viernes, 2 de abril de 2021

Leyendo REPÚBLICA de Platón (20)

Comienzo en 342c hasta 343d

Sócrates ha puesto de manifiesto algo que no debe olvidarse jamás, aunque veremos que debe ser muy matizado. Efectivamente, todo arte gobierna sobre sus cosas. El conocimiento manda y domina, es capaz de poner orden en ese mundo sin sentido, dirigirlo y encaminarlo hacia algún lugar, con algún objetivo superior a sí mismos, hasta extraer su excelencia y grandeza. Más brevemente: 

ἀλλὰ μήν Θρασύμαχεἄρχουσί γε αἱ τέχναι καὶ κρατοῦσιν ἐκείνου οὗπέρ εἰσιν τέχναι.

Trasímaco ni aparece, es Sócrates quien va contando todo con sus palabras y mostrando en su argumentación que llegaron juntos a la conclusión de que el arte está más al servicio de lo gobernado que de quien lo gobierna. Momento en el que, justo antes de llegar a la conclusión de la contradicción de Trasímaco respecto a la justicia, interviene al modo como es propio en él (343a): 

"¿Por qué no te limpias los mocos, Sócrates?" 

Algo así como decir que es un crío, un niño todavía. ¿Un idealista iluso e ignorante que no conoce cómo es, de verdad, el mundo? ¿Alguien que todavía juega y que no ha probado la seriedad de la vida? ¿Alguien distraído con muñecos, un contador de historias? ¿Alguien infantil y ridículo en cuerpo adulto? ¿Alguien a quien escuchar y aplaudir, pero no tomar en serio? ¿Alguien que necesita supervisión de su nodriza, inválido por sí mismo, invalidado por su niñería? ¿Alguien sin criterio, alguien sin conocimiento, alguien sin experiencia? ¿Alguien en quien el mundo todavía no ha penetrado suficientemente, que no se ha hecho a él como corresponde a un adulto? ¿Alguien en quien el tiempo no ha trabajado como suele hacerlo, que no sabe lo que hay en la ciudad y cómo es la vida en ella? ¿Alguien que vive de espejismos, entre sus ilusiones, en la creación de sí mismo?

¿A qué viene todo esto, todo este ataque? Ahora sí, por fin Trasímaco dice lo que realmente piensa sin adornos. Hay clases de personas, no todas son iguales, ni mucho menos. Como si fuera una división por la naturaleza o por la sociedad, las personas se distinguen entre sí sin confusión. Al igual que nadie se equivocaría al hablar de un pastor o el cuidador de bueyes confundiéndolos con sus animales, y todos tienen claro que no los cuidan por el beneficio ni de las ovejas ni las reses, sino por sí mismos, para aprovecharse de ellos. Unas personas son como el pastor y otras como los borregos. 

Los gobernantes son pastores respecto a ovejas. Los gobernados son, según Trasímaco, ovejas respecto a los pastores. Los gobernados gobiernan pensando en su beneficio, el que pueden sacar de los gobernados. Y por eso les ordenan esto o aquello. Y los gobernados, que son realmente borregos, obedecen porque no tienen otra razón de ser que esa, la de beneficiar al gobernante. Y no lo saben, por supuesto, porque son borregos y poco más. 

Lo que está diciendo Trasímaco es de una enorme gravedad. Por si nadie se ha enterado con la comparación, lo aclara. 

"Has ido -Sócrates- tan lejos en lo concerniente a lo justo y a la justicia, a lo injusto y a la injusticia, que desconoces que la justicia y lo justo es un bien realidad ajeno al que lo practica, ya que es lo conveniente para el más fuerte que gobierna, pero un perjuicio propio del que obedece y sirve; y que la injusticia es lo contrario y gobierna a los verdaderamente ingenuos y justos, y que los gobernados hacen lo que conviene a aquel que es más fuerte, y al servirle hacen feliz a éste, más de ningún modo a sí mismos. Es necesario observar, mi muy cándido amigo Sócrates, que en todo sentido el hombre justo tiene menos que el injusto."

Por muchas veces que se lea, da igual. Lo que ha dicho es lo que realmente piensa. Y no solo él. Puede decirlo porque sabe que, en el fondo, está poniendo de manifiesto la opinión común de la mayoría. Incluso de muchos de los que en público no se atreven a decirlo tal cual: hay pastores, hay borregos. La gran parte de la sociedad vive así. Que no es mirando por encima del hombro al otro, sino tratando como corresponde a los inferiores, siendo ellos superiores; o a la inversa, tratándose a sí mismo como inferior respecto a otros, a los que debe someterse, por miedo y todo lo derivado del miedo. Trasímaco lo sabe. Acaba de obligar a la conciencia de clase al círculo que se sienta a dialogar tranquilamente en casa de Céfalo, aunque en su ausencia. 

Realmente es Sócrates el confundido, el equivocado respecto a la mayoría. Y él, que no lo sabe, va a conocer de primera mano lo que piensa el conjunto, la clase de gente que es superior y debe gobernar al resto como el pastor se beneficia de las ovejas y saca de ellas el mayor partido posible. Incluso cuando el pastor cuida y ayuda a las ovejas lo hace por su propio bien, para no perder beneficios posibles. Y esta es, en verdad, la clave que da acceso a cómo la sociedad está organizada entre gobernantes y gobernados. Y probablemente valga, como análisis general, tanto para el tiempo de la "polis" como para la época de la "globalización". 

Para Trasímaco, "justo" es una especie de convención, una palabra generada precisamente para la distinción, es el criterio que divide la humanidad, y no precisamente lo que la humanizaría. Sirve al más fuerte, en tanto que es quien establece las leyes para el gobierno del rebaño. Poco más. Debido a esto, es Sócrates el ingenuo, quien lo ha entendido de otro modo, del equivocado, quien se ha creído el engaño como un borrego más sin serlo. Y Trasímaco quiere devolverlo al otro lado, a la clase social a la que sí pertenece. O más bien no. Se trata de que él comprenda que es oveja respecto a Trasímaco y, con crudeza, obedezca pero ahora sabiendo lo que hay detrás de toda ley: nada, nada valioso, salvo la felicidad ajena, la felicidad del más fuerte. Por cierto, aquí aparece ya la palabra que después se dirá que es en el discípulo de Platón el fin último de toda persona en tanto que ser de relaciones y de palabra-razón. 

Sócrates calla en todo el discurso, que solo simplemente ha empezado. Y lo ha hecho con mucha evidencia. La justicia, que si existe es por quien gobierna, es la vara con la que conduce al rebaño. Y ningún pastor se da a sí mismo con ella, sino solo a las ovejas, especialmente a las que quieren salirse de los márgenes, explorar algo diferente a la condición en la que han caído. E insisto, para Trasímaco esta distinción tan radical entre personas-personas y personas-cosas tiene algo de ontología creada por medio de la justicia, como si la justicia ordenara realmente lo que las cosas son. 





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