viernes, 5 de marzo de 2021

Leyendo "Eutifrón" de Platón (3)

¿Qué vamos a decir nosotros, los que admitimos que no sabemos nada de estos temas? (Platón, Eutifrón, 6b)

Recopilemos el inicio del diálogo. Sócrates es acusado y encuentra a un acusador orgulloso de lo que ha hecho, porque lo suyo va más allá de lo común. Ha denunciado a su propio padre ante el tribunal en defensa de un extraño. Loable. Tanto que Sócrates decide, como de costumbre, convertirse en su discípulo para aprender de él. ¿Qué hace un buen alumno? Preguntar. Y en estas estamos. El alumno ha comenzado el examen de su nuevo profesor. ¿Cuál es el tema? El que Eutifrón dice saber: sobre la piedad y los dioses. 

En el final de ayer, en el que Sócrates se dice escrutado al máximo, da ya el paso para la gran pregunta del diálogo: "¿Qué afirmas tú que es la piedad respecto a cualquier acto? ¿Es que lo pío en sí mismo no es una sola cosa en sí en toda acción, y por su parte lo impío no es todo lo contrario de lo pío, pero igual a sí mismo, y tiene un solo carácter conforme a la impiedad, todo lo que vaya a ser impío?" 

Quien ya conozca mucho de Platón, ya sabrá todo lo que viene ahora. No se afirma con las palabras, sin más. La capacidad para determinar las ideas mostrarán en qué opiniones se asienta la vida y, si estas opiniones, son verdades, en caso de que se puedan alcanzar. El proceso de confrontación va, como ariete por los lados, probando la consistencia de las afirmaciones que se sujetan con la existencia, lo que se predica por tanto de esta. Por lo tanto, el mismo Eutifrón lo primero que responde sobre lo pío es su propia acción: "Digo que lo pío es lo que ahora yo hago, acusar al que comete delito...; no acusarle es impío."

Eutifrón se convierte en gozne entre el tema -en absoluto leve- del juicio y la justicia que involucra a personas y dioses, con la acusación o no acusación. Podría haber comenzado por otro lugar, pero las circunstancias y la conexión con la vida hacen que coja estos derroteros. En cualquier caso, es significativo, separándonos un poco del párrafo y viendo el conjunto, que la piedad entendida como reverencia, respeto, obediencia y amor a lo divino permanezca entrelazada a la justicia entre las personas. Y sus contrarios, según parece, deban y puedan ir en la misma dirección señalados. 

La lengua de Eutifrón y su entusiasmo, le conducen más allá. No solo se trata de acusar (enunciar algo de alguien, por lo tanto saber del tema del que se está hablando), sino de hacerlo más allá de toda circunstancia e independientemente de las contingencias propias de la vida. No sé si en forma de apisonadora que arrasa con todo, o porque una es la llave a la que, según quiere dar a entender, es posible reducir todo un asunto con sus posibles complejidades. Platón insiste en esa misma línea al hacer hablar a Sócrates y exigir sencillez en las respuestas para delimitar los problemas y centrarse en ellos. Aquí, con lo que quieren vérselas, es con una razón capaz de iluminar lo divino mismo, lo divino en sí. O, cuanto menos, su reflejo en lo humano, que sería la piedad conectada con la justicia. 

La parte segunda de la pregunta de Sócrates quiebra todo lo real en dos, como bien se sabe si se ha estudiado mínimamente. Este momento no es arbitrario, ni gratuito. Muchas veces no es comprendido, se toma como punto de partida para explicar todo sin adentrarse en sus razones. Sócrates ha observado y pensado que se habla con facilidad de las cosas, que son múltiples y diversas. En la realidad hay casi de todo, una enorme diversidad realizándose en cada momento, cambiando. De esa realidad, las personas se hacen cargo a través de la razón. Y la razón, perdón por la reducción, dice de unas y otras cosas semejantes utilizando palabras iguales para temas diversos. Luego hay una razón que se hace cargo de lo diverso a través de lo que es igual. Entonces, hay algo igual que, en sí mismo, deviene en diversidad. 

Lo anterior, sin entenderlo bien, es lo que suele decirse de Platón a bocajarro. Y, sin embargo, es fundamental. Solo hace falta ver cómo vivimos y cómo vamos "juzgando" toda la realidad enunciando cosas de todo tipo. Algunas muy graves, que creemos saber y resulta que no hay nada detrás del humo de las palabras. 

La posición Socrática es precisamente la de la distancia, la de la no confusión con uno mismo y las realidades últimas o la multiplicidad del mundo. Nos encontramos separados de todas ellas, y, aunque normalmente creemos estar del lado de lo sublime, lo común es cojear del lado de lo que muta, cambia, deviene, se altera. A diferencia de los sofistas, Sócrates no se pone a sí mismo como medida de todas las cosas, sino que se ve medido por el mismo ser y aspira a alcanzarlo de algún modo eligiendo el camino más elevado: el de la razón. 

Pues bien, Eutifrón justifica su posición con lo que él mismo hace. Y acto seguido dice algo muy importante. Seguimos en 6a. Tiene una "gran prueba": "no ceder ante el impío". ¡No olvidéis esto, que va a ser muy importante! 

Un Sócrates más que estupefacto le pregunta directamente a Eutifrón: ¿Tú de verdad te crees que esto ha sucedido así? No es la pregunta del escéptico, ni del inquisidor, sino de aquel que invoca al Dios de la amistad. 

Me he dado cuenta al terminar que no hemos comentado el tema de quien se sitúa en la ignorancia como punto de partida. Ya sabéis que se dirá que es quien sabe realmente de algo. 

Lo dicho. Poco a poco. A lo mejor en marzo termino este libro. Mañana sigo en 6c.  




No hay comentarios:

Publicar un comentario