sábado, 5 de junio de 2021

PROTÁGORAS. Día 27. (Platón, 320c - 321c)

Protágoras comienza a exponer el mito. Ya ha avisado de antemano que se trata de una narración de la que luego hablará. El relato es conocido por todos. Prometeo y Epimeteo. Dos hermanos titanes ligados al origen. Un texto muy bello y bien contado, del que encontramos referencias en otras actividades literarias épicas, líricas y teatrales. Debió tener un buen recorrido en esta época ateniense. 

Si leemos con atención, veremos que se trata de capacitar para la mejor adaptación al mundo. Con un sentido claro de compensación y equilibrio, que parten de una desprotección e indigencia. Estoy usado mucho esta palabra "indigencia", evocando su etimología: interiormente incapacitado, interiormente desvalido, interiormente frágil. No simplemente a la intemperie, no solo expuesto, sino carente en sí mismo de algo fundamental, que lo convierte por tanto en frágil, delicado y débil. 

En la tarea que relata el mito, en el que el mismo nombre de los protagonistas juega un papel importante, Epimeteo dice que se vuelve incluso precavido, se lo toma con esmero e intenta ir haciendo las cosas fijándose en cada elemento con suma atención, respondiendo con los recursos de los que dispone a sus necesidades, encajando las piezas separadas en este inmenso, pero no interminable, puzle. Y parece que va acertando, satisfaciendo el encargo recibido de dotar de capacidad y medios a los distintos seres animados que provenían de los elementos inanimados y ahora formaban parte de especies separadas que debían tener igual continuidad. 

El corte se sitúa, al margen de todo lo demás y haciendo una clara distinción, en el ser humano. Ha sido la imprevisión epimeteica la que he llevado al desastre al género humano en su conjunto, compartiendo todos ellos esta precariedad de origen al ser los últimos en llegar y para los cuales ya no hay nada que repartir. La ignorancia y el no saber se hacen presentes en el relato. Dada la situación, qué hacer con todo esto, si en ese instante preciso, en ese momento debía surgir ya y pasar a la luz. 

Entonces aparece el hermano, Prometeo. Que se da perfectamente cuenta del desastre. E interviene. 

Me detengo en lo anterior. No diría que es una proyección al origen temporal de una experiencia directa de toda persona en su presente, pero sí que las personas no nos damos cuenta de primeras de la cuestión existencial. Es algo sobre lo que somos capaces de preguntarnos y retrotraer antes incluso de nosotros mismos. No nos vemos ahí como personas individuales, aunque no podemos vivirlo de otro modo, sino que nos emparenta con los demás de forma natural e inmediata, y nos sentimos parte de esa comunidad humana en su conjunto. Aunque, también es verdad, la impresión en nosotros es mucho mayor que cualquier consideración sobre el otro. 

Meditar en esta condición no es meditar en lo malo, en lo negativo. Es la condición vulnerable y frágil, nada más. Sobre esto se ha escrito tanto, tan agobiante y tan ingenuo en algunos casos, que raya la cuestión definitiva del ser humano para entenderse a sí mismo, o, al menos, el deber de afrontarlo. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario