Comienzo en 333d hasta 334c
Como ayer la justicia caía del lado de la protección y la pasividad, Sócrates continúa por ese camino. ¿Será la justicia inútil durante el uso de "las cosas" y útil cuando no se utilizan? ¿Será activa con lo inactivo, con lo pasivo, en la recepción y libertad respecto de ellas? ¿Y será inactiva con lo activo? Llegar aquí, no es poca cosa, en múltiples direcciones. Justicia sería conservación, protección, salvaguarda. Dicho esto, ¿esto significa que la justicia es pura pasividad limitada?
Parece entonces que la justicia puede ser no solo guardar pasivamente, sino una actitud precavida y protectora. ¿Como el boxeador sabe defenderse o se puede ser preventivo respecto de la enfermedad? ¿No implica un conocimiento sobre la defensa que, por la misma razón, le convierte en temible para sus enemigos? ¿El que tiene habilidad para guardar tiene también habilidad para robar?
A Polemarco le honra estar ahora pensando argumentos, tan pendiente de lo que dice Sócrates y siguiendo sus pasos, que al mismo tiempo confiesa haber perdido pie respecto de las cosas mismas. Dice lo que dice al argumento, se convierte en eco. Idealista desde el realismo. Pero idealista perdido.
Tan extraviado que Sócrates retoma: ¿No será la justicia un modo de robar para bien de los amigos y mal de los enemigos? Dicho lo cual, me paro y pienso que algunas veces, cuando leo a Platón despacio, el arte de la lógica-argumentación da miedo; cuando lo leo rápido, más miedo aún. ¿Se puede llegar tan lejos, a decir algo tan loco? ¿Y qué pasa cuando se llega aquí y se acepta el argumento, porque parece racional en sí mismo, al margen del contenido? ¿No se frena Polemarco por el contenido más que por el razonamiento?
Polemarco, que se ha dado cuenta de la locura, se niega a aceptar lo que Sócrates ha ido progresivamente deshilachando a partir de lo dicho, como para mostrarle a Polemarco lo que Polemarco está pensando. Y, ¿qué hace Polemarco? Dos opciones: reconocer que piensa una tontería y ha dicho algo que no ha reflexionado suficiente; volver al inicio y negarle a Sócrates que sea lo mismo que él está diciendo. ¿Cuál de las dos? ¿La del espíritu sanado de la ignorancia o la del espíritu firme en su ignorancia? Y Polemarco quiere volver a empezar.
Así que, mañana, veremos por dónde avanza en compañía de Sócrates sin moverse de su casa. Qué duro es salir de sí.
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