miércoles, 18 de agosto de 2021

PROTÁGORAS. Día 98. (Platón, 354e - 356a)

Visto dónde conduce cierto camino quizá lo mejor sea tomar otro. Sócrates actúa como señal, en el razonamiento. Pero la tentación de vivir lo cerrado por otros es grande y la historia lo ha repetido incansablemente. Creemos, en el fondo, que se puede transformar la realidad. De hecho, se puede. Y que su modificación nos abre cuestiones diferentes. De hecho, las abre. Sin embargo, con tanto cambio en las circunstancias y el mundo, en ocasiones creemos que la persona también lo hace. De hecho, lo hace. Sin embargo, no en lo fundamental. Es más, todo cambio supone una dirección, que es lo que aquí más interesa. Y la historia no es un automatismo ajeno a la persona, ni en lo personal, ni en lo social. 

A todo lo anterior, en lo que había un continuo sí seguido de otro sí, ahora Sócrates pide la posibilidad, que se considere al menos, que hay un no y que todo empiece por un no, por la negación de lo común, por la separación de la opinión general. ¿O no? Quizá se pueda entender de otra manera. 

Pero aun ahora podéis recobraros, si de algún modo podéis afirmar que el bien es otra cosa que el placer, o el mal otra cosa que el sufrir, o si os basta el vivir hasta el fin agradablemente una vida carente de penas. Si os conformáis y no podéis citar algún otro bien o mal que no se reduzca a eso, escuchad lo que viene a continuación. 

τοῦτ᾽ ἄρα ἡγεῖσθ᾽ εἶναι κακόντὴν λύπηνκαὶ ἀγαθὸν τὴν ἡδονήνἐπεὶ καὶ αὐτὸ τὸ χαίρειν τότε λέγετε κακὸν εἶναιὅταν μειζόνων ἡδονῶν ἀποστερῇ  ὅσας αὐτὸ ἔχει λύπας μείζους παρασκευάζῃ τῶν ἐν αὐτῷ ἡδονῶνἐπεὶ εἰ κατ᾽ ἄλλο τι αὐτὸ τὸ χαίρειν κακὸν καλεῖτε καὶ εἰς ἄλλο τι τέλος ἀποβλέψαντεςἔχοιτε ἂν καὶ ἡμῖν εἰπεῖνἀλλ᾽ οὐχ ἕξετε.

Va siendo la recta final. La idea de recobrarse, de recuperarse, de volver sobre sí es algo más que un mero examen de la realidad. El párrafo, contundente, inaugura temáticamente una vía para la cual, según parece, la persona por sí misma, quizá a solas, no alcance una vez que ha comenzado a vivir atraído por el placer y temiendo el dolor. ¿Recobrarse o conformarse? ¿Seguir adelante o vivir en la repetición de lo mismo? 

Existen otras posibilidades. Es indiscutible. Por ejemplo, evitar la pregunta y dormir plácidamente, seguir como si nada pensando que en cada momento decidimos según lo que mejor conviene, o que no hay tanto de lo que preocuparse en lo que hago, porque no soy tan importante. De estas cosas, los que de verdad tienen que hacer algo son los otros, especialmente los líderes de la sociedad, los de la cultura, los intelectuales. Que la gente normal, con tirar cada día con su afán tiene más que suficiente. Estas cosas son para quienes disfrutan acomodadamente de circunstancias favorables. O, por si esa no fuera convincente del todo, negar eso del bien y del mal, los moralismos que no preocupan a nadie (en nuestro tiempo serían vistos como "religiosos", siempre "religiosos", aunque aquí Platón sea moderadamente precristiano), y que cada uno haga con su vida lo que quiera y ya está. A lo que suele decirse, sin saber bien cómo ni por qué: "mientras no haga daño a nadie." Lo cual es incomprensible, pero ahí está, como un refrán popular. 

Si antes Sócrates era irónico, ahora se expone con dureza: ¡Es absurdo lo que decís y lo que argumentáis! ¡Es absurdo! 

Un primer punto para descubrirlo es lo que viene diciéndose de mil maneras en el diálogo y que Protágoras se limita a rechazar una y otra vez: que la vida tiene profundidad, que no todo se puede considerar en el mismo plano, que las palabras crean caos y confusión cuando no reflejan realidades ordenadamente, que muchos sinónimos no son tales, que las palabras importan porque dicen realidades como si despejaran caminos. Así que, su propuesta es la siguiente: 

"Cuán absurdas son estas afirmaciones, resulta claro, si, en lugar de usar muchos nombres: placentero y doloroso, bueno y malo -puesto que ya vimos que se trata solo de dos cosas- aplicamos también sólo dos denominaciones, en primer lugar bueno y malo, y luego, en otro turno, agradable y doloroso."

ὡς δὲ ταῦτα γελοῖά ἐστιν, κατάδηλον ἔσται, ἐὰν μὴ πολλοῖς ὀνόμασι χρώμεθα ἅμα, ἡδεῖ τε καὶ ἀνιαρῷ καὶ ἀγαθῷ καὶ κακῷ, ἀλλ᾽ ἐπειδὴ δύο ἐφάνη ταῦτα, δυοῖν καὶ ὀνόμασιν προσαγορεύωμεν αὐτά, πρῶτον μὲν ἀγαθῷ καὶ κακῷ, ἔπειτα αὖθις ἡδεῖ τε καὶ ἀνιαρῷ 

Es decir, pocas palabras, para no perderse. Y, en lo posible, cada una en su plano, para no igualar lo que no es igualable, o diferenciar en el mismo plano lo que no se corresponde con él. Es más que evidente así la unidad del asunto. Sería difícil que mis hijos pequeños pusieran tenedores y cucharas juntas en el cajón, aunque eso puede pasar. Pero no pueden meter, ni intentarlo siquiera, colocar un plato en el lugar del tenedor. Cuando hago bromas con ellos sobre eso, se ríen. ¡Qué absurdo!, dicen. Pues en las mismas estamos, según parece, respecto de lo bueno y lo malo, lo agradable y lo doloroso. 

Continúa. Entonces la persona que sabe del mal hace el mal sabiendo que hace mal. Sin salir del mismo plano. Atención, no lo abandonemos pronto. Y si alguien entonces pregunta que por qué una persona obra de ese modo e insiste, no salgamos de ahí, de ese plano, de ese campo. Y después de preguntar y preguntar por qué y por qué... 

"¡Por el bien, ¡por Zeus!"

A ver. ¿Alguien hace el mal sabiendo que es mal por el bien? ¿Esto no es una contradicción, de la que cualquiera puede reírse y rápidamente abandonar la argumentación y volver a la anterior, que sí que era cómoda y procedía razonablemente? ¿No hay aquí una contradicción, algo absurdo y ridículo para niños?

Sócrates, a quien la ironía le sale por las orejas, qué rápido ha mostrado ahora al público displicente pese a la actitud anterior. ¿Habrán despertado ahora, con este argumento tan pobre? ¿Se lo estarán ya empezando a considerar y contrastando con su vida, ahora por fin irónicamente provocados? En el diálogo se pueden escuchar las risas. Pero, por si fuera poco, lo repite. 

Si por casualidad el que os pregunta es algo burlón, se reirá y dirá: 

"¡Vaya un absurdo, decís que alguien realiza el mal, sabiendo que es malo, sin necesidad de hacerlo, subyugado por el bien."

Efectivamente, de lo más absurdo. De primeras. Creo que aquí los listillos ya no dan tregua al diálogo y entran a escucharlo con el colmillo retorcido, con lo mucho que saben. Como buenos bufones. Son los que tienen superado el tema del bien y del mal. Estos sí que saben. 

Si antes era el problema estar subyugados por el placer, ahora es estar subyugados por el bien. Que es, en verdad, el tema principal que a toda persona le encantaría dilucidar y aclarar para siempre. Y que se resiste a ser tratado, no digamos por leyes, normas y consejos. El bien es quien crea el mayor problema a la persona, con diferencia. Y no tanto el mal, aunque se suele considerar de ese modo y empezar siempre por el lado oscuro y negativo y penoso y triste y doloroso. Pero usemos solo la palabra "mal". 

Y pregunta, muy sinceramente, ¿pero no era el bien más fuerte que el mal, que ahora perece que el mal vence al bien o lo engaña? ¿Es que es más, es que son más, es que crecen o menguan? ¿Cómo es posible?

Pase lo que pase "estar subyugado por el bien" es la clave. Es la referencia fundamental. Es más, frente al discurso dominante sobre el bien precario, débil y frágil, y todo lo demás, aquí lo que se intenta defender por todos los medios posibles es la victoria del bien, sin más. Es una defensa en toda regla. Todavía más, aunque parezca lo contrario, aunque pueda parecer lo contrario. ¿Esto es así? ¿Todavía hoy esto es así y se puede seguir diciendo? ¿No será una barbaridad y una blasfemia?

Tengo en la cabeza últimamente que toda palabra bienintencionada que aspira a lo último, que desarrolla una tensión al infinito, es fácilmente manipulable por quien, en lugar de pensarlo, lo que hace es cogerla e implantar su propia utopía, convirtiendo toda realidad en una distopía de muerte y dolor. 

El caso es que, si se toma aquí a Sócrates, no por la frase, sino buscando en la intención, lo que está diciendo es precisamente que la victoria final del bien contra el mal es su esperanza, que se constata en la dirección de la acción humana. Y que, por otro lado, conviene atender a algo más que las primeras apariencias. Que la persona pertenece al dominio del bien antes, mucho antes que al del mal. 

Si cambiamos de palabras, porque parece que suena mejor, diremos entonces: 

"Apliquemos ahora los nombres de placentero y doloroso a esas mismas cosas, y digamos que el hombre hace lo que antes decíamos malo, y ahora llamaremos doloroso, sabiendo que es doloroso, subyugado por lo placentero; evidentemente cuando esto no merecía imponerse."

Y queda mucho más "aceptable", pese a la provocación de la primera formulación. Seguro que ahora, en términos más sencillos, parece que es más asumible como verdad, más revelatorio. Pero lo importante sigue siendo lo de arriba, la cuestión del bien, la subyugación del bien. De la cual ninguna persona escapa. 

No me resisto a citar a Levinas: alianza anárquica con el bien. Aunque sea bíblico, la verdad es que tiene mucho más fuerza la expresión "subyugado". Efectivamente, hay un componente de inferioridad respecto al bien, que en la alianza, sin embargo, parece trastocarse por una igualdad imposible. Aunque sé que Levinas no diría eso jamás. Salvo para pensárselo. En cualquier caso, lo que aquí se expone es la no opcionalidad, la venida a la cuestión en el mismo nacimiento. No es opcional. No es algo de la libertad. Mucho menos entonces creación humana o algo por el estilo. Ni hablar de cuestiones sociológicas, por cierto. Esto es mucho más anterior. El bien no es la ley. Es que, en ocasiones, ni se parecen, ni se ven reflejado el bien en ellas. Aunque eso es algo que, respecto a las formas del presente, solo lo piensan quienes preguntan por el bien, dejando por cierto a un lado lo que es costumbre, legal o habitual en su tiempo. 




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