lunes, 26 de julio de 2021

PROTÁGORAS. Día 75. (Platón, 346b - 347b)

Se va esclareciendo -un poco- por dónde va Sócrates conversando con Protágoras. ¿Quién está tratando con quién, por decirlo al modo como Protágoras habló al principio de su intervención? ¿Qué es la filosofía cuando pone más énfasis en la filia, en la búsqueda amorosa, en la cercanía, en la persistencia y permanencia junto al otro? ¡Hay que aguantar para no separarse demasiado! ¡Hay que vivirlo!

Es verdad que el mundo de los grises, sin reconocer blancos y negros, es más que cómodo. No exige nada, porque es pura conformidad. Se da por sentado antes de comenzar y no aporta nada. Todo es gris. ¡Cuidado con los blancos y negros, con esa especie de extremismo radical que habla del bien y del mal, de lo blanco y de lo negro y que quiere poner orden, proporción y equilibrio! ¿Qué equilibrio cabe entre el bien y el mal? ¿No será la mezcla siempre perversión y pérdida? ¿De qué somos capaces de hablar y vivir? El asunto es importantísimo. Y no sé por momentos a qué se teme más y de qué se anda la persona alejando: si del mal, para no ser dañado o herido; o del bien, para no ser llamado, interpelado, interrumpido. 

En la palabra "interrupción" hay tiempo y quiebra, o una distancia que cobija la libertad en su separación del mundo. Escucho hablar del "amor al mundo" y me surgen dos dudas o tres: de qué amor hablamos, porque pienso que el amor propio no es tal amor; a qué mundo nos referimos y si por mundo entendemos una totalidad en la que los otros son parte, sin separación de otras circunstancias; y, tercera, si cabe hablar de algo así como un mundo de amor, más que de un amor al mundo, porque me temo que en el amor al mundo hay más adaptación acomodaticia que construcción de algo a la altura imposible de la humanidad que habita en él. Interrupción es esto, que tantas y tantas veces ocurre al margen de nosotros mismos, anormalizando su desarrollo, abocando a lo inesperado, sorprendiendo en la calma o en la tormenta o donde sea. Esta "interrupción" de la normalidad no puede ser un instante, sino algo más alto y ancho como mínimo, de mayor impacto del que se escribe y describe habitualmente. Y sucede cada día. 

Parece que el poeta acepta "los términos medios para no censurar", porque el juicio que se hace cuando se habla de lo bueno y lo malo está ahí y permanece. No censurar para no atreverse a que se escuche lo diferente. No sea que la masa revolucionara se revuelva y vaya contra él, dejando de aplaudir sus poemas, sus reflexiones, sus cantos. No sea que saliéndose de la norma y el equilibrio social acomodado aparezca lo que el gris esconde y acalla, al saber de la presencia del mal y de la posibilidad radical del bien. El bien sí que es radical. 

Elogiar a cualquiera... ¡Cuidado, cuidado! Se me ocurren ejemplos de condenas extremísimas que aceptamos históricamente sin desvaríos. ¿Será que no son elogios auténticos los que no dicen nada más que una parte de la verdad? ¿Será que no aceptamos la posibilidad de silenciar lo otro? ¿Elogiar a cualquiera? Elogiar solo se puede elogiar el bien. ¿Todos tienen algo bueno que reflejar? ¿Todos?

Eso sí, si dejásemos de premiar, de elogiar el mal, la acción mala... si recuperásemos la bondad de la persona, la acción buena y no solo el simple deseo... Pero para eso hay que ver mucho positivo, frente a lo negativo que resta continuamente y empobrece lo que fue posible... ¡Mucho hay que ver, mucho hay que saber, mucho hay que haber vivido! 

Y termina su interpretación del poema. Casi se nos olvida que Pródico y Protágoras estaban ahí. Y que este discurso comenzó como alegato de la brevedad y ha sido una hermenéutica completa del poema, un comentario de texto longevo que se seguirá escuchando de mil maneras... 

Dicho lo cual, ambos siguen callados. Ni se les espera de momento. Porque Hipias sí que ha tomado la palabra para pedir tiempo para su propio discurso. De momento, sin más referencia a Sócrates que un genérico "te has explicado bien" sin contenido, sin objeto alguno referido. Como los sofistas estaban acostumbrados a estas exhibiciones, Hipias es más que sincero: "Tengo un discurso sobre el tema que va bien y que os voy a recitar en seguida." Es decir, por si no se entiende, Hipias tiene enlatado un discurso que usa aquí y allá según convenga, y le parece que es el momento de volver a repetirlo. Sin mas. Venía ya de antes. De nada, según parece, ha servido la intervención de Sócrates. Qué más da el diálogo, que aparece despreciado. 

Alcibíades sale al quite. "¡Mejor lo dejamos para otro momento, Hipias!" Y vuelve a centrar en lo dicho antes: que ahora toca el diálogo, que ahora es tiempo de preguntas. Tal y como hacemos en las exposiciones generales, en las clases tras la presentación de contenidos. ¿Nos ponemos manos a la obra porque es ahora cuando llega lo verdaderamente importante? ¿Qué hay que hacer si no esto, reaccionar, reactivar, recibir?

Sócrates dice: "Dejo a Protágoras lo que le sea más agradable." Un buen modo, más que cortesía. Es ya la primera pregunta. ¿Qué quieres hacer con todo esto y cómo te encuentras mejor para proseguir la investigación? ¿Eliges? ¿Dices algo? ¿Estás ahí, Protágoras? ¿Qué has escuchado? Tanto si pregunta, como si acepta responder será a cambio de hacerse mínimamente responsable de haber escuchado y entendido algo. Lo cual, si me ocurriera a mí, ya digo que sería muy difícil sin lápiz, papel y algo más de inteligencia de la que tengo. Porque el discurso, con el que Sócrates ha dado a probar al sofista su propia medicina deslumbrante y ataviada de muchos círculos e idas y vueltas, ha sido largo, intenso y, a ratos, de detalle. No hay solo una o dos contradicciones, una o dos vueltas a lo mismo y lo contrario. Hay más. ¿Qué puede hacer un mortal en estas circunstancias?

Me pregunto qué elegiría yo. Preguntar es haber entendido. Responder es dejarse examinar. Lo primero sería de "más sabio". Lo segundo da al traste con "la relevancia" que se desea tener y por la que quiere alguien ser reconocido. ¿Será capaz de poner a prueba a Sócrates o no quedará otra que continuar aceptando el lugar del discípulo examinado? ¿Se verá todo esto?




No hay comentarios:

Publicar un comentario