia delante, no hacia atrás. 

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La historia la dirigen personas y no es irremediable. No hay una buena metafísica del tiempo que hoy interese a muchos, porque no hay un compromiso claro y decidido con la humanidad. Llegan innumerables escépticos cada año a la política y luego se hacen hedonistas de lo suyo, con sus glorias. El otro día me recomendaron un libro sobre "El orgullo", del que la Escritura dice que es el gran pecado, que a lo mejor recupero. La hybris tiene más rostros que Zeus metamorfosis y siempre golpea duro para conseguir sus objetivos. No reposa, no se recrea. No quiere ni oír hablar de paz. Machaca tanto a la persona que desaparecen de su vista todas las evidencias del prójimo, del sufrimiento, del dolor, hasta quedar manchada de sangre. Es terrible. 

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Doy por concluido un cuaderno. Ha sabido servir noblemente. Ha respetado mi voluntad hasta el extremo. Se ha pringado día a día los últimos meses. Hay quedará, para la memoria, en la estantería junto a sus compañeros. Ya ni me acuerdo de qué tiene escrito. ¡Que duerma!




 


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