martes, 16 de marzo de 2021

Leyendo "República" de Platón (4)

 Comienzo en 331c hasta 332a

Sócrates se encuentra cómodo y feliz en la casa de Céfalo, en el Pireo. Fue allí para encontrarse con los dioses y está ahora bien acompañado, con una conversación que cautiva su interés y en la que va descendiendo hasta localizar el punto desde el que partir. Parece que lo ha encontrado al escuchar a este anciano de abundantes riquezas hablar sobre lo que le han beneficiado a lo largo de su vida: ser justo, tener la conciencia tranquila. 

Una vez pronunciada esta palabra, que no deberíamos saber que será el gran asunto de estos X libros, le pregunta a qué se refiere exactamente con justicia: ¿Es decir siempre la verdad y devolver lo que se recibe, o en algunos casos no? O, lo que es lo mismo, tanto decir la verdad como devolver lo que se recibe son en ocasiones hechas con justicia y otras sin ella. ¿Lo justo es la acción o un "algo diferente" que se dice de la acción? Y Sócrates pone un ejemplo para ilustrarlo: un amigo entrega unas armas y luego se vuelve loco; ¿devolverlas sería hacer justicia o cometer injusticia?

Dicho lo cual, acuerdan que, aunque han comenzado a hablar de justicia, lo que han dicho no se sostiene. Ni un minuto ha pasado, solo una pregunta ha sido suficiente y Céfalo ya se contradice y reconoce su contradicción. Sin embargo, aunque el anciano parece callar, Polemarco, que ha escuchado la conversación según parece, entra en acción afirmando: sí se puede defender la justicia al modo como su padre lo ha hecho, evocando al famoso poeta Simónides. El anciano se retira y deja en herencia la argumentación a su heredero, mientras él se va, como si tal cosa, a ocuparse de las ofrendas sagradas. 

Polemarco expone lo que Simónides piensa y lo hace suyo, por ahora: "Es justo devolver a cada uno lo que se le debe." Es decir, Polemarco ha estado, pero no se puede decir que haya estado del todo atento o, si ha estado atento, no ha comprendido bien. 

Voy a parar un poco o me perderé mucho. Recapitulo. De la vejez al ansia o no de juventud y de qué forma o modo se entienden ambas. De ahí a las riquezas, que permiten una cierta vida holgada. La relación con ellas, en qué es beneficiosa; si son las cosas o si las personas hacen que las cosas tengan una valencia u otra, y un sentido. Pensado más a fondo, la justicia. Y deteniéndonos en ella: la verdad y el deber (devolver lo recibido). 

El hijo se hace con el diálogo y, a la primera de cambio, comienza a matizar y ver con más detalle donde está la pregunta. No se trata de devolver sin más, mirando para otro lado, sino de devolver a quien corresponde y, aunque no queda dicho así, a quien es capaz de recibir. Justicia, en conclusión, no es tratar a todos por igual en función de un mandamiento que obliga, sino una relación concreta. Siendo así, unas veces hay justicia y otras injusticia, tanto en el dar como en el no dar. 

Queriendo salir, continúa Polemarco: "Otra cosa, por Zeus, él [Simónides] piensa que los amigos deben obrar bien con sus amigos, nunca mal." Y si "justicia" ya parecía complicado de delimitar, ahora vamos a mayores. Tengo la sensación de que leyendo a Platón se suben y se bajan escalones permanentemente, y que conviene estar atentos al "plano" o "nivel" en el que se están tratando las cosas. 

Esta cuestión la dejamos para mañana aquí enunciada, sin más. ¿Será lo justo hacer bien al amigo y hacer mal al enemigo? ¿Será esta pregunta una de las preguntas nada marginales de la historia, de la humanidad, de cada tiempo y persona? ¿Será aquí donde todos parecen tener respuesta y obrar conforme a la juventud del pensamiento?




No hay comentarios:

Publicar un comentario