lunes, 22 de marzo de 2021

Leyendo "República" de Platón (10)

Comienzo en 335c hasta 335e.

Leer un diálogo tiene algo de mero espectador que produce confusión. Un libro que es una conversación debería dejar espacio para participar en él. Hay que encontrar esta rendija. Y aunque no fuera pensado así, creo que es en la capacidad para ir más despacio donde encuentra hueco el lector, donde puede aprender. Por lo demás, seguiré así. Porque es volver sobre lo que se dijo metódicamente cada día, recordar de dónde se viene. 

Sócrates pregunta lo absurdo. Comenzamos: 

"¿Puede un músico, por medio de la música, hacer a otros ignorantes en música?"  (ἆρ᾽ οὖν τῇ μουσικῇ οἱ μουσικοὶ ἀμούσους δύνανται ποιεῖν;)  

Responde Polemarco: "Imposible." (ἀδύνατον.) 

Y el segundo paralelo lo hace con los "conocedores de caballos" e, igual de contundente, Polemarco dice "no". La diferencia entre el primer y segundo ejemplo, aunque parezcan iguales, no es pequeña. A los músicos se refiere en el ejercicio de la música, pero a los domadores por su conocimiento. Aún así, sigue adelante hacia la justicia. Se supone que mantendrá el mismo discurso. Luego "los justos no pueden hacer injustos a otros (por medio de la justicia)", o sea, "los buenos no pueden hacer daño a otros por medio de la excelencia." Algo que habría que pensar con más cuidado. 

Todo bien, todo aquilatado y destilado. Se ha raspado el argumento y se le han quitado con pincel cuidadosamente aditamentos. Solo queda Polemarco por reconocerlo, a pesar de decir "sí" en cada caída. 

Seguimos con el paralelo entre lo justo y lo bueno, y su vinculación con la excelencia. La pregunta de Sócrates se queda corta, la verdad. Aunque sirve para comenzar. Al menos, si se hace justicia, sabemos que no se obra mal con nadie, que no se daña a nadie. Excepto apariencias, claro. Lo cual no es decir poco y ojalá se recibiera así siempre. 

En ocasiones, el que obra con justicia despierta y desata males por donde camina. Esto lo dejamos para otro momento. 

En el argumento, Sócrates se apoya en la naturaleza y fenómenos de su tipo. Una reducción y paralelo casi cómico. Como entre la justicia y los que trabajan entre animales. Y con esta referencia al calor y al frío, a lo húmedo y lo seco se cierra algo que hay que observar con más diferencia que semejanza. Aunque Polemarco no dice nada, porque no ve más que lo suyo y solo anda preocupado de no quedar demasiado mal en el auditorio silente y callado, que se supone que hay por ahí. 

Sócrates: ¿Acaso el justo no es bueno? Entonces, el justo no puede perjudicar a nadie, porque va en su naturaleza. Y ya no trata tanto de lo que hace, ni a quién, sino de quién soporta con su vida y carga con ella la cualidad de la justicia y del bien sin matices, el bien que siempre es bien y no se niega a sí mismo, la justicia incólume que es con los ojos siempre abiertos. 

A Polemarco le da igual ya todo. Le da la razón a Sócrates, aunque suponga negársela a sí mismo. Hasta que Sócrates se lo muestre, claro. 



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