sábado, 30 de enero de 2021

Relación profesor-alumno

Solo quedan dos días de enero. Voy a dedicar este a algo intenso y mañana a otra cosa más liviana. El lunes empezaré el proyecto de febrero en este blog. Un mes dedicado a otro asunto. Con el mismo tono y despropósito. Si tengo fuerzas. 

Cuando pienso en la relación profesor-alumno, o leo sobre ello, considero que hacemos una abstracción imposible sin detenernos a contemplar lo que realmente es. Ni hay un profesor suelto por ahí, ni mucho menos un alumno aislable de todo lo demás. Si todo fuera así, con hablar de dos personas que se encuentran sería suficiente. Para esto y para todos. Sin embargo, no es así. 

Por otro lado, es una relación y comunicación mediada e interesada. De ahí que las dos personas cambien y adquieran un cierto rol que, si no se camina con cuidado, esconde la persona que ambos son. No es una relación "natural", sino desnaturalizada, por muchas herramientas psicológicas y evolutivas que se empleen. Está profesionalizada en ambas partes. Ni es espontánea, ni es gratuita. Tampoco es buscada por sí misma, como pudiera parecer en la antigüedad, sino obligada y obligatoria en general. 

Cuando hablamos de individuos, en realidad es puro espejismo. La relación profesor-alumno incluye la relación del profesor con el alumno en su historia y familia, con sus capacidades, con sus méritos. No de un profesor aislado, sino en el conjunto de un centro educativo y como parte de un claustro. El alumno, de su lado, se encuentra inmerso en una clase y otras relaciones, que decimos horizontales y vamos descubriendo que no lo son tanto. Pertenecen a dos grupos separados y bien reconocibles que interactúan entre sí diariamente. En esta relación, no se da de forma directa en encuentro entre claustro y clase, pero sí entre profesor individual y clase en su conjunto. De hecho, es la relación ordinaria, que para ser superada hacia una cierta individualización o personalización, se debe dejar de lado el posible encuentro entre el profesor y otros alumnos. Es decir, abandonar el espacio común y cotidiano para abrir otros momentos en el que reconocerse mutuamente. 

Sigamos haciendo más complejo el asunto, porque es lo que se vive todos los días. La información que interesa para este encuentro es la información y el conocimiento del alumno, en lo académico y en todo aquello que supere lo académico en relación con lo académico principalmente. O educativo, o escolar, como se quiera decir. Algo que no pasa de información y que, si pretende ser evaluable, será un problema. Pero se emite un juicio general sobre una persona a partir de datos que se consideran relevantes. La información sobre el profesor, como profesional, omite otras cuestiones. Insisto, la relación dominante es siempre una relación de carácter mediado por la transmisión de conocimiento y el aprendizaje, por el desarrollo en el conjunto aunque esto sea muy difuso y problemático de abordar. Lo que marca el punto de partida es su situación origen, socialmente establecida y controlada. Cada vez, dicho sea de paso, más controlada o burocratizada. Los registros, como esquemas, dan muestra de ello. Ninguna persona puede resumirse en cuatro líneas, pero tampoco un alumno puede ser sometido a semejante reducción. Los ejemplos que suelen ponerse sobre esto claman al cielo. Aunque muchos otros no se salgan de los límites establecidos. 

Consideraciones a parte, vista en gran medida la complejidad, es una relación con historia que precede a ambos de alguna manera. El profesor es superado por la historia en tanto que recibe una identidad, ha aprendido a gestionar un entorno complejo con unas herramientas puestas en marcha de modo casi empírico, según su carácter y su entorno. Es decir, ha aprendido a vivir como profesor diariamente comportándose de una manera. Unos de una, otros de otra. El alumno, por su parte, algo similar. Ha adquirido unos hábitos de comportamiento en el conjunto de la clase, en su día a día, también respecto de su tarea, que se van consolidando con los años y a los cuales responde con normalidad y cotidianeidad. Los hábitos no son zonas de confort, como las mentes cortoanalistas perciben, sino la formación de su personalidad y el ejercicio de su libertad. De esta manera, ambos se van cargando con su experiencia de prejuicios que proyectan de modo continuo. 

No ha terminado aquí el tema. Habría que hablar también del tiempo y el espacio. Por si fuera poco, este encuentro jamás se da fuera del instante concreto. Y no dará igual nunca que sea a primera que a última hora, ni siquiera estas horas siendo lunes, martes o viernes. Si son intermedias, siempre son encuentros después de otros encuentros, en cadena, o después de otras actividades. Respecto del espacio, lo dicho. Tenemos la impresión de cambio, en la mayor parte de las veces, solo los profesores que nos movemos. Ellos permanecen. Son como la sustancia respecto de nuestras accidentales clases. Entrando y saliendo. Ahora esto, luego lo otro. 

Creo, sinceramente, que el intento por humanizar la educación desvela a qué grado ha llegado el sistema educativo y cómo se entiende socialmente la educación respecto de las personas. La mayor parte de los implicados y no implicados lo define como "enseñanza". 

Ya he dicho antes que la educación, tal y como yo la comprendo, es antinatural, contranatura, exige y fuerza aquello que la humanidad de cada persona puede dar de sí. No la contemplo como un espontaneo crecimiento y me preocupa que se tiña de eso, para engañar y ocultar, la práctica docente y discente. Ahora bien, la relación entre el profesor y el alumno me parece el fundamento último y el más auténtico de toda la educación. De hecho, lo mejor que puedo decir de las cosas tal y como están es que es esta relación la que puede salvar al profesor y al alumno de cualquier forma y consideración de la educación como sistema de churros y producciones en masa. Bien centrado el foco, bien dichas las cosas fundamentales, la educación será en esta relación la única capaz de soportar la transformación digital sin sustituir la humanidad de cada persona. Queda dicho, por si acaso. Algunos todavía ni lo ven venir, aunque se dedican a hacer videos, dejar por escrito sus apuntes, crear documentos de ejercicios y actividades... 

El siglo XX destruyó parte de la humanidad, el siglo XXI va camino de ello con otras formas más sofisticadas y tecnología más hábil. Ahora bien, el encuentro con el rostro del otro es un imperativo y lo seguirá siendo. 

LECTURAS

  • JUAN SANTOS, José Fernando, Pregunta sin miedo sobre Dios. Dialogar con jóvenes del siglo XXI, PPC. Un poco de auto-comentario. No sé qué más decir. Son parte de algunas de mis clases con alumnos de Bachillerato. Su punto de partida, sus preguntas, mis comentarios. En la práctica de la conversación con jóvenes lo fundamental es tener algo que decirles a ellos. Porque cuando preguntan sinceramente, que nadie se engañe, preguntan siempre sobre ellos. Como es sábado, os dejo solo mi libro. Que ya he comentado muchos más. Si lo has leído, déjate un comentario abajo. 
NOTAS
  • Soy una persona de pocas fiestas y pocos encuentros sociales. Llevo muy mal los de cumplir, en los que se espera ser correcto, sin más. Sin embargo, hasta yo tengo ganas de salir por ahí y estar con gente. Mejor dicho, no con gente sino con amigos. Creo que la pandemia no me habrá cambiado tanto. Solo echo de menos personas cercanas. Todo lo demás, seguirá siendo un esfuerzo personal. Y vaya por delante que admiro a todas esas personas a las que los encuentros sociales no les cargan. Me parecen maravillosas. 
  • Ayer, después de leer este blog, me van a dejar el libro de "Filosofía ante el desánimo". Tengo dos únicos objetivos: saber qué dice de Levinas y proponerlo a mis alumnos en clase. De Levinas se habla mucho. 
  • El lunes pasaré frío. Me han cortado el pelo mis hijos y lo he rematado yo. Como para dejarles. La cara de la pequeña sigue siendo de sorpresa, incluso estando delante. Pone cara de miedo o de aberración. A mí me parece que no queda tan mal. Aunque si por mí fuera... Qué desastre soy para estas cosas. 
FOTO

Verano, hace unos tres año. El coronavirus ni se olía. La silla soportó el órdago o el enviste. Lo digo con conocimiento de causa y no es una información cualquiera. Tengo libro y subrayador. La sonrisa no refleja mi odio por la arena, el sudor pegajoso y el calor. Se está bien porque la familia disfruta. Poco más. Soy paciente. 



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