miércoles, 26 de mayo de 2021

PROTÁGORAS. Día 17. (Platón, 316b - 317a)

Poco a poco. Ayer ya giró el diálogo hacia el encuentro directo con Protágoras, aunque el escenario sea bien diferente al patio o el camino en el que hasta ahora han permanecido tanto Sócrates como su amigo Hipócrates. Entraron en la casa y, para sorpresa de cualquiera, aquello se parece más a un escenario con varias escenas simultáneas y multitud de gente. Agobia la mera descripción. Y en todas esas conversaciones paralelas siempre hay un maestro y un corrillo organizado. A diferencia de la simple amistad de Sócrates con Hipócrates, que llegan en concordia y simetría, por decirlo de algún modo. Queda patente que están ellos frente a todo lo demás. 

Sócrates se acerca a Protágoras y se presentan ambos. Insisto, amistad por delante. Y se va aclarando el asunto. El sofista está interesado en saber si es "consulta" privada o puede ser pública. Supongo que costará diferente. Lo cual es interesante, incluso desde fuera. Porque va directo a la conversación y nada tiene que ver con las personas que han llegado a su presencia. A pesar de que Sócrates, vuelvo a repetirlo, pone la amistad por delante de todo lo demás. 

La respuesta es la indiferencia y, no sin cierta ironía, ya le ha dicho a Protágoras que no se ha enterado de nada, porque eso no es ni importante, ni relevante, ni lo que le ha preguntado. Así que, como de costumbre, se empieza por la discordia más evidente. Es que Protágoras ni se ha enterado, ni ha preguntado el tema. El contenido le da exactamente igual, lo suyo son los modos. Intento reservar últimamente la palabra "forma" para otros usos. Hablar de "modos" tampoco creo que sea lo mejor. Espero que se entienda. Que Sócrates circunda un asunto con el empeño de definirlo, mientras Protágoras está en lo superficial, en el género, en lo genérico. Quizá porque todavía ignora de qué va todo aquello que pone en marcha el discípulo preguntón. 

Da igual el género. Así que Sócrates le pide que primero se detenga en el tema y lo comprenda bien. Que luego decida él cuál es la mejor modalidad para todo aquello, si es que hay una que sea mejor que otra o no. Así que Sócrates aborda el motivo de la visita a Protágoras, que es el siguiente: (1) Hipócrates, que es su amigo y es rico y le precede el prestigio de los suyos y su casa, (2) posee una "disposición natural" que es "capaz de rivalizar" con "sus coetáneos". (3) Desea llegar a ser "ilustre" en la ciudad. (4) Cree que lo lograría mejor (5) si tratara con Protágoras. (6) Considera, Protágoras, cómo tratamos esto, si solos o en compañía. 

Rápidamente, para quien no lo vea, Sócrates presenta algo sobre lo que detenerse y que a él parece de una forma, sobre la que quiere investigar si es verdad o no. Y son varias las veces que se escribe en estos términos. Sobre el parecer y la creencia. Presenta directamente, no su opinión general, sino el tema que hay que tratar. Lo único que sabe es sobre Hipócrates, pero nada más. Lo cual es más que relevante. Porque la educación elevada de Protágoras está ignorando por completo a Sócrates y mostrando un verdadero desprecio por todo lo demás que no sea él mismo. Espero que el buen lector lo note, sobre todo en lo que llega a continuación. 

Una vez toma la palabra, se acabó todo lo demás. Eso sí, él se presenta emparentado en arte con las raíces más profundas de la Grecia Clásica (perdonad las mayúsculas). Nada más y nada menos. Por muy precaria que sea, casi victimistamente expuesto, que si extranjero, que si sufre las envidias de otros, que si viene mucha gente a hablar con él... Lo dicho, que uno sin presentarse y otro hablando de sí como héroe ajeno a toda mundanidad y conectado casi con la divinidad. ¡Pues veamos! 

Protágoras es, según él, "un extranjero que va a grandes ciudades y, en ellas, persuade a los mejores jóvenes para dejarlo todo y reunirse con él para hacerse mejores a través de su trato." Algo para lo cual tiene que "tomar precauciones" y saber defenderse de "la envidia" de los demás. ¡Poca cosa!

Luego afirma que el arte de la sofística es antiguo. Y en esto, al menos, coincidimos plenamente con él. Dependiendo de qué sea la sofística. Lo cual habrá que ir viendo. Pero que es antigua, seguro. Tanto vista de una manera como de otra. Ahora bien, para Protágoras es sabiduría, que se escondió para protegerse de las envidias de los demás, en la poesía o, incluso, en la gimnasia y otras artes posiblemente. Ocultándose ellos y su arte, por tanto. 

La envidia era el mal del que se protegían. ¡Tomemos nota! Creo que hay que dedicarle un rato más largo. 



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