lunes, 30 de agosto de 2021

Tenía respuestas para todo

Tenía respuesta para todo. Todo se acercó a él una mañana y le dijo airado que tenía una respuesta para él. Solo tenía que hacer la pregunta. Todo quedó de piedra, enmudecido. Nadie esperaba a solo por allí. Solo se juntaba solo con nadie y nadie sabía de él desde hace tiempo. Nadie supo jamás qué pensaba todo o si todo pensaba algo. El sabio que tenía respuesta para todo salió con la suya por la puerta de su casa.

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Coincidían cada día. Se veían siempre. Alguna vez miraban. Doblaban el cuello. Estaba ya torcido. Dolía la hermosura. Impactaban ajenos rostros. Sorprendían los cruces. Miradas que desaparecían. Se escondían temerosos. Avergonzados del dolor. Compasión muy exigente. Revelación sin amistad. Amistad de cotidianidad. Nunca un encuentro. Las ganas llegaban. Los dos querían. Insistían en cruzarse. Anhelaban algo diferente. Quizá fuera hoy. Pensaban entre nubes. Nubarrones con rayos. Palabras sin significantes. Ellos eran símbolo. Podía ser siempre. Quizá, tal vez. Se dio ocasión. Libraron gran batalla. Surgieron más unidos. No regresaron atrás. Se rompieron suelos. Se vencieron árboles. Nuevo paisaje apareció, ante ellos lo más hermoso y bello. 

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Hay siempre muchos motivos para madrugar y despertarse por las mañanas. Uno muy común es el cansancio. Es curioso, pero es así. El cansancio por haber descansado ya suficientemente. O el cansancio por la vida misma. Es decir, el cansancio por lo que hay o por lo que debe haber. Y día a día, nuevo trabajo. Pienso que es glorioso, muy glorioso que los cristianos recen -incluso varias veces al día- pidiendo el pan cotidiano, el pan de hoy, el pan de la acogida. ¡Danos hoy! ¡Pan! ¡Pan y nada más! Se pide así, a la vez, que Dios reparta sus dones con todos, que no me quede con lo que no es mío. Compartir entonces es dar lo propio, y no el algo más que me ha sobrado después de acaparar. ¡Qué pan das, Señor! ¡Cuánta gente con hambre!  

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Sin entretener. En mi casa, a la entrada, pone bien claro: "Dios bendiga a la persona que no me haga perder el tiempo." Años después me casé con la persona a la que se lo regalé. Dicen: "La vida se conecta hacia atrás." Falta decir: "Cuando eres un perezoso." Más bien la vida se teje hacia adelante, aunque no lo sepamos, en la confianza, la esperanza y el amor. ¡Esto lo saben hasta los niños! ¡Nos falta valor para decir lo que ya sabemos! 




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