domingo, 21 de marzo de 2021

Leyendo "República" de Platón (9)

Comienzo en 334d hasta 335c.

Ayer no avancé mucho. No interesa correr, sino detenerse, frenar e interrumpir las frecuencias en las que ni oímos, ni vemos, ni nos implicamos. Polemarco tuvo ocasión de cortar por lo sano y replegó velas. En parte, me quejaría de él sin descanso y le abrumaría con las mismas preocupaciones que yo no resuelvo. En parte, lamento no ser capaz de decir con más claridad lo que realmente intuyo, que la cobardía y el miedo a saber lo que sé, lo que no puede ser de otro modo. 

Es aquí donde Sócrates lo dice y no lo pregunta, como en otras ocasiones. Tal cual, aunque la traducción que manejo...: 

"Sin embargo, los buenos son justos e incapaces de obrar injustamente." 

(ἀλλὰ μὴν οἵ γε ἀγαθοὶ δίκαιοί τε καὶ οἷοι μὴ ἀδικεῖν)

Por paradójico y problemático que sea, Polemarco no puede negarse y afirma con verdad. Se rinde, por fin, a su verdad interna, como si esto fuera combinable con aquello del poeta Simónides, fruto de toda confusión. Esto se puede leer casi religiosamente, con asentimiento total de la inteligencia y la persona sumida en el pleno diálogo receptivo y abierto, suelto y libre. Porque libre en griego es precisamente liberado de sí, del mundo, incardinado en la vida que es razón. 

"Es verdad."  
 
(ἀληθῆ)

Un detalle. Aquí "los buenos" son "los que hacen" con "bien". Y en la traducción, tal y como la leemos, quizá haya una carga ética importantísima pero rebajada con pretensión de maximizarla. El paso por la entrega es mucho más exigente de lo que parece, porque el problema lo tiene más nuestro tiempo que las propias palabras y aquello que señalan, portan, importan y exportan. No sé de qué modo se podría decir mejor, salvo dejando el original. Porque no da lo mismo. Es un verbo y no otra cosa. Los que hacen tal asunto. 

Sigo. De la postura de Polemarco, Sócrates le hace ver el escándalo de su posición por una nueva vía. Tal y como habla él, "es justo hacer mal a los que nada han obrado injustamente." Es decir, al inocente. Sin paliativos. Sin más. Con crudeza, aunque en el argumento sea un momento efímero y sin rostro. Dicho en plural es más doloroso, como queriendo atrapar la historia entera de los que sufren el mal de otros. Con un singular, hubiera sido suficiente en cualquier caso. Si obrar justamente es hacer bien a unos y mal a otros, y nos confundimos tantas veces, no siendo nada claro que sobre el bien y el mal se pueda cerrar algo definitivo en la persona, la conclusión más clara es la que Sócrates pronuncia. 

Una vez más, Polemarco se queja del argumento de Sócrates, más que del propio. Se confirma aquello de paja y viga. En realidad, no es el argumento de Sócrates propiamente, sino de Polemarco. Pero a Polemarco no le cuesta olvidarse de sí en la argumentación y ahora cree que es Sócrates quien defiende semejante barbarie y estupidez. Y lamenta la argumentación, que en el fondo es lo qué mismo es incapaz de hacer, por ignorancia y, así, rendido al mal del que cree que sabe lo que no sabe. 

Ya que se ha perdido nuevamente, Sócrates retrocede y se acerca a Polemarco para repetirle lo que ha dicho hasta ahora. Que es justo perjudicar a injustos y beneficiar a justos. Luego "los muchos", que no son pocos en realidad, sino todos menos un reducto, considerarán "justo perjudicar a amigos, ya que son malos, y beneficiar a los enemigos, pues son buenos." 

Lo dicho desde el inicio, que la pretensión de diferenciar sin más entre amigos y enemigos era muy burda y ridícula. ¿Qué ocurre ahora si aquel que es tomado en relación es o bueno o malo? ¿Cuáles son las posibilidades ahora y qué se mantiene como sustantivo respecto de la justicia: amistad y enemistad, bien y mal? En consonancia con la respuesta, se derivan muchas formas de vida. E igualmente habrá que considerar la posición, a mi entender. Pero eso aquí no está todavía. ¿Qué posibilidad se abre al justo y cuál se cierra? ¿Con qué configura su existencia el justo?

Nuevamente Polemarco lo único que dice ahora es que no sabe. Sócrates le muestra que están contradiciéndose sin parar, pero el joven lo acepta. Ahora escapa por la no consideración en un principio de lo que es amigo y enemigo. Ya apunté en su momento que, por sólida que fuera la argumentación, hacía aguas el contenido del que se estaba llenando. El depósito era incluso pequeño e incapaz de contener el gas. 

Dicho rápidamente, Polemarco quiere inventarse el mundo, con buenas palabras: 

Sócrates: Y ahora, ¿cómo nos retractaremos?

Polemarco: Considerando amigo al que parece bueno y lo es, mientras que al que parece bueno pero no lo es, estimaremos que parece amigo sin serlo. Y haremos la misma consideración acerca del enemigo. 

Sócrates: Sí.  

Con otras palabras, Polemarco dice lo siguiente: "Como no cuadra lo que digo con la verdad que voy descubriendo gracias a las preguntas de Sócrates, voy a intentar esconder la realidad detrás de mis palabras y engañar al preguntón incómodo para que siga con sus argumentaciones, pero por absorbido en mi nuevo mundo. Disociemos así dos mundos: palabras y realidad. Juguemos con el primero como niños que lo acaban de descubrir. ¿Sócrates picará?"

Y Sócrates acepta. Así que toma lo que dice y vuelve a examinarlo con el mismo proceder que lleva hasta ahora, que en él sí actúa con fuerza equiparable a la naturaleza desbordante. Le pregunta por dónde quiere ir y cómo está ahora el argumento. Si lo que ha hecho es reducirlo o complicarlo lo vamos a ver rápidamente. Polemarco es un mal estafador. 

Sócrates: Ahora quieres que, además, digamos que es justo hacer bien al amigo que es bueno y perjudicar al enemigo que es malo. ¿Es eso lo que propones?

Arriba ya dije qué importante era considerar al sustantivo al que hacemos tal o cual cuestión. Si consideramos que la acción debe ser hacia una persona siempre igual, o si depende de si es amigo o enemigo, si es bueno o malo, y cuál es la relación entre todas ellas, pagando por adelantado el precio de la reflexión capaz de nombrarlas con criterio firme. 

Como Polemarco vuelve a decir sí, aunque no sabe ya ni dónde está, ni qué dice siquiera, Sócrates insiste en lo mismo de antes: "¿Es propio del hombre justo perjudicar a algún hombre?" 

Piensa lo que ha ocurrido. Polemarco quiere hablar de "a quién" y matizarlo hasta acomodarse. Mientras Sócrates, ya que hablamos de personas y no de cosas, le reconoce la vitalidad al sujeto, al quién originario, al origen en el que se puede dilucidar realmente la justicia o la injusticia. Pero con paciencia. Acepta el camino de Polemarco. Con sus conocidos ejemplos: domadores de caballos y adiestradores de perros. Cuando se trata mal a caballos o perros, ¿mejoran o empeoran respecto de su excelencia, perfección? Evidentemente, empeoran. ¿Y en el caso de las personas? (335c) Análogamente, claro. 

Con todo, hay una excelencia humana en la conversación, que es lo que verdaderamente interesa a Sócrates y en torno a lo que gira todo lo demás dilucidándose en sus huellas. De momento, de ella se ha dicho casi nada. Pero ha se ha revelado, entre la salida y su vuelva a la oscuridad. 

"¿Y no es la justicia la excelencia humana?"

(ἀλλ᾽ ἡ δικαιοσύνη οὐκ ἀνθρωπεία ἀρετή;) 

Qué maravilla.   

"Entonces también aquellos hombres que sean perjudicados se volverán necesariamente injustos."  

(καὶ τοὺς βλαπτομένους ἄρα φίλετῶν ἀνθρώπων ἀνάγκη ἀδικωτέρους γίγνεσθαι)

Suena bien. Veremos que no tanto. Que no hay en la injusticia tanta fuerza, que desprovista de su contenido y apareciendo en negativo, no actúa del mismo modo. Que quien recibe injusticia, por supuesto, no es hecho malo, salvo que pliegue su ser o lo repliegue sobre su herida doliéndose mortalmente. Quien recibe justicia, a lo mejor, en tanto que posibilidad. 

Cuando antes se decía, de muy pasada, análogamente que también a las personas, como a caballos y perros, se les perjudica y se les empeora, nadie habló de la libertad, de la distancia en la que vive cada persona libre respecto del mundo desde su conciencia y compromiso con la vida. 

 

 



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