lunes, 16 de agosto de 2021

PROTÁGORAS. Día 96. (Platón, 354b - 354c)

Que reine el silencio y vamos a la carga. Porque si es imprescindible la separación, la singularidad es imposible sin escucha. La tranquilidad será para otro día. Toca agitar algo más la realidad. Se podría escoger otra actividad, más aparente, más resultona, más calmada. Por ejemplo, decirle a todo el mundo que es maravilloso lo que hace, cómo vive y cómo trabaja, lo bien que piensa, lo acertadas que son sus opiniones. 

Sócrates le ha dado la vuelta ahora a la argumentación para rebuscar entre las opiniones generales si hay algo que merezca la pena ser asumido con confianza para siempre. Está removiendo, todavía, para encontrar algún tesoro. Como esas personas, enormemente valientes, que saliendo de sus raíces, cruzando mares y atravesando qué se yo cuantos peligros, llegaron a ríos en los que bateaban incansablemente, como osos haciendo presa, hasta dar con la pepita de sus sueños. Así está el tema.

Primero que si las personas saben, pero no hacen lo que saben. Luego, que sabiendo lo mejor hacen otras cosas, porque la búsqueda de placer es mayor en ellos. Tercero, que a pesar del miedo al dolor que pueda venir como consecuencia, sin embargo se obstinan en ello.  Cuarto, podríamos decir, pero saben lo que es mejor, que el problema no es el saber o no saber. Quinto, para darle más emoción, que han equiparado el placer y el bien, si bien no van de la mano. Sexto, que ocurre ahora lo mismo con el dolor y el mal, que tampoco son lo mismo. ¿Y eso? Porque muchos eligen dolerse, creyendo -o sabiendo, eso sí- que después vendrá la recompensa merecida, aquello que les es debido por su sacrificio lastimoso. Y no cualquier cosa, sino salud -es decir, vida, prolongación de la vida para disfrutar más placeres, lo cual es en sí ya una contradicción, porque si prolongan su vida tendrán que sufrir coherentemente todavía más- y riquezas -bienes, que decimos, de todo tipo, pero particularmente los materiales por supuesto, cifrados en cosas en abundancia y personas bajo su dominio-. Tal es el panorama en el que Sócrates se está moviendo, con la connivencia de Protágoras, el silencio habitual de todos los demás -por quienes habla el filósofo sin que nadie rechiste- y la suavidad de la argumentación que avanza casi por sí misma, como gotas que se dejan caer del suelo sin esfuerzo alguno por su parte. 

Seguimos. El plano en el que están situados, la profundidad que le dan a la vida resuelve por ellos de tal manera que su libertad no se cuestiona sino el intercambio con el mundo en el que está. Hasta aquí alcanza la mirada, la intuición, el ver que estamos considerando. Y, peor aún, cree que esto es "todo" y se engloba a sí mismo como parte. Lo cual, no digo que no sea casi lo primero que se nos ocurre en la vida, pero podríamos explorar, como mínimo, qué ocurre en el ya mismo presente dilatado en el que existimos sin tener que esperar a pasado mañana para verlo. O dispuestos a preguntarnos por el tiempo que vendrá, si es que viene, miremos al menos lo más alto que se pueda, allí donde la preocupación del corazón realmente cuestiona y provoca. Quedarse con menos es un conformismo deplorable en muchos casos. Lo peor es cuando contamina a tantos, con la única intención de dejarlos allí donde están, como si no hubieran nacido, como si hubieran llegado al mundo sin vida propia, como si la vida no tuviera un diálogo personal y único con cada uno al margen de todo lo demás y otros fueran los que explican y resuelven "todo". 

Esto es así, porque placer y dolor juzgan el bien y el mal, pero no a la inversa. Y porque los que así siguen pensando creen que tendrán tiempo, que no tienen, y que tal tiempo será vida, siempre esperanzadamente diferente a la que ahora tienen, claro. Si esa tensión sería inconcebible imaginar a alguien así danzando tan alegremente como muchos parecen danzar. 

"¿Estas cosas son buenas por otro motivo, o porque concluyen en placeres y separación y rechazo de dolores? ¿Es que podéis hablar de alguna otra conclusión a la que apuntaréis para calificarlas de buenas, que no sea a placeres y dolores?" Contestarían (los muchos) que no, según creo. 

ταῦτα δὲ ἀγαθά ἐστι δι᾽ ἄλλο τι  ὅτι εἰς ἡδονὰς ἀποτελευτᾷ καὶ λυπῶν ἀπαλλαγάς τε καὶ ἀποτροπάς ἔχετέ τι ἄλλο τέλος λέγεινεἰς  ἀποβλέψαντες αὐτὰ ἀγαθὰ καλεῖτεἀλλ᾽  ἡδονάς τε καὶ λύπαςοὐκ ἂν φαῖενὡς ἐγᾦμαι.

Menudo percal. ¿Por qué no pueden contestar de otra forma y modo, por "otro motivo" mejor dicho? Porque nada les arranca todavía de donde están, quizá. Porque no hay mayor claridad. Por, precisamente, desde qué lugar hacen su pensamiento. Más aún, hacia dónde piensan, es decir, para qué piensan. Si lo que hacen es ir recortando día a día, tal vez un poco más de programación y proyecto, pues entonces está claro que no habrá tensión suficiente, ni distancia en la cuerda. Total, qué más da estar situado aquí que diez metros más para allá, si la perspectiva es tan parecida que la empatía con el otro, con el esfuerzo que supone, no añade nada. Pero qué pasa cuando lo que hacemos es movernos más, bastante más, para colocarnos allí donde, en principio, parece que nadie nos esperaría ver. La situación cambia radicalmente. No directamente "en Dios", claro. Que ese viaje algunos dicen que lo hacen muy rápidamente, y que todo es hermoso y bello. Pregunto aquí por "el prójimo", no por otro sin más. ¿Cómo se ve el mundo desde ahí, desde el amor? ¡Qué pintan ya el placer y el dolor, para sí, cuando se trata del hermano, del hijo, de la persona amada, del amigo, del más que conocido! 

La gente allí -y aquí- sentada está sin entender nada de nada. Sócrates no predica, sino que ironiza. Y sigue haciéndolo. Y al menos, con todo esto, tienen la oportunidad de recurrir a ese llamado "conocimiento de sí", a la pregunta por ese conocimiento distinto del color de los ojos, los sentimientos del corazón, el dinero en el banco o la situación en el mundo respecto al mundo sin más. Ese lugar, ya explorado, que conduce, como es natural y al naturalizar, a la nada sin nada más que la nada en la que ya mirarse no tiene ninguna razón -logos- de ser, porque se ha aniquilado por placer y temor el deber de hacer lo que no hay. 

A Protágoras le parece todo bien. 

Y, resumiendo, como en los libros de texto para niños que al final tienen un recuadro donde pone "Atención" o "Recuerda esto", Sócrates hace la síntesis, la apoya bien delante de todos con palabras sencillas en forma de pregunta y resulta que la confianza está puesta en esto:

"¿Con conocimiento perseguís el placer en la idea de que es un bien y evitáis el dolor como un mal?" 

Lo reconoció. (Protágoras, por extensión el resto.)

οὐκοῦν τὴν μὲν ἡδονὴν διώκετε ὡς ἀγαθὸν ὄν, τὴν δὲ λύπην φεύγετε ὡς κακόν;

συνεδόκει.

El traductor se la jugó. El griego es más escueto todo. Sin ciencia, pero persiguiendo algo. Sin ciencia, eh. Sin ciencia, pero ir a la caza de algo, ir a por su conquista, ir a buscar su derrota. Sin ciencia, sin seguridad, pero corriendo y rápido, porque se pasa la oportunidad que da ahora el momento. ¡A por ello! 

Esto es para pensarlo bien. Va muy en serio. Mucho. 







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