miércoles, 17 de febrero de 2021

Duermevelas y vigilancias. Día 17.

Ser palabras escasas, excederse en lo que no se deforma y tritura con al viento. Ser tímidas afirmaciones, prudenciarse absolutamente y entre cuidados. Vocear la carne, piel y huesos. Despegarme del cuerpo valiéndome, dignificándome, queriendo alcanzar a otros. Mejor dicho, queriendo ser intemperie desvalida que repose acogida en otro. Fuera, infinitamente fuera. Así peregrinamos floreciendo en los límites del mundo y más allá de ellos.  


Consolida en mí tu frescura. Rózame y no me aísles. Cúbreme por dentro. En el sabor de tu ser navego escuchando las ondas separándose de mí. Se llevan, en mí naciendo, lo que ya no veo. Simplemente me dejo hacer, inundar. Siento ya la herida que provoco en tu paz. Esta agitación me contagia de ti y nos vamos confundiendo. Tú, a cambio, calmas mi mal calladamente, respetas mi tiempo con paciencia, despiertas el bien nuevo en mí. No saldré siendo el mismo. 




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